Walter Hartright se traslada a Limmeridge para dar clases de dibujo a Laura, una joven y rica heredera sobrina del barón Frederick Fairlie. Poco antes de irse, tropieza con una misteriosa dama vestida de blanco que le habla de Limmeridge y de su propietaria fallecida, la señora Fairlie. Desde el principio Walter siente una gran atracción por Laura, quien está prometida con «Sir» Percival Glyde, quien sólo busca arrebatarle su herencia. Sólo se interpone en su camino la misteriosa dama de blanco. Esta novela de seiscientas páginas —en papel— y considerada una obra maestra de la narrativa de suspense es, al mismo tiempo, un relato policial, una historia de amor y un libro de aventuras, en síntesis cabal. Casi no puede darse aquí una idea del argumento sin estropear al potencial lector el suspense, que es magistral. Digamos sólo que se narra aquí una terrible conspiración para matar en vida a la hermosa Laura Fairlie, por parte de «Sir» Percival Glyde, un cazadotes, y de su extraño cómplice el Conde Fosco; conspiración que intentan desentrañar primero, y revertir después, la hermana de Laura —Marian— y el personaje principal, Walter Hartright. «La dama de blanco», inspirada en un hecho real y publicada originalmente por entregas en una revista dirigida por Charles Dickens, ha constituido un éxito ininterrumpido de ventas en todas las lenguas. Todo ello se debe a una trama argumental magníficamente desarrollada, que envuelve al lector en una atmósfera de misterio e intriga.
When a fabulous gem mysteriously goes missing, suspicion abounds and a hunt begins for the guilty party.
A young drawing teacher falls in love with his aristocratic pupil, who falls victim to a devious plot to acquire her considerable fortune.
La piedra lunar u ópalo, considerada por algunas tribus africanas como la piedra de los espíritus do la noche, es la única pista con que se cuenta para la solución de unos monstruosos asesinatos. ¿Por qué junto a los destrozados cadáveres de las víctimas aparece siempre una de aquellas piedras? Antiquísimas prácticas de brujería parecen latir en el fondo de este misterioso caso, uno de los más difíciles y apasionantes con que se ha enfrentado Harry Dickson.