De todos los pueblos de la antigüedad, ninguno manifestó por el misterio de la muerte un interés tan apasionado y exclusivo como el Egipcio. En la actualidad poseemos unos 190 preceptos de los conjuros que los parientes del muerto colocaban en sus tumbas. Richard Lepsius, en 1842, hizo la primera edición de estas invocaciones mortuorias con el nombre de Libro de los Muertos, que si bien inexacta ha perdurado hasta nuestros días y que hemos decidido mantener por una coherencia con el lector, que de otra manera se vería confundido. El título real de la obra sería: Salida del Alma hacia la Luz del Día, que refleja de forma algo más completa el verdadero sentido de este texto imperecedero. Versión realizada a través de la revisión de las traducciones anteriores, comparadas con el texto jeroglífico de Wallis Budge. El ordenamiento poético es quizás arbitrario, pero el texto original no tiene ningún tipo de puntuación, tan solo la grave majestuosidad de las aguas del Nilo.

El libro egipcio de los muertos

¡Oh vosotros, espíritus estelares de Heliópolis!

¡Y vosotros, Seres luminosos de Kher-Aha

Las amarras de su Barca celeste están completas…

Verdaderamente, yo soy lo suficientemente poderoso

como para manejar las armas de combate de los dioses!

Heme aquí que yo desato la Barca de Ra y penetro en el Cielo…

Junto a Ra navego bajo la forma de Espíritu con máscara de mono.

la limitación del Cielo y la Escalera del dios Sebagú

Aquí tenéis a los dioses Keb y Nut contentos.

por mí, un recién venido al cielo. Por mí, el Ser-Bueno rejuvenece;

ra vuelve a aparecer en todo su esplendor;

el dios Unti recobra el poder de la palabra,

Verdaderamente, los desgraciados que no habían conocido la felicidad en vida

Por todas partes se sienten los fuertes actos de la Jerarquía celeste…

¡Yo te amo, Alma divina, cuyo mágico poder sobrepasa la fuerza de los dioses del Sur y del Norte

¡Ojalá pueda crecer y magnificarme en el Cielo

¡Para estos debes liberarme de todas las amenazas de los demonios!

¡Haz que pueda ser fuerte con la misma fuerza de todos los dioses,

todos los Espíritus santificados y todos los muertos!

¡Verdaderamente, sí, soy fuerte con todas las fuerzas!

¡Yo soy el Señor de la Justicia divina cuyas riendas tiene la diosa Uadjit

¡Las mismas fuerzas que me protegen y viven desde los

pues el poder que me protege es el que te protege a ti, ¡oh Ra!

Al Cielo llego igual que un dios vengador,

Yo restablezco para Ra el orden de las Moradas del Cielo

los dioses se regocijan cuando yo rechazo a los demonios.

El demonio Nebt será incapaz de aproximarse a mí;

no podrán destruirme los Guardianes de los Umbrales.

Conjuro CXXXVI

Sinopsis

Introducción

Conjuro I

Conjuro II

Conjuro III

Conjuro IV

Conjuro V

Conjuro VI

Conjuro VII

Conjuro VIII

Conjuro IX

Conjuro X

Conjuro XI

Conjuro XII

Conjuro XIII

Conjuro XIV

Conjuro XV

Conjuro XVI

Conjuro XVII

Conjuro XVIII

Conjuro XIX

Conjuro XX

Conjuro XXI

Conjuro XXII

Conjuro XXIII

Conjuro XXIV

Conjuro XXV

Conjuro XXVI

Conjuro XXVII

Conjuro XXVIII

Conjuro XXIX

Conjuro XXX

Conjuro XXXI

Conjuro XXXII

Conjuro XXXIII

El libro egipcio de los muertos

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