Así habló Zaratustra

Notas Tercera parte

Notas Tercera parte

Véase Más allá del bien y del mal, aforismo 70: «Si uno tiene carácter, tiene también una vivencia típica y propia, que retorna siempre.»

Cita de Éxodo, 3, 8, donde de la Tierra Prometida se dice que en ella «corren leche y miel.»

Véase la nota 71.

Otro título para este apartado, anotado por Nietzsche en sus manuscritos, fue La visión del más solitario de los hombres. Es la primera exposición de la idea del eterno retorno.

La descripción del ascenso de Zaratustra por el sendero pedregoso, llevando sobre sus hombros «el espíritu de la pesadez», guarda un extraordinario parecido con lo que, según Las mil y una noches, le ocurrió a Sindbad el marino en el quinto de sus viajes: también Sindbad carga sobre sus hombros a un anciano que luego se niega a bajar de allí y martiriza a su portador. Sindbad se libera de él emborrachándolo.

Reminiscencia de Hamlet, I, 5 (palabras de la Sombra a Hamlet): «Durmiendo, pues, en mi jardín según mi costumbre, después del mediodía, en esa hora de quietud, entró tu tío furtivamente con un pomo de maldito veneno en las manos y lo vertió en mi oído».

En la cuarta parte, La canción del noctámbulo, 1, «el más feo de los hombres» repitirá esta frase. Ortega puso estas palabras como motto al frente del apartado VII (titulado «Las valoraciones de la vida») de su obra El tema de nuestro tiempo (Obras Completas, volumen III).

Una vivencia profundamente grabada en Nietzsche fue la del traslado de su familia, tras la muerte de su padre, desde Röcken, donde Nietzsche había nacido, a Naumburgo. El traslado se hizo un día de abril de 1850, mucho antes del amanecer. Mientras los carros cargados esperaban en el patio, un perro empezó a ladrar tristemente a la luna. Véase la descripción de esta escena en los escritos autobiográficos recogidos por K. Schlechta en el tomo III de su edición de las Obras de Nietzsche.

Una escena similar aparece en Las mil y una noches en el séptimo viaje de Sindbad el marino. En Las mil y una noches es la serpiente la que «llevaba en la boca a un hombre, al que se había tragado hasta el ombligo». Sindbad golpea la cabeza de la serpiente con su vara de oro y la serpiente vomita al hombre.

Recuérdese lo dicho en la nota 280 sobre el proyectado título de este capítulo.

«El que ha de venir», «el que viene detrás de mí» es expresión evangélica aplicada por Juan el Bautista a Jesús; véase Evangelio de Mateo, 3, 11: «El que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no merezco ni quitarle las sandalias».

Véase, en esta tercera parte, El convaleciente, 2.

Otro título previsto por Nietzsche, en sus manuscritos para este apartado era Hacia alta mar.

Véase, en la primera parte, Del arbol de la montaña, y De la virtud que hace regalos.

Primera alusión a los que Zaratustra llama «sus hijos» y que serán el objeto de su gran anhelo en la cuarta parte. Véase El saludo.

En el Prólogo de Zaratustra, 9, aparecen idénticas calificaciones aplicadas a los hombres deseados por Zaratustra como compañeros.

Esta expresión ya ha aparecido en la segunda parte, De grandes acontecimientos, y volverá a aparecer en la cuarta parte, El grito de socorro, y A mediodía.

Respecto a este capítulo quizá tenga interés citar el siguiente texto de Freud: «No puede hacérseme responsable de la monotonía de las soluciones psicoanalíticas si ahora afirmo que el sol no es, nuevamente, más que un símbolo sublimado del padre. El simbolismo se sobrepone aquí al género gramatical, por lo menos en alemán, pues en la mayoría de los demás idiomas el sol es de género masculino. Su compañera en este reflejo de la pareja parental es la generalmente llamada “madre tierra”. En la solución psicoanalítica de las fantasías patógenas de sujetos neuróticos hallamos constantemente comprobada esta interpretación. Sólo una observación dedicaremos a su relación con los mitos cósmicos. Uno de mis pacientes, que había perdido tempranamente a su padre e intentaba volver a encontrarlo en todos los elementos grandes y sublimes de la naturaleza, me hizo vislumbrar que el himno de Nietzsche Antes de la salida del sol daba expresión a igual nostalgia.» Y Freud añade en nota: «Tampoco Nietzsche conoció de niño a su padre.» Véase Freud, «Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) autobiográficamente descrito», en Obras Completas (Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, 11, p. 772).

La traducción «la tristura y la pavura y la hondura» pretende reflejar de alguna manera la aliteración existente en el original alemán: Gram und Grauen und Grund.

Véase el aforismo 181 de Más allá del bien y del mal: «Es inhumano bendecir cuando se nos ha maldecido».

De casualidad: Von Ohngefähr, en alemán. La partícula von, significativa de ascendencia aristocrática cuando precede al apellido, permite a Nietzsche decir que ésta (la casualidad, el azar) es la más vieja aristocracia del mundo.

El tema de la levadura es de procedencia evangélica. Véase el Evangelio de Mateo, 13, 33 (parábola de la levadura): «Semejante es el reino de Dios a la levadura que metió una mujer en medio quintal de harina; todo acabó por fermentar».

Aquí es el cielo la mesa sobre la que Zaratustra juega a los dados con los dioses; más adelante lo será la tierra; véase, en esta tercera parte, Los siete sellos, 3.

Aquí emergen aislados dos versos pertenecientes a la poesía que aparecerá luego en La otra canción del baile, y que será glosada en la cuarta parte, La canción del noctámbulo.

Otro título anotado por Nietzsche para este apartado era Del empequeñecimiento de sí mismo.

Alusión a la escena evangélica en que las madres acercan a Jesús unos niños para que les imponga las manos y rece por ellos; véase Evangelio de Mateo, 19, 13. Aquí, por el contrario, los apartan de Zaratustra a fin de que éste no les cause daño.

Imagen bíblica de la mujer de Lot al huir del incendio de Sodoma; véase Génesis, 19, 26.

La expresión «son queridos» (werden gewollt) no significa «son amados», sino: «son conducidos por una voluntad ajena a la suya». Es decir: no son sujeto de una voluntad propia, sino objeto de una voluntad ajena. Zaratustra repite este mismo pensamiento más tarde, en De tablas viejas y nuevas, 16.

Alusión a la conocida frase de Federico II de Prusia: «Un príncipe es el primer servidor y el primer magistrado del Estado.»

«Yo no he venido a...» es frase empleada por Jesús y repetida numerosas veces en los Evangelios.

Véase, en esta tercera parte, De los apóstatas, 2.

Véase la nota 28.

En la cuarta parte, Jubilado, Zaratustra discutirá con el papa jubilado sobre cual de ellos dos es más ateo.

Paráfrasis, con inversión del sentido, del Evangelio de Mateo, 12, 50: «Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

Paráfrasis de Evangelio de Mateo, 22, 39: «¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Según la Biblia, éste es el «segundo» mandamiento. Y el «primero» es: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo co razón, con toda tu alma y con toda su mente.» Zaratustra, conservando el «segundo» mandamiento, invierte el «primero», que para él dice: «Te amarás a ti mismo.»

Reminiscencia bíblica: véase Isaías, 5,24: «Por eso, como la lengua de fuego devora un rastrojo, y la hierba seca inflamada se desploma...»

Véase la nota 137.

Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era La canción del invierno. El «monte de los olivos» es ciertamente expresión evangélica (Evangelio de Mateo, 26, 30). Mas aquí no aparece la angustia de Jesús en la noche anterior a su pasión. Por el contrario, su monte de los olivos le ofrece a Zaratustra un «rincón soleado» donde se ríe del invierno. La escena evangélica del monte de los olivos tiene propiamente su correspondencia en el capítulo titulado La más silenciosa de todas las horas.

Remedo del Evangelio de Mateo, 19,14: «Dejad que los niños vengan a mí».

Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: «Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo».

Véase, en la primera parte, Del nuevo ídolo, donde Zaratustra emplea una expresión similar para referirse a los periódicos.

Expresión de origen bíblico. Véase el Salmo 103, 21: «Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos».

Un desarrollo de estas ideas puede verse en el 199 de Más allá del bien y del mal. «Arriba» significa aquí el soberano, pero también el cielo; y el «pecho sin estrellas» es aquel en el que no lucen todavía las condecoraciones.

Zaratustra repite aquí lo mismo que ya ha dicho poco antes en De la virtud empequeñecedora, 2.

En el Evangelio de Lucas, 19, 41, aparece una escena parecida, en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén sobre un pollino: «Así que Jesús estuvo cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró sobre ella y dijo: ¡Si también tú comprendieras en este día lo que lleva a la paz! Pero no, no tienes ojos para verlo».

Cita de Apocalipsis, 18,16: «¡Ay, ay de la gran ciudad!»

Las «columnas de fuego» son imagen bíblica; véase Éxodo, 13, 21: «Iba Jahvé delante de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos, de noche en una columna de fuego, para alumbrarlos».

En la cuarta parte, El despertar, 2, y La fiesta del asno, , se repiten como un estribillo estas palabras: «Hemos vuelto a hacernos piadosos».

Si alguna vivencia personal de Nietzsche se transparenta aquí, sin duda estas palabras aluden al menos a dos episodios de su vida: la conversión al catolicismo de su amigo Romundt, que en otro tiempo convivió con él en Basilea; y el «arrodillarse» de Wagner ante la cruz, con su Parsifal. Sobre esto último, véase Ecce homo, y sobre todo La genealogía de la moral. Véase aquí la nota 51.

Reminiscencia del episodio bíblico de Jonás, al que tragó una ballena. Véase Jonás, 2, 1. En la parte cuarta, Entre hijas del desierto, 2, aparece otra alusión al mismo episodio bíblico. Véase la nota 549.

Véase el Prólogo de Zaratustra, 6, donde los dos primeros compañeros de Zaratustra son el volatinero que cae de la cuerda y al que Zaratustra entierra, y el bufón que hace caer al primero.

Alusión al Evangelio de Mateo, 18, 3: «Si no os hicierais como niños no entraréis en el reino de los cielos.»

El vocablo alemán Kreuzspinne (araña con una cruz) subraya todavía con más fuerza esta irónica designación de los sacerdotes.

Hay aquí una sarcástica alusión al espiritismo, tan de moda en Europa por la época en que Nietzsche escribió esta obra. El propio Nietzsche asistió a una sesión de espiritismo en Leipzig. Véase su carta de octubre de 1882 a P Gast, en la que le habla de ella.

Véase la nota 226.

Sarcástica alusión a la ópera de Wagner Crepúsculo de los dioses, título que luego el mismo Nietzsche remedaría con su obra Crepúsculo de los ídolos.

Cita de las palabras de Yahvé en Éxodo, 20, 3-4: «No tendrás otro Dios que a mí. No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni lo que hay abajo sobre la tierra, ni lo que hay en las aguas debajo de la tierra».

En esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, se repite esta misma frase.

Un primer título pensado por Nietzsche para este capítulo era De la soledad.

En Ecce homo, Nietzsche cita este párrafo dentro de su famosa descripción de la «inspiración».

Véase el Prólogo de Zaratustra, 10.

Véase, en la segunda parte, La canción de la noche, así como la nota 188.

Véase, en la segunda parte, La más silenciosa de todas las horas.

Juego de palabras, en alemán, entre begreifen (comprender) y angreifen (atacar).

Más adelante, en la cuarta parte, La canción de la melancolía, repite Zaratustra estas mismas expresiones cuando, tras la Cena y los discursos sobre el hombre superior, sale un momento al aire libre.

Véase, en esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, y en la cuarta parte, El grito de socorro, El más feo de los hombres, y El signo.

Véase antes, En el monte de los olivos: «Si alguna vez mentí, fue por amor.»

Véase luego, De tablas viejas y nuevas, 26.

Estas tres preguntas aluden, respectivamente, a los «tres males» citados: voluptuosidad, ambición de dominio, egoísmo.

Alusión al concepto cristiano de «mundo», considerado como uno de los tres enemigos del hombre: mundo, demonio y carne.

«Sepulcros blanqueados» es expresión evangélica; véase el Evangelio de San Mateo, 232, 27: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis honrados, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes».

Nietzsche ha venido usando la palabra compuesta alemana Herrschsucht (ambición de dominio), que ahora separa, para comentar su significado. El componente Sucht tiene también los significados de «codicia» y «enfermedad». Para entender bien esta frase será preciso tener en cuenta estos otros sentidos de Sucht.

Véase, en la primera parte, el capítulo titulado De la virtud que hace regalos.

Véase, en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 1.

Véase la nota 248.

Véase el Evangelio de Lucas, 2, 34-35: «Y Simeón le dijo a María, su madre: “... y a ti una espada te traspasará el corazón, para que quede de manifiesto lo que todos piensan”».

Juego de palabras en alemán con dos términos de sonido parecido: Tinten-Fische (peces de tinta, calamares); acaso, en castellano, «chupatintas» (para seguir el juego verbal), y Feder-Füchse (zorros de pluma). La palabra alemana usual para decir «plumífero», «escritorzuelo», es Federfuchser; por semejanza de sonido Nietzsche la transforma en Feder-Fuchs (plural, Feder-Füchse).

En la cuarta parte, La Cena, y La canción de la melancolía, 2, volverá a aludirse al gusto del estómago de Zaratustra por la carne de cordero.

«Cambiar de sitio los mojones» es frase clásica y muy antigua. Ya Solón dice (fragmento 24) que «en una ocasión yo removí los mojones de la negra Tierra, fijos en muchas partes; antes ella era esclava, mas ahora es libre». Teniendo en cuenta la inmediata alusión de Zaratustra a la tierra, es posible que Nietzsche recordara aquí el citado fragmento de Solón.

Paráfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 14: «Dejad que los niños vengan a mí.» Sin embargo, según Nietzsche, esto lo hacemos para impedir que se amen a sí mismos. Véase también antes, De la virtud empequeñecedora, 2, y la nota 302.

Véase, en la primera parte, De las tres transformaciones.

«El mejor de los mundos»: alusión a Leibniz.

El rebuzno se expresa gráficamente en alemán con las letras I-A, que también significan «sí» (Ja). De ahí la frase de Nietzsche. En la cuarta parte, El despertar, se hará amplio uso de esta posibilidad lingüística alemana.

Véase la nota 347.

Más adelante, De tablas viejas y nuevas, 19, volverá Zaratustra a la figura del «parásito».

Alusión a la frase de Pedro cuando en el Tabor quiere «levantar tres tiendas»; véase Evangelio de Mateo, 17, 4.

Todo este largo capítulo alude antitéticamente a las «tablas de la ley» del Antiguo Testamento. Véase Éxodo, 24. El propio Moisés rompe las tablas más tarde: Éxodo, 32, 19. En Ecce homo dice Nietzsche: «Muchos escondidos rincones y alturas del paisaje de Nizza se hallan santificados para mí por instantes inolvidables: aquel pasaje decisivo que lleva el título “De tablas viejas y nuevas” fue compuesto durante una fatigosísima subida desde la estación al maravilloso y morisco nido de águilas que es Eza -la agilidad muscular era siempre máxima en mí cuando la fuerza creadora fluía de manera más abundante.»

En la cuarta parte, El signo, llegarán hasta Zaratustra la bandada de palomas y el león riente.

En Ecce homo Nietzsche emplea casi idéntica expresión: «Y así me cuento mi vida a mí mismo.»

En Ecce homo Nietzsche emplea casi idéntica expresión: «Y así me cuento mi vida a mí mismo.»

Reminiscencia del Evangelio de Mateo, 24,28: «Donde quiera esté el cadáver, allá se juntarán los buitres.»

Véase antes, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres, y la nota 76. Esta imagen aparece por vez primera en el capítulo Del amigo, de la primera parte.

Véase la nota 121.

Véase la nota 14.

«Corazones de carne» es expresión bíblica que aparece en Ezequiel, 11, 19-20: «Les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos». También aparece en 2 Corintios, 3, 3: «Vosotros sois mi carta, escrita en vuestros corazones, carta abierta y leída por todo el mundo. Se os nota que sois carta de Cristo y que yo fui el amanuense no está escrita con tinta, sino con Espíritu de Dios vivo, no entablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne». Aquí Zaratustra rememora probablemente el segundo de los pasajes citados.

Negación de lo que se dice en el Apocalipsis, 22,17: «Quien tenga sed, que se acerque; el que quiera, que tome de balde el agua de la vida».

El sacrificio de las primicias es de origen bíblico. Véase Éxodo, 23, 19: «Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de tus frutos».

Juego de palabras, en alemán, entre los verbos gehorchen (obedecer) -en el que aparece horchen (oír, escuchar)- y hóren (oír).

Frase de Heraclito. En este 8 hace Nietzsche un uso muy peculiar de la contraposición entre Heraclito y Parménides, según los viejos textos griegos. Por otra parte, todo el decorado figurativo se apoya en dos frases populares alemanas que aparecen aquí textualmente: das Wasser hat keine Balken (literal: «el agua no tiene maderos», pero que corresponde aproximadamente a la expresión castellana «el mar es muy traidor»), e ins Wasser fallen (literal: «caer al agua», pero en el sentido de «irse al agua», «malograrse algo»).

Remedo de Jeremías, 16, 6: «El Señor me dijo: Predica estas palabras en los pueblos de Judá y en las callejas de Jerusalén».

Cita de Éxodo, 20. Estas dos prohibiciones aparecen en las «tablas» viejas.

Véase antes, De los apóstatas, 2.

En la cuarta parte, Coloquio con los reyes, el oír cómo uno de los reyes repite esta frase suya hará salir a Zaratustra de su escondite.

«Flamencos»: este mordaz calificativo que Zaratustra da aquí a los cortesanos lo aplicará a los reyes en la cuarta parte, Coloquio con los reyes.

Alusión a la «tierra prometida» de los hebreos. Véase la nota 278.

Alusión a las cruzadas.

Véase, en la segunda parte, Del país de la cultura, y la nota 218. La frase siguiente es perífrasis, con cambio de sentido, de Éxodo, 20, 5: «Yo Yahvé... castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta en la tercera y la cuarta generación.»

Véase la nota 248.

Stroh dreschen («trillar paja») tiene un significado obvio: trabajar y no sacar nada. En alemán tiene además el significado de «decir trivialidades». Así se entiende mejor la referencia a los «parloteos».

Das Maul verbinden (amordazar el hocico, poner el bozal) es frase empleada por Lutero, en su traducción de la Biblia; véase Deuteronomio, 25, 4: «No le pondrás bozal al buey que trilla».

Cita literal de Tito, 1, 15: «Para el puro todo es puro; en cambio, para el sucio y falto de fe no hay nada puro: hasta la mente y la conciencia las tiene sucias».

Con esta misma frase comienza también el capítulo de la segunda parte titulado De la chusma.

Véase la nota 304.

«La barca de la muerte» es expresión que viene de la Antigüedad clásica: Caronte llevaba en su barca los muertos al Hades.

Remedo del Evangelio de Lucas, 16, 21: «Hasta los perros venían y lamían sus úlceras» (aplicado al mendigo Lázaro).

Paráfrasis irónica de lo narrado en el Antiguo Testamento, Ezequiel, 8, 3: «Y Yahvé alargó una a manera de mano y me cogió por los cabellos y el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me condujo a Jerusalén en éxtasis.

Véase, en esta tercera parte, Del espíritu de la pesadez.

En Ecce homo cita Nietzsche el párrafo que va desde «el alma, en efecto, que posee la escala más alta...» hasta aquí, y añade: «pero esto es el concepto mismo de Dioniso».

Cita del Evangelio de Juan, 13, 14: «Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habéis de lavaros los pies unos a otros. Porque yo os he dado ejemplo vosotros obréis según mi ejemplo».

Véase, en la primera parte, De la guerra y el pueblo guerrero.

Los dos vocablos empleados por Nietzsche (dreinschaun, dreinhaun) explican mejor, con su sonido similar, la afirmación de que «es una sola cosa».

«Ya no es tiempo de reyes»: cita de Hölderlin, La muerte de Empédocles.

Para entender mejor los dos párrafos anteriores es necesario conocer los varios juegos de palabras a que en ellos se entrega Nietzsche. Está en primer lugar, el verbo schliessen, que puede tener al menos tres significados, empleados sucesivamente por Nietzsche: (Ehe)schliessen: casarse, enlace matrimonial; schliessen: sacar una conclusión; schliessen: soldar.

Por eso dice Nietzsche: tened cuidado de que vuestro schliessen (enlace) matrimonial no sea un mal schliessen (conclusión precipitada), pues si vuestro schliessen (soldar) ha sido muy rápido, puede romperse (brechen). Aquí entra el segundo juego de palabras, ya que (Ehe)brechen significa: cometer adulterio. En síntesis: aquel casamiento que, por ser una conclusión precipitada, está mal soldado, se romperá con el adulterio.

El juego de palabras continúa. Dice Nietzsche: es mejor brechen (romper) el matrimonio con el adulterio que no biegen (torcerlo). En este momento Nietzsche introduce dos palabras inventadas por él, por analogía con Ehe-brechen, en las que se da además una aliteración: Ehe-biegen (convertir el matrimonio en algo torcido) y Ehe-lügen (convertir el matrimonio en una mentira). Y por fin, el último juego verbal. Dice una mujer: yo he adulterado ([Ehe]brechen), pero antes el matrimonio me había roto (brechen) a mí. Aquí habría que añadir otro matiz, cuando Nietzsche dice que de un mal schliessen (sacar una conclusión, derivar, seguirse una conclusión) se sigue (folgt) una ruptura de esa conclusión.

Nuevo juego de palabras: el verbo versprechen significa «prometer» y también «equivocarse (al hablar) »; Nietzsche lo enlaza con versehen, de formación similar, que significa «equivocarse (al mirar) ». Es decir: tes que nuestra equivocación al hablar (o también nuestro prometer) es ya también una equivocación al mirar?

Véase la nota 250.

Alusión á la teoría del «contrato social» de Rousseau.

Este «uno» aludido por Zaratustra es evidentemente jesús, lo que se corrobora con la posterior referencia a la crucifixión.

Véase la nota 29.

Este «segundo» descubridor del fariseísmo de los buenos y justos es Zaratustra-Nietzsche.

Véase la nota 33.

Véase el Prólogo de Zaratustra, 5, y la nota 22.

«Nacer en la mentira» (en el pecado) es expresión bíblica. Véase el Salmo 51,7: «Mira, en culpa nací y en pecado me engendró mi madre».

El texto de este 29 es reproducido por Nietzsche al final de su obra Crepúsculo de los ídolos, como epílogo de ella, con el título de «Habla el martillo».

Nietzsche comenta este precepto en Ecce homo con las siguientes palabras: «El imperativo “¡endureceos!”, la más honda certeza de que todos los creadores son duros, es el auténtico indicio de una naturaleza dionisiaca».

Véase la nota 129.

Juego de palabras, en alemán, entre Schickung (providencia) y Schicksal (destino), de idéntica raíz.

Otro título pensado por Nietzsche para este capítulo fue La evocación. El presente apartado desarrolla la idea del «eterno retorno de lo idéntico», ya aparecida en De la visión y enigma.

Alusión irónica al comienzo del acto tercero de la ópera Sigfrido, de Wagner, en que el dios Wotan saca de su sueño a Erda, la Madre Primigenia, la cual vuelve a quedar dormida tras un breve coloquio.

La más completa autodefinición de Zaratustra y uno de los textos capitales de esta obra.

La «manzana de rosa» es fruto que aparece varias veces en Así habló Zaratustra. Quizá sea un símbolo del mundo. Esto puede quedar corroborado por el paralelismo entre la frase que viene poco después: «Zaratustra... tomó en la mano una manzana de rosa, la olió y encontró agradable su olor», y la frase del Génesis, 1, 31: «Entonces vio Dios todo cuanto había hecho, y encontró que estaba bien.»

Estos dos corderos son los que más tarde serán sacrificados para que Zaratustra y los «hombres superiores» que han acudido a su caverna celebren la Cena. Véase, en la cuarta parte, La Cena.

Véase, en la segunda parte, La canción de la noche.

Véase, en la tercera parte, De la visión y enigma, 2.

Véase la nota 248.

Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes, 146.

Remedo de la confesión de Pedro a Jesús: «Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente»; véase el Evangelio de Mateo, 16, 16.

Véase lo que Zaratustra dice al volatinero al comienzo de la obra, Prólogo de Zaratustra, 6, y la nota 26.

Véase la nota 6.

Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era el de Ariadna, al que correspondía más adelante otro apartado titulado Dioniso (que ahora es Los siete sellos).

«Oh alma mía» es invocación bíblica que aparece en los salmos. Véase, por ejemplo, el Salmo, 103, 1.

Sobre «viraje de la necesidad» véase la nota 129.

De manera encubierta hay en estas palabras una alusión a Dioniso. Este, en efecto, es representado en ocasiones como un viñador que viene en barco con una podadera en la mano para podar sus vides (así está representado en la copa de Exekias, del siglo VI, que se conserva en Munich). La vid, cargada de racimos, que anhela la llegada del viñador, es Ariadna (alma de Zaratustra). El viñador con la podadera es imagen que aparece también en el Apocalipsis. Véase Apocalipsis, 14, 18: «¡Echa tu afilada podadera y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues llegaron a sazón sus uvas!» Es posible que en el ánimo de Nietzsche se fundiesen ambas evocaciones.

Con estas mismas palabras comienza La canción del baile.

Aquí reaparece el «látigo» al que se alude en la primera parte, al final del capítulo De viejecillas y jovencillas.

Esta campana de medianoche reaparecerá en la cuarta parte, La canción del noctámbulo.

Dos de los versos de esta poesía (el quinto y el sexto) han aparecido ya con anterioridad, aisladamente, en Antes de la salida del sol. En la cuarta parte, La canción del noctámbulo, Zaratustra ofrecerá un amplio glosario, verso por verso, de esta poesía y al final invitará a su acompañante a cantarla con él. Allí la califica de «canto de ronda», le da el título de Otra vez y dice que su sentido es «¡Por toda la eternidad!»

Tanto «Los siete sellos» como «Sí y amén» son expresiones tomadas del Apocalipsis. Véase Apocalipsis, 5, 1 y 1, 7, respectivamente.

Las cuatro líneas anteriores son paráfrasis de Apocalipsis, 10, 1-2: «Y vi otro ángel fuerte, que bajaba del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris por encima de su cabeza, y su semblante como el sol, y sus piernas como columnas de fuego, y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra, y clamó con voz potente, como cuando ruge el león». Estas cuatro líneas se repetirán luego en La canción del noctámbulo, 2.

Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes.

Expresión del Apocalipsis, 1, 8: «Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es y era y ha de venir, el soberano de todo».

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