Romeo y Julieta

ESCENA PRIMERA.

Romeo y Julieta

ESCENA PRIMERA.

Celda de Fray Lorenzo.

FRAY LORENZO y PÁRIS.

FRAY LORENZO.

¿El juéves dices? Pronto es.

PÁRIS.

Así lo quiere Capuleto, y yo lo deseo tambien.

FRAY LORENZO.

¿Y todavía no sabeis si la novia os quiere? Mala manera es esa de hacer las cosas, á mi juicio.

PÁRIS.

Ella no hace más que llorar por Teobaldo y no tiene tiempo para pensar en amores, porque el amor huye de los duelos. A su padre le acongoja el que ella se angustie tanto, y por eso quiere hacer la boda cuanto antes, para atajar ese diluvio de lágrimas, que pudiera parecer mal á las gentes. Esa es la razon de que nos apresuremos.

FRAY LORENZO.

(

Aparte.

) ¡Ojalá no supiera yo las verdaderas causas de la tardanza! Conde Páris, hé aquí la dama que viene á mi celda.

PÁRIS.

Bien hallada, señora y esposa mia.

JULIETA.

Lo seré cuando me case.

PÁRIS.

Eso será muy pronto: el juéves.

JULIETA.

Será lo que sea.

PÁRIS.

Claro es. ¿Venis á confesaros con el padre?

JULIETA.

Con vos me confesaria, si os respondiera.

PÁRIS.

No me negueis que me amais.

JULIETA.

No os negaré que quiero al padre.

PÁRIS.

Y le confesareis que me teneis cariño.

JULIETA.

Más valdria tal confesion á espaldas vuestras, que cara á cara.

PÁRIS.

Las lágrimas marchitan vuestro rostro.

JULIETA.

Poco hacen mis lágrimas: no valía mucho mi rostro, antes que ellas le ajasen.

PÁRIS.

Más la ofenden esas palabras que vuestro llanto.

JULIETA.

Señor, en la verdad no hay injuria, y más si se dice frente á frente.

PÁRIS.

Mio es ese rostro del cual decis mal.

JULIETA.

Vuestro será quizá, puesto que ya no es mio. Padre, ¿podeis oirme en confesion, ó volveré al Ave-María?

FRAY LORENZO.

Pobre niña, dispuesto estoy á oirte ahora. Dejadnos solos, Conde.

PÁRIS.

No seré yo quien ponga obstáculos á tal devocion. Julieta, adios. El juéves muy temprano te despertaré.

(

Vase.

)

JULIETA.

Cerrad la puerta, padre, y venid á llorar conmigo: ya no hay esperanza ni remedio.

FRAY LORENZO.

Julieta, ya sé cuál es tu angustia, y tambien ella me tiene sin alma. Sé que el juéves quieren casarte con el Conde.

JULIETA.

Padre, no me digais que dicen tal cosa, si al mismo tiempo no discurris, en vuestra sabiduría y prudencia, algun modo de evitarlo. Y si vos no me consolais, yo con un puñal sabré remediarme. Vos, en nombre del Señor, juntasteis mi mano con la de Romeo, y antes que esta mano, donde fué por vos estampado su sello, consienta en otra union, ó yo amancille su fe, matarános este hierro. Aconsejadme bien, ó el hierro sentenciará el pleito que ni vuestras canas ni vuestra ciencia saben resolver. No os detengais: respondedme ó muero.

FRAY LORENZO.

Hija mia, detente. Aún veo una esperanza, pero tan remota y tan violenta, como es violenta tu situacion actual. Pero ya que prefieres la muerte á la boda con Páris, pasarás por algo que se parezca á la muerte. Si te atreves á hacerlo, yo te daré el remedio.

JULIETA.

Padre, á trueque de no casarme con Páris, mandadme que me arroje de lo alto de una torre, que recorra un camino infestado por bandoleros, que habite y duerma entre sierpes y osos, ó en un cementerio, entre huesos humanos, que crujan por la noche, y amarillas calaveras, ó enterradme con un cadáver reciente. Todo lo haré, por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que hice á Romeo.

FRAY LORENZO.

Bien: véte á tu casa, fíngete alegre: dí que te casarás con Páris. Mañana es miércoles: por la noche quédate sola, sin que te acompañe ni siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy en esta ampolleta. Un sueño frio embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del dia, y tu cuerpo quedará rígido, inmóvil, frio como el mármol de un sepulcro. Así permanecerás 42 horas justas, y entonces despertarás como de un apacible sueño. A la mañana anterior habrá venido el novio á despertarte, te habrá creido muerta, y ataviándote, segun es uso, con las mejores galas, te habrán llevado en ataud abierto al sepulcro de los Capuletos. Durante tu sueño, yo avisaré por carta á Romeo; él vendrá en seguida, y velaremos juntos hasta que despiertes. Esa misma noche Romeo volverá contigo á Mántua. Es el único modo de salvarte del peligro actual, si un vano y mujeril temor no te detiene.

JULIETA.

Dame la ampolleta, y no hablemos de temores.

FRAY LORENZO.

Tómala. Valor y fortuna. Voy á enviar á un lego con una carta á Mántua.

JULIETA.

Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adios, padre mio.

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