Como un hombre piensa, así es su vida

Pensamiento y propósito

Pensamiento y propósito

 

Hasta que el pensamiento no esté vinculado con el propósito, no habrá una realización inteligente. En la mayoría de los casos, la barca del pensamiento se deja a la deriva en el océano de la vida. La falta de objetivo es un vicio, y tal deriva no debe continuar para aquel que quiere alejarse de la catástrofe y la destrucción.

 

Aquellos que no tienen un propósito central en su vida son presa fácil de pequeñas preocupaciones, miedos, problemas y autocompasión, todos los cuales son indicaciones de debilidad, que conducen, con la misma seguridad que los pecados deliberadamente planeados (aunque por una ruta diferente), al fracaso, la infelicidad y la pérdida, porque la debilidad no puede persistir en un universo que evoluciona con poder.

 

Un hombre debe concebir un propósito legítimo en su corazón y proponerse cumplirlo. Debe hacer de este propósito el punto central de sus pensamientos. Puede tomar la forma de un ideal espiritual, o puede ser un objeto mundano, de acuerdo con su naturaleza en ese momento; pero cualquiera que sea, debe enfocar firmemente sus fuerzas mentales en el objeto que ha puesto ante él. Debe hacer de este propósito su deber supremo, y debe dedicarse a su consecución, sin permitir que sus pensamientos se pierdan en fantasías efímeras, anhelos e imaginaciones. Este es el camino real hacia el autocontrol y la verdadera concentración del pensamiento. Incluso si fracasa una y otra vez en el logro de su propósito (como necesariamente debe ocurrir hasta que se supere la debilidad), la fuerza de carácter adquirida será la medida de su verdadero éxito, y esto formará un nuevo punto de partida para el poder y el triunfo futuros.

 

Aquellos que no están preparados para la aprehensión de un gran propósito, deben fijar los pensamientos en el cumplimiento intachable de su deber, sin importar lo insignificante que pueda parecer su tarea. Sólo así pueden reunirse y concentrarse los pensamientos, y desarrollarse la resolución y la energía, que al hacerse, no hay nada que no pueda cumplirse.

 

El alma más débil, conociendo su propia debilidad, y creyendo en esta verdad: que la fuerza sólo puede desarrollarse mediante el esfuerzo y la práctica, comenzará de inmediato a esforzarse, y, añadiendo esfuerzo a esfuerzo, paciencia a paciencia y fuerza a fuerza, nunca dejará de desarrollarse, y al final se hará divinamente fuerte.

 

Así como el hombre físicamente débil puede fortalecerse mediante un entrenamiento cuidadoso y paciente, el hombre de pensamientos débiles puede fortalecerlos ejercitándose en el pensamiento correcto.

 

Abandonar la falta de objetivo y la debilidad, y comenzar a pensar con propósito, es entrar en las filas de aquellos fuertes que sólo reconocen el fracaso como uno de los caminos hacia el logro; que hacen que todas las condiciones les sirvan, y que piensan con fuerza, intentan sin miedo, y logran con maestría.

 

Una vez concebido su propósito, el hombre debe marcar mentalmente un camino recto hacia su logro, sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda. Las dudas y los temores deben ser rigurosamente excluidos; son elementos desintegradores que rompen la línea recta del esfuerzo, haciéndola torcida, ineficaz, inútil. Los pensamientos de duda y miedo nunca logran nada, ni pueden hacerlo. Siempre conducen al fracaso. El propósito, la energía, el poder de hacer, y todos los pensamientos fuertes cesan cuando la duda y el miedo se cuelan.

 

La voluntad de hacer surge del conocimiento de que podemos hacer. La duda y el miedo son los grandes enemigos del conocimiento, y quien los fomenta, quien no los mata, se frustra a cada paso.

 

Quien ha vencido la duda y el miedo ha vencido el fracaso. Cada uno de sus pensamientos está aliado con el poder, y todas las dificultades son enfrentadas valientemente y superadas sabiamente. Sus propósitos son plantados a tiempo, y florecen y dan frutos que no caen prematuramente al suelo.

 

El pensamiento aliado intrépidamente con el propósito se convierte en fuerza creativa: el que sabe esto está listo para convertirse en algo más alto y más fuerte que un mero manojo de pensamientos vacilantes y sensaciones fluctuantes; el que hace esto se ha convertido en el dueño consciente e inteligente de sus poderes mentales.

 

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