Medicina Veterinaria

LIBRO III

LIBRO III

Prólogo

La excusa habitual de los desidiosos es imputar a la divinidad o a la mala suerte las pérdidas causadas por su descuido. En efecto, los indolentes creen que es menor su falta si lo que ocurre por su propia culpa intentan desviarlo a los dominios de la fortuna. Como ejemplo, se dice de los enfermos que, si han de morir, 2 de nada sirve curarlos y, si han de vivir, se salvarán aunque falte tratamiento médico.

Este discurso no lo aprobaría yo de buen grado, no sólo porque es simple, sino además irrespetuoso con los dioses. Prefiero no dejar sin probar ningún medio antes que, en caso 3 de desgracia, achacarla a mi avaricia o a mis descuidos.

Quizá esas otras opiniones todavía podrían considerarse fundadas en algún caso respecto al hombre, de quien se cree que está regido por la divina providencia y los designios de los hados. Pero los animales, con los que la divinidad no se 4 digna tener nada en común, perecen indefectiblemente si no los atienden los hombres y no gastan dinero en curarlos. Pues, ¿qué esperanza les queda a las caballerías, que la divinidad 5 desdeña cuidar, si les falta la medicina humana?

Ocurre a menudo que, si se descuida a los animales que contraen primero la enfermedad, la peste destruye manadas enteras al extenderse por contagio, ya que los pastos ensuciados y las fuentes inficionadas por los enfermos hacen 6 tanto daño como si se convirtieran en veneno. En fin, cuando el olor del animal enfermo penetra en las narices de los sanos, con su propia fetidez introduce las enfermedades en las visceras. Así la muerte pasa a las crías desde las madres 7 a través de la leche corrompida. Así, ocurre en las cuadras con numeroso ganado que, si una caballería, por escaso valor que tenga, contrae una enfermedad contagiosa, también ésta destruirá con rápida transmisión las caballerías más preciadas.

Pero contra todos estos riesgos suelen ser útiles la diligencia, el interés, la eficacia de las hierbas y los conocimientos 8 de medicina. Y si la primera disciplina de los médicos consiste en estudiar las partes y los órganos del cuerpo humano, igualmente los veterinarios necesitan aprender bien todo lo referente a los huesos, los músculos y las venas de las caballerías. Pues tampoco puede curar de forma metódica quien desconoce la naturaleza de aquello que cura.

1Del número y la posición de los huesos

Así pues, el caballo tiene en la cabeza dos huesos, desde la frente hasta las narices otros dos, dos en la quijada inferior; tiene cuarenta dientes, esto es: veinticuatro molares, cuatro caninos y doce incisivos. En el cuello hay siete vértebras[1], ocho en los lomos[2], siete desde los lomos al ano, y la cola tiene doce articulaciones.

En las espaldas delanteras hay dos escápulas[3]; desde 2 los hombros a los brazuelos, otros dos, desde los brazuelos a las rodillas, dos. En las rodillas hay dos parastáticas[4], y hay dos tibias[5] desde las rodillas hasta los menudillos. De los llamados «bases»[6], hay dos. Hasta la parte porosa del casco, dieciséis huesos pequeños, hay uno en el pecho y treinta y seis costillas encerrando las visceras. Además, en el cuarto trasero hay dos desde el hueso cumular[7] hasta los malaria[8], dos desde los malaria hasta las vértebras y dos huesos costales[9]. Desde el acrocolefio[10] hasta el corvejón, dos, desde el corvejón hasta las cernejas del menudillo, dos, y dieciséis huesos pequeños hasta los cascos. Son en total ciento setenta huesos.

2De las medidas y el número de los miembros

Ahora se debe dar cuenta de las medidas y el número de los miembros. En el paladar hay doce arrugas; la lengua tiene medio pie de longitud. El labio superior tiene seis pulgadas[11], el inferior cinco pulgadas, las quijadas tienen cada una diez pulgadas. Desde la cerneja de la frente hasta las narices hay un pie; cada oreja tiene seis pulgadas. Cada ojo mide cuatro pulgadas, desde la cerneja donde termina el cuello hasta la cruz hay ocho talículos[12].

2 La espina dorsal contiene desde delante hasta atrás treinta y dos vértebras[13]; desde la articulación de los lomos, denominada cumular, hasta la extremidad de la cola hay doce articulaciones. La longitud de las escápulas es de doce pulgadas, desde los hombros hasta el brazuelo siete pulgadas, desde los brazuelos hasta las rodillas hay un pie de longitud, desde los menudillos hasta los cascos cuatro pulgadas; el animal tiene seis pies de longitud o extensión. Estas medidas corresponden a un caballo de talla proporcionada y mediana. Pero es claro que son menores en los rocines y mayores en los caballos de primera clase.

3Del número y la cualidad de los músculos

También hay que indicar el número, la cualidad y la medida de los músculos. Desde el centro de la nariz y pasando por la cabeza, el cuello y el centro de la espina dorsal, se prolonga hasta la extremidad de la cola un par de músculos[14], que miden doce pies. Los dos músculos cervicales, de forma de palma, miden cuatro pies; desde los hombros hasta la rodilla hay dos músculos, desde la rodilla hasta la cuartilla cuatro músculos. En las patas delanteras hay diez músculos, en las traseras, diez; desde los lomos hasta los testículos hay cuatro músculos. Suman en total treinta y tres músculos.

4De la cualidad de las venas

Para seguir el orden, hay que señalar también el número de las venas. En el paladar hay dos, hay dos en las sienes, dos bajo los ojos, dos en las narices, dos en el cuello, dos en el pecho, dos en los brazuelos, cuatro bajo las cernejas, dos desde los talones[15], cuatro por las coronas, cuatro por la parte anterior de los muslos y dos por su parte exterior[16], dos por la caña posterior y una en la cola. Suman en total también treinta y tres venas.

5De los indicios de la edad

Se debe también conocer la edad de los animales por los dientes[17] y otros indicios, para que ni al comprarlos nos veamos peijudicados por la ignorancia ni tampoco al curarlos, ya que a los caballos, lo mismo que a los hombres, una cosa les sienta bien en el ardor de la juventud y otra en el frío de la vejez.

2 Está claro que las señales de la edad cambian a la vez que el cuerpo. En efecto, a los potros de dos años y seis meses se les caen los dientes superiores centrales, los llamados «de leche». Cuando empiezan a entrar en el cuarto año, se les caen los denominados caninos y los sustituyen por otros; 3 después, durante el sexto año se les caen los molares; en el sexto año iguala[18] los que reemplazó en el primer cambio; en el séptimo año toda su dentición se completa[19] por igual y desde ese momento empiezan a tener una cavidad[20] los dientes y no se puede saber después con certeza cuántos años tiene sino por otros indicios que ha enseñado la experiencia. En efecto, en el décimo año se le empiezan a hundir las sienes y a encanecerse a veces las cejas. En el duodécimo año aparece una mancha negra en el centro de los dientes.

Afirma la mayoría que en los animales domesticados y 4 acostumbrados al freno se han de contar las arrugas que hay en los labios superiores partiendo desde la comisura hasta la extremidad del labio, ya que el número de arrugas indica el número de años. En fin, la edad avanzada se manifiesta por el elevado número de arrugas, por la expresión grave del semblante, por la inclinación de la cerviz, por la pesadez de todo el cuerpo, por la inmovilidad de los ojos y por la pérdida absoluta de las pestañas.

6De las señales que descubren la patria de los caballos

En la permuta y venta de caballos suele producir un fraude muy grande la mentira sobre su lugar de origen. En efecto, queriendo venderlos a mayor precio hacen ver que son de muy buena raza. Esto me induce a explicar los rasgos y las cualidades de los de cada país, pues he conocido caballos de todas las razas en viajes por países muy diferentes y lejanos y los he criado a menudo en mis propias cuadras.

En efecto, es sabido que los caballos, sin hablar de sus 2 menesteres más bajos, son especialmente necesarios para tres actividades: los combates, las carreras del circo y la monta. Para la guerra, los de los hunos se consideran los más útiles con diferencia por su resistencia al trabajo, al frío y al hambre.

3 Detrás de éstos, dicen que los de Turingia y Borgoña, capaces de aguantar los malos tratos; en tercer lugar, los de Frisia[21], invencibles no menos en velocidad que en resistencia en la carrera; a continuación, son muy buenos para la guerra, aunque rebeldes a los frenos, los del Epiro[22], la Sarmacia[23] y la Dalmacia.

4 Para las carreras de carros, tiene fama la buena raza de los de Capadocia, pero se cree que les disputan la palma en el circo, por igual o muy cerca, los de Hispania. Tampoco los produce de inferior calidad para el circo Sicilia, aunque África suele dar los más veloces entre los de raza hispana.

Para la montura, Persia supera a todas las provincias: ofrece caballos tasados en auténticas fortunas, son cómodos, flexibles e infatigables para el transporte y muy apreciados por su elegante andadura. Detrás de éstos, los de Armenia y Sofena[24]: pero en este aspecto no hay que desdeñar a los de Epiro y Sicilia, siempre que tengan buen carácter y belleza.

5 Los caballos de los hunos tienen cabeza grande y encorvada, ojos saltones, narices estrechas, quijadas anchas, cuello robusto y estirado, crines que cuelgan más abajo de las rodillas, costillas muy grandes, espina arqueada, cola espesa, patas muy fuertes, cuartillas pequeñas, cascos gruesos y anchos, ijares hundidos y todo el cuerpo anguloso, ninguna grasa en las nalgas, ningún abultamiento en los músculos, talla más propensa a la longitud que a la altura, vientre liso, huesos grandes, una delgadez agradable y hasta la propia deformidad les llega a proporcionar belleza; son de carácter equilibrado, inteligentes y aguantan bien las heridas.

Los persas no se diferencian mucho de las otras razas 6 de caballos en estatura y maneras, sino únicamente en su ambladura, pues los distingue de los demás una cierta elegancia en ella: su paso es corto, ligero y de una forma que agrada al jinete y le empuja hacia arriba; y no requieren adiestramiento para ello, sino que se les da como por derecho natural. En efecto, su ambladura es intermedia entre los 7 tolutarios[25] y los que la gente llama totonarios[26], y pese a no ser igual a ninguna de estas dos especies, se cree que tienen algo en común con ambos. Éstos, como se ha dicho, son 8 agradables en un viaje corto, menos sufridos en el largo, su carácter es orgulloso y son rebeldes contra el jinete si no se les doma constantemente con el trabajo. Por otra parte, son inteligentes y, lo que es extraño dada su fogosidad tan grande, se cuidan mucho de no perder su belleza: tienen la cerviz curvada en arco, de forma que el mentón parece apoyarse sobre el pecho.

7De la duración de su vida

Son de vida longeva los caballos persas, hunos, epirotas y sicilianos, y de más corta los hispanos y númidas. Es una opinión extendida que a los caballos bárbaros no hay que darles ninguna poción medicinal, pues dicen que se curan gracias a su constitución natural, y que incluso les perjudicaría el tratamiento. Pero ésa es una idea errónea. En efecto, cuanto más fuertes tienen sus miembros, tanto más duran los caballos, a condición de que no les falten los remedios que proporciona el arte veterinaria.

2 Sin embargo, están de acuerdo los tratadistas en que a los castrados nunca se debe extraerles sangre de la vena yugular, a no ser quizá en caso de extrema y urgente necesidad, ya que al perder los testículos pierden la mayor parte del calor natural. No obstante, si no lo impide el descuido, hay que sangrarlos en el paladar casi todos los meses, tanto 3 a los castrados como a los enteros. De los sementales se dice con frecuencia que, si se les impide el acoplamiento, se quedan ciegos si no se les sangra de la vena yugular; con todo, no se les debe aliviar la vena en el año en que hacen la monta, no sea que, dedicados a la fecundación, los agote el esfuerzo de una doble exigencia.

Los libros primero y segundo instruyen a los aficionados a los caballos sobre los cuidados que han de prestarse a las cuadras, sobre el régimen de alimentación y la solicitud con 4 que se ha de vigilarlos. Ahora, una vez recorridos todos los temas que la enseñanza de esta arte demanda, pasaremos a las recetas de las pociones y medicamentos indispensables. De éstos, hemos reunido los bien probados, suprimiendo aquéllos cuyo precio la avaricia de los veterinarios había inflado no por su utilidad curativa sino por el lucro de su 5 venta. En efecto, es sabido que la curación se puede lograr no tanto con ingredientes numerosos y caros, sino con pocos, pero adecuados a la enfermedad de que se trate. Así pues, daremos a conocer, según se ha dicho, las confecciones medicinales que hemos seleccionado de múltiples autores y que están garantizadas por los más probados experimentos: en primer lugar, las que sirven para que estén gordos los caballos, ya que esto les sienta bien a los de carros[27] y a los de silla; luego, las útiles para que se mantengan sanos y, en último lugar, las que curan a los enfermos.

8Poción para restablecer a los animales. Poción diapente

Se dice que fue Quirón quien dio a conocer esta poción para el restablecimiento y cura de los animales, eficaz para limpiar las partes internas, combatir las enfermedades y la tos y curar a los vulsos y a los «tísicos».

Echas en una olla limpia un sextario de tisana de cebada, una hemina de linaza, una onza de azafrán, el intestino fresco de cerdo denominado longanón, bien lavado primero, o bien un codillo de cerdo o, si en ese momento no tienes éstos, una cabeza de cabrito bien curada, casi como para su aprovechamiento por el hombre, con las patas, intestinos y vientre.

Añades a lo anterior dos manojos de hisopo, quince caracoles 2 de la misma especie limpios, quince bulbos, veinte higos partidos por la mitad, un manojo de ruda, un sextario de bayas de laurel molidas, veinte dátiles, tres cabezas de ajo pelado, seis onzas de sebo de cabra, un manojo de poleo seco; molido todo ello lo cueces en agua de cisterna o de 3 lluvia hasta que se derrita la carne y se despeguen los huesos; pero debes añadir agua a menudo para que la cocción no consuma el medicamento. Cuando lo veas espeso, lo cuelas 4 y, una vez separados los residuos y los huesos, añades una onza de tragacanto puesta a remojo en agua caliente el día anterior, para que se hinche y pueda disolverse.

Añades tres sextarios de vino de pasas, seis huevos crudos, seis medidas de cáscara de huevo de aceite de rosas, tres onzas de manteca derretida, tres onzas de consuelda mayor, tres onzas de fécula, tres onzas de polvo cuadrigario[28] y un sextario de jabón de habas, es decir, de harina de habas.

5 Todo esto lo preparas de forma que cuele a través del cuerno y de ello das a los animales en ayunas un sextario diario durante tres días; y si quieres, tras un intervalo de siete días, reanudas el tratamiento y le das la poción desde el punto de partida.

6 Repone a los animales y los protege de la enfermedad la poción siguiente: reduces a polvo y mezclas a partes iguales genciana, aristoloquia redonda, mirra troglodítica, raeduras de marfil y bayas de laurel; tomas de ello una cucharada grande colmada; añades cuatro escrúpulos de hisopo molido, tres onzas de miel o de vino de pasas, un sextario de vino, una pastilla de cifi derretido; si viene de una carrera o de la faena, añades una hemina de vino aromatizado y bien condimentado con abundante pimienta, en verano otro tanto de vino de rosas o de ajenjo, y se lo das por la boca con el cuerno.

7 Si el animal se fatiga por el calor, mezclas agua y vinagre con poleo molido y le frotas con ello las narices y la frente: además le viertes por las fauces huevos batidos mezclados con vino añejo de la mejor calidad para que aporten un suave refresco los huevos y energía el vino.

Eliminan la delgadez y el agotamiento media onza de azufre y cuatro escrúpulos de mirra reducidas a polvo: se añade un huevo crudo y un sextario de vino añejo y se le da a menudo por las fauces.

La poción diapente, ya descrita, es indispensable para 8 muchas afecciones y enfermedades y siempre hay que poner cuidado en su buena preparación. Es un compuesto de genciana, aristoloquia redonda, mirra, raeduras de marfil y bayas de laurel. Coges frescas estas drogas, las reduces a polvo muy fino y de éste das a tragar a los animales con fiebre una cucharada llena con tres onzas de miel y un sextario de agua templada en la que se hayan cocido raíces de junco y una cantidad suficiente de apio, repitiendo este tratamiento durante tres días.

Si se da más de una cucharada de este mismo polvo con 9 un sextario de vino añejo y una hemina de aceite de olivas verdes, libra al animal de cualquier veneno o de las mordeduras de las culebras o bichos. Y si le añades otra cucharada de polvo de pimienta, poleo y también de polvo de comino, y se la das con un sextario de vino añejo, expulsará toda clase de resfriados.

9Para la tos y los vulsos

También se remedia la tos incurable con una hemina de vino de pasas, tres onzas de aceite y un huevo crudo, si lo viertes por las fauces del animal durante tres días, añadiendo un par de cucharadas de harina de habas y de alholvas. Además, a los que tosen mucho es útil darles durante tres días un sextario de habas tostadas cocidas sin sal, tres onzas de sebo de cabra, tres onzas de manteca y tres cabezas de ajo pelado cocidas.

Se considera más eficaz este medicamento: cueces juntos 2 en agua durante mucho tiempo dos libras de higos secos, un sextario de alholvas, una onza de tragacanto puesta a remojo el día anterior en agua caliente, una onza de gran consuelda, un manojo de ruda verde y tres manojos de apio, y se lo viertes por la garganta durante tres días.

3 También se cree que esto cura a los vulsos: reúnes siete onzas de ceniza de olmo muy limpia y le añades tres onzas de aceite, siete bulbos machacados, una onza de gran consuelda, una onza de manteca, una onza de sebo de cabra, tres onzas de miel, tres onzas de llantén verde majado, una hemina de vino de pasas, una hemina de tisana de cebada o de linaza: una vez preparado de forma que cuele por el cuerno, das de ello a los animales en ayunas un sextario diario durante tres días, o más si la necesidad lo requiere.

4 La tos incurable muchas veces la ha sanado una poción barata y fácil de preparar: seis onzas de harina de habas, seis onzas de harina de alholvas, tres onzas de énula seca y molida, tres de harina de gran consuelda secada y molida y tres onzas de manteca; mezclas todo ello con tres sextarios de buen vino, añades un sextario y medio de vino de pasas y, tras agitarlo todo a la vez, viertes por la boca dos cuernos[29] de esto por caballo, en ayunas y antes de amanecer, hasta que beba toda la poción.

5 También la experiencia ha demostrado que es no poco eficaz el remedio preparado de la manera siguiente: cueces sin sal un sextario de habas tostadas, añades tres onzas de sebo de macho cabrío y cinco onzas de manteca y lo machacas todo en el mortero.

6 Además, haces hervir un sextario de alholvas bien limpias, tiras la primera agua al comenzar a hervir y añades cinco sextarios de agua, veinte higos secos muy gordos y tres onzas de regaliz y lo cueces todo a la vez hasta que el agua se reduzca a cuatro sextarios.

7 Entonces machacas en el mortero las alholvas con los higos y el regaliz, lo mezclas con habas, derramando también encima de ello el agua caliente en que se cocieron los higos y los demás ingredientes: una vez mezclado todo convenientemente, si el caldo es demasiado espeso, le añades la cantidad suficiente de vino de pasas para que pueda colar con facilidad por el cuerno y a los animales afectados de tos les das por la boca un sextario diario de ello durante muchos días.

10Para los «cosos», gusanos y «tíneas»

Se matan los «cosos», gusanos, «tíneas» y demás parásitos intestinales, si das a beber con el cuerno durante tres días una hemina recogida de ceniza de madera de olivo verde mezclada con una hemina de aceite de oliva verde.

También otro preparado que libra de esa misma enfermedad, 2 con frecuencia mortal: tomas polvo de santónico y también de ajenjo del Ponto, altramuces crudos, centáurea, harina de yeros y semilla de rábanos, dos onzas de cada ingrediente, añades una onza de cuerno de ciervo y una onza de semilla de apio, cuatro bolitas de tierra de Sínope, media onza de opopánaco, dos sextarios de vino tenetalo[30] o de otro áspero, un sextario de aceite de oliva verde; lo calientas y se lo viertes al animal de forma que reciba por la boca la dosis de un cuerno, estando colocado en pendiente para que el líquido llegue más fácilmente a las partes interiores.

Al día siguiente coloqúese al mismo animal en pendiente 3 mirando hacia abajo y con un clister inyéctese en su intestino un sextario de dicha poción templada para que, al introducirla un día por un lado y otro día por otro, pueda irrigar el intestino denominado coagular, en el que se concentran esos pequeños bichos perniciosos que, perforándolo, acaban con la vida de los animales en medio de terribles dolores.

4 Hay también una tercera confección no menos eficaz: majas raíces de alcaparras sicilianas o sus bayas y hojas hasta una libra, añades un sextario de jugo de alcaparrones, majas además una hemina de semilla de coriandro, una hemina de mastuerzo y una hemina de semilla de ruqueta, y lo mezclas todo a la vez añadiendo dos sextarios de vinagre. Este medicamento se lo introduces al animal unas veces por la boca, según se ha dicho, otras por el intestino, y con la aspereza de esta poción destruirás esos enemigos internos.

11Contra toda clase de enfermedades

Se debe tener preparado un medicamento eficaz contra toda clase de enfermedades a fin de poder combatirlas con él en el momento mismo que se declaren, pues medicina que llega tarde fracasa. Tomas una libra de mirra troglodítica, una libra de incienso macho, media libra de corteza de granada molida, seis onzas de pimienta, tres onzas de azafrán, media libra de acacia roja, media libra de cadmía botrite[31], media libra de cobre quemado, media libra de ajenjo del Ponto, media libra de harina, media libra de polvo de sérpol, media libra de betónica, media libra de centáurea, media libra de sagapeno, media libra de saxífraga, media libra de peucédano; bien molido y revuelto todo ello, lo mezclas con tres sextarios de miel de la mejor calidad y lo cueces ligeramente a la brasa muy poco tiempo, luego lo conservas guardado en una vasija de estaño o de vidrio. Das cada día a los enfermos, en caso de que además tengan fiebre, una cucharada grande de este preparado, colmada con una hemina de agua templada y tres onzas de flor de aceite[32]. Y si no tienen fiebre o ya han empezado la convalecencia, les das con vino y aceite esta misma poción —según ya sabes, muy eficaz y bien probada— durante muchos días, hasta que el animal se cure.

12Composición saludable de sahumerios

El preparado de sahumerios ahuyenta los hechizos, purifica al animal, pone en fuga a los malos espíritus y mantiene alejadas las enfermedades. En efecto, el humo y el aroma, al entrar por la boca y las narices penetra hasta todos los repliegues de las vísceras y muchas veces cura las partes que las pociones no han logrado curar; así la tos en el hombre se cura también sobre todo con vapor de sahumerios En fin, los tratadistas de veterinaria 2 dicen que las enfermedades incurables y agudas entran no por la mala calidad del forraje o del agua, sino por una corrupción del aire. Y por eso la afección causada por el aire malsano la cura más fácilmente el vaho salubre de los sahumerios.

Ésta es su composición: una libra de azufre vivo, una 3 onza de betún de Judea, media onza de opopánaco, media onza de gálbano, media onza de castóreo, media onza de cobre no fundido, media onza de albita, tres onzas de sal amoniaca, tres onzas de raeduras de asta de ciervo, tres onzas de piedra gagate macho, tres onzas de piedra gagate hembra, una onza de piedra galactita, tres onzas de piedra hematites, una onza de piedra siderita, una onza de piedra argirite, siete caballitos de mar, siete esquilas marinas, siete «bolas de mar»[33], siete «colas de mar», siete «uñas de mar», tres «uvas de mar», tres libras de médula de rama de pino, tres libras de resina de cedro, tres libras de pez líquida, siete conchas 4 de sepia: tras secarlo todo, se muele y se mezcla junto; luego, en caso de necesidad, echas una cucharada de ello sobre brasas y sahúmas al animal tras cubrirle la cabeza para que reciba el humo por la boca y las narices.

Este sahumerio, además de sanar a los animales, cura también las enfermedades que atacan al hombre, ahuyenta el granizo, expulsa los espíritus malignos y pone en fuga a los fantasmas.

13Composición del polvo cuadrigario

Llaman cuadrigario a un polvo compuesto de diferentes especies de drogas, que fortalece a los animales por sí sólo y que se mezcla con otras pociones según la clase y el régimen del tratamiento.

2 Quirón cree que la composición más eficaz de este polvo es la siguiente: tres libras de tragacanto, seis onzas de áloe, seis onzas de mirra, seis onzas de costo, seis onzas de amomo, seis onzas de canela, una libra de genciana, una libra de aristoloquia, una libra de meliloto, una libra de centáurea, una libra de betónica, una libra de saxífraga, una libra de esquenanto, una libra de mejorana, una libra de hisopo, una libra de abrótano, seis onzas de eupatorio, seis onzas de cardamomo, tres onzas de folio, tres onzas de nardo de la India, seis de nardo céltico, una libra de ásaro, tres onzas de dauco, seis onzas de castóreo, seis onzas de opopánaco, seis onzas de gálbano, seis onzas de saponaria, seis onzas de raíz de pánace, seis onzas de regaliz, tres manojos de ajenjo, dos ciatos de jugo de verbena[34], seis dracmas de raíces o de ramas de la misma raíz de verbena secas y cribadas. Todo esto lo machacas a la vez y molido lo conservas con cuidado en una vasija de vidrio.

Pelagonio también preparó la siguiente composición del 3 polvo cuadrigario: cinamomo, nardo de Siria[35], nardo de la India, azafrán de Sicilia, mirra troglodítica, esquenanto, pimienta negra, pimienta larga, madera de cinamomo, canela, betónica, canelo negro, germandrea, folio, nardo, lentisco, cebolla de la India, ácoro del Ponto, hinojo ursino[36], incienso macho, iris de Iliria, tomillo de Creta, pimienta blanca, ácoro de Siria[37], ásaro del Ponto, perejil, «maná de azafrán», «manzana de tierra»[38], genciana, rosas secas, cañafístula, énula: mezclas todo esto a dosis iguales según la clase de animales a tratar, lo mueles, cribas y metes en un frasco o bocal y, cuando lo necesites, le das a cada animal una cucharada o más, si sus fuerzas lo permiten, añadiendo vino y aceite. A veces deberás mezclarlo con otras pociones cuando las reglas del arte veterinaria o el tratamiento lo exijan.

Absirto preparó el polvo cuadrigario de la siguiente manera: 4 folio, nardo de la India, azafrán, pimienta blanca, pimienta alargada, pimienta negra, raíz de pánace, casia dafnite[39], casia marmalite[40], casia de nardo[41], iris de Iliria, grana de apio, aristoloquia, peucédano, raíz de sabina, genciana, rosina[42], tomillo, mirra, germandrea, costo, incienso macho, gesse mantium[43], granadas, cálamo aromático, rosas secas, ruda silvestre, perejil, aristoloquia larga, amomo, cálamo de Siria[44], artemisa; preparas todo esto según el número de animales, lo mezclas a dosis iguales, lo mueles y cribado lo conservas para utilizarlo contra diferentes enfermedades.

14Composición del «cáustico»

El «cáustico» deseca lo que rezuma humores, liga lo distendido, repara las luxaciones y fortalece los miembros lesionados.

Quirón ha descrito esta composición del «cáustico»: dos libras de betún de Judea, dos libras de betún de Apolonia[45], seis onzas de maná de incienso, una onza de bedelio arábigo[46], dos onzas de propóleos, dos onzas de opopánaco, dos onzas de castóreo, una onza de gálbano, dos onzas de estoraque, dos libras de tuétano de ciervo, dos libras de cera común, dos libras de manteca de cerdo, dos libras de resina tostada, una libra de resina trementina, una libra de resina de díctamo, una libra de resina raída de toneles, tres onzas de muérdago itálico, dos onzas de zopisa, dos onzas de jugo de hisopo, dos onzas de goma amónica, una libra de pez del Brucio[47].

2 Pelagonio preparó la siguiente composición del «cáustico» para secar las sufusiones y vejigas en las rodillas y en los menudillos: una libra de cera cartaginesa[48], dos libras de resina, siete onzas de gálbano, dos onzas de betún de Judea, dos onzas de mirra de segunda clase, dos onzas de muérdago de Campania, una libra de betún, seis onzas de goma amónica y seis de costo.

Pero hierves en una olla de barro limpia todas las demás 3 drogas excepto el asfalto, la goma amónica y el costo y, cuando se hayan enfriado, añades éstos en la dosis indicada y molidos como harina; lo remueves y lo vuelves a cocer para que se funda en una sustancia. Esto lo utilizarás contra las vegijas y sufusiones que nacen en las rodillas, cañas, coyunturas y menudillos, creyéndose que cura incluso los tumores duros.

Pelagonio recomendó también la siguiente composición 4 de un malagma cáustico: dos libras de pez, dos libras de cera, tres onzas de gálbano, una libra de resina, dos libras de grasa de toro, tres onzas de bedelio, cuatro onzas de flor del incienso, seis onzas de resina trementina, dos libras de muérdago y tres onzas de cola.

Absirto preparó esta composición de «cáustico» para cura 5 de las amígdalas: tres onzas de resina tostada, tres onzas de resina en astillas, tres onzas de trementina, tres onzas de goma amónica, tres onzas de muérdago, tres onzas de cera, tres onzas de pez dura, una onza de betún de Judea, tres onzas de daucos, tres onzas de betún de Grecia, tres onzas de gálbano; cueces todo esto en vino; el betún, lo machacas y lo echas después encima.

15Preparación de un malagma

Composición de un malagma para la hinchazón de los músculos: dos onzas de gálbano, una libra de resina, media libra de goma amónica, media libra de pez del Brucio, media libra de cera, y la cantidad de aceite suficiente para disolver estas drogas.

Otro malagma para los tumores duros e inveterados: dos libras de gálbano, media libra de goma amónica, una libra de resina trementina, una libra y media de opopánaco, una libra de bedelio, una libra de estoraque, una onza de pimienta blanca, una onza de pimienta larga, una libra de bayas de laurel, una libra de cera roja, una libra de pez del Brucio y una cantidad suficiente de aceite de iris.

16Composición de un emplasto[49] para fístulas

Este emplasto se prepara para aplicarlo en las fístulas que nacen de heridas tratadas con descuido desde su comienzo. Se hace el emplasto a la medida de la propia fístula para que al introducirlo la rellene, consuma más rápidamente la callosidad y cicatrice sólida la carne viva. Mueles mezclados con vinagre una libra de misi, una libra de tártaro, una libra de cardenillo, una libra de calcítide y seis onzas de comino y preparas con ello pastillas.

2 También se hace de otra forma un emplasto para fístulas: cueces con vino añejo una libra de misi, una libra de cardenillo, una libra de calcítide, dos onzas de miel, dos libras de lonquitíde[50], y haces con estas drogas pastillas para introducirlas en las fístulas.

17Composición de una malagma no cocida

Machacas a la vez dos libras de cal viva, una libra de mostaza de Alejandría, seis onzas de higos secos, una cantidad suficiente de manteca de cerdo y lo utilizas.

18Composición de un sincrisma

Composición de sincrisma: dos libras de cera rojiza, dos libras de resina tostada, una libra de aceite de laurel, una libra de sebo de toro, una libra de manteca de cerdo, una libra de tuétano de ciervo, una libra de aceite de alheña, una libra de cardenillo, una libra de hisopo y una libra de manteca de cerdo rancia; todo esto lo cueces a la vez al carbón de leña y lo usas.

19Composición de un «traumático»

El medicamento «traumático» es muy apropiado para la curación de las heridas, pues, al absorber lo podrido, hace que sane la carne viva. Su composición es la siguiente: una libra de misi, dos libras de calcítide, una libra de cardenillo; lo cuelas a la vez, lo pones al fuego sobre unas tejas y lo cueces de forma que se ponga rojizo. Luego, lo machacas en el mortero y lo reduces a polvo semejante a la harina. Después cueces dos sextarios de miel con vino en una olla limpia y, cuando empiece a hervir, añades el polvo anterior, lo cueces junto y, una vez enfriado, lo empleas para úlceras, heridas, abscesos y para consolidar cicatrices.

También se prepara un «traumático» de la forma siguiente: 2 una libra de misi, una libra de cadmía, una libra de áloe, una libra de comino, una libra de cardenillo, una libra de calcítide, dos libras de miel; lo cueces en una olla limpia y, una vez enfriado, lo utilizas.

20Composición de la malagma basílica[51]

También está probada la eficacia de la malagma siguiente: una libra de miel, una libra de gálbano, una libra de estoraque, una libra de bedelio, una libra de pimienta blanca, dos libras de goma amónica, una libra de tuétano de ciervo, una libra de bayas de laurel, dos onzas de flor de incienso y cinco onzas de sebo de cabra.

21Otra composición de malagma

También se compone un medicamento de malagma de esta manera: tres onzas de goma amónica, una libra de cera, dos libras de afronitro, dos onzas de resina trementina, tres onzas de estoraque, seis onzas de bayas de laurel, tres onzas de aceite de alheña, tres onzas de aceite de iris, tres onzas de aceite de rosas, tres onzas de laurel, cinco onzas de grasa de ganso, cuatro onzas de hisopo, seis onzas de tuétano de ciervo, seis onzas de opopánaco, dos onzas de pimienta blanca, tres onzas de gálbano, una libra de manteca de cerdo rancia, una hemina de vinagre muy fuerte y tres onzas de incienso macho.

22Primera composición de un anacolema

Absirto nos enseñó esta composición de anacolema: un sextario de afronitro, un sextario de harina de trigo candeal[52], tres onzas de opopánaco, dos onzas de azafrán de Sicilia, media onza de pimienta blanca, tres onzas de incienso molido, diez huevos, diez caracoles machacados, veinte bulbos, veinte avellanas; si, tras machacar y mezclar todas estas drogas, las disuelves en vinagre, soldarás las partes del cuerpo desgarradas. No obstante, es más eficaz si añades la sangre del propio animal que ha brotado de los lugares dañados.

2 Composición de un sincrisma: tres onzas de estoraque, dos onzas de goma amónica, dos onzas de tuétano de ciervo, tres onzas de incienso molido, dos onzas de aceite de laurel, tres onzas de aceite de glaucio, tres onzas de aceite de alheña, tres onzas de sebo de toro, cuatro onzas de resina trementina, tres onzas de manteca de oso, tres onzas de manteca de león, tres onzas de propóleos, seis onzas de aceite añejo, una libra de manteca de cerdo rancia, una libra y media de aceite de la Sabina, tres onzas de opopánaco y tres onzas de gálbano; esto se cuece sobre carbones a fuego lento y proporciona un ungüento muy salubre.

23Otra composición de otra malagma sin cocer

La composición de la malagma no cocida es la siguiente: media libra de cera de Cartago, media libra de goma amónica, tres onzas de bedelio, dos onzas de estoraque, cuatro onzas de sagapeno, seis onzas de polvo de incienso, cuatro onzas de aceite añejo, dos onzas de propóleos, seis onzas de tuétano de ciervo, dos onzas de sebo de toro, dos onzas de resina tostada, dos onzas de manteca de oso, dos onzas de manteca de león, dos onzas de opopánaco, dos onzas de bayas de laurel, dos onzas de aceite de alheña, dos onzas de genciana, seis onzas de resina de Colofón, seis onzas de gálbano, seis onzas de resina trementina.

He aquí la composición de una malagma cocida: una 2 libra de cera, una libra de goma amónica, seis onzas de estoraque, cuatro onzas de sagapeno, cuatro onzas de incienso molido, cuatro onzas de tuétano de ciervo, dos onzas de opio de Hispania, cuatro onzas de propóleos, cuatro onzas de sebo de cabra, seis onzas de gálbano, tres onzas de pez del Brucio, tres onzas de resina trementina, cuatro onzas de resina tostada, cuatro onzas de vinagre muy fuerte, cuatro onzas de aceite de lentisco y cuatro onzas de aceite de iris.

24Composición de una malagma para secar las ulígines

Composición de una malagma para las ulígines: una libra de sal africana, una libra de bulbos, una libra de azufre vivo, dos libras de misi y una libra de aceite: lo usas después de cocerlo bien.

25Composición de una malagma para los músculos

Composición de una malagma para los músculos: azufre vivo, alumbre, resina, pez del Brucio, una libra de cada uno; dos libras de cera, una libra de tuétano de ciervo: todo esto lo agitas a la vez o lo betes durante largo tiempo.

26Composición de un «traumático»

Composición de un «traumático»: cuatro onzas de agallas, tres onzas de cobre quemado, tres onzas de corteza de granadas, cuatro onzas de misi, una onza de vino, tres onzas de vinagre; lo cueces bien en una olla limpia y lo usas.

27Composición de colirios

Hemos añadido también confecciones de colirios tomadas de Absirto, Pelagonio y Quirón.

Para eliminar la mancha blanca en el ojo, Absirto enseña que se debe quemar una libra de nitro y avellanas sin cáscara hasta reducirlo a ceniza, triturarlo en el mortero y agregar ahí la misma cantidad de polvo de incienso; tras molerlo y cribarlo durante mucho tiempo, se le da consistencia añadiéndole miel de la mejor calidad y así será aplicado al animal.

2 El mismo Absirto recomienda este colirio: ocho granos de pimienta blanca, dos onzas de miel del Ática, dos onzas de azafrán, dos onzas de sepia con la cabeza muy bien machacada y una onza de bálsamo.

3 Pelagonio aconseja el colirio siguiente: aceite, sal, manteca, resina, cerusa[53], opobálsamo; tras añadir miel, se ha de majarlo todo a la vez, prepararlo y aplicarlo en días altemos hasta conseguir la curación. También elaboró un 4 colirio de nardos con la siguiente composción: una onza de violetas, media onza de nardo de la India, media onza de canela, tres onzas de mirra, tres onzas de azafrán, seis onzas de aceite de alheña, dos onzas de pimienta blanca y tres onzas de goma.

Otra composición de colirio: una onza de opobálsamo, 5 una onza de azafrán, una onza de mirra, una onza de sal de Hispania, una onza de «lepidio», una onza de concha de sepia, dos onzas de cadmía, una onza de afronitro y una onza de miel del Ática.

Quirón también señala que «glaucomas»[54] de muchos 6 años desaparecen con la confección del siguiente colirio: quemas y machacas la extremidad de un cuerno de buey, donde está macizo, añades también polvo de incienso macho, haces igualmente polvo con excrementos humanos y sal amoniaca a partes iguales, luego machacas a la vez mirra, pimienta alargada, conchas de sepia, polvo, flor de cardenillo, vino añejo, azafrán y ruda, y, tras añadir una cantidad suficiente de miel, lo mezclas con lo anterior y lo aplicas.

Compuso también otro colirio semejante: conchas de 7 sepia, azafrán, mirra troglodítica, sal amoniaca, excremento de cocodrilo; se machaca todo esto junto durante mucho tiempo, tras molerlo bien se criba y, añadiéndole miel de la mejor calidad, reporta utilidad a los animales como linimento.

Aunque he omitido, lo confieso, cosas insignificantes o 8 prácticamente sin valor, que hallábamos en las diversas fuentes, sin embargo hemos registrado todo lo que se considera de ley. Pero, a fin de no dar la impresión de que un libro demasiado largo proporciona a los lectores más confusión que instrucción, creemos que es menester ponerle ya fin recomendando una y otra vez que se haga frente a las primeras etapas de las enfermedades con diligente cuidado. Pues aun los males incurables, si se les toma la delantera, son derrotados con el arte de la medicina; en cambio, muchas veces, aun dolencias que suelen curarse fácilmente, resultan incurables si se hacen crónicas[55].

28Otras cuantas clases de medicamentos[56]

[Cataplasma cefálico, eficaz para cerrar y rellenar toda clase de heridas rebeldes: tomas raíces de pánace, incienso macho, mirra, harina de yeros, hojas de rosas secas bien molidas y cribadas; este preparado en polvo cierra y cura las heridas rebeldes. Cueces miel y, mezclándolo con este medicamento, preparas una pastilla y la introduces en las heridas profundas de las fístulas: esto las hace rellenarse y sanar con mayor rapidez.

2 Medicamento tradicional, indispensable para uso diario porque ahorra dinero y tiempo. Lo preparas de esta forma: cardenillo, calamina, flor del cobre[57], cobre quemado; con todo esto a partes iguales bien molido y cribado se compone un catastáltico, que cura las excrescencias de carne mediante su consunción. Preparas este mismo medicamento con la densidad de la miel cociéndolo con vinagre y miel, y sirve para limpiar bien toda clase de heridas, úlceras cancerosas y huesos con nudos.

Medicamento clora, que sirve para limpiar completamente 3 o cerrar sin dificultad toda clase de heridas: preparas en cantidad suficiente cera de Cartago, resina trementina, tuétano de ciervo, cardenillo y aceite.

Tetrafármaco, que sirve para limpiar y curar con más 4 rapidez toda clase de heridas: grasa de buey, cera, pez y aceite. Así pues, el medicamento que arriba he mencionado es cicatrizante.

Licio, que sirve para todas las heridas sucias y gangrenosas: 5 amurca, sal y vinagre; los mezclas en la cantidad que quieras, hasta que adquieran la densidad de la miel y lo usas.

Medicamento osucular, que sirve para todos los huesos 6 pequeños y por si quieres eliminar callosidades en cualquier parte: tomas pez líquida y manteca de cerdo rancia, añades cardenillo bien molido, lo cueces todo y lo cuelas bien; tras su cocción, limpia rápidamente las mencionadas heridas.

Medicamento estíptico, que sirve para secar completamente 7 toda herida húmeda y los hongos[58]: alumbre desmenuzable, agallas pequeñas, cortezas de granada, corteza interior del granado, machacado todo ello; este polvo es muy eficaz para secar completamente heridas.

Medicamento que sirve para cerrar toda clase de heridas: 8 ajenjo, tierra de Sínope, «lepidio»; bien mezclados estos tres ingredientes forman un medicamento astringente, eficaz contra toda clase de heridas.

Medicamento anaplerótico, que sirve para rellenar toda 9 clase de cavidades: polvo de incienso, harina de yeros y «lepidio»; bien molidos forman un medicamento para rellenar y limpiar heridas.

10 Para los desgarros de ojos y para salvar sus tunículas es útil mezclar hiel y leche de cabra y aplicarlo así a los ojos con una pluma negra.

Para la mancha blanquecina o el «glaucoma» harás lo siguiente: cueces seis sextarios de vino, un sextario de espuma de garo y cuatro onzas de miel y lo usas.

Medicamento ocular para un golpe reciente: azafrán, mirra, incienso macho, goma, tuétano de camero, jugo de consuelda mayor, miel y cardamina, dos onzas de cada ingrediente.

11 Sincrisma: dos libras de cera rojiza, cuatro libras de manteca de cerdo, dos onzas de opopánaco, dos libras de aceite añejo, tres onzas de gálbano, cuatro libras de mirra, tres libras de goma amónica, cuatro libras de aceite de alheña, dos libras de tuétano de ciervo, dos libras de hisopo, cuatro libras de estoraque y cuatro libras de aceite de lentisco.

12 Sincrisma con otros ingredientes: dos libras de gálbano, una libra de opopánaco, cuatro libras de cera, tres libras de tuétano de ciervo, dos libras de incienso macho, una libra de pimienta blanca, tres libras de resina trementina, una libra de estoraque, una libra y media de grasa de ganso, seis onzas de euforbio; grasa de león, miel y castóreo: una libra de cada uno; dos libras de aceite de mirra, dos libras de aceite de lentisco, dos libras de aceite de Siria, dos libras de aceite añejo, dos libras de aceite de membrillo, dos libras de aceite de estoraque y tres libras de opio.

13 Preparas una lípara de esta forma: una libra de litargirio, dos onzas de cerusa, tres sextarios de vino, una libra y media de aceite; lo juntas todo y lo usas en esa forma.

14 Preparas otra lípara de esta forma: litargirio, cerusa, incienso macho, vinagre blanco y aceite: machacas todo esto junto, lo mezclas con vino e hidromiel y lo usas en esa forma.

Preparas un «traumático» así: una libra de calcítide, una 15 libra de misi, una onza de cardenillo, una libra de excrementos de paloma, tres onzas y tres escrúpulos de adarce; lo cueces a la vez y lo usas en esa forma.

Otra clase de «traumático» para quitar flemones: seis onzas de mostaza de Alejandría, tres onzas de higos de África, seis onzas de manteca de cerdo rancia, tres escrúpulos de vinagre.

Otra clase de «traumático» para quitar verrugas: dos onzas 16 de flor de cal, dos onzas de nitro, tres onzas de láser y una hemina de aceite.

Otra clase de «traumático» para los heridos en el corvejón[59]: cardenillo y alumbre, cinco libras de cada uno, una libra de la planta siderita, es decir, ferraria[60], y un sextario de vinagre fuerte.

Para resolver flemones: raíz de helechos, yeros, manteca 17 de cerdo, vinagre fuerte, lo untas en un lienzo y lo usas de esa forma.

«Cáustico» para músculos engrosados o cualquier parte 18 abultada: opopánaco, tuétano de ciervo, resina trementina, goma amónica, propóleos, violetas, polvo de incienso, dos libras de cada uno; cinco libras de resina tostada, tres libras de betún, cinco libras de pez dura, cinco libras de zopisa, cinco libras de cera, tres libras de aceite de alheña, dos libras de incomio[61], dos libras de estoraque y dos libras de muérdago.

19 «Cáustico» para los dolores de músculos: gálbano, estoraque, violetas, propóleos, resina, una libra de cada uno, seis onzas de colofonia, seis onzas de resina trementina, una onza de opopánaco; incienso en polvo, hisopo, goma amónica, bayas de laurel, una libra de cada uno; una libra y media de pez del Bracio, una libra y media de vino de Amínea, una libra de zopisa; cueces todo esto en un caldero y lo untas caliente en un paño.

20 Una malagma cocida la preparas así: cera blanca y gálbano, una onza de cada uno; dos libras de resina trementina, tres libras de grasa de toro, dos libras de hisopo, una libra y media de bedelio, dos libras de iris de Iliria y una libra de grasa de ganso; cueces todo esto y lo usas.

21 Malagma para el dolor de músculos: seis onzas de cera; grasa de ciervo, gálbano, pimienta, goma amónica, resina trementina, tres onzas de cada ingrediente; cinco onzas de tragacanto; lo machacas por separado, lo mezclas y lo usas.

22 Malagma para las contusiones musculares: menta, gálbano, rúbrica, estoraque, violetas, seis libras de cada uno; cuatro libras de flor de harina: cueces todo esto con la flor de harina y vino en un caldero y lo licúas; después, mezclas flor de harina y vino, lo untas en un paño y vendas las partes inflamadas.

23 Preparas una malagma para hinchazones de esta forma: tomas seis onzas de cera, tres onzas de grasa de ciervo, tres onzas de gálbano; violetas y pimienta blanca: tres onzas de cada uno; una onza de goma amónica, tres onzas de resina trementina, tres onzas de estoraque, una onza de genciana; machacas cada una por separado, luego lo mezclas con vino y lo usas en esa forma.

Emplasto: una libra y media de cera fresca, nueve onzas 24 de aceite de alheña, dos onzas de aceite de mirto, dos onzas de grasa de ganso, dos onzas de incienso en polvo; echas todo esto en una olla, lo cueces y lo untas con trozos de lienzo.

Cerato para llagas y escrófulas: dos libras de menta, diez 25 libras de cera rojiza, seis libras de aceite de mirto y cinco libras de cal.

Preparas un fomento para hinchazones o para cualquier 26 dureza de la forma siguiente: majas malvavisco cocido con vino, lo mezclas con manteca de cerdo y lo usas en esa forma; y si no tienes malvavisco, majas hierba sabina, la cueces con vino de rosas y luego lo aplicas hasta que sane.

Composición para cólicos: ásaro del Ponto, perejil, hinojo, 27 una onza de cada uno; dos onzas de pimienta negra, una onza de marrubio macho, una onza y media de abrótano, dos libras de miel de primera calidad; lo cueces, quitas la espuma, lo majas y cribas todo y lo mezclas así con miel; luego, das a esto forma de avellana[62] y harás que el animal beba un congio con agua. Asimismo, los días en que padece esa afección, majas en el mortero tres o cuatro cucharadas de semilla de hinojo con vino, añades un sextario de vino corriente, lo echas en una botella o en un cuerno, se lo das a beber y lo proteges bien con mantas.

Malagma para los tendones cojos: una libra de sebo de 28 macho cabrío, media libra de molibdeno[63], una libra de resina y media de cardenillo.

29 Composición para las rodillas: una hemina de vinagre, un poco de sal, media libra de cobre quemado y una cantidad suficiente de tierra de Sínope.

30 Poción de invierno: azafrán, costo, perejil de Macedonia, mirra, incienso macho, tragacanto, comino de Alejandría, «maná de azafrán», pimienta, una onza de cada ingrediente; una cantidad suficiente de vino y aceite; huevos; mezclas todo esto y se lo das con tisana de cebada en la que echarás veinticinco dátiles, veinticinco bulbos, un manojo de hisopo, sebo de cabra y un cachorro de pocos días vivo, que lo echas cuando ya lo veas empapado; luego, lo pones todo a secar y añades una cantidad suficiente de aceite; luego lo mezclas todo y se lo das a beber.

31 Poción de verano: tragacanto, azafrán, abrótano, cardamomo, glaucio, perejil de Macedonia, dos onzas de cada uno; una onza de jengibre: lo mezclas y, cuando vayas a dárselo, tomas diariamente una hemina para cada animal; añades una cantidad suficiente de puerro de cortar y de verdolaga, séseli de la Galia, incienso, apio y una hemina de aceite de África; lo mezclas y lo usas.]

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