LIBRO I
LIBRO I
1Qué síntomas revelan la enfermedad en los animales
En efecto, el animal afectado por una enfermedad, al instante se encuentra más decaído y perezoso, no duerme el tiempo habitual ni se revuelca como de costumbre ni se tumba para descansar ni termina su ración de comida y, en cuanto a la bebida, o la apetece sin freno o la rechaza por completo: está con los ojos muy abiertos, con las 2 orejas caídas y el pelo erizado, tiene hundidos los ijares, se le pone rígido el espinazo, su respiración se hace rápida o más fatigosa, su hocico está áspero y más caliente de lo normal, la tos es a veces débil o más ronca, y su propia manera de andar, que es lo más significativo, lenta y vacilante.
Cuando observes uno o varios de estos síntomas en un 3 caballo, al punto debes separarlo de los demás para que no contagie a los próximos y a fin de que en uno solo se pueda descubrir ya más fácilmente la causa de la enfermedad. Si 4 después de atenderlo con esmero desaparece el decaimiento al cabo de uno, dos o tres días, y no queda en su cuerpo ninguna señal que pudiera resultar equívoca, has de entender que esa tristeza se debía a indisposiciones de importancia menor y que el animal ya puede volver a sus anteriores hábitos. Pero no hay que prescindir de una atenta observación, 5 pues parece que deberá vigilarse con mayor frecuencia y cautela al que ya una vez comenzó a estar bajo sospecha.
2Cuántas clases de muermos hay
A decir verdad, existen diferentes especies de muermos[1], pero se engloban en un solo vocablo genérico, máleo, que los antiguos acuñaron, expresando con la propia denominación[2] la agresividad de la plaga y 2 su peligro. Hay siete especies de máleo: húmedo, seco, subcutáneo, articular, elefantiásico, subrenal y farciminoso.
3Síntomas del muermo húmedo
Un animal tiene el muermo húmedo cuando, en vez de mocos, le fluye de las narices un humor maloliente y espeso, de color amarillento. Sufre pesadez de cabeza, le lloran los ojos y resuella al respirar, enflaquece, se le erizan los pelos y presenta un aspecto decaído: a este mal los antiguos lo denominaron flujo ático[3]. Todo animal que eche por las narices un humor sanguinolento y de color parecido al azafrán no tiene ya curación y está próximo a la muerte.
4Síntomas del muermo seco
El muermo seco se manifiesta por estos síntomas. El animal no echa por las narices ningún humor en mayor cantidad que de costumbre, sin embargo respira fatigosamente y tiene dilatadas las narices, rehundidos los ijares, sufre contracción y rigidez del espinazo, se le encogen los testículos hasta el punto de que apenas son visibles, come poco y bebe más de lo normal. Por ello[4] están sus pulmones resecos y siente ardor en sus entrañas, mira de través con los ojos fijos y no se tumba fácilmente. A este mal lo llaman suspirio[5] y es incurable, a no ser que se aplique rápido tratamiento desde el comienzo.
5Síntomas del muermo subcutáneo
El muermo subcutáneo[6] se revela por estos síntomas. Nacen en su cuerpo úlceras semejantes a la sarna[7], que segregan un humor acuoso y verde, el cual produce tal picor que fuerza a los animales a rascarse contra paredes o pilastras, con lo que sus llagas se cubren de costra. No le fluye humor de las narices ni jadea, y tampoco rechaza la comida ni la bebida, por lo que se mantiene vivo durante mucho tiempo. Por eso, si no se les desatiende, sana de esta enfermedad un número muy grande de animales.
2 Al muermo subcutáneo algunos han pretendido llamarlo sarna porque, al parecer, ésta muestra síntomas parecidos a los mencionados, trasmite el contagio por proximidad y tarda mucho en curarse. Pero, como la sarna no causa muertes en los rebaños ni comporta fácilmente gravedad, ha quedado separada de este grupo del máleo pestilencial y se tratará de ella aparte.
6Síntomas del muermo articular
El muermo articular[8], llamado por los griegos artrite, se revela por estos indicios. Cojeará de las articulaciones de los pies[9] unos pocos días o muchos, y dará la impresión de que lo ha coceado otro animal o que le han dado un golpe por descuido, o lo han herido con una piedra o un palo. Pero suele existir la diferencia de que cualquiera de estas lesiones se fija en una parte del cuerpo, mientras que el mal de que hablamos, como es errático, pronto se traslada a la otra pata. Además, la piel se pega a los huesos y al palparla es dura al tacto. Se pone rígido el espinazo y se contrae el cuerpo, 2 tiene el pelo erizado y tieso, deforme el aspecto, su cuerpo está debilitado por la escualidez y, aunque no rehúse el alimento ni lo eche de menos si le falta, cada día está peor y más decaído y difícilmente se cura.
7Síntomas del muermo farciminoso[10]
El término farciminoso proviene del carácter de la afección. He aquí las pruebas que la descubren. Le brotan abscesos en los costillares, en las ancas, también en las partes pudendas y sobre todo en las junturas de los miembros o en todo el cuerpo y, cuando parece que unos se mitigan, de nuevo le nacen otros. Comen y beben lo habitual y sin embargo enflaquecen porque en ellos no es perfecta la digestión. Se muestran contentos, y 2 quienes no están instruidos en el arte de la veterinaria los toman por sanos porque la enfermedad se muestra activa en las partes exteriores del cuerpo. Por su inexperiencia, los especialistas se precipitan a extraerles sangre, pero este tratamiento está contraindicado, pues les quita el resto de las fuerzas a los que padecen el farcimino. La sangría es útil al comienzo de la enfermedad, para que no se desarrolle, o al final, cuando las fuerzas ya empiezan a recuperarse.
8Síntomas del muermo subrenal
El muermo subrenal[11] se hace evidente no menos por su nombre que por sus alteraciones específicas. En efecto, el animal no se tiene sobre sus patas traseras, como si tuviera una lesión de riñones, y ello es indicio de enfermedad mortal. Tiene tos bronca e inspira horror su aspecto; la dureza de su piel se manifiesta por la rigidez del espinazo, muestra pocas ganas de beber y pocas de comer. Como la violencia del mal se le concentra toda en los lomos, el tratamiento comienza por los muslos.
9Síntomas del muermo elefantiásico[12]
Se llama elefantiasis por su similitud con el elefante, cuya piel, de naturaleza dura y áspera, ha dado nombre al mal tanto 2 de hombres como de animales. Éstos son sus síntomas: nace en todo el cuerpo una picazón y, sobre todo, produce en el dorso escamas parecidas a cortezas; brota un sarpullido de pápulas en las narices, y también en las patas y en la cabeza, o le salen con frecuencia ocenas[13] muy rabiosas. Antes de que 3 se manifiesten estos indicios, tendrá diarrea, enflaquecerá y toserá broncamente. Todo su hocico y la lengua se ponen ásperos e inducen a creer que han sufrido una quemadura.
Esta enfermedad suele causar la muerte sobre todo a los potros recién destetados. Quienes desean curarla con diligencia, 4 no se adelantan a tratarla con ningún medicamento externo sin haber destruido antes la peste interior con pociones. Pues los medicamentos que empiezan a aplicarse por fuera, en vez de quitar el mal, lo fuerzan a retirarse hacia adentro, y de esa forma lo agravan.
En conclusión, los animales afectados por este muermo 5 presentan estas alteraciones generales: tos áspera y frecuente, espinazo contraído y rígido, delgadez siempre en aumento, aunque no les falten ni alimentos ni ganas de comerlos, cuello bastante caído, ojos muy abiertos y andar un tanto pesado.
Una vez descritos por orden todos los síntomas, de 6 forma general y también diferenciada para cada enfermedad contagiosa, es menester añadir los tratamientos propios y específicos de cada una de éstas. Después, concluiré el libro primero con los preceptos generales sobre las sangrías y cauterios para cada una de ellas.
10Tratamiento del muermo húmedo
Cuando el máleo es húmedo, de modo que fluyen de las dos fosas nasales mocos de color verdoso, hay que curar la cabeza del animal desde el comienzo de la enfermedad, purgándola de esta forma: tomas tres onzas de aceite de la mejor calidad, una onza de espuma de garo[14], tres ciatos de vino añejo, lo mezclas todo a la vez un día sereno y de calma, y tras calentarlo se lo introduces por las narices, pero lo echas poco a poco con un 2 tubo fino, no de una vez con el cuerno. Le atas luego la cabeza a las patas y, manteniéndolo atado, gradualmente lo 3 fuerzas a andar para que salga todo el humor. Y si después comienza a fluir sangre, no hay que preocuparse, antes bien ésa es la prueba de que el animal ha sido purgado correctamente. Después, mezclas con aceite sebo de cabra derretido, y, tras introducirlo luego en sus narices, se suaviza la irritación 4 producida por el anterior enema. También es bueno introducir en sus narices raíz de láser[15] majada, soplándola a 5 través de un tubo para provocar estornudos. Además, debes friccionar bien su cabeza y orejas con aceite caliente abrigando su cráneo con un paño de lana para protegerlo de todo trastorno de enfriamiento; también debes darle a beber con agua semillas de mastuerzo.
También le darás la poción llamada diapente[16] que se 6 prepara así: mirra, genciana, aristoloquia[17] larga, bayas de laurel, raeduras de marfil; todo bien machacado y cribado se mezcla a dosis iguales y se guarda. Le darás luego de ésta 7 por medio de un cuerno, el primer día una cucharada colmada y un sextario de vino añejo, el segundo día cucharada y media y el tercero dos cucharadas, tras espolvorearlas sobre el vino templado y agitar bien la mezcla. Después extraes sangre de su cuello, de la yugular, y, mezclándola con vinagre muy fuerte, untas con ella todo el cuerpo del caballo y lo frotas con cuidado a contrapelo, para que se quede adherido como cola; pones también al animal en un local con buena temperatura.
Si rechaza la comida, das a beber al caballo, al menos en 8 verano, cinco sextarios de agua mezclados con un sextario de harina de cebada. También has de ofrecerle en la bebida harina de trigo, en igual cantidad y forma, pero si lo rechaza, no le des otra cosa hasta que tome eso cuando tenga sed.
También le extraerás después sangre del paladar, para que se vea aligerado en todas las partes donde el mal ha 9 empezado a cargar su peso. Has de saber que este mal es muy peligroso si no le haces frente con diligencia. Pues rápidamente deriva en suspirio, es decir, en respiración fatigosa, y hace perder toda esperanza de cura.
11Tratamiento del muermo seco
El muermo seco, llamado también sobre todo suspirioso[18], dicen algunos que tampoco puede curarse, porque lo encuentran parecido a la tisis, que es mortal en el hombre. En efecto, al aumentar cada día su delgadez, se torna más raquítico y se deseca por completo.
2 En todo proceso curativo es más fácil quitar lo que abunda que suplir lo que parece faltar. No obstante, se restablece la salud de las caballerías incluso en esta enfermedad si se puede atacarla en sus comienzos.
3 Es perjudicial extraer sangre a los atacados del muermo seco. En vez de eso, hay que untar el cuerpo entero del animal con vino y aceite bien mezclados y calentados, de forma que su cabeza, sus quijadas y las partes externsas de la garganta queden suficientemente empapadas y reciban masaje a contrapelo mucho tiempo hasta que sude. El tratamiento 4 interno será desde el primer día el siguiente: le das a beber con el cuerno jugo de tisana de cebada, grasa de cerdo derretida y fécula[19] cocidos con miel y vino de pasas, para que se le ablande el canal de la garganta y la juntura de las quijadas, que está agarrotada por la sequedad del mal.
5 Hecho esto, permanecerá en un recinto con buena temperatura. Se le dará a comer cebada tenida a remojo y hierba verde, si puede encontrarse, para que se suavice con toda 6 clase de medios la peligrosa sequedad. A continuación, se le preparará esta poción: un sextario de vino de pasas de la mejor calidad, una onza de iris de Iliria[20], media onza de pimienta negra[21], un escrúpulo de azafrán, media onza de mirra troglodítica[22], media onza de tragacanto[23], una onza de incienso molido, cinco huevos crudos, bien batido se lo das todo a la vez el primer día. Le das esta misma poción durante tres días seguidos para que con su suavidad se ablande la aspereza de este mal tan grave.
Después de esto, preparas unas bolas con miel, mantequilla, 7 manteca de cerdo, sales y pícula[24], en cantidad igual de cada ingrediente, y mojándolas en tisana de cebada y vino de pasas, cebas al animal, que se halla extenuado: el primer día le das según la costumbre cinco bolas, el segundo siete, el tercero nueve.
8 Tampoco te ha de faltar diligencia en untarle su cuerpo con vino y aceite templado y, como este mal es muy amargo, no puede ser destruido sino con pociones amargas, pues 9 las enfermedades se sanan por lo contrario[25]. Debes darle con vino la poción diapente, preparada como arriba se ha indicado, no sólo tres días sino muchos más para conseguir superar tan grave crisis.
10 Si tiene un ataque fuerte de tos que le ahoga, toma un sextario de habas molidas, tres onzas de sebo de cabra, tres cabezas grandes de ajos, lo mezclas y cueces y con el cuerno se lo das con vino o tisana de cebada templados.
11 Si este remedio tarda demasiado en hacer efecto, machacas con gran cuidado en el mortero dos libras de higos secos, cueces un sextario de alholvas hasta que el agua se reduzca a la mitad, después lo cuelas y majas en el mortero las alholvas con los higos; majas también de la misma forma en el mortero tres onzas de ajo y tres manojos de ruda y ajo; tras mezclarlo todo a la vez y machacarlo bien, le añades 12 dos onzas de tragacanto. Viertes sobre ello el agua en que se han cocido las alholvas y haces una poción que pueda fluir por el cuerno, y durante tres días se la das también a los animales con tos, los vulsos[26] y los que han sufrido alguna rotura pulmonar o interna en general.
Segundo remedio contra el muermo seco: haces un corte 13 entre las narices del animal con el escalpelo, le colocas debajo un balde bien ancho con agua fría y sumerges en ella sus narices a menudo durante muchos días para que el suspirio se disuelva en el agua. También le darás cada día esta poción: un sextario de tisana de cebada con sebo de cabra 14 derretido, azufre vivo e incienso macho molidos y mezclados a partes iguales; tras disolverlo en la tisana de cebada, le das de ello con el cuerno una cucharada cada día. Y cuando el animal empiece a tener suficiente vigor, extraes sangre de su cuello, le añades vinagre y das friegas con ello al animal.
12Tratamiento del muermo subcutáneo
El muermo subcutáneo, que retiene un humor mortífero entre la piel y las vísceras, se curará de este modo. En un día despejado y, si es el momento, en luna menguante, haces una incisión en la piel del animal entre los ijares y el vientre, en el lugar acostumbrado y a medida. Luego, introduces de la forma establecida la sonda «quinaria»[27], por la que sale de las vísceras todo el humor, de color del oro o del azafrán, manchado por el veneno del mal.
Si la sonda hace evacuar poco, insertas en la misma 2 abertura una raíz de titímalo[28] durante siete días para que haga salir el resto del humor ponzoñoso.
También hay otro remedio: tomas la pequeña raíz que unos llaman consíligo y otros pulmonácea[29] y es usada con frecuencia por veterinarios [y boyeros], la pones en el pecho del animal afectado por esta enfermedad, y alrededor de ella 3 trazas con un cuchillo de cobre una línea sobre la piel. Tras perforar ésta, introduces luego la raíz, que permanecerá allí por sí misma hasta que la superficie de piel marcada por el cuchillo se desprenda al pudrirse; desde todo el cuerpo viene atraído el líquido a este lugar y es expulsado por la herida.
4 Luego, durante tres días o, si es preciso, muchos más, le debes dar la poción arriba señalada, de nombre diapente, con vino añejo de la mejor calidad. Cortas también en trozos muy menudos apio verde y bayas de laurel o, a falta de éstas, hojas de laurel, y cohombrillo amargo, y lo mezclas con cebada, de forma que el animal enfermo sienta también con la comida los mismos efectos curativos que con la poción diapente.
5 No obstante, conviene que le des agua templada con harina de cebada o de trigo y que lo mantengas en un lugar templado, pues el frío significa aumento del humor [y de la fluxión]. También en esta enfermedad debe recibir comida más seca que verde y ser sometido a ejercicio sin tregua para que con el sudor se consuma el humor maligno.
13Tratamiento del muermo articular
El muermo articular se manifiesta por estos síntomas. Cojeará ora de las patas delanteras, ora de las traseras de variada forma, y le crecerá una especie de hinchazón en las articulaciones del pie, alrededor de las falanges[30], o al menos en las rodillas, ya que la sangre corrompida por el efecto destructor de la epidemia llena músculos y venas, [los daña] y los debilita.
En primer lugar, le extraes sangre del cuello, es decir, de 2 la vena yugular, y, tras mezclarla con vinagre muy fuerte, la extiendes por todo el cuerpo del animal untando con mayor cuidado las partes afectadas, pues se cree que la sangre extraída del cuerpo y aplicada de nuevo con vinagre deseca las inflamaciones insanas.
Y si el mal se localiza en las rodillas o en los menudillos, 3 extraes sangre de esas mismas partes y le añades greda de Cimola[31], tres sextarios de vinagre, una libra de cobre quemado[32], una libra de comino molido, una libra de resina tostada, una libra de pez[33] líquida, un puñado de sal común, boñiga reciente de vaca en la cantidad que se estime suficiente: con ello untas bien y a menudo todos los puntos en donde haya aparecido la hinchazón. Has de extraer sangre 4 sobre todo del paladar, para que el mal no se extienda a la cabeza. También es preciso sangrarlos en las patas mismas si la cojera aparece en las delanteras, y sin duda en las ancas, si empieza a cojear de las patas traseras.
Le darás también una poción muy eficaz contra todas las 5 enfermedades: tomas centáurea[34], ajenjo, peucédano, sérpol, sagapeno[35], betónica[36], saxífraga[37] y aristoloquia redonda: 6 todo esto, en igual cantidad de cada cosa, lo majas y cribas bien y lo disuelves en agua si los animales tienen fiebre, y si no la tienen, en vino de la mejor calidad. De este medicamento, previamente cocido, cada día mezclas por un sextario de vino o de agua tibia una cucharada grande, bien llena y colmada, y se lo viertes por sus fauces, para que el sabor amargo de las hierbas combata el amargor del mal y logre expulsar éste.
14Tratamiento del muermo farciminoso
El muermo farciminoso recibe este nombre a causa de su semejanza con el embutido (farcimen), ya que un humor infecto fluye entre la piel y la carne como por una especie de fístulas, produce gran cantidad de abscesos por todo el cuerpo y, cuando parece que unos menguan, crecen de nuevo otros.
2 Esta enfermedad, aunque es contagiosa, se cura con bastante facilidad si se la trata al comienzo, porque las vísceras aún están sanas y el humor corrompido por el mal sólo se aloja entre la carne y la piel. Se le ha de extraer sangre únicamente al principio, antes de que empiece a adelgazar o 3 al final, cuando ya se haya restablecido bien. Pues, si practicas la sangría a la mitad del proceso morboso, debilitarás al animal enfermo.
Todos los abscesos que se vayan formando conviene quemarlos con cauterios rectos[38]; y para que sean más eficaces deben utilizarse los de cobre: las llagas producidas por éstos se curan con pez líquida mezclada con aceite y miel.
Debe tomar pociones purgativas o muy amargas, es decir, 4 diapente con vino, como se indicó más arriba, que suele resultar muy eficaz contra toda clase de enfermedades.
Además, pones a remojo durante tres días una libra de 5 raíz de yezgo en tres sextarios del mejor vino, mueles después media onza del mejor áloe, una onza de centáurea, una onza de raíz de pánace[39], tomas un sextario del vino en el que han estado a remojo las raíces de yezgo y, templado, se lo das por medio de un cuerno. Conviene que mantengas esta dosis tres días para que el humor contagioso se elimine también por el vientre con estas bebidas purgantes.
Conviene ejercitarlo bastante a menudo en correr hasta 6 que sude en abundancia y, una vez curado de la manera indicada, llevarlo a los pastos, de forma que en el verano pazca día y noche al aire libre y a la intemperie para que disfrute de la variedad de hierbas, se seque con el calor del sol y elimine más fácilmente el mal, en contacto a su vez con la brisa y el rocío nocturnos.
15Tratamiento del muermo subrenal
El muermo subrenal es tan grave como fácil de descubrir. En efecto, se apodera de los lomos del animal y los deshace; por ello, aunque éste conserve ágiles las patas delanteras, suele arrastrar las traseras.
2 He aquí el método para aliviarlo: se extrae sangre en abundancia de uno y otro [costado o de un] muslo abriendo las venas en el lugar adecuado y, tras mezclarla con vinagre, se extiende por todo el cuerpo del animal, principalmente sobre sus lomos.
3 Debe recibir a menudo por la boca con el cuerno la tan afamada poción diapente, pero también se le ha de curar por el ano mediante clisteres preparados con especias muy calientes. Tomas una onza de áloe, una onza de pelitre[40], media onza de euforbio, una onza de bayas de laurel, media onza de castóreo[41], una onza de poleo bien molido, tres onzas de mostaza, tres onzas de afronitro[42] y una hemina de sal molida. Después de triturarlo todo bien, lo divides en tres partes, disuelves cada día una de ellas en medio sextario de agua en la que se han cocido salvados de trigo y aplicas al animal un clister, templado, según lo exige el método curativo, para que al calentarse internamente los lomos se libere el humor y pueda ser expulsado por el vientre con las heces.
Además, sus lomos deben recibir frecuentes y vigorosas 4 fricciones de aceite de laurel mezclado con vino caliente, para que externa e internamente pueda ser derrotado este mal tan implacable. También se aplican cauterios a los lomos a fin de que la energía del mal se seque con el ardor del fuego. También hay que darle hervida la poción de ocho ingredientes, de la que hicimos mención al hablar del muermo articular, porque es muy eficaz contra todas las enfermedades.
16Tratamiento del muermo elefantiásico
Más arriba[43] se han señalado los rasgos distintivos del muermo elefantiásico. Contra este muermo no hemos de aplicar unos remedios que pretendan curar externamente la comezón o las pequeñas llagas producidas por ésta, pues en ese caso la enfermedad se retira hacia el interior, penetra en las vísceras y crea peligro.
Por el contrario, en primer lugar hay que extraer sangre de la yugular, mezclarla con vinagre fuerte y derramarla por todo su cuerpo. Después se ha de sangrar del paladar, en la 2 forma [y ocasión] convenientes, y, si lo toleran sus fuerzas, de los restantes lugares atacados por el mal, y untarlo otra vez con la sangre y el vinagre.
Suelen caer en este mal sobre todo las crías destetadas y 3 retiradas a los establos, ya que se les cambia el primer hábito de alimentación que tenían en los pastos y, como todavía no son fuertes para estar tumbados, se ven forzados a mantenerse de pie en los pesebres.
4 Para el muermo de la elefantiasis y para todas las enfermedades del máleo hay que preparar y conservar no sólo la poción diapente, de cuyas virtudes la experiencia da indudables pruebas [y sin la cual es ineficaz el veterinario], sino también la que 5 sigue: tomas una libra de mirra troglodítica, una libra de incienso macho, media libra de cortezas de granada, una onza de mostaza, una onza de azafrán, media libra de acacia roja, media libra de ajenjo del Ponto, una libra de sérpol, una libra de betónica, una libra de centáurea, tres onzas de cañaheja, media libra 6 de saxífraga, media libra de peucédano. Machacado y bien cribado todo ello, lo cueces con miel y lo conservas guardado en un recipiente de vidrio o de estaño, pues añejo tiene más eficacia. De esta medicina le darás durante tres días a cada animal enfermo de máleo[44] una cucharada colmada, mezclada con un sextario de agua caliente y tres onzas de aceite de la mejor calidad. 7 Cuando empiece a mejorar, le darás cada día una cucharada de aquélla con vino de la mejor calidad y aceite, en la forma que se ha indicado.
Con esta poción, no menos que con la diapente, se curan los animales enfermos de cualquier mal. [Las crías sanan con más facilidad gracias a su poca edad, pero a menudo no se las atiende y se mueren].
17Causas y tratamientos generales de la enfermedad del «máleo»
Ha quedado expuesto con amplitud lo referente al tratamiento de la funesta enfermedad del máleo. [Ahora debemos hablar de una peste muy voraz, que con frecuencia no manifiesta ningún síntoma de los males mencionados y, sin embargo, perecen de repente en masa, como con la disentería[45] o con las formas de muerte referidas][46]. Tanta virulencia tiene este mal, que no conviene omitir nada, pues de su contagio provienen fatal destrucción de los animales en los pastos y muertes sin número también en los establos, desastres que los ignorantes o los que no se preocupan de aplicar remedios achacan a la cólera divina o a la fatalidad. Por último, esta epidemia, según se 2 indicó más arriba, comienza por un solo animal y rápidamente pasa a exterminar a los demás.
Por ello, se aislará siempre a los caballos que empiecen 3 a dar sospechas de una enfermedad tan contagiosa, hasta el punto de que incluso los cadáveres de los animales destruidos por este mal deben ser trasladados a lugares a los que no tengan acceso otros animales y ser enterrados a mucha profundidad. Pues el olor repugnante de los animales, tanto de los vivos que han sido atacados por esta enfermedad como de los muertos por ella, penetra en los caballos sanos hasta entonces y los hace perecer.
Muchos tratadistas de veterinaria han intentado explicar 4 las causas del máleo, afirmando que suele engendrarse en ciertas situaciones críticas como éstas o parecidas: dicen que se produce cuando los caballos están muy cansados y destrozados de correr [o saltar], o que proviene de los calores del verano o los enfriamientos durante el invierno, o de que no se les deja orinar cuando tienen ganas, o si comen cebada cuando están sudando o beben cuando aún están sofocados después de la carrera, o si se les fuerza a correr [con la vejiga llena] o después de beber, o comen heno y cebada echados a perder.
5 Hay que evitar, sin duda, todos esos casos, pues de ellos con frecuencia provienen dolencias graves para los animales. Pero la enfermedad del máleo tiene su origen sobre todo en una corrupción del aire. Pues, cada ciertos años, cuando sopla el austro o el ábrego[47] o también con el retorno, según afirman, del catastema[48], lo mismo que la epidemia en fecha fija inficiona a los hombres, así también esa atmósfera corrompe a los animales y los destruye.
6 Por ello se necesitan muchas y bien probadas pociones, eficaces para ayudar a la salud contra fuerza tan poderosa. Algunas están incluidas en lo ya expuesto, otras las añadimos ahora en suficiente número, resumiéndolas de todos los tratadistas.
7 Remedio eficaz contra todas las enfermedades del máleo en general: tuestas y mueles semillas de calabaza de Egipto, [es decir, de coloquíntida], las que caben en un acetábulo, añades una hemina de vino blanco de la mejor calidad, mezclado agitándolo bien, lo cuelas con un lienzo y lo introduces por la fosa nasal derecha del animal para que pueda llegar a las vísceras. Esta receta es útil contra la disentería.
Hay también un tercer tratamiento[49] más barato, pero no 8 menos adecuado: majas raíces de cohombrillo amargo verde, las maceras en agua durante una noche y, después de sacarlas, las majas y cuelas. Le haces ingerir cada día tres cucharadas 9 de este jugo y nitro[50] molido disueltos en vino templado si el animal no tiene fiebre, prolongando el tratamiento durante siete días consecutivos.
Cuando un animal está enfermo, mezclas también con cebada bien limpia nitro molido y raíces de cohombrillo amargo cortadas por menudo y añades una hemina de vino templado, a fin de que contribuyan a procurarle salud tanto la bebida como el pasto impregnado de la medicina.
Otro remedio más: tomas raíces de yezgo y de ortigas a 10 partes iguales y, cortadas por menudo, las maceras en garo de la mejor calidad y lo cuelas con un lienzo. De esto le introduces por las narices la medida templada de una cáscara de huevo durante tres días. Luego, debes procurar también 11 que el animal enfermo coma siempre cebada con apio y cohombrillo amargo cortado por menudo y que beba el propio cohombrillo majado y en mezcla con una cantidad suficiente de agua.
También se hacen elogios de esta poción. Tomas una 12 libra de hierba sabina, tres onzas de germandrea[51], dos onzas de centáurea, tres onzas de aristoloquia, tres onzas de bayas de laurel, tres onzas de mirra; lo majas todo, lo cribas y reduces a polvo muy fino y, cuando el caso lo exija, haces ingerir al animal desganado una cucharada grande llena, mezclada con un sextario templado de vino.
También valdrá contra todas las enfermedades este tratamiento. 13 En el grado que las fuerzas del animal permitan, con intervalo de días [y respetando las normas ya indicadas sobre la sangría], se le extraerá sangre primero del cuello, luego del paladar y de cualquier parte en la que se manifieste la enfermedad: de la cara si está afectada la cabeza, de los brazos si la parte delantera, de las ancas si la parte trasera. Luego se mezcla la sangre con vinagre y se unta y frota 14 con ello al animal. Éste recibirá durante tres días la poción siguiente: tres onzas de raíz de pánace, otras tantas de raíz de eringe[52] (la mejor es la que nace en la costa, cerca de donde rompen las olas, es casi idéntica al cardo silvestre, de flor amarillenta, y hay que cavar la tierra para extraer sus raíces, pues dicen que están muy profundas), se añaden también tres onzas de semillas de hinojo y una onza y media de áloe: machacado y cribado esto, se divide en tres partes pequeñas, se mezcla en agua caliente con un sextario de harina de trigo tostado y molido, y durante tres días se le da a tragar al animal por medio del cuerno.
15 Pelagonio cree que es muy eficaz contra todas las enfermedades esta ceniza: en una olla de barro metes vivo un cigoñino que aún no se tenga en pie, pero ya emplumecido, lo cubres de yeso y, tras quemarlo todo al calor del horno, lo reduces a polvo y lo guardas en vasija de vidrio, luego viertes de ello en la garganta del animal una cucharada grande colmada y en mezcla en un sextario de vino, hasta que sane.
16 Quirón, además de otras composiciones suyas ya referidas, dice que tras meter en agua hirviendo un cachorro lechal vivo y despellejarlo, se lo cuece bien de forma que los huesos se separen de la carne. Después de quitar bien aquéllos, se deben guardar las vísceras con el agua en que se cocieron, y con garo de la mejor calidad, vino añejo, aceite y pimienta aderezada con miel, hasta seis sextarios en total, y a cada animal se le hará ingerir diariamente dos cótilas templadas, hasta que lleguen a curarse.
Dice también que se cuecen una cabeza de cabrito y todas 17 las patas previamente despellejadas al agua caliente de la misma forma que el cachorro, se ponen en conserva una vez quitados los huesos, y se cura el animal enfermo haciéndole ingerir con el cuerno dos cótilas de poción al día durante bastante tiempo. Indica también que se debe utilizar un gallo blanco de la misma forma que el cachorro.
También aconseja para los animales enfermos darles 18 con vino dulce raíz de titímalo bien cocida. Para el animal 19 que empiece a padecer de «flujo ático» y le salga por las narices humor verde o amarillento, estima que deben mezclarse dos cótilas de orina humana rancia o de camero con un ciato de aceite de rosas[53] e introducirlas por las fosas nasales que destilan el humor maligno. Está confirmado que dicho tratamiento es saludable para los pulmones y procura además sequedad a las fosas nasales.
18Poción natural para el año
Como remedio natural y para el año, Quirón dice que es útil mezclar por cada hemina de agua una cabeza de ulpico[54] bien machacado o de ajo grande, el que algunos denominan «de la Galia», más sendas onzas de sagapeno, todo muy bien majado, y sendos ciatos de aceite de la mejor calidad. Se da una hemina de esta mezcla por cada cabeza de ganado el día 24 de junio, es decir, al comienzo de los días caniculares, y los días 25 y 26 del mismo mes: afirma que, si se hace esto, los animales de cabaña o domésticos, quedan «acorazados» —así dicen[55]— por las pociones de esos tres días y se mantienen preservados de enfermedades todo el año.
19Composición de sahumerios contra la enfermedad del máleo
Contra la enfermedad del máleo, que presenta diferentes variedades, ya se ha explicado qué es preciso hacer en lo que se refiere a ungüentos, a drogas, tanto las que se darán por la boca como por las narices o con clister, y también se ha indicado de qué forma se han de realizar los cauterios y las sangrías. Pero resta otro tratamiento no menos necesario y más eficaz: el que se realiza mediante los sahumerios y sus aromas.
2 Pues como esta enfermedad contagiosa nace del hedor del aire corrompido y se propaga infiltrándose en los pulmones [y las vísceras], se la suele expulsar no menos con el picor de los olores que con el amargor de las pociones.
3 Así pues, según el número de animales, eliges un local de poca altura y totalmente cerrado y metes en él los animales por separado, o bien los enfermos que deseas curar, o los sanos, que no quieres que se contagien del mal.
Mezclas bien iguales dosis de orégano asnal, asfalto, peucédano, castóreo y opopánaco[56], echas luego en carbones al rojo vivo la cantidad que puedas coger con tres dedos y mantienes la cabeza y la boca de los animales sobre el humo, de forma que el picor de su aroma, entrando hasta el interior por boca y narices, lo llene todo, llegue hasta los pulmones y proporcione curación a los animales.
20Otra composición más fuerte
Existe también otra composición de sahumerios para impedir que entren las enfermedades, más cara ciertamente, pero, a lo que se cree, más eficaz.
Tomas una libra de azufre vivo, una libra de betún de Judea, seis onzas de opopánaco, seis onzas de acanto, una libra de gálbano, media libra de castóreo, seis onzas de cobre no fundido, dos onzas de sal amoniaca[57], tres onzas de sal de Capadocia, tres onzas de cada uno de los siguientes ingredientes: cuerno de ciervo, piedra gagate[58] macho y piedra gagate hembra, dos onzas de piedra hematites[59], una onza de piedra siderita[60] y una de piedra 2 argirite[61], siete ecúleos, es decir, caballitos de mar, siete «colas de mar[62]» y otras tantas «uñas de mar»,[63] tres onzas de «uvas marinas»[64]; de tuétano de ciervo, resina de cedro y pez líquidas, tres onzas de cada uno; siete conchas de sepia, 3 media onza de oro y una silicua[65] de arena de oro. Mezclado y quemado todo esto, sirve de protección con su aroma contra las enfermedades tanto de hombres como de animales, hace huir a los malos espíritus y dicen que aleja el granizo y purifica la atmósfera.
Si no puedes hallar las mencionadas piedras o renuncias a comprarlas por su excesivo precio, los demás ingredientes actúan ya de manera eficaz.
21Principios de la flebotomía
Toda medicina veterinaria y, a decir verdad, también la humana, se equivocará con frecuencia si no conoce de antemano la razón del tratamiento y no sabe pronosticar los riesgos del enfermo. En efecto, la explicación del método de tratamiento adecuado a cada enfermedad procura indudable ayuda. Por ello, conviene exponer con esmero un remedio general para muchos miembros y enfermedades: éste consiste sobre todo en la extracción de sangre, siempre que se recurra a la habilidad de un experto veterinario y se practique de forma racional, según la circunstancia y según las fuerzas y la edad de los animales.
2 Pero, si el médico no conoce los principios de la sangría, no sólo no curará con ella, sino que muy a menudo engendrará peligro para las caballerías. En efecto, como la vida de una y otra clase de seres vivos[66] reside en la sangre, la extracción de ésta en momentos oportunos suele a su vez procurar salud.
3 La razón es la siguiente: la sangre recorre el organismo corrompida por la mala digestión de comidas y líquidos y suele producir malestar y dolor en todo el cuerpo o en alguna de sus partes. En efecto, la contracción de los nervios y la tensión de las venas origina hinchazones e indigestión, y tal estiramiento, por así decirlo, del cuerpo sólo puede relajarse con la extracción de sangre. El único atajo y remedio consiste en hacer salir, junto con la parte viciada de la propia sangre, esa corrupción que daña y, a modo de peste maligna, engendra enfermedad y riesgo.
22Qué normas han de tenerse en cuenta para la extracción de sangre
Por ello la mayoría considera necesario extraer sangre del cuello a las caballerías todos los años en primavera, antes de mandarlos a los pastos, para evitar que la sangre nueva, que se mezcla con la vieja y corrompida, al calentarse por un proceso natural, debilite la salud o engendre peligro.
Sin embargo, los tratadistas antiguos y competentes han prohibido sangrar a los animales sin necesidad, por temor de que, convertida la sangría en hábito, su omisión durante algún tiempo ocasione al punto enfermedad y mala salud en su cuerpo.
Por eso, a los animales de poca edad y sanos es mejor no 2 extraerles sangre de ninguna parte de su cuerpo a excepción del paladar. De éste se podrá sacar sangre regularmente tanto a los de poca edad como a los adultos con el fin de aliviar su cabeza, ojos y cerebro. No es perjudicial practicar la sangría a los animales adultos cuando se les lleva a los pastos.
No obstante, con todos los que hayan de ser sangrados 3 se debe observar esta norma: el día anterior a la operación se les dará comidas más ligeras y en menor cantidad, de forma que gracias al ayuno tengan sosegado el cuerpo, y no revuelto por indigestión.
Colocarás al animal en un suelo llano y luego le atas el cuello con una soga que alguien mantendrá bien apretada sobre las escápulas para que la vena resalte con más claridad. Luego limpias bien esta vena con una pequeña esponja 4 empapada de agua, de forma que resalte aún más. La aprietas hacia abajo también con el pulgar de la mano izquierda, para que no se escape y para que se ponga más abultada e hinchada. A continuación, según el precepto veterinario o la postura del propio animal, clavas en aquélla una lanceta bien aguzada en las piedras de afilar.
5 También tendrás cuidado de no apoyar demasiado fuerte la mano, no sea que le hiendas el cuello y la garganta y le cortes la traquearteria, pues este accidente suele poner en peligro su vida. Después de abrirle la vena, le echas de comer heno o forraje verde para que con el movimiento de las quijadas brote con más fuerza el chorro de sangre.
6 Cuando ha salido ya el humor negro o corrompido y comienza a manar más rojo o puro, al momento retiras la comida al animal y cierras la herida de la vena colocando una grapa. Pones un emplasto en la llaga para que se cierre 7 mejor, aunque algunos utilizan también greda. Luego, colocarás al animal en un recinto oscuro y caliente y le das forraje verde, si es la época, o heno muy suave durante siete días y noches. Le ofreces también agua para que beba si tiene ganas. Es preferible el forraje de trigo, pero, a falta de 8 éste, se lo das de cebada. Recuerda también que el trigo mejor y más útil es el que ha nacido más próximo a la costa, porque logra con más facilidad que se mueva el vientre y hace salir los humores.
9 Tras abrir una vena en cualquier parte del cuerpo, debes recoger con cuidado toda la sangre y, mezclándola con vinagre y aceite u otros medicamentos que exige la teoría, untas bien con ello el cuerpo del animal y sobre todo la parte de la que se ha extraído la sangre y que se considera 10 en mal estado. Pues se sabe que por una especie de virtud natural la propia sangre sirve de medicina y deseca lo viciado cuando se la derrama sobre los miembros enfermos. No conviene olvidarse de este método curativo.
Además, unos días después de la sangría se sacan los 11 animales al sol y se les extrae sangre también del paladar. Se les sangra en la tercera arruga a partir de los dientes caninos. Conviene sujetarles la cabeza bien levantada[67] para detener el flujo de sangre, de forma que en el mismo día tomen alimentos suaves y salvado. En los días siguientes no se les dará la ración íntegra de cebada, sino que han de empezar con dos libras y llegar a la medida habitual con un aumento diario de la cantidad.
A continuación, en un día templado se les lleva al mar o 12 al río, se les lava y enjuga con esmero. También se debe friccionarlos bien al sol con vino y aceite, a fin de que sus cuerpos, al entrar en calor, puedan repeler o aguantar las molestias del enfriamiento.
Tras llevar a cabo estos cuidados, ya es el momento de hacer volver a los caballos de buena raza a sus trabajos de carreras y viajes.
23No se sangrará a los animales castrados
Además, es preciso saber que no conviene sangrar nunca a los animales castrados, porque ya han perdido parte de sus fuerzas con los testículos y se debilitan en exceso con la sangría.
A los asnos nunca se debe extraerles sangre de la vena yugular, ya que por naturaleza tienen menos cantidad de sangre y venas más finas.
24No se sangrará a los sementales
Tampoco es necesario flebotomizar a los caballos sementales, pues gastan parte de sus fuerzas y sangre en el coito. Pero, si se les priva de esta actividad, llegan a quedarse ciegos a menos que se les sangre todos los años en la época de los pastos, porque lo que solían expulsar mediante el coito refluye a los ojos.
25En qué enfermedades y de qué partes del cuerpo se ha de extraer la sangre
Para no dejar ninguna incertidumbre, mostraremos ahora en qué enfermedades y de qué partes se debe extraer la sangre.
A los atacados del máleo, a los que padezcan enfermedades que afecten a todo el cuerpo, así como a los que tienen fiebre, hay que practicarles la sangría en la vena yugular.
2 A los cefalárgicos[68], apiosos[69], locos[70], cardiacos[71], a los que atacados del mal caduco[72], a los frenéticos[73], a los que padecen distensión cerebral[74], a los sideráticos[75] y a los rabiosos[76] [en cualquiera de sus formas], se recomienda rebajarles la sangre de las venas de las orejas. Sin embargo, es mejor extraerla de las dos sienes, al lado derecho e izquierdo, es decir, se busca la vena en la cavidad de las sienes a tres dedos de distancia del ojo, en la parte más baja, y se saca de ambos lados la sangre.
3 A los que tienen sufusión ocular[77] u otras afecciones en los ojos, se les abren, a cuatro dedos más abajo de los ojos, las venas que están situadas por debajo de éstos, las que pasan cerca de sus ángulos inferiores.
A los que tienen inapetencia, hinchazón de los bronquios o de las faringes o tienen caída la cabeza, se les extraerá del paladar la sangre.
A los que tienen afectados los pulmones, el hígado u otros 4 órganos próximos a éstos, hay que sangrarlos del pecho, de las venas situadas a la derecha y a la izquierda, donde se entroncan los brazuelos y se forma un pliegue cuando se dobla el brazo.
A los enfermos de los brazos y a los cretiacos[78], rebájeseles 5 la sangre en los brazuelos: estas venas están situadas en el interior, donde se hallan las centrias[79], es decir, los músculos del brazuelo, seis dedos más arriba de la rodilla, dos o tres dedos más abajo de tales centrias. Ábranse estas venas con la lanceta, pero con cuidado, pinchándolas en el centro, por si se debilita al animal, ya que están entreveradas con los tendones.
A los que padecen de las articulaciones de los pies, si se 6 les ha salido o torcido la cuartilla o ésta tiene tumores acuosos[80] o se presenta algo parecido en las falanges, se debe sacarles sangre de debajo de las cernejas: estas venas están situadas más abajo de los menudillos, tres dedos debajo de las cernejas y tres dedos por encima de la corona del casco. Tales venas deben ser sangradas con extremo cuidado, ya que están entreveradas con los tendones de las cuartillas.
Al cretiaco, incluso si se ha dislocado la cuartilla[81], es mejor extraerle la sangre de las falanges.
26Cómo se sangra a los que «encogen la uña[82]»
Los caballos que tengan una uña extrusicia[83] bien por sufusión en los pies[84] o por vicio[85] (los que, según expresión vulgar, «encogen la uña»), y los que sufren cojera desde hace tiempo, producida por dislocación de la cuartilla, se curan con este tratamiento.
Recortas la uña y todo el casco con el pujavante hasta lo 2 sano, tiendes en el suelo[86] al animal, sujetas su corvejón atándolo fuertemente con una cuerda y cortas a la vez con el escalpelo toda la planta en todo su contorno, de forma que en parte se separe de la corona del casco. Hecho esto, introduces el circuncisorio entre el casco y la planta, y, después de limpiarlo bien, sueltas el corvejón y verás que brota sangre de las venas del calcaño. Cuando haya salido sangre en suficiente cantidad, frotas bien con sal, luego lo impregnas de aceite y vinagre y lo vendas con esmero. Te ocuparás de 3 calzarlo con una sandalia de esparto para que, tras la evacuación de los humores, se recupere el casco.
Este tratamiento sólo debes emplearlo para los pies de uno en uno, de forma que el animal aguante y se mantenga de pie en medio de tantos dolores. Si padece del mismo mal en el otro pie, tiendes en el suelo[87] al animal en el momento que empiece a sostenerse firme sobre el sanado y lo curas con el mismo procedimiento que hemos referido.
4 Si quieres recurrir a la sangría[88] para curar esta clase de dolencias, practicarás esta operación[89]: recortas el casco hasta lo sano y clavas con la lanceta buscando la vena, de forma que pueda brotar la sangre por la planta incisa por la lanceta. También frotas las pezuñas con sal, las curas con aceite y vinagre y compresas, pero solamente una pezuña cada vez, de forma que pueda moverse por sí mismo. A los animales[90] a los que se practica fácilmente la sangría, no se les tiende en tierra[91].
27Sobre los opistotónicos[92], vulsos, los que sufren cólicos, los enfermos de estrofo[93] y los que padecen el muermo subrenal: de dónde se les extraerá sangre
A los opistotónicos y a los enfermos del muermo subrenal, a los vulsos, a los que sufren cólicos y a los que tienen frecuentes dolores de vientre se les extrae de la cola la sangre, aunque se estima que en caso de presentarse dolencias de esta clase es mejor sacar de las vísceras la sangre.
Si quieres extraerla de la cola, lo harás 2 de la siguiente forma. Levanta y echa hacia atrás la cola hasta los lomos. A cuatro dedos del ano, donde no tiene pelos, golpea la cola con alguna tabla de bastante peso hasta que resalte la vena y haz una incisión en ella con la lanceta en la hendidura central de la cola, a cuatro dedos del ano, para que brote un chorro de sangre. Tras el flujo, atas alrededor con un vendaje.
Si prefieres extraer de las vísceras la sangre, clavas la 3 lanceta en el centro de las venas que sobresalen bajo las ingles a derecha e izquierda en cada muslo, pero lo harás con precaución por el contiguo entreveramiento de tendones. Tras el flujo, cubres la herida con greda.
4 Si tuviera laccas en las patas o algún dolor en el muslo[94] o en el corvejón[95], se extraerá la sangre debajo de los corvejones, pues hay unas venas que bajan de las vísceras por el interior de los corvejones. Pinchas con el flebótomo en el centro de éstas por el lateral de través, haciéndolo con precaución por el contiguo entreveramiento de tendones, y tras el flujo atas con un vendaje.
28El método del fuego y del cauterio
En los tratamientos y curas de los animales, los autores han prescrito dos clases de remedios: la detracción de sangre, por la cual se relajan las partes contraídas, y la ustión mediante cauterio, por la cual se contraen las partes relajadas. Como parece que ya ha quedado expuesto con claridad el fundamento de la sangría, también parece obligado dejar patente la utilidad del cauterio, aunque éste sea un tratamiento muy reciente.
2 En efecto, la ustión contrae las partes relajadas, rebaja las hinchazones, deseca lo humedecido, disuelve los humores coagulados, suprime los carcinomas, remedia los dolores crónicos, hace volver a su estado las partes del cuerpo viciadas por cualquier causa, e impide que renazcan las excrescencias anormales una vez eliminadas por la ustión.
3 En efecto, cuando rompes la piel con un hierro candente, toda la materia corrompida se recuece, madura y, derretida gracias al fuego, sale junto con el humor por los orificios realizados: de esa forma se cura la enfermedad y se elimina el dolor. Tras lo cual, una vez cicatrizadas las heridas, esa parte se vuelve más compacta y sólida que antes, y la piel se hace casi irrompible. También es preciso saber que los cauterios con cobre tiene más eficacia curativa que los del hierro.
Si la enfermedad está en la cabeza, se quema en el cuello, 4 y si se trata del mal subrenal, se aplica el fuego en los lomos. A veces se marcan puntos, a veces el hierro al rojo es desplazado en forma de línea, y en menos ocasiones se hacen como pequeñas manos, pues la capacidad y la técnica del veterinario reciben elogios precisamente si no deja afeado al animal al curarlo con el cauterio.
Los cauterios se imprimen con mayor o menor fuerza 5 según los lugares en los que reside la dolencia y según la cualidad de la piel. Hay que tener siempre presente que no se deben quemar en absoluto las fracturas ni las partes desplazadas o dislocadas ni las sacadas de sus sitios, pues se produce una lesión incurable. Es mejor colocarlas de nuevo 6 en sus sitios, reforzarlas bien con vendajes, dejar que se consoliden a favor del proceso natural, y sólo más tarde se acaba tratando esas mismas partes, primero con ungüentos calásticos[96] y malagmas[97] y en último lugar con cáusticos, a la espera de una curación definitiva.
7 Hay que recomendar en especial que los veterinarios no dejen lisiados o desfigurados a los animales por precipitación, al querer curarlos con fuego, ya que primero ha de intentarse el tratamiento con sangrías, pociones, ungüentos, lavativas y otros diferentes medicamentos. Si no tienen eficacia, se emplea el fuego como último recurso.
29Las fiebres y sus remedios
Todas las enfermedades que suelen causar mayor peligro a los équidos y que necesitan tratamientos un tanto difíciles y desconocidos, las incluimos en el libro primero para que resulte más fácil encontrarlas al comienzo de la obra y para que no lleguen a producir aburrimiento en los lectores.
2 A los animales que tengan fiebre conviene ayudarlos cuanto antes, pues se estima que no pueden aguantar el ataque de calentura más de tres días y se mueren si no sanan en ese plazo. Es preciso, pues, explicar primero los síntomas y las causas de esta enfermedad y exponer después sus remedios.
3 Cuando un équido tiene fiebre lleva la cabeza gacha y apenas puede levantarla del suelo, tiene abiertos los ojos y caídos los labios; enseguida presenta un aspecto feo y pesadez de cuerpo, sus testículos, más hinchados, cuelgan muy caídos, sus miembros arden de la elevada calentura, las venas palpitan con fuerte latido, su respiración es más rápida y caliente, tiene tos continua, paso vacilante, aversión a la comida, ganas de beber e insomnio permanente.
4 La causa de esta enfermedad es un esfuerzo y fatiga grandes, si a ellos se suma la falta de cuidados. A veces suele aparecer por el excesivo calor, por una fuerte resfriadura, una indigestión, un repentino enfriamiento del sudor o por la fermentación de cebada recién cosechada.
Su tratamiento habitual es éste: conviene sacarles enseguida 5 sangre de la cara, de las sienes o del paladar, y privarlos por entero de cualquier comida el primer día. Luego convendrá ofrecerles de cuando en cuando un puñado de heno de calidad o de hierba verde, y dejarlos descansar de toda tarea; [incluso] también conviene aislarlo de los demás y hacer que en tiempo templado se ejercite en paseos ligeros y estabularlo en lugares calientes bien tapado. Cuando empiece a estar mejor, ofrécele hierba cortada por menudo; a falta de ésta, se pone a remojo cebada, se maja después de quitarle sus folículos y se le da en forma de tisana en pequeña cantidad, despacio y a menudo.
30De la fatiga que se confunde con las fiebres
Con mucha frecuencia los caballos que han sido obligados a correr por encima de sus fuerzas, o han quedado aplastados por el exceso de carga o agotados de sudar manifiestan síntomas parecidos a los que tienen fiebre. En aquellos casos se presentan estas diferencias: tendrá los ojos algo llorosos y como inyectados de sangre, además respira más rápidamente, rechaza el heno y se sostendrá mejor sobre los pies traseros, pues se resiste un poco a pisar con los delanteros, como si los tuviera desgastados.
31Las fiebres internas
Si la fiebre es interna, el animal tendrá dificultad en dormir, irá empeorando de día en día, a veces tendrá forúnculos en el lomo o en los costados: son síntomas de que está cogido por la enfermedad del máleo, examinada con detalle más arriba.
Debes inyectarle por las narices orina humana o de carnero durante unos días. Después le darás las pociones arriba prescritas para ese mal.
32Si tiene fiebre en otoño
Si el équido comienza a tener fiebre en otoño, al punto le extraerás sangre del cuello o de la tercera arruga del paladar. Luego, mueles en un mortero de madera un sextario de germandrea y sendas onzas de tragacanto y de rosas, lo cribas muy fino, se lo das a beber con hidromiel[98] y aceite y de este modo le harás recuperar la salud.
33Si tiene fiebre en verano
Si comienza a tener fiebre en verano, sudará por todo el cuerpo, estará muy inquieto y con las venas palpitantes, deja caer su miembro hacia el suelo como el que va a orinar y andará torcido. Buscas la vena en el centro del anca a cuatro dedos del ano y sacas de ella sangre. Si no la encuentras, se extrae del cuello.
Le darás en el momento oportuno esta poción: machacas un manojo de verdolaga[99] y le ofrecerás su zumo, mezclado con hidromiel, junto con tragacanto, incienso, jugo de rosas de Campania, un trago de ello no demasiado grande para no enfriar demasiado al animal, ya que, como, por así decirlo, no tiene bazo, también por la debilitación de la sangre está privado de calor.
34Si tiene fiebre en invierno
Si tuviera fiebre en invierno, machaca secos los ingredientes arriba indicados, mézclalos bien y dáselos por la fosa nasal izquierda: sana a continuación.
Dicen que para los atacados de fiebre es útil esta poción: dos onzas y media de maná de incienso[100]; seis onzas de iris de Iliria; una onza de mostaza; bayas de laurel y semillas de apio, una onza de cada ingrediente; se lo darás a beber con vino de pasas.
Después de una sangría de la yugular o del paladar, le 2 darás a beber al animal con fiebre lo siguiente: una libra de hisopo, seis onzas de abrótano[101], un sextario de leche de cabra, un ciato de fécula, tres onzas de aceite de la mejor calidad, un ciato de jugo de parietaria[102]; lo mezclas con lo demás y lo viertes con el cuerno por su garganta: será un remedio saludable.
Otra poción más: mezclas al tiempo un sextario de leche, 3 dos ciatos de aceite, un escrúpulo de azafrán, dos escrúpulos de mirra, un cucharada llena de semillas de apio y se lo das por medio del cuerno.
En invierno debes darle a beber harina de trigo con agua tibia, en verano harina de cebada con agua fría. Si al animal febril no le baja la hinchazón de los ijares, se debe quemar con el cauterio esas partes y curar las quemaduras.
4 Otra poción más: tomas una hemina de leche de cabra, un ciato de fécula, cuatro huevos, un ciato de aceite, jugo de parietaria y se lo das a beber diariamente hasta que sane.
5 Ungüento con que se darán masajes a los animales con fiebre: tomas una libra y media de rosas, una libra de aceite añejo, tres heminas de vinagre, una libra y media de aceite de alheña[103], seis onzas de semilla de verdolaga y de almendras amargas, una cantidad suficiente de menta o de ruda, lo majas y mezclas, y, después de templarlo, lo usas friccionando con fuerza a contrapelo durante mucho tiempo. Tras masajear al animal y cubrirlo con mantas, lo retiras a un local templado.
6 Otra poción más para cuando tenga fiebre en invierno: una onza de genciana; aristoloquia, hisopo, ajenjo y abrótano, una onza de cada ingrediente; seis onzas de higos, tres onzas de semilla de apio; pones a cocer con agua en una olla un buen manojo de ruda hasta reducirlo a la tercera parte y cuando veas que empieza a ennegrecer, ya está cocido. Mezclas una hemina de esto con los anteriores ingredientes y se lo viertes en la garganta con el cuerno.
35Si tiene fiebre por indigestión o hartazgo
Si algún équido tuviere fiebre por indigestión o hartazgo, respirará por las narices y hará palpitar con frecuencia los ijares, tendrá el aliento muy caliente y fétido y curvará fácilmente el espinazo, pues el que tiene fiebre por resfriamiento está rígido, ya que el calor relaja los miembros y el frío los contrae.
Pues bien, al que tiene fiebre por hartazgo se le saca del cuello abundante sangre y se le frotan las narices con aceite 2 para que estornude con frecuencia. También, si el animal febril tiene el vientre duro, se extraerá el estiércol introduciendo la mano por el ano; que se abstenga de comida y reciba a intervalos una cantidad muy pequeña de bebida y, tras untarlo con el medicamento indicado arriba y darle fricciones mucho tiempo, estará tapado en un lugar caliente durante tres o cuatro horas, luego se le sacará a pasear, pero bien abrigado.
36Si tiene fiebre por herida en la boca o la garganta
Cuando la fiebre nace de una herida o absceso supurante en la boca o garganta, es preciso extraer sangre de las sienes y también del paladar. Conviene sacar sangre con moderación también de las quijadas, del cuello y en último término de cualquier sitio que el animal febril tenga enfermo.
Si rechaza totalmente la comida, viertes en su garganta harina mezclada con agua a modo de engrudo. Haz también bolas de pasta con vino de pasas, de tamaño normal, y las repartes de siete en siete con aceite para que pueda alimentarse.
Finalmente, es útil realizar la extracción de sangre al animal febril, en cualquier punto, con tal de que se haga con moderación y teniendo en cuenta sus fuerzas, pues del mismo modo que extraer en grado razonable ese humor causa alivio, quitarlo en cantidad excesiva enerva y produce agitación.
37Sobre el reventón, es decir, sobre el excesivo cansancio
El reventón, tratándose de animales, es el nombre de un padecimiento del que nacen diferentes clases de dolencias, y se llama así porque sobreviene a consecuencia del maltrato, del trabajo penoso, o al violentarlos. En efecto, siempre que no se pone interés en reconfortar al animal cuando está agotado de una marcha o de correr demasiado o del excesivo peso de las cargas, o siempre que se lo obliga a aguantar la sed en verano y el frío en invierno, o al menos si pasa hambre o se le causa daño con cebada nueva o heno de la peor calidad y se dejan pasar algunos días sin ocuparse de curarlo: en estos casos la estructura de todo el cuerpo y la organización de las vísceras se descomponen por el maltrato y el agotamiento.
38Enfermedades que nacen de un reventón
De un reventón nacen estas clases de enfermedades. El resfriamiento produce opistotónicos, gotosos y «tísicos»[104]. La insolación engendra pesadez, fiebre, locura, dolor de cabeza. El sudor provoca hinchazón en las patas, sufusión en los pies, fiebre, espasmos[105] y tos.
2 También esta enfermedad se manfiesta con total evidencia por el humor que fluye de las narices. Pues, cuando aquél procede del cerebro o de la cabeza, hay gran cantidad de moco abundante y espeso, pero si es de resfriamiento fluirá un humor poco consistente, acuoso y frío: esto produce enfermos de coriago[106], de tétano y de tos.
En las inflamaciones de amígdalas[107], ganglios[108] y bronquios 3 habrá un humor blanco y viscoso, que viene a parar en inapetencia, obstrucción de la faringe y angina[109].
Del pulmón fluye un humor espeso, sanguinolento y de mal olor, de color amarillento: ello hace enfermos de pulmonía[110], vomicosos[111], ortopnoicos[112] y «tísicos».
4 La enfermedad del máleo produce un humor abundante, espeso y amarillento: ello da en romadizo[113], «flujo ático»[114] y suspirio articular[115].
Del hígado fluye un humor oscuro, verde y corrompido, no muy espeso ni maloliente: esto produce enfermos de consunción[116], hidropesía y calentura.
5 Hemos detallado los síntomas y las causas de las enfermedades para que el ignorante no caiga en errores perjudiciales y para que la claridad de los conocimientos ayude a curar más facilmente.
Absirto nos ha transmitido estos remedios contra los reventones. Dice que si el caballo llega extenuado de un viaje, sus ojos se le hunden o giran, exhala cada poco un hálito caliente, jadea, tendrá las orejas y el resto del cuerpo tiesos.
Su tratamiento consiste en darle poca cebada y no mucho 6 heno. Se le preparará esta poción: hisopo, abrótano, una onza de cada uno, seis onzas de mejorana, una libra de alholvas, dos libras de linaza; todo esto, molido y cribado, lo echas en una olla limpia con seis sextarios de agua, añades nueve higos partidos en dos y, cuando esté cocido y reducido 7 a la mitad, lo majas todo y lo licúas. Además, añades a lo anterior tres sextarios de vino añejo de la mejor calidad, una hemina de miel, una dracma de mostaza picada, lo hierves todo de nuevo y le das de ello una poción caliente durante muchos días, que suele ayudar de maravilla.
Si del esfuerzo de la marcha tal vez se produce sufusión 8 en los pies, guárdate de extraerle sangre en caliente y hazle la sangría ya reposado. Después le vendrá bien esta poción: dos dracmas de incienso macho, una libra de hojas de cabrahígo, veinticinco granos de mostaza, tres onzas de levadura, un cuarto de dracma de azafrán; todo bien molido, lo divides en tres partes y con agua y vino se lo das a beber tres días al équido después que haya reposado[117]. En invierno, 9 le enjuagas la boca con agua tibia, en verano con fría; si anda demasiado lento [o no] derecho, le pones sobre los cascos salvado y resina caliente, no sólo una vez, sino bastantes, hasta que ande derecho.
Si estos remedios no son eficaces, lo marcas a fuego y le abres las uñas con la lanceta de forma que brote una cantidad suficiente de sangre; luego, curas las heridas con el medicamento «traumático».
Famax, por su parte, ha señalado estos síntomas en el 10 animal extenuado: sentirá pesadez en todo el cuerpo y tendrá las patas traseras como atadas. Debes aplicarle fomentos de agua y vinagre y de menta en las narices y en toda la cara, darle a comer pan y vino y le ofreces lechugas o grama bien lavada y cortada.
A continuación, le darás esta poción: jugo de tisana, vino 11 de pasas, huevos, aceite de rosas; todo ello mezclado a la vez, se lo das tres días, de modo que la primera comida sea cebada perlada y seca.
Debe advertirse bien que al équido enfermo de reventón no se le practicará la sangría cuando tiene aún las venas calientes, pues enseguida se produce contracción y parálisis muscular.
12 Conviene mojar sus brazos y rodillas con vino caliente y aceite templado, friccionarle entre muchos todo su cuerpo durante largo tiempo, colocarlo en un recinto templado y proporcionarle cama blanda de boñiga seca o de paja.
A los agotados no conviene sangrarlos de la parte trasera, no sea que queden completamente sin fuerzas. Y si se les hinchan las venas en las patas y están llenas de humor, la sangre se extraerá de las cuartillas.
39De las diferentes enfermedades del vientre
En los órganos internos de los animales suelen presentarse enfermedades no menos numerosas y desconocidas que en los del hombre, como que, a decir verdad, somos casi iguales y semejantes en todo. En efecto, sólo aventajamos a los animales en el espíritu, porque somos racionales, pero la naturaleza del cuerpo es la misma, sobre todo en las dolencias.
2 Los veterinarios inexpertos piensan que el dolor de vientre en los équidos se cura fácilmente, porque es supina su ignorancia, y al mal causado por flatulencias o constipación lo llaman «retortijones de tripas» y «cólicos», que tratan de curar con ensalmos, al estilo de las vejezuelas, o con alguna especie de remedio natural.
3 Cuando los équidos empiezan a sentir algún dolor interno, enseguida se tiran al suelo y se revuelcan, y el mal se cree que está sólo en el vientre, siendo muchas y difíciles las enfermedades que provocan dolor y revolcones tales. Y si no se aplica en cada una la medicina adecuada según las diferentes causas, no podrá restablecerse la salud. Sólo podrá curar con eficacia quien conozca los síntomas y las razones de las enfermedades internas.
40Del acualículo, es decir, del estómago
En primer lugar, el órgano ventral denominado acualículo ejerce su dominio sobre todo el cuerpo: en su cavidad se mezclan la comida y la bebida y quedan fundidos por el calor natural durante la digestión; luego, separa y distribuye los humores: una parte de ellos los transforma en sangre para alimentación de los miembros, otra la disuelve en orines y otra la aparta para excrementos.
Pero si estas partes las ha dañado un resfriamiento duradero, 2 necesariamente se originan dolor de intestinos y una digestión corrompida. En efecto, una parte del humor se coagula por el frío y se espesa en el epigastrio[118] y en las partes de los intestinos que van del acualículo al intestino denominado tiflon-énteron[119], se detiene y se queda adherido en ellas: a través de éste pasa un humor muy corrompido al intestino que en latín se llama yeyuno[120], y con su acción obstructora no permite a la comida bajar en la forma habitual hasta las partes inferiores. De ello se produce [además torsión de intestinos], hinchazón y dolor de vientre con grave riesgo: esta enfermedad se llama en griego enfragma[121] y en latín praeoccupatio (obstrucción).
41El colon y el dolor cólico[122]
Se produce también otra causa de dolor muy agresiva, llamada en griego cordapsos[123], cuando los intestinos quedan ocluidos al tratar de salir el aire [o el gas] de las vísceras y se entrelazan hasta tal punto que los animales a veces se ven obligados a vomitar el agua, la comida y los excrementos.
Además, debido a las lesiones causadas por el resfriamiento, los intestinos, a semejanza de lo que ocurre en el hombre, se ven atacados también de dolor de cólico, que hace que los animales se revuelquen sin parar y con gran furia hasta que revientan: esto ya es incurable y por tanto se mueren.
42Cura del intestino grueso y del íleo[124]
Otras dolencias nacen también del enfriamiento de esta clase de humor. Cuando éste ocluye los intestinos más gruesos y comienza a retener en sus pliegues las heces e impide que bajen hasta la extremidad del longanón[125] —se llama longanón el intestino por el que se expulsan las heces—, entonces el aire condensado aun por la propia oclusión aumenta dentro de las vísceras, se enfurece y aviva dolores agudos y retortijones; por ello los animales se tiran al suelo, se revuelcan, estiran las patas y cocean. Mas, de tanto revolverse por su intolerancia al dolor, 2 crecen los gases y mezclados con las heces bajan a los intestinos; pero no revienta el animal como en el caso anterior.
Esta dolencia se llama íleos[126] porque los intestinos, al ser desplazados de su sitio, toman forma como de espirales, y es peligrosa si no la tratas con rapidez.
Se emplearán los remedios siguientes: fomentas los riñones 3 del animal con agua caliente durante mucho tiempo, aplicas sobre ellos a menudo heno con agua caliente para que penetre más su vapor, luego lo limpias bien con mantas de cerdas, mezclas aceite añejo, pez líquida y aceite de laurel, lo calientas y le das masaje durante mucho tiempo, untas bien sus testículos y le instillas en las orejas el linimento caliente.
No se dejará de frotarlo hasta que empiece a sudar y a 4 expulsar los gases, lo cual hace concebir esperanzas de curación. Lo pones en lugar caliente y lo cubres bien con mantas, dándole luego diariamente esta poción: cincuenta granos de pimienta; de perejil, lo que cogen cuatro dedos; otro tanto de comino de Alejandría, otro tanto también de comino africano; semilla de apio, mirra, nébeda[127], germandrea a partes iguales, con lo cual conviene que mezcles nitro en cantidad equivalente a la mitad del total. Todo ello bien molido, se lo darás con vino caliente y aceite a partes iguales 5 y con una cantidad suficiente de miel. Esta poción calienta y suelta el vientre.
Si ese remedio tarda demasiado en aliviarlo, aplicas cataplasmas de saquitos de salvado muy caliente sobre el dorso entero del animal y sobre los riñones.
6 Le darás también clisteres de agua caliente y aceite mezclados con sal, miel, afronitro y huevos: asi se afloja el vientre y son expulsados tanto excrementos como gases. Si no tienes clister, cueces sal bien molida y miel, haces unos supositorios largos y duros y los metes bien adentro en el ano. Esto arrastra fuera todo el humor inmundo que ocluye dentro y conduce hasta la curación. Y no hay otra cosa más eficaz para aliviarlo.
43Causas y remedios del estrofo
A algunos animales se les presenta a menudo el dolor de vientre llamado estrofo, que nace de esta manera: a veces el sudor de los animales, que brota muy abundante por la carrera o la labor excesivas, se queda en las entrañas dentro de la contextura abdominal provocando punzadas y dolores internos. Cuando el cuerpo del animal cesa por completo de trabajar y vueve a quedarse frío, cesa también el dolor; pero cuando empieza a calentarse por el trabajo, aparece de nuevo aquél.
2 Se denomina estrofo porque se revuelca de continuo y tras levantarse patea el suelo y a veces parece como que intenta comer o, estando tumbado, aparenta descansar un poco y, levantándose, se lanza a andar muy rápido. Pero, al revolcarse de continuo por ese dolor, él mismo se acrecienta los gases internos y contrae timpanitis[128], que provoca rotura del omento y va seguida de riesgo mortal inminente.
Si quieres eliminar para siempre esta dolencia, debes 3 hacerle una paracentesis de la forma siguiente: a cuatro dedos debajo del ombligo frente al pene, en la zona central del vientre, clavas la lanceta hasta abrir no sólo la piel sino también el peritoneo —se denomina peritoneo la membrana que contiene todos los intestinos—. Pero la abertura del peritoneo debes hacerla de tamaño mesurado y con gran cuidado, no sea que dañes los intestinos y ocasiones un peligro inminente. Después de sacar la lanceta, introduces la sonda 4 centetal[129] que suelen llevar los veterinarios, perforada con muchos y pequeños agujeros, por la que fluye afuera el humor: lo tomas en una vasija y verás que es claro, parecido a orina. Sacas no menos de un sextario.
Este remedio curará también a aquellos animales que 5 están pasmados o delgados por un persistente reventón; a éstos les debes espolvorear en la cebada nitro bien molido, que purga todos los humores muy ácidos y las inmundicias del cuerpo.
A los enfermos de estrofo les darás durante muchos días la poción indicada arriba. También debes untarles bien sus lomos y todo el cuerpo con ácopo[130] termántico y haces que les den fricciones entre muchas personas durante algunos días.
Por último, les aplicas un cáustico a sus lomos y a continuación los haces volver al trabajo.
44Las lombrices, «cosos», «tinéolas» o piojos[131]
Producen un dolor inaguantable en los intestinos las lombrices, los gusanos y las tinéolas, que otros denominan «piojos», pues roen por dentro el coagular[132] y el acualículo y producen úlceras: por esta enfermedad los animales adelgazan, les entra coriago, tienen fiebre y se mueren muy pronto.
El síntoma de este mal es que aparece en el ano un humor semejante a un haba cocida: es el pus de las heridas que han causado en el interior aquellos bichos.
2 En esta enfermedad sufren dolores más vivos los animales que están en ayunas, pues cuando no tienen comida dentro, más son consumidos sus órganos vitales por los gusanos.
Estos enfermos no están hinchados y, sin embargo, se revuelcan de dolor, se tiran de espaldas y meten la cabeza entre las patas señalando el punto de su dolor, dan la impresión de que rascan con los dientes los ijares, roen a veces los lomos y frotan la cola contra las paredes.
Cuando empiecen a mostrar tales síntomas y a gritar a menudo, es decir, a relinchar con fuerza, debes entender que ya tienen cerca la muerte.
Para estos enfermos se emplea el tratamiento siguiente: 3 cueces a la vez dos sextarios de aceite amargo, hecho de olivas verdes[133], y un manojo de ajenjo del Ponto; mezclas además sendas onzas de semillas de mastuerzo, santónico[134], coriandro y rábano, una onza de tierra roja de Sínope del Ponto[135] y media libra de alholvas. Tras echar todo esto en el aceite y cocerlo, lo dejas reposar en él y le das por medio del cuerno una hemina de este aceite y media de agua tibia, porque la eficacia de las medicinas y la suavidad del aceite mata en el interior tales bichos y los expulsa fuera. Si toma durante muchos días esta poción 4 mezclada con nitro molido y con castóreo, hace salir del cuerpo a todas las lombrices, gusanos y tinéolas, los expulsa con las heces y restablece la salud.
Otra poción para lombrices, tinéolas y «cosos»: tres onzas 5 de santónico, ajenjo del Ponto, harina de altramuces sin cocer, semilla de mastuerzo, raeduras de asta de ciervo, semilla de rábano, tres bolas de sinópide del Ponto, tres onzas de harina de yeros, tres sextarios de vino áspero, un sextario de aceite de Hispania, una onza de opopánaco, una hemina de grana de coriandro. Todo esto bien molido lo cueces y les das en ayunas una hemina diaria.
45Clisteres contra las lombrices y tinéolas
Pero como los propios bichos destructores muchas veces se trasladan al coagular, y la poción administrada por la boca casi nunca llega a los lugares donde ellos se encuentran, por eso también se han de aplicar clisteres por el ano: un sextario y medio de 2 vinagre muy fuerte, otro tanto de aceite de oliva verde, una onza y media de opopánaco, tres onzas de centáurea, tres onzas de ajenjo del Ponto, tres onzas de santónico, tres onzas de harina de altramuces sin cocer, tres de harina de algarrobas, tres onzas de semilla de rábano y de semilla de coriandro, tres onzas de nitro molido, tres onzas de raíces de alcaparra majadas. Todo esto lo cueces con aceite y vinagre y le inyectas al animal por el ano con el clister durante tres días un sextario bien caliente cada día.
3 Recuerda que siempre que le des una poción por la boca se debe sujetar al animal de cara a una pendiente, para que baje a los intestinos más fácilmente lo que toma. En cambio, siempre que le apliques un clister, has de colocar la cabeza del animal en hondonada y girar sus ancas hacia el terreno más alto para que llegue a los intestinos lo que le inyectas con el clister.
Después de la poción, se mantiene al animal mucho tiempo en tales lugares para que los perniciosos bichos internos mueran ahogados o salgan afuera más fácilmente.
4 Poción especial para los «cosos»: cueces una raíz de cardo ajonjero[136] con agua hasta que se reduzca a una tercera parte, lo mezclas con dos onzas de opopánaco y una hemina de vino y se lo introduces con el cuerno por la fosa nasal izquierda.
5 Otra para lombrices. Tuestas semillas de coriandro, las que caben en una mano, igualmente machacas bien otro tanto de semillas de mastuerzo y le haces tragar ambas drogas con agua tibia durante tres días.
[Medicina para el dolor de la matriz: echas en una olla áloe hepático[137], resina de lentisco, castóreo, bayas de laurel, goma amónica[138] junto con vino y miel, y, hervido, lo trituras y se lo das a beber.]
46De los caballos que padecen cálculos
Si un caballo tiene cálculos, mostrará estos síntomas: se retuerce, gime, se estira con intención de orinar, su pene destila unas gotas y deja salir un poco de orina, pero no puede mear del todo. Y de esto sufre diariamente. Esta clase de enfermedad se presenta por lo general en edades tempranas.
La reconocerás de esta forma: metes los dedos en el 2 interior y palpas con ellos desde el cuello de la vejiga, bajo el ano mismo, hacia el perineo y encontrarás allí un cálculo.
Esta enfermedad es de difícil curación. Pues a veces de tanto esfuerzo por orinar se rompe la vejiga cerca del ano, expulsa por éste la orina y evacua una especie de agua. Metes los dedos por el orificio que ha hecho en el longanón y la propia vejiga, arrancas el cálculo con un gancho[139] y lo curas con clisteres cicatrizantes, es decir, que aglutinen, para que tales orificios se curen.
Les darás a beber una poción diurética. Pero es difícil la cura de esta enfermedad, porque los que sufren su ataque se mueren retorcidos de dolores por la destrucción de la vejiga.
47El enfragma[140]
Siempre que veas revolcarse un caballo por cualquier causa, untas tu mano de aceite e impregnas bien con ello su ano. Después de esto alargas la mano hasta el interior del longanón y, si notas que éste se abre en forma de clíbano[141], debes entender que padece estrofo. Retira de inmediato las heces poco a poco hacia el ano; tras sacarlas, pronto observarás que el animal puede sanar del todo.
2 Pero si, al introducir la mano, hallas una oclusión del longanón y una pequeña cantidad de heces, es decir, dos o tres cagajones, y que el longanón está también estrangulado, por donde apenas entra la mano, debes entender que padece enfragma y que corre peligro. Por ello, hay que curar sus riñones con los medicamentos arriba mencionados y aplicar un clister que relaje, elimine y cure la irritación intestinal.
48Del íleo
Si introduces la mano y al palpar notas todo el vientre como un tambor, es señal de que padece íleo y que enseguida corre peligro. Por ello, hay que friccionarlo con ungüentos calientes enérgicamente y durante largo tiempo. Si empieza a expulsar gases, entonces comienza a haber esperanza de vida.
49El dolor de estómago
Igualmente, si metes la mano y encuentras que el longanón está muy abierto y no tiene muchos excrementos, es señal de que está enfermo el estómago, es decir, el acualículo.
El animal suele sentir pronto alivio si recibe enseguida las pociones antes descritas y es friccionado cuidadosamente con un ungüento caliente. Si tardas en curarlo, difícilmente saldrá de la enfermedad, pues suele convertirse en cordapso.
50El dolor de cólico
Si metes la mano y hallas que el longanón igualmente está abierto y sin hinchazón alguna, si ves que el animal no se revuelca con frecuencia sino que se tumba cada poco sobre el lado derecho y como si se estirara a veces con intención de orinar, y si hallas en el intestino un gran endurecimiento semejante al de una calabaza, debes saber que el animal está sufriendo dolor de cólico. Y cuanto más duro encuentres el intestino, más días está padeciendo el ataque.
Por esta dolencia rara vez corren peligro y la sufren dos 2 o tres días o, como máximo, cinco. Cuanto más blanda encuentres esa parte, con mayor rapidez se calmará el dolor, pues ya entonces hallarás algunos excrementos en el longanón. Será eficaz el tratamiento si tras un clister o poción defeca gran cantidad de excrementos: en ese caso, el intestino, que se había endurecido y estaba hinchado por el cólico, al punto recuperará la salud y no se dejará notar.
51El dolor de vejiga
Si se produce inversión de la vejiga[142] al correr, con frecuencia aparece un dolor sin hinchazón, efecto de una carrera demasiado larga y dura. Introduces la mano en su ano hundiéndola hacia el pene y allí encontrarás su vejiga llena de orina, la atraes suavemente desde la parte derecha hacia arriba y desde la izquierda hacia el ano y provocas la micción hasta que orine: se librará de un peligro del que los animales difícilmente escapan.
52Tratamiento para retirar a mano los «cosos» y las lombrices
Hay otros que sufren a menudo dolores de vientre sin hinchazón alguna, no se revuelcan con violencia, sino que parece como si desafiaran a correr, alguna vez se tiran al suelo y se roen los ijares, como si los rascaran.
Si tienen esta clase de dolor, metes la mano en el longanón y, palpando bien su contorno interior por todos los rincones, encontrarás que están agarrados a un lado y otro racimos de gusanos y que agujerean el intestino. Esta enfermedad produce un dolor no exento de riesgos.
2 Arranca los gusanos con los dedos, aunque no se dejan arrancar fácilmente, y al momento se te agarran a la mano de forma que te cuesta despegarlos.
Cuando padecen esta enfermedad, muchos animales frotan con frecuencia la cola contra las paredes por las mordeduras de los gusanos. Debes eliminar por completo éstos del longanón y dar al animal durante muchos días la poción contra las lombrices. De este modo eliminarás todos los gusanos que denominamos «cosos» y tinéolas.
3 Igualmente, a los que tienen lombrices en el vientre conviene curarlos de esta forma: se debe friccionar los lomos, toda la espina dorsal y el dorso mismo con pez líquida y aceite caliente hasta que sientan mucho calor con las friegas; llenas también de aceite sus orejas y ano y untas bien su vientre y sus testículos.
4 Le metes por el ano sal molida mezclada con miel cocida y, después que haya tomado alguna poción, harás que el animal se ejercite en frecuentes paseos.
Si no se calma con este tratamiento, le aplicarás clisteres de agua caliente, afronitro y sal. Además, colocas sobre sus lomos y dorso pequeños sacos llenos de salvado caliente y renuevas estas aplicaciones de calor hasta que expulse gases. Le darás las pociones antes mencionadas y clisteres, para librarlo de todo peligro.
53De los que han sufrido «síncope», es decir, desfallecimiento
Si un animal ha sufrido «síncope», los síntomas son éstos: anda más torpemente, como trabado por una sufusión. Pero entre los enfermos de sufusión y los de «síncope» existe la diferencia de que los primeros, aunque levantan los pies del suelo muy despacio, flexionan las patas y suelen andar, en cambio los que sufren «síncope» tienen todo el cuerpo trabado y rígido, e incluso cuando se tumban, caen con todo el peso del cuerpo y no sin quejidos.
Estos animales siempre tienen fiebre, les repugna la comida 2 y la bebida y prefieren estar tumbados: cuando quieren levantarse, intentan ponerse de pie de golpe, pero, como les duelen todos los miembros, se levantan muy despacio.
Esta enfermedad proviene de un gran esfuerzo, de una 3 carrera demasiado dura o de unas cargas demasiado pesadas, ya que el sudor, muy abundante cuando tienen extenuados los músculos, quebranta sus miembros, y de esto se engendra el «síncope», es decir, el agotamiento.
He aquí el tratamiento de esta enfermedad: le aplicarás fomentos de agua caliente con flor de heno en el espinazo, brazos y lomos, y cuando esté calentado, lo secas limpiándolo con cuidado, luego lo untas entero con vino y aceite caliente y lo frotas durante mucho tiempo; a continuación, después de taparlo, lo encierras en lugares calientes y le pones cama muy blanda para que duerma.
4 Tras hacer esto durante tres días, lo reanimarás con esta poción: dos onzas de mirra, cuatro de tragacanto, cuatro dracmas de azafrán, una onza de meliloto, una libra de consuelda mayor[143], una libra de incienso macho: todo esto bien cribado lo reduces a polvo y le das de ello en poción dos cucharadas con una hemina de agua caliente, dos cucharadas de miel y dos ciatos de aceite de rosas durante muchos días hasta que sane. Esta poción es buena también para los vulsos y para los que sufren contracción[144] muscular.
54De los que echan sangre por las narices
Con frecuencia tras una carrera muy dura la sangre ataca a las caballerías y sale por sus narices: en tal caso es difícil detenerla porque se han roto las venas por el esfuerzo y el calor, y exige un tratamiento muy rápido.
Viertes, pues, por las narices del animal expuesto a este peligro jugo de coriandro verde o, a falta de éste, jugo de puerro de cortar[145], mezclas una dracma de harina de trigo, un dracma de incienso molido, una onza de consuelda mayor y una y media de fécula, lo divides en tres partes, lo disuelves en vino tinto y, vertiéndolo por sus narices, detendrás la sangre.
55De la corrupción de la sangre
Que el animal está enfermo de la sangre lo manifiestan estos síntomas: sus ojos están hinchados, tiene fríos el cuerpo y el cuello, se suma a ello tristeza e inapetencia, y difícilmente se tumba a descansar.
Su tratamiento debe ser éste: se le suprimirán la comida y la bebida y se le permitirá dormir mucho tiempo en cama blanda, luego se ha de extraerle de la yugular sangre en cantidad razonable, y no faltará el tratamiento con pociones.
[Así pues, tomas jugo de coriandro verde o, a falta de 2 éste, de puerro de cortar], se añade una mixtura a dosis iguales de germandrea, centáurea morada y nitro. Tras machacar y cribar estos ingredientes, se le hará tragar diariamente una cucharada de ellos en una hemina de agua tibia. Esta poción limpia los humores y la sangre y cura otras enfermedades que amenazan al animal.
56Qué cuidados hay que aplicar para que los animales se mantengan sanos
Hemos expuesto ordenadamente al comienzo de esta obra los tratamientos poco conocidos y difíciles, pasando a continuación al resto. Pero creemos necesario mostrar los medios para preservar intacto el buen estado de las caballerías. Es mejor, en efecto, aplicarse a proteger la salud que administrar remedios contra las enfermedades.
Así pues, un amo diligente entrará a menudo en su cuadra 2 y ante todo se ocupará de que el entarimado para la cama se eleve sobre pilotes, y que no esté hecho de maderas blandas, como a menudo sucede por ignorancia o descuido, sino con un ensamblado de roble vivaz, duro y sólido, pues esta clase de madera pone duros como la piedra los cascos de los caballos.
3 El canal para recoger los orines debe tener un conducto de evacuación para evitar que al desbordarse la orina llegue a tocar los pies de las caballerías. La denominada patena, es decir, la artesa para echarles la cebada, debe estar siempre limpia, no sea que se mezcle alguna basura con los alimentos 4 y se estropeen. Estos pesebres hay que separarlos en pequeños compartimentos hechos de mármol, piedra o madera, para que cada caballería coma toda su ración de cebada sin que otra se la robe. Pues entre estos animales, los hay que son muy voraces y después que han engullido con rapidez su ración se apoderan de la del vecino, mientras que otros por inapetencia natural comen despacio y, si no reciben la comida por separado, adelgazan porque se lo roban 5 los de al lado. El cañizo, llamado vulgarmente occa, debe ser proporcionado a la estatura de los caballos, ni demasiado alto, para que no les sea incómodo estirar el cuello, ni demasiado bajo, para que no contusione sus ojos y cabeza.
6 Conviene que al establo le entre mucha luz, para evitar que, habituados a la oscuridad, al sacarlos al sol se queden ciegos o disminuya la agudeza de su vista. En verano se dará aire libre a las caballerías día y noche en campo raso; en invierno, las cuadras deben estar templadas mejor que calientes, 7 pues el calor excesivo, aunque hace engordar a los animales y parece que los reanima, sin embargo produce indigestión y les hace mucho daño. En efecto, además de que el propio calor produce en las caballerías diferentes clases de males, si se les hace salir a un frío al que no están habituados, al instante contraen enfermedad por el cambio de temperatura.
8 Se ha de procurar sobre todo que, si a los animales les echas de comer heno, paja o manojos de arvejas, según la costumbre del país o la abundancia de tales piensos, éstos han de darse en buen estado, bienolientes y limpios. Con la cebada se tendrá el mismo cuidado: que no esté llena de polvo o de piedras, enmohecida, estropeada porque ya es vieja o, eso sí, que no haya sido traída recientemente de las eras y esté muy caliente por ser nueva.
También hay que proporcionarles agua limpia y fría, de 9 manantial y corriente, pues todo lo que en la bebida es dañino tiene el mismo efecto que los jugos venenosos.
Dos veces al día los animales han de recibir friegas en 10 todo el cuerpo de manos de muchas personas. Esta atención los enseña a ser mansos y además, al dilatarles la piel, favorece el aumento de grasa. Es conveniente darles la cebada no en una ración ni en dos, sino en varias, pues todo lo que toman poco a poco lo digieren como es debido, en cambio lo que comen de una vez y en cantidad excesiva lo dejan pasar con los excrementos entero y sin digerir.
Conviene que cerca de la cuadra haya un espacio cubierto 11 de estiércol seco y de paja blanda, en el que puedan revolcarse los animales antes de ir a beber. Este ejercicio es provechoso para la salud y además indica principio de enfermedad, pues siempre que un animal no se revuelca como suele o se niega por completo a tumbarse, debes entender que está enfermo de disgusto, y por ello hay que aislarlo y curarlo. Para esta labor es también muy útil montar a los 12 animales a menudo y con moderación, pues la impericia del guía mengua la elegancia de su andar y debilita su carácter. Estos defectos los produce sobre todo la impaciencia de los esclavos, que en ausencia de sus amos incitan demasiado a correr a los caballos y los golpean no sólo con látigos sino también con las espuelas, cuando desean probar la velocidad entre los de casa o compiten contra los ajenos con terca obstinación y ni los retiran de la carrera de tiempo en tiempo ni los refrenan. En efecto, no piensan en el perjuicio causado al amo, más bien se alegran de que lo sufra. Un propietario[146] 13 diligente ha de reprimir con extrema severidad esa conducta y encomendar sus animales a personas idóneas, sensatas y que sepan tratarlos.
14 También conviene lavarles la cara después de sudar, con agua y vinagre en el calor del estío, y con salmuera en invierno. También se deberá hacerle tragar con el cuerno vino y aceite, frescos en verano, calentados en invierno, mezclando con un sextario de vino tres onzas de aceite en invierno y en verano sólo dos.
15 Tampoco ha de faltar el tratamiento con pociones adecuadas. En efecto, se les preservará fácilmente de la debilidad, la escualidez, la tos y los dolores internos si les haces tragar cada poco tiempo con un hemina de vino de la mejor calidad media onza de azufre vivo y tres escrúpulos de mirra, reducidos a polvo y mezclados con un huevo crudo.
16 Existe también otra poción más cara pero más eficaz contra todos los males, que repone con rapidez y, tras purgar por dentro, cura todas las enfermedades: la tos crónica, a los «tísicos», a los vulsos, y todas las lesiones en los órganos 17 internos. Tomas un sextario de tisana de cebada, una hemina de linaza, una hemina de alholvas, una onza de azafrán, un codillo de jamón o el intestino grueso de un cerdo bien cebado o, a falta de estos ingredientes de cerdo, una cabeza de cabrito sin piel, con las pezuñas del mismo animal y la ristra de intestinos delgados limpia, dos manojos de hisopo, quince caracoles de la misma especie, quince bulbos[147], veinte higos partidos en dos, un manojo de ruda, un sextario de bayas de laurel cuando están verdes, veinte dátiles, tres cabezas de ajos, seis onzas de sebo de cabra y un manojo de poleo ácapno[148].
Tras limpiar estos ingredientes y machacarlos con suavidad, 18 los cueces en agua de cisterna hasta que el codillo de jamón mencionado o la cabeza de cabrito se reblandezcan y se separen de los huesos: para esto echas a menudo agua a fin de que no se queme, sino que al hervir forme un caldo sustancioso. Después lo pasas con sumo cuidado por el colador, 19 luego divides en tres partes una onza de tragacanto, y cuando vayas a utilizar una de ellas en una poción la pones el día anterior en agua caliente para que se hinche, luego añades tres sextarios de vino de pasas y durante tres días le das al animal un sextario diario, seis huevos, esto es, dos cada día, aceite de rosas en la cantidad que cabe en seis cáscaras de huevo, tres onzas de mantequilla, una cada día, tres onzas de ajo de la Galia, tres onzas de fécula, media libra de polvo cuadrigario[149] y media libra de harina de habas. Todo 20 esto lo mezclas y, según se ha dicho, lo divides para tres días en partes iguales, se lo das en poción al animal en ayunas y le haces andar durante algunas horas, manteniéndolo sin comer ni beber hasta las 13 horas.
No se consigue que los animales consumidos por la delgadez 21 recobren las fuerzas si no es con un diligente celo. En efecto, se les unta al sol todo el cuerpo con aceite añejo y vino mezclados y calentados, y entre muchos les dan friegas a contrapelo para que se ablanden sus músculos, se suavice la piel y brote el sudor. Tras hacer esto y cubrirles todo el cuerpo, se les pondrá sobre una plataforma templada.
22 Y si es invierno, conviene hacerle tragar vino aromatizado calentado junto con media onza de semilla de apio molida y tres onzas de aceite. Si es verano, se le hará tomar de la misma forma por la boca ajenjo o vino preparado con rosas, fresco, con cuatro escrúpulos de azafrán y dos onzas de aceite. A falta de aquéllos, es bueno darle simplemente vino normal con el resto.
23 Además, si es invierno, mezclas con cuatro modios de cebada estos ingredientes: ocho sextarios de habas, cuatro sextarios de trigo, un sextario de yeros, ocho sextarios de garbanzos, cuatro sextarios de alholvas, y, si el caballo tiene calidad o el amo recursos, un sextario de uvas pasas y un 24 sextario de piñones. Tras mezclar bien todo esto, el día anterior debes echar a remojo un modio de ello en agua muy limpia y dejarlo secar un poco durante la mañana, luego, durante muchos días y en el lugar más adecuado, le darás al caballo medio modio antes de la comida y otro medio al atardecer.
Se hará que permanezca en la cuadra durante veintiún 25 días de forma que no salga de ella para beber. Si el engorde ha sido excesivo, se le extraerá sangre de la vena yugular para que no le haga daño la repleción. Además, recoge con cuidado las raíces de grama que suele arrancar el arado, todas las que puedas: tras lavarlas, las cortas por menudo, las mezclas con cebada, y no dudes en dárselas cada día.
26 En verano, excepto yeros, dénsele sucesivamente todas las especies de forraje que arriba indicamos y en proporción a la cantidad allí expresada, es decir, más y mayores los manojos de cebada verde y más pequeños y en menor número los de trigo, garbanzo o alholvas. Todo esto conviene 27 dárselo mezclado. Se tendrá mucho cuidado de no privar a las caballerías de la libertad de orinar durante los transportes o viajes muy largos, acción que por lo general se retrasa no sin peligro. También hay que lavar con cuidado sus pezuñas después del viaje, para que no quede nada de barro o de basuras en las articulaciones de los pies y en las cuartillas. También hay que frotarlos con un ungüento con el que puedan 28 nutrirse los cascos, de forma que gracias al medicamento crezca de nuevo un poco lo desgastado por la dureza del camino. Tomas para ello tres cabezas de ajo, un manojo 29 de ruda verde, seis onzas de alumbre molido y cribado, dos libras de manteca de cerdo, un puñado bien lleno de boñiga reciente de asno. Tras mezclarlo y cocerlo en casa cuando te parezca oportuno, lo usarás en los viajes a la caída de la tarde.
Otro medicamento que nutre y fortalece las pezuñas. 30 Tomas tres libras de pez líquida, una libra de ajenjo, nueve cabezas de ajos, una libra de manteca de cerdo, una libra y media de aceite añejo, un sextario de vinagre bien fuerte. Lo mueles, mezclas y cueces todo y con ello frotas las cuartillas o las pezuñas de los animales.
Cada mes, en luna menguante, se les extraerá sangre del 31 paladar: haciendo esto, si tienen dolor de cabeza, se les alivia y la repugnancia a la comida desaparece. Conviene limpiar con un instrumento de hierro las herraduras[150] y las ranillas[151] de los animales manchados de orines, lo cual hace que los cascos respiren, los refresca y pone más fuertes.
32 Si el animal se ha enfriado dentro de casa o fuera, se le frotarán los lomos y la cabeza con ungüentos bien calientes, que existen en abundancia, y conviene hacerle tragar enseguida pociones con las drogas y plantas que más virtud calorífica tienen, para vencer y expulsar el daño del enfriamiento. Pues, si ese frío pernicioso pennanece en las entrañas, produce diferentes y peligrosas enfermedades.
33 Si el animal está sofocado por el calor durante los días de la canícula, hay que bañarlo con agua fría o meterlo en el mar o en el río y reanimarlo también con pociones frías, de forma que el mal producido por el esfuerzo o el calor lo venga a aliviar una medicina adecuada.
34 Pero en los caballos hay que tener en cuenta no sólo su utilidad sino también su belleza. Por eso nunca se debe cortarles las cernejas, a no ser que lo exija la necesidad de una dolencia. Pues en ellas la propia naturaleza ha puesto el adorno natural de sus pies. También se ha de embellecer su cerviz mediante un corte de crines esmerado. Pues muchos rapan demasiado el cuello a las caballerías, tanto a las de tiro 35 como a las de silla. Aunque se crea que este procedimiento hace crecer las crines, sin embargo resulta feo para un jinete de rango. Otros las cortan tratando de darles la forma de un arco. Algunos, imitando a los armenios, dejan unos pocos mechones en línea. Pero la formas más graciosas son las importadas de los persas, que después se han puesto de moda. En efecto, se corta con todo el esmero posible la mitad de la crin de la parte izquierda y se deja totalmente intacta la de la parte derecha. Y no sé cómo, el hecho 36 es que les sienta muy bien, porque imita aquello que canta de forma natural Virgilio: densa es su crin y ondea y cae sobre el brazo diestro[152] si un caballo fuera bícome[153], según expresión del vulgo, hay que raparle por igual las cerdas centrales del cuello, dejando intacta una hilera continua de crin tanto en la zona derecha como en la izquierda. Pero es sabido que esto lo inventaron los partos, que también 37 utilizan una técnica de refinar el paso de los caballos para gran deleite de sus amos. En efecto, no les recargan las patas con aros o pesas para que aprendan a andar tolutim[154], sino que incluso a los caballos llamados vulgarmente trepidarios y en la jerga militar totonarios[155] los doman tratando de que ofrezcan la suavidad y, por así decirlo, delicadeza en su monta, hasta el punto de que parecen semejantes a los asturcones[156]. Pues bien, en un terreno seco y llano, de cincuenta 38 pasos de largo y cinco de ancho, se vacían cestas llenas de greda distribuyéndola en filas, a semejanza del estadio, cuyo suelo se prepara con surcos que lo hacen escabroso y presenta dificultades a los que disputan la corona de la velocidad. Cuando un caballo empieza a hacer muchos ejercicios en un terreno así dispuesto, forzosamente choca contra tales surcos tanto con sus cascos delanteros como con los traseros y, a veces, o se cae o tropieza de tal forma que parece que se cae; tras lo cual, acordándose del daño sufrido, levanta más las patas y ofrece una monta más cómoda mediante una inflexión de las rodillas y de los corvejones. 39 Además, ensaya pasos cortos para poner los cascos entre los surcos, pues si trata de darlos más amplios, se choca contra los montones. Y, al andar el caballo a pasos cortos, hace su monta más placentera y parece más elegante su paso.
También aquí dejamos consignadas por escrito las pociones de invierno y de verano que sirven para mantenerlos siempre con salud o para curarlos de enfermedades agudas.
57Poción para el verano
Cuando ha hecho un calor abrasador, es útil para los animales esta poción, que los hidrata y refresca: echas una onza de azafrán en vino añejo y tres onzas de tragacanto en agua caliente, les añades un manojo de puerro virgen[157], un manojo de apio verde, una hemina de jugo de verdolaga, tres sextarios de leche de cabra, siete huevos, una libra de aceite rosado, tres onzas de miel, un sextario de vino de pasas, y una cantidad suficiente de vino añejo. Mezclado y machacado bien todo esto, darás a tragar con el cuerno a los animales un sextario diario durante tres días.
Otra poción refrescante: tomas un sextario de vino añejo, 2 una libra y media de aceite, tres huevos, un ciato de jugo de coriandro, un ciato de jugo de lechuga, lo mezclas bien y lo divides en tres partes para dárselo durante tres días a los animales abrasados por el calor como medicina saludable. Pero, en el momento que vayas a dar esta poción debes añadir por cada animal una hemina de agua fría y recién cogida.
58Poción para el invierno
En invierno se les da también esta poción: tres sextarios de vino añejo, media libra de aceite, una onza de pimienta, cuatro onzas de ruda verde, tres onzas de perifollo verde o de su grana, tres onzas de tragacanto, tres onzas de semilla de hinojo, una onza de bayas de laurel, seis onzas de miel, huevos cuantos quieras y vino de pasas en la cantidad que se necesite.
59Poción para el otoño y la primavera
En la primavera y el otoño se les dará esta poción: tomas media onza de costo, una onza de cañafístula, media onza de nardo céltico[158], media onza de perejil, media onza de betónica, media onza de regaliz, media onza de sagapeno, media onza de nardo de la India[159], media onza de saxífraga y también la misma cantidad de eupatorio, meliloto e iris de Iliria; de centáurea, genciana y aristoloquia larga, una onza de cada una; de amomo[160] y aristoloquia redonda, media onza de cada una; media onza de esquenanto; de ásaro y de áloe, media onza de cada una; una onza de mirra; de raíz de pánace, de dragontea, media onza de cada una; una onza de azafrán, seis onzas de tragacanto, una onza de castóreo, dos manojos de ajenjo del Ponto. Se cree que todos estas drogas, reducidas a polvo y mezcladas con vino excelente, son suficientes para doce animales durante tres días.
60Poción indispensable en todo tiempo
Otra poción que se da en todo tiempo: tomas hojas de costo, meliloto, hisopo, iris de Iliria, aristoloquia, mejorana, mirra troglodítica, ásaro, dragontea, centáurea, tallo de junco, marrubio, genciana y nardo céltico. Lo mezclas a partes iguales y, tras reducirlo a polvo, lo cribas. Pero si quieres dar una poción de verano, añades una cantidad suficiente de azafrán, miel y tragacanto. Si vas a hacer una de invierno, añades una cantidad suficiente de pimienta, semilla de apio y semilla de mostaza. En ambas estaciones, se mezcla con un sextario de vino bueno una cucharada llena y se vierte por la garganta de los animales.
61De la dificultad de orinar
Sobre las dificultades para orinar tendremos que hablar mucho en su momento, pero es conveniente que conozcas ahora un remedio para los viajes, natural y siempre a mano.
Mezclas con vino barro hecho con la orina de cualquier caballo; tras colarlo, se lo viertes por las narices e inmediatamente lo hace orinar. Machacas ajo y se lo metes por el ano y también por el pene, por donde ha de orinar: enseguida evacuará la orina.
Si le das también en poción polvo de incienso mezclado 2 con huevo y vino, añadiendo jugo de apio y de coles, hará que evacue la orina. Cueces acelgas[161] y malvas hasta reducirlas a la tercera parte, mezclas con miel el agua caliente de aquéllas, hasta medio sextario, se lo haces tragar y será eficaz para la micción. Metes también en su oreja una chinche viva y frotas otra contra el pene, en la abertura por donde orina: es un remedio seguro y muy fácil de hacer.
62Sobre el estrofo
Con la intención de prestar ayuda en los accidentes de los viajes, de entre los muchos remedios que se ofrecen, seleccionamos unos pocos, pero bien patentes.
En efecto, con frecuencia ataca a los animales el dolor de vientre cuando van montados o con carga, hasta el punto de que se revuelcan y se tumban. Conviene hacerles ingerir con vino caliente semilla de ruda silvestre o de huerta, a falta de aquélla, bien molida. Además, cueces en agua acelgas hasta reducirlas a la tercera parte, mezclas bien este caldo con nitro molido, añades una hemina de aceite y, calentado un poco, se lo introduces con el clister en el intestino, después de colocar al animal en pendiente para que esta inyección pase a los intestinos.
Si no tienes acelgas, haces pequeñas bolas con miel cocida 2 y una tercera parte de sal molida, preparas con ellas supositorios del tamaño de un huevo y, colocado el animal como antes, en pendiente, introduces en su intestino cinco, siete o nueve supositorios; después de esto, se relaja el vientre y se mitigará el dolor.
Igualmente, es de tradición como remedio natural y que cura enseguida al animal que sufre dolor de vientre atar a su ombligo la concha de un caracol no tocada por mano sucia, tierra o diente.
63De la curación del dorso
Con mucha frecuencia la albarda o la silla lastiman el dorso de los animales, por descuido de quien lo ensilla o por el peso excesivo de la carga. A veces es inevitable que en los viajes ocurra esto, pero si es reciente la inflamación, se ablanda de esta manera: cueces en agua hirviendo tallos de cebollas o éstas mismas, y los aplicas sobre la inflamación todo lo calientes que pueda aguantarlos la piel, y luego los sujetas con vendas: en una noche desaparece la hinchazón. Además, mezclas con aceite sal molida, le añades una yema de huevo y frotas las partes que han empezado a hincharse: la irritación así rebajada se secará.
64De la muy probada poción diapente
Quien se preocupa de la salud de los animales, debe tener disponible en casa o en los viajes, preparada de antemano, la poción descrita más arriba[162], que por su número de ingredientes ha recibido el nombre griego de diapente: genciana, aristoloquia, mirra, bayas de laurel y raeduras de marfil, en idéntico peso y bien machacadas y mezcladas. Es conveniente tenerla preparada de antemano ya sea en casa o durante los viajes. Cada vez que veas triste al animal o con el pelo erizado o que está atacado por algún mal contagioso, al punto debes hacerle tragar una cucharada llena del mencionado polvo con un sextario de vino excelente, repitiendo esta poción durante tres días, incluso cuando el caballo ya esté trabajando, para que tenga eficacia contra el veneno interno: es un remedio probado. Al que tiene tos se la darás con una hemina de vino de pasas, y al punto sentirá mejoría.
Si este libro, al que ya hemos de poner fin, no ha ofendido 2 los oídos de nuestros lectores, ofreceremos al público en un nuevo volumen los remedios contra las enfermedades de los animales, seleccionados de todos los autores. Comenzaremos por los que se refieren a la cabeza hasta llegar a los de los pies, para que en la secuencia de las acciones curativas se mantenga el orden dado por la naturaleza y para evitar que una obra confusa y en disonancia con la sucesión de los miembros de los animales confunda o retarde a quien intente buscar algún tratamiento.