Introducción
INTRODUCCIÓN
No hay grandeza sin bondad, humildad y verdad.
Lev Tolstói
Considerada por muchos eruditos como la mejor novela de la historia, Guerra y Paz es un referente de la literatura universal que en pleno siglo XXI sigue conmoviendo tanto como en su primer año de publicación. Con las guerras napoleónicas de trasfondo, esta obra infinita nos habla de unas batallas aún mayores: los combates internos del ser humano entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre la belleza y la destrucción, sin nunca olvidar las profundas luchas por el amor… ese amor que parece que todo lo cura y que puede dar felicidad al hombre hasta en los momentos más insospechados.
Le parecía tan increíble aquella felicidad que, si se materializaba, no podía suceder nada más. Todo terminaba. Veía así en cada palabra y movimiento alusiones a su propia felicidad…
Pero, ¿dónde radica la clave, qué hace que Guerra y Paz sea posiblemente la mejor novela jamás escrita? Como diría Tolstói, a través del narrador omnisciente que siempre nos acompaña en este viaje, “no hay grandeza sin bondad, humildad y verdad”. Porque Guerra y Paz es un libro ambicioso. Sí. Lo es. Quizá hasta atrevidamente ambicioso. Es ambicioso incluso como amplio y exhaustivo documento de narración histórica, aunque también como símbolo pictórico de esa amalgama de personajes dispares que, en el fondo, parece que representen todas y cada una de las personas que habitan dentro de nosotros mismos. Pero repito, ¿dónde está la clave que hace de Guerra y Paz una gigantesca obra maestra? Sin duda la hallaremos en su bondad, en su humildad… en toda la verdad que contiene desde su primera palabra hasta la última. La verdad de un Tolstói que, abriendo su corazón de par en par, quiso legarnos a la humanidad todo lo aprendido a lo largo de una vida no exenta de aventuras, mas centrada en la meditación sobre la misma. Es por eso que podríamos considerar Guerra y Paz como unas memorias finales de un autor que, tiene la necesidad de legar una serie de estudiadas reflexiones, por, y para, el bien de una humanidad que deriva sin rumbo fijo. Una humanidad que guerrea sin cesar desde el origen de los tiempos, simple y llanamente porque no entiende que la felicidad no es “tener” ni “abarcar” para sentirse “seguro” y “completo”, sino más bien “dar” y “hacer” en pro de un bien común que pueda obrar el milagro de que crezcamos todos de forma solidaria en la alegría de vivir.
Sea benévolo y amable. Encienda los corazones con el fuego de la virtud, comparta su dicha con el prójimo y que la envidia jamás perturbe esa felicidad pura. Perdone a su enemigo y no se vengue salvo haciéndole bien. Si cumple la ley suprema, hallará el camino de la antigua grandeza que usted ha perdido.
LA GUERRA…
La guerra es una metáfora dentro de esta obra, es un elemento que representa el lado más oscuro del ser humano, lo más perverso que pueden hacer las personas con tal de conseguir sus fines. Sin embargo, Tolstói aprovecha dicha metáfora para abrirnos los ojos ante las injusticias sociales, ante la hipocresía de la aristocracia —atiborrada de bailes y carcajadas, mientras miles de personas perecen en los campos de batalla— o ante la enorme pobreza de los altos gobernantes que dirigen el mundo, pues «quien tiene dinero tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen». Pobreza que empobrece, si no sus cuentas bancarias, sí el espíritu de una humanidad que empieza a dejar de serlo.
El objetivo de la guerra es el asesinato, sus métodos son el espionaje, la traición y su eco…, la ruina de los habitantes de un país, saquearles para sostener a los ejércitos, el engaño y la mentira que son llamados arte militar.
LA PAZ…
Guerra y Paz habla tanto de paz como de guerra, embarcándonos en la epopeya de Pierre Bezúkhov, héroe romántico, a través del cual reviviremos nuestras propias luchas internas. Si la guerra era una metáfora de nuestra propia oscuridad y la pelea que desplegamos contra nosotros mismos, la paz se revela como la salvación a todo mal y se vislumbra mediante un cambio sincero y personal, no como un cambio exterior, sino como un cambio intrínseco de proporciones incalculables que nos evolucionará hacia el ser feliz que siempre quisimos ser.
Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.
LA FELICIDAD…
¿Dónde está, pues, la felicidad del hombre? ¿Dónde encontrarla? En la revolución… Pero no en la revolución exterior, ya que esa clase de batalla solo deja cadáveres a su paso; en la revolución interior… En descubrirnos a nosotros mismos como los dos frentes que luchan, los dos eternos temas que hacen de Guerra y Paz una novela eterna: el amor y el mal. Nosotros somos ambos, y ambos son ese reflejo que llamamos realidad. Nuestras pasiones y conflictos espirituales no son más que un motor que nos empuja al movimiento, a crecer como personas, es un dios disfrazado de diablo que nos obliga a buscar el equilibrio constantemente con el fin de que evolucionemos como seres vivos, como sociedad y como humanidad.
Cuando nos apartan de nuestro camino, creemos que todo está perdido, cuando solo entonces comienza lo nuevo y lo bueno…
Este es, en definitiva, el legado de Lev Tolstói, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Al menos eso es lo que yo interpreto al leer las líneas de su magistral Guerra y Paz. En esta novela entreveo ese camino que el genial autor ruso comenta, ese camino iniciático que nos llevará a una lucha en lo más profundo de nuestro ser con el fin de que este mundo sea cada día un poquito mejor. Esta novela habla de usted, querido lector, y de cómo transformándose en mejor persona, su mundo, nuestro mundo, se convierte en un lugar mejor para todos.
Concentre toda la atención en usted mismo; contenga sus sentimientos y no busque la felicidad en las pasiones, sino en su corazón. La fuente de la felicidad no está fuera, sino dentro de nosotros…
Espero, con sinceridad, que la lectura de esta imponente novela le transforme a usted hacia algo superior, le haga reflexionar sobre su existencia, sobre el mundo en el que sueña, ríe, sufre y llora, y todo ello le anime a viajar a su interior y empiece a valorar muy seriamente las cosas que son realmente importantes. Estoy convencido de que ese viaje le llevará a la paz, al amor, a la felicidad por la que siempre ha luchado…
Raül Pere