Investigación sobre los animales

Notas

Notas

[1] Cf. G. E. R. LLOYD, Early Greek Science: Thales to Aristotle, Londres, 1970, cap. 8, págs. 99-124. <<

[2] Como observa G. E. R. LLOYD, en «Aristotle’s Zoology and his Metaphysics», citando los artículos de Kullmann, Pellegrin, Preus, Gotthelf, Lennox y Furth que hemos recogido en la nota bibliográfica, el interés por la problemática y metodología de sus escritos biológicos y zoológicos en relación a sus tesis y concepciones lógicas y metafísicas ha aumentado mucho entre los estudiosos de su obra en estos últimos años. (Cf. D. DEVEREUX y P. PELLEGRIN, eds., Biologie, Logique et Métaphysique chez Aristote, París, 1990.) <<

[3] Cf. I. DÜRING, Aristóteles (Aristotele, trad. it., Milán, 1976, págs. 591 y ss.), y P. PELLEGRIN, La classification des animaux chez Aristote. Statut de la biologie et unité de l’aristotelisme, París, 1982, en su conjunto. Tanto Lloyd, Vegetti, como P. Louis y Pellegrin, han analizado esas críticas a la dicotomía platónica —sobre todo en De partibus animalium— unidas a la problemática de la clasificación de las especies en la obra aristotélica (cf. M. VEGETTI, Los orígenes de la racionalidad científica, Barcelona, 1981, págs. 43 y ss.). <<

[4] Cf., por ejemplo, W. JAEGER, Aristotle. Fundamentals of the History of his Development, Oxford, 1962, págs. 337 y ss.; G. E. R. LLOYD, Aristotle. The Growth and Structure of his Thought, Cambridge, 1968, págs. 69 y ss.; I. DÜRING, Aristotele (cito las páginas por la traducción italiana, como en nota anterior), págs. 579 y ss. Es significativo que este texto, como las críticas a la clasificación platónica mediante la diaíresis, se hallen en el De partibus, que avanza en la reflexión metódica notablemente respecto a la Historia animalium, compuesta algunos años antes. <<

[5] La orientación teleológica de la naturaleza está impregnada de platonismo, como han destacado todos los estudiosos de estos textos. En el mismo sentido, véase, como un comentario más, lo que señala J. MOREAU, a propósito de la naturaleza vista por Aristóteles como una potencia artesanal o artística, en Aristóteles y su escuela, Buenos Aires, 1972, págs. 103 y ss., en el capítulo titulado «La naturaleza y el arte». <<

[6] Es muy plástica esa calificación de Aristóteles como «secretario o escribiente de la Naturaleza», que encontramos en EUSEBIO, Praeparatio evangélica XV 809c, y que I. DÜRING cita muy justamente (ob. cit., pág. 579, nota 41). La frase merece ser recordada: (Aristóteles) tês phýseos grammateùs én, tòn kálamon apobréchon eis noûn, «era el secretario de la Naturaleza, mojando su pluma en la inteligencia». <<

[7] La sentencia de que «la naturaleza no hace nada en vano», tèn phýsin methèn máten poieî, se encuentra en Sobre la marcha de los animales, 708a9, y 704b12-18. <<

[8] LLOYD, Aristotle, ya cit., pág. 93. <<

[9] Por influencia de la tesis de W. Jaeger sobre el desarrollo de Aristóteles como un alejamiento del idealismo platónico y un progresivo realismo y empirismo, algunos estudiosos han querido señalar su interés por la biología y la zoología como una etapa posterior de su evolución intelectual. Todavía el libro de J. ALSINA, Aristóteles. De la filosofía a la ciencia, Barcelona, 1986, está guiado por ese esquema. No hay, sin embargo, datos firmes en su biografía intelectual que permitan tal aserto, ni fue nunca el Estagirita un científico puro (en sentido moderno) que relegara sus tesis lógicas y metafísicas. Lo admirable y característico de su pensamiento es, justamente, ese ajuste entre la observación empírica y la teorización más abstracta, entre la descripción y la búsqueda de causas guiada por la teoría y la reflexión. <<

[10] Cf. los libros citados de Lloyd, Düring, Pellegrin, etc. <<

[11] Tanto Acerca del alma como los Tratados breves de Historia Natural están traducidos, anotados y con buenas introducciones —de T. CALVO Y A. BERNABÉ, respectivamente— en esta colección (B. C. G., 14 y 107). <<

[12] Además de esos dos textos, es probable que hayamos perdido un tratado botánico de Aristóteles, un Perì phytôn o Sobre las plantas (que todavía parece conocer ATENEO, que la cita en XIV 625a), y que estaría en la misma línea de la Investigación sobre las plantas de su discípulo Teofrasto. Sobre la Historia de las plantas de Teofrasto, que muestra el interés del gran discípulo y colaborador de Aristóteles por estos estudios, véase la traducción de J. M. Díaz Regañón (B. C. G., 112, Madrid, 1988). <<

[13] Aristóteles cita en una veintena de ocasiones esas Anatomaí. Sus ilustraciones podían muchas veces servir para aclarar algunos pasos del tratado Investigación de los animales o de otros. Es, desde luego, una pérdida lamentable la de este útil repertorio de figuras y esquemas, como muy bien señala M. VEGETTI, en su «Introducción» a la versión italiana de la obra. <<

[14] Cf. I. DÜRING, ob. cit.; P. LOUIS y M. VEGETTI, en las introducciones a sus versiones respectivas. <<

[15] Cf. F. MÜLLER, «De historiae vocabuli notione», Mnemosyne, 54 (1926), 234-257; P. LOUIS, «Le mot ἱστορία chez Aristote», Revue de Philosophie 29 (1955), 39-44. Aristóteles emplea muchas veces —en otros textos— el término historia en singular o en plural (historíai) para referirse a sus trabajos y reflexiones en este campo. Sólo en un pasaje de la Historia animalium (en 491a6-14), utiliza el vocablo, con un sentido más bien amplio. Como señala M. VEGETTI (ob. cit., pág. 87), la mayoría de las fuentes peripatéticas se refieren a nuestro tratado con el título de Perì zóon, que, sin lugar a dudas, era suficiente para identificar la obra. En singular o plural el término historia subraya la actividad personal del investigador, sea historiador o naturalista, en la conquista de su saber y en la exposición de sus conocimientos. En un sentido moderno de la palabra, los animales y sus especies carecen de historia (al menos en la visión predarvinista de Aristóteles). <<

[16] Para una visión crítica de estos problemas de composición pueden verse las páginas dedicadas a ellos en las introducciones de P. LOUIS, A. L. PECK y M. VEGETTI, a sus traducciones de la obra. El carácter singular del libro X está bien estudiado desde hace mucho. Cf. G. RUDBEKG, Zum sogennanten zehnten Buche des aristotelischen Tiergeschichte, Upsala-Leipzig, 1911. <<

[17] Cf. I. DÜRING, ob. cit., págs. 569-572. <<

[18] El análisis de la estructura de la obra es muy similar en los comentaristas actuales. Con todo, caben algunas variaciones respecto de la apreciación de la mayor o menor contribución aristotélica en algún libro, como en este libro VII, al que M. Vegetti, por ejemplo, concede mayor crédito que I. Düring.

Son siempre muy interesantes los renvíos de un texto a otro que hace Aristóteles, y sus avances programáticos, con la promesa de tratar más adelante este u otro tema. No es enteramente singular que deje sin cumplir esas promesas. <<

[19] I. DÜRING, ob. cit., pág. 589. <<

[20] Cf. la Introducción de D. LANZA y M. VEGETTI a Opere biologiche di Aristotele, Turín, 1971, págs. 30 y ss., e I. DÜRING, ob. cit., págs. 572 y ss. <<

[21] Sobre todos estos puntos resulta excelente por su precisión y extensa consideración actual el libro de P. PELLEGRIN, La classification des animaux chez Aristote, París, 1982. <<

[22] Las observaciones sobre esos topónimos que D’Arcy Thompson hizo en 1910 fueron luego ampliadas por H. D. P. Lee y recogidas por P. Louis y otros. (Cf. P. LOUIS, «Sur la chronologie des oeuvres d’Aristote», Bull. Ass. G. Budé (1948), 91-95.) Se citan en la Hist. Anim. 102 localidades distintas; 38 son lugares del NO de Asia Menor, y unos 15 corresponden a la zona de la Tróade y Lesbos. El mar vecino a Pirra, junto a Mitilene, está citado 6 veces. En cambio, el De Partibus —con sus cuatro libros— contiene tan sólo 5 topónimos. El contraste es muy significativo. Naturalmente durante su estancia en Lesbos, en los años 346-43, Aristóteles, en compañía de Teofrasto, pudo recoger materiales e informaciones que utilizaría también más tarde. <<

[23] Véase el libro de S. BYL, Recherches sur les grands traités biologiques d’Aristote: sources écrites et préjugés, Bruselas, 1980. Ha habido notorias diferencias en la apreciación del peso de lo sacado de sus lecturas y la propia observación del Estagirita. Deben evitarse los extremos en el juicio. Como en otros campos, Aristóteles trata de aprovechar todos los conocimientos y aportaciones, pero los integra de modo crítico. Ni le interesa especialmente la originalidad ni es respetuoso en todo con el legado anterior. Lo incorpora críticamente a su propia investigación. Por otro lado, la noticia de que su discípulo Alejandro le hubiera procurado abundancia de informaciones para aumentar sus datos no pasa de ser, como dice Düring, «una fábula helenística». <<

[24] M. VEGETTI, ob. cit., pág. 79. <<

[25] M. VEGETTI, ob. cit., págs. 84-86. <<

[26] M. VEGETTI, ob. cit., págs. 85-86. <<

[27] Véanse, por ej., los trabajos de P. Pellegrin y los de G. E. R. Lloyd citados en la Bibliografía. <<

[28] Otras nociones, como las de télos y anánke, hýle y eîdos o morphé, etc., forman parte de ese mismo instrumental teórico de claro origen filosófico. <<

[29] Esa diaíresis por oposiciones binarias (posesión o ausencia de un trazo) se combina con una jerarquización de los seres, una escalonada disposición o scala naturae, que va desde los seres superiores y más complejos a los más simples y de funciones más elementales, como los insectos o los zoófitos. En Sobre la generación de los animales encontramos las más claras referencias a esa ordenación jerárquica mediante la que Aristóteles obtiene una visión de conjunto sobre el entero mundo orgánico. (Cf. I. DÜRING, ob. cit., págs. 594-96.) <<

[30] Cf. W. D. ROSS, Aristóteles, trad. esp., Buenos Aires, 1957, pág. 171. Con alguna variante, cf. J. ALSINA, Aristóteles…, cit., págs. 90 y ss. <<

[31] M. VEGETTI, Los orígenes de la racionalidad científica, págs. 42 y ss.; P. PELLEGRIN, La classification des animaux chez Aristote. <<

[32] W. D. ROSS, ob. cit., pág. 166. Este antiguo estudio de Ross, en las veinte páginas que dedica a la zoología aristotélica, es todavía un buen resumen sobre sus aciertos y errores. <<

[33] Además de su ya mencionada confianza en el lenguaje corriente y su renuncia a crear una terminología científica en este campo. Cf. J.-M. LE BLOND, Aristote philosophe de la vie. Le livre premier du Traité sur les parties des animaux, París, 1945, págs, 14 y ss. <<

[34] Como señala muy justamente I. DÜRING, ob. cit., pág. 585. <<

[35] Cf. M. VEGETTI, Los orígenes de la racionalidad científica, ya citado, y los últimos trabajos de G. E. R. Lloyd. <<

[36] Cf. I. DÜRING, ob. cit., págs. 604-608, y el libro de P. MANULI y M. VEGETTI, Cuore, sangue e cervello, Milán, 1977. Para su relación con las teorías sustentadas por los médicos hipocráticos y la evolución de la teoría sobre la circulación de la sangre, puede verse el libro de C. R. S. HARRIS, The Heart and the Vascular System in Ancient Greek Medicine. From Alcmaeon to Galen, Oxford, 1973. <<

[37] Sobre el tema de la aportación de uno y otro sexo en la reproducción humana según las teorías antiguas, el estudio ya clásico es el de E. LESKY, Die Zeugungs-und Vererbungslehren der Antike und ihr Nachwirken, Wiesbaden, 1951. <<

[38] La Historia de los animales de Claudio Eliano está traducida y prologada por J. M. Díaz Regañón en esta misma serie, en dos volúmenes (Madrid, 1984, B. C. G., núms. 66 y 67). <<

[39] Sobre la problemática del texto y la influencia posterior remito a las páginas oportunas en las introducciones de P. Louis, A. L. Peck, y M. Vegetti. <<

[1] En la terminología de Aristóteles las partes homogéneas (en el original homoiomere) son los tejidos tales como la carne, los huesos y la sangre; las no homogéneas (anomoiomere), los órganos del cuerpo, como el ojo, la mano, etc. El autor trata más ampliamente de esta distinción en el tratado De partibus animalium II 1-2, 646a y ss. (en adelante anotado por P. A.). <<

[2] El griego thorax no tiene el sentido de nuestra palabra tórax, ya que es la cavidad entera del torso y no solamente el pecho; es la cavidad que va del cuello a los órganos sexuales. Cf. PLATÓN, Timeo 69e. <<

[3] La terminología de Aristóteles está desprovista, la mayoría de las veces, de rigor, pues si bien en el presente pasaje el autor distingue genos y eîos (el primer término corresponde a nuestras clase, orden, familia y género, y el segundo a la especie propiamente dicha y a sus variedades), en cambio, con frecuencia Aristóteles emplea estos conceptos como sinónimos para significar las escalas más bajas de la clasificación. Véase D. M. BALME, «Genos and eidos in Aristotle’s biology», Classical Quartely, 12 (1962), 81-88. También, P. PELLEGRIN, La classification des animaux chez Aristote, París, Les Belles Lettres, 1982, passim. <<

[4] La noción de analogía es definida en P. A. I 5, 645b: «Entiendo por analogía el hecho de que ciertos animales tienen pulmones mientras que otros no los poseen, sino que éstos tienen otros órganos que hacen las veces del pulmón de los primeros». <<

[5] Ichor designa todo tipo de suero, pero más particularmente el suero de la sangre. Así, P. A. II 4, 651a17: «El suero es la parte acuosa de la sangre». Cf. PLATÓN, Timeo 83a; B. ZANINI, «Ichor, il sangre degli dei», Orpheus IV (1983), 355-363. <<

[6] Phlegma designa un humor frío y viscoso o pus. Cf. PLATÓN, Timeo 82e, y ARISTÓTELES, P. A. IV 2, 677b8. <<

[7] A. L. PECK (Aristotle, Historia animalium, I, Londres, Heinemann, 1979, pág. 6) considera este paréntesis como una glosa, y lo mismo hace VEGETTI, Opere Biologiche di Aristotele, Turín, 1971, pág. 131, n. 13. <<

[8] Este animal llamado latax es parecido al castor y a la nutria. El mismo Aristóteles nos da luego más indicaciones (VIII 5, 594b32), y su descripción coincide con la rata de agua. <<

[9] Otros autores (como por ejemplo, D’Arcy W. Thompson y Tricot) traducen por lagartija acuática. <<

[10] Anteriormente en I 1, 487a19-23. <<

[11] Mosca grande parecida al tábano. Así lo traduce D’Arcy W. Thompson, gadfly. Las larvas citadas son las del culex mulio, tipo de mosquito de la familia de los culícidos. <<

[12] Especie de zoofito. En P. A. IV 5, nos dice Aristóteles que se parece a las esponjas. <<

[13] Así los gusanos de tierra con su movimiento contráctil. Cf. ARISTÓTELES, De animalium incessu (en adelante A. I.) 9, 709a28. Schneider lo traduce: attractu Corpus provoluunt. <<

[14] Sobre los pies de la foca ver más adelante II 1, 488a31, y P. A. IV 13, 697b4-6. Sobre los del murciélago P. A. IV 13, 697b7-8. <<

[15] La palabra drepanís que sólo aparece en este lugar está en relación con drépanon, hoz, podadera. Se ha identificado esta ave, ya con la golondrina de ribera (CAMUS, Histoire des animaux d’Aristote, II, París, 1783, págs. 498-9), ya con el vencejo (D’ARCY W. THOMPSON, A Glossary of Greek Birds, Oxford, 1936, pág. 34). <<

[16] Los pelámides y los bonitos son variedades de atún. Aristóteles y los antiguos consideraban que los pelámides eran atunes de un año. Cf. infra, IV 17, 571a10 y ss. <<

[17] El original griego significa a la vez «que comen frutos» y «que comen granos». <<

[18] La misma idea la encontramos en P. A. I 3, 643b4-6, donde dice: «Casi todos los animales domésticos se encuentran también en estado salvaje: el hombre, el caballo, el buey, el perro de la India, el cerdo, la cabra, el cordero». <<

[19] Sobre la diferencia entre phone (voz, sonido) y dialektos (palabra, lenguaje) véase infra, IV 9, 535a27 y ss. y Poética 20, 1456b23. <<

[20] Cf. ARISTÓTELES, De generatione animalium (G. A.) III 6, 756b19. <<

[21] Dos palabras hay en Aristóteles para designar a la liebre: dasypus cuando se considera el aspecto exterior del animal con pies velludos y lagós que es su nombre propiamente dicho. <<

[22] Aristóteles opone a menudo anamnesis (reminiscencia) y mneme (memoria): mientras que ésta parte de objetos sensibles determinados, la reminiscencia parte del alma hacia los movimientos o residuos que la sensación ha dejado en los órganos sensoriales. Cf. De anima, I 4, 408b17. <<

[23] Exposición que tiene lugar en los libros VIII y IX. <<

[24] En 486b 14-21. <<

[25] Es decir, húmedos y secos. <<

[26] Sobre estos órganos cf. G. A. I 13, 719b34, y II 4, 737b34. <<

[27] Maris et feminae discrimen non inest (Schneider). Según SAN ALBERTO MAGNO, De animalibus I 61, por ejemplo, la anguila. <<

[28] Sobre el tacto véase P. A. II 1, 647a5 y ss,, y también De anima II 11, 422b7. <<

[29] Estos términos son explicados en P. A. II 4, 650b14 y ss. La fibrina es en la terminología de Aristóteles la parte terrosa de la sangre y el suero la parte acuosa. <<

[30] No siempre, empero, Aristóteles es de la misma opinión. En P. A. II 1, 647a19-20, nos dice que la carne o su análogo sólo es un intermedio entre dos objetos y el asiento del tacto que es interno. <<

[31] La distinción entre énaima y ánaima desempeña un papel capital en la biología aristotélica. Esta distinción hace referencia a animales de sangre roja y sangre no roja, y responde casi a la división entre vertebrados e invertebrados. Cf. BRUNET y MIELI, Histoire des Sciences, París, 1935, págs. 272-3. <<

[32] Aristóteles agrupa bajo este nombre a todos los peces de esqueleto cartilaginoso. Según PLINIO, Naturalis Historia IX 40, Aristóteles creó esta denominación. Comprende las rayas, los torpedos, los perros de mar, etc. <<

[33] Cf. P. A. IV 13, 696b10. <<

[34] Cf. G. A. II 1, 732a29 y ss., y III 9, 758b6 y ss. A diferencia del huevo, una parte del cual sirve para la formación del nuevo ser y la otra para su alimentación, la larva contribuye, en cambio, toda ella al nacimiento del vástago. <<

[35] Libros II y III. También trata de esto en los libros V y VI de la presente obra. <<

[36] Es el hermano del labrax del Atlántico. <<

[37] Estas palabras parecen una alusión al nadar oblicuo de estos animales. Cf. infra, 490a3. <<

[38] El Lophius piscatorius (Linneo). <<

[39] En efecto, el tritón suele medir de 9 a 18 cm. de largo, mientras que el siluro puede alcanzar hasta los cinco metros. <<

[40] Probablemente el Pteromys volans de la superfamilia de los esciuroideos. <<

[41] Es decir aladas. Cf. HERÓDOTO, II 75-6: «estas serpientes se parecen a las serpientes de agua; tienen alas sin plumas, casi idénticas a las alas del murciélago». <<

[42] En el libro IV 1, 524a26, Aristóteles cita el gran calamar, cuyo tamaño puede alcanzar cinco codos. <<

[43] Más indicaciones sobre ello en De animalium incessu I 10. <<

[44] Un parágrafo se consagra a este insecto en el libro V 19, 552b17-23. <<

[45] Este movimiento es explicado en A. I. 14. <<

[46] Cf. A. I. 16, 713b15; 17, 713b31-2. Pedes quasi duces ad ingrediendum. Se trata, sin duda, de los pies delanteros. <<

[47] Hemos empleado aquí los términos convencionales de testáceos para ostrakoderma, crustáceos para malakostraka, y molusco (a veces también cefalópodos) para malakia. Aunque la mayoría de los testáceos son animales de agua, algunos, como el caracol, pueden también vivir en tierra. <<

[48] En el original ginnos que, según LOUIS (Revue de Philologie XXXI (1957), 63-5), se trata de un caballo de talla pequeña, o sea, de un jaco. <<

[49] Es el Equus hemionus. Cf. infra, VI 36, 580b1-9, y PLINIO, VIII 69. <<

[50] Es decir, es preciso empezar por reunir el número mayor de datos para pasar luego a la investigación de las causas. A la fase experimental sigue el razonamiento y la deducción. El mismo proceso en P. A. I 5, 645b1 y ss. <<

[51] En I 1, 486a21 y ss. <<

[52] Estas partes están descritas con detalle en P. A. IV 10, 685b29. <<

[53] Aristóteles vuelve a insistir sobre ello más adelante: III 7, 516a18-19. También en P. A. II 7, 653b1, donde el autor justifica esta diferencia por el hecho de que el hombre tiene el cerebro mayor. <<

[54] Cf. PLINIO, XI 144, que declara que no cree en estas señales. <<

[55] El iris. Cf. infra, IV 8, 533a8, a propósito de los ojos del topo. <<

[56] Sobre los ojos atrofiados del topo véase De anima III 1, 425a10, y PLINIO XI 52. <<

[57] Aristóteles explica las causas de estas diferencias en De generatione animalium (G. A.) V 1, 779b12 y ss. <<

[58] Cf. G. A. V 1, 779a33-b14; PLINIO, VIII 76, y XI 51. <<

[59] Cf. G. A. V 1, 779b3. <<

[60] Se encuentra un eco de esta creencia en ELIANO, Historia de los animales I 53; OPIANO, Cinegética II 340, y VARRÓN, De la agricultura II 3. Alcmeón atribuye una gran importancia al aire en la audición. Cf. J. BEAVE, Greek Theories of Elementary Cognition, Oxford, 1906, pág. 93 y ss. <<

[61] RUFO DE ÉFESO (ed. de C. J. Mattaei, 1806, pág. 26) da el nombre de dos partes de la oreja externa: caracol y borde. <<

[62] Cf. G. A. V 2, 781b23, en donde Aristóteles explica la ausencia del oído externo en la foca. <<

[63] Cf. infra, IV 8, 533b14; PLINIO, XI 50. <<

[64] Sobre la posición de las orejas en los cuadrúpedos véase P. A. II 11, 657a13-15. <<

[65] Véase, por ejemplo, HOMERO, Odisea XVII 541; ARISTÓFANES, Ranas 647, y Aves 720. <<

[66] Cf. ARISTÓTELES, Sobre la respiración 7, 474a19. <<

[67] Sobre la descripción de la trompa de los elefantes, véase infra, II 1, 497b22-30 y 498a1-12. También P. A. II 16, 658b33 y 659a36. <<

[68] Este error ya lo encontramos en HERÓDOTO, II 68, y es repetido constantemente por el propio Aristóteles. Cf. infra, III 7, 516a23-5, y P. A. II 17, 660b27, y IV 11, 691b5. <<

[69] Cf. infra, IV 9, 536b7, y P. A. II 17, 660a26. <<

[70] La epiglotis es descrita en P. A. III 3, 664b21-665a9. <<

[71] Cf. HIPÓCRATES, De morbo II 10, donde nos dice que este ahogo se produce al descender la flegma del cerebro a la garganta. <<

[72] Los órganos que encierra el cuello están descritos en P. A. III 3, 664a 12 y ss. <<

[73] La región del deltoides. <<

[74] Cf. G. A. II 4, 740a33, y II 7, 745b25. <<

[75] Es decir, las nalgas, partes simétricas del cuerpo entre el muslo y las costillas. <<

[76] El acetábulo. <<

[77] Cf. infra, III 11, 518a1, y P. A., II 13, 657b3, en donde se dice que es debido a la ausencia de carne. El error remonta a HIPÓCRATES, Aphor. VI 19 (IV 569, y V 697, LITTRÉ). <<

[78] En realidad hay doce a cada lado, pero parece ser que Aristóteles sólo consideraba el número de costillas en el hombre según se unen al esternón. Los primeros siete pares (costillas verdaderas) están unidos directamente al esternón. Los otros tres pares (costillas falsas) o sea los pares 8.º, 9.º y 10.º están unidos al esternón por medio de un solo cartílago, y los pares 11.º y 12.º son flotantes. <<

[79] Cf. P. A. II 2, 648a13; III 3, 665a25; 4, 666b10; 7, 670b19. <<

[80] Se trata de las líneas de la mano. Cf. Probl. IX 49, 896a38; XIV 10, 964a33; PLINIO, XI 114. <<

[81] Cf. HIPÓCRATES, Art. III (págs. 222 y 228 K). <<

[82] En I 6, 491a23-26. <<

[83] La misma idea la encontramos en P. A. II 10, 656a11-13: «El hombre es el único ser cuyas partes naturales están dispuestas en orden natural: la parte superior del hombre está dirigida hacia lo alto del universo. En efecto, el hombre es el único animal que se mantiene erecto». Cf. también De la juventud y de la vejez I 468a. <<

[84] Una vez terminado el período embrionario. <<

[85] Es decir, a cada lado. <<

[86] Cf. infra, II 1, 498a3, y A. I. 12-14, 711a8-712b21. <<

[87] Aristóteles insiste sobre esta particularidad del tacto en P. A. II 16, 660a11-13. <<

[88] Cf. supra, I 6, 491a23. <<

[89] Este pasaje demuestra que entonces no se practicaba la disección en el hombre y que por lo tanto había que proceder comparativamente con los demás animales, que eran bien conocidos por los sacrificadores

o por los veterinarios. Cf. P. A. III 4, 667b9; IV 2, 677a8-10. <<

[90] Cf. P. A. III 7, 669b22; también HIPÓCRATES, De morbo sacro 3 (I, 595 K; VI, 366 L). <<

[91] Cf. supra, I 6, 491a1. <<

[92] Más detalles sobre el cerebro en P. A. II 1, 652a24-653b8. Para Aristóteles el cerebro es una masa fría, sin sangre. No es el órgano de la sensación, sino que su misión consiste en neutralizar el calor del corazón. <<

[93] Cf. supra, I 7, 491a31; P. A. II 7, 653a35; HIPÓCRATES, De capit. vuln. 2 (III, 348 K; III, 188 L). <<

[94] En el vocabulario de Aristóteles el término poros tiene el sentido general de canal, conducto, vía de comunicación. Cf. Ind. Arist. 622a20: locus cavus per quam aliquid permeat. Así, las arterias, las venas, la tráquea, los nervios, todos los conductos del cuerpo serán poroi. En el presente pasaje los poroi designan probablemente los nervios oculares. <<

[95] Este otro nombre es stomachos que Aristóteles creía formado de stenos y makrós. Cít P. Louis, «Observations sur le vocabulaire technique d’Aristote» en Mélanges Diés, París, Vrin, 1956, pág. 147. <<

[96] Más información sobre la tráquea en P. A. III 3, 664a35 y ss. <<

[97] Cf. P. A. III 3, 664b21. <<

[98] Cf. P. A. III 6, 668b33-669b13. <<

[99] La gran vena (es decir la vena cava) y la aorta están descritas en P. A. III 5, 667b 13 y ss. <<

[100] En el texto diaphysis, cuyo significado de intervalo, separación, tabique, aparece claramente infra, VI 3, 562a26. <<

[101] El ventrículo. <<

[102] El epiplón es descrito en P. A. IV 3, 677b14-26. <<

[103] Cf. P. A. III 4, 677b37 y ss.; IV 4, 678a3 y ss. <<

[104] Más información sobre el corazón en los capítulos 3 y 4 del libro III, en P. A. III 4, 665b9 y ss., y en el tratado Sobre la respiración 6, 478a26 y ss. <<

[105] Lo mismo dicen ELIANO, H. A. IV 20, y PLINIO, N. H. XI 69. <<

[106] Supra I 17; también en III 3, 513a27, y P. A. III 4, 666b21. <<

[107] Según opinión de varios comentaristas, las tres cavidades son los dos ventrículos y la aurícula izquierda. Pero todo el pasaje es oscuro y el texto ha sido diversamente establecido. Dittmeyer lo pone entre corchetes por creer que ha sido trasladado a este lugar de III 3, 513a30 y ss. La verdad es que el corazón tiene cuatro cavidades: dos superiores llamadas aurículas y dos inferiores llamadas ventrículos. Debido a que el lado izquierdo del corazón ha de impulsar la sangre a una distancia mucho mayor que el lado derecho, las paredes musculares de aquél son doblemente gruesas y fuertes que las paredes del lado derecho. En este sentido, pues, no está muy acertado Aristóteles. <<

[108] Esto recuerda, según PECK (ob. cit., pág. 66), la teoría galénica de los espíritus natural, vital y animal, que persistió durante la Edad Media y llegó hasta el siglo XVIII. De acuerdo con esta teoría la sangre se formaba en el hígado y aquí era cargada con espíritus naturales. De allí era distribuida a través de las venas y parte entraba en al ventrículo derecho del corazón; la mayor parte de ella, después de purificada, volvía al sistema venoso, pero una parte pequeña de la sangre venosa se filtraba al ventrículo izquierdo donde se encontraba con el aire enviado del pulmón y producía un tipo más elevado de espíritu; éste era distribuido a través de las arterias, algunas de las cuales conducían al cerebro. Aquí la sangre se transformaba en espíritus animales que eran distribuidos a través de los nervios, supuestamente vacíos. Cf. C. SINGER, A History of Biology, Oxford, 1959, pág. 104. <<

[109] Cf. infra, III 3 y 4, y P. A. III 5, 667b13 y ss. <<

[110] O sea, los mamíferos, en oposición a los ovíparos y a los ovovivíparos. Cf. P. A. II 9, 655a5, y IV 1, 676b3. <<

[111] Por ejemplo PLATÓN, Timeo 70c. <<

[112] Cf. P. A. III 10, 672b10 y ss. <<

[113] Sobre el hígado y el bazo véase P. A. III 7, 669b25 y ss.; 12, 673a13-674a4; IV 2, 676b16-677b10. <<

[114] Lo contrario afirma Aristóteles en P. A. IV 2, 676b16: «La mayoría de los animales sanguíneos tienen bilis que está en relación, ya con el hígado, ya con los intestinos». Por ello algunos críticos, como Dittmeyer y Louis, invierten las negaciones para hacer coincidir ambos textos. <<

[115] El mismo hecho se menciona en P. A. IV 2, 677a1-3; también en PLINIO, XI 192, y ELIANO, XI 29. <<

[116] Término técnico para designar la vena porta. Cf. PLATÓN, Timeo 17e, en donde se indican los nombres de las partes del hígado. <<

[117] Sobre los riñones véase también P. A. III 9, 671a26. <<

[118] Cf. P. A. III 9, 671b14-17. <<

[119] Sobre la vejiga, véase P. A. III 8, 670b32. <<

[120] El texto es difícil y se presta a varias interpretaciones. Nosotros hemos seguido la corrección de Dittmeyer. <<

[121] En el libro III 1, 509a27 y ss.; cf. también G. A. I 2, 716a18. <<

[122] A menudo citados por el autor. Según DIÓGENES LAERCIO (V 21, 103) Aristóteles habría dejado siete libros de Descripciones anatómicas y un libro de resumen de estas descripciones. Estas obras, hoy perdidas, contenían dibujos, con o sin comentarios, realizados o bien por el propio Aristóteles o bien bajo su dirección. Cf. infra, III 1, 510b5-511a34. <<

[1] Distintos del hombre, cuya naturaleza ha sido estudiada en el libro anterior. <<

[2] Aristóteles nos ha dado ya indicaciones semejantes en I 1, 486b17, en donde ha hablado de analogías: así nos ha dicho que el hueso se comporta analógicamente a la espina, la uña igual que la pezuña, etc. Por otro lado, una diferencia genérica que debería comportar lógicamente diferencias genéricas entre las partes, arrastra solamente la mayoría de las veces diferencias específicas: así el estómago del perro y del gato sólo difieren específicamente. <<

[3] Cf. P. A. IV 10, 686a21, en donde el autor añade que el lobo presenta la misma particularidad. <<

[4] Cf. A. I. 706a18, en donde se nos dice que de todos los animales el hombre tiene sus miembros izquierdos más independientes porque su constitución está más de acuerdo con la naturaleza; por otro lado, conforme a la doctrina constante de la superioridad de la derecha sobre la izquierda, aquélla está en el hombre más diferenciada de la izquierda que en los demás animales. <<

[5] Cf. infra, III 9, 517a32. También PLINIO, XI 101: huic elephanto enim informes, numero quidem quinque, sed indivisi ac leviter discreti singulisque, non unguibus, símiles. <<

[6] Cf. P. A. II 16, 658b33, y IV 2, 692b17; PLINIO, VIII 10, y XI 105; OPIANO, Cinegética II 254. <<

[7] Cf. infra, IX 46, 630b28; P. A. II 16, 659a13; PLINIO, VIII 10, 12. <<

[8] Cf. P. A. IV 8, 684a27; Ética a Nicómaco V 10, 1134b33; Magna Moralia I 34, 1194b34; Política II 12, 1274b13. <<

[9] La explicación se da en P. A. IV 10, 688a13-17, en donde se dice que es debido a la extensión de los miembros durante la marcha y a los cambios de lugar. <<

[10] Cf. infra, II 1, 500a13; P. A. IV 10, 688a. <<

[11] Sobre la flexión de los animales véase A. I. 1, 704a20 y ss. Se notará que Aristóteles tenía ideas muy vagas sobre la estructura del esqueleto. En las líneas que siguen el autor declara que la flexión de los miembros se hace hacia adelante o hacia atrás, según la curvatura del miembro. <<

[12] PLINIO, XI 101. <<

[13] Es decir, a la inversa de los otros animales. Cf. P. A. IV 10, 687b25. <<

[14] Aristóteles nos da una descripción diferente en A. I. 13, 712a9, y 13, 715a8. Por su parte PLINIO, XI 102, escribe: ova parientibus quadrupedum crocodrillo, lacertis, priora genua post curvantur, posteriora in priorem partem. <<

[15] Es decir, intermedio entre el movimiento de las patas delanteras y el de las traseras. <<

[16] Cf. A. I. 14, 712a25. <<

[17] Así, PLINIO, XI 105: katà skelos pedatim, hoc est ut sinister pes non transeat dextrum, sed subsequatur. Pero el término es dudoso y se presta a diversas interpretaciones. Cf. PECK, ob. cit., pág. 80. <<

[18] Los pitecoides. Cf. infra, II 18, 502a16 y ss. <<

[19] Aristóteles explica la razón en P. A. II 14, 658b2; Ριινιο, XI 47. <<

[20] Cf. P. A. II 14, 658a26. <<

[21] Cf. P. A. II 14 658a29-31, y sobre el bisonte véase infra, IX 45, 630a19. <<

[22] Según la nomenclatura de D’Arcy W. Thompson corresponde al tragelaphus de PLINIO, VIII 50, y que Cuvier nombró cervus aristotelis, <<

[23] Animal de difícil identificación, pero que en todo caso se trata de uno parecido al antílope. Ρ. LOUIS (Aristote. Histoire des animaux, París, Les Belles Lettres, I, 1964, pág. 38, n. 3) dice que no puede ser, como algunos creen, ni el reno llamado tarandos, ni la jirafa; que Ateneo (201c) llama kamelo párdalis. <<

[24] Provincia de la antigua Persia, el Beluchistán actual. Cf. ESTRABÓN, IX 8, 9. <<

[25] Cf. PLINIO, VIII 10. <<

[26] Cf. principalmente IX 47, 630b32-631a1. <<

[27] Cf. PLINIO, VIII 26. Es la conocida distinción entre el camello (llamado precisamente C. bactrianus) y el dromedario (C. dromedarius). <<

[28] Cf. P. A. IV 10, 688b23. <<

[29] Por ejemplo HERÓDOTO III 103: «El camello tiene en cada pata trasera dos muslos y dos rodillas». <<

[30] Cf. Plinto, XI 105. Sobre el papel de la taba véase P. A. II 9, 654b21. <<

[31] Cf. P. A. III 14, 674a32. <<

[32] Cf. JENOFONTE, Anábasis IV 5, 14; PLINIO, XI 106. <<

[33] Cf. P. A. IV 10, 688b23. <<

[34] Cf. PLINIO, XI 105. <<

[35] Sobre las diferentes especies de cerdos véase G. A. IV 6, 774b21; PLINIO, II 106; ELIANO, H. A. V 27. <<

[36] Quizás el rinoceronte. Cf. P. A. III 2, 663a19-23. <<

[37] Cf. P. A. III 2, 663a23; PLINIO, VIII 53. Thompson identifica este animal con el oryx leucoryx del norte de África, especie de antílope con largos cuernos con los cuales, según dice HERÓDOTO (IV 192), se hacían los brazos de las liras fenicias. <<

[38] Supra, II 1, 499b12. <<

[39] Interpretación dudosa. Peck (ob. cit., pág. 238) cree que Aristóteles se refiere al medio astrágalo que aparece en los relieves como un medio de identificación del estáter de Atenas. El dibujo del laberinto se encuentra en los frescos de Cnosos y en sus monedas del siglo IV a. C. En cambio PLINIO (XI 106) lo interpreta así: leo etiamnum tortuosius, es decir, el león posee un hueso todavía más tortuoso. <<

[40] Sobre el astrágalo, cf. P. A. IV 689b10 y ss. Aristóteles determina las distintas caras del astrágalo por los puntos atribuidos a cada una de ellas en el juego de las tabas. Cf. Del cielo II 12, 292a29. El lado de Cos de una taba valía seis puntos y el de Quíos uno. <<

[41] Cf. supra, 498b31, e infra IX 45, 630a18; P. A. III 2, 663a13. <<

[42] Dato sacado de HERÓDOTO, II 74. Se trata de la víbora con cuernos, la llamada Cerastes aegyptiacus. <<

[43] Cf. infra, III 9, 517a21-29, y P. A. III 2, 663b12-16. Sobre los cuernos de los ciervos se dan más detalles infra, IX 5, 611a25. <<

[44] En 497b35. Cf. P. A. IV 10, 688a28; PLINIO, XI 95. <<

[45] Cf. P. A. IV 10, 688b32; GALENO, De usu Part. III 607K. <<

[46] El autor nos dará más detalles sobre los órganos genitales en el libro III. Cf. también PLINIO, XI 109-110. <<

[47] Cf. P. A. IV 10, 689a34-5. <<

[48] Se trata de los órganos masculinos. <<

[49] Cf. P. A. IV 10, 689a29-31; Problem. XXX 1, 953b34. <<

[50] Cf. infra, XI 6, 612b16; PLINIO, XI 109. <<

[51] La nomenclatura de Aristóteles se debe a la creencia de que la posición erecta del hombre es la normal y natural. <<

[52] También en G. A. 741b27 y ss., se refiere a la diferencia relativa de las partes en el cuerpo humano en los sucesivos estadios de su desarrollo. Es la llamada «heterauxesis». <<

[53] Cf. P. A. IV 10, 686b15, donde pone el ejemplo de los potros cuyas patas son muy largas en relación al resto del cuerpo y así pueden tocar su cabeza con las patas traseras, movimiento que no pueden realizar cuando se hacen caballos. También JENOFONTE, Sobre la equitación I 16. <<

[54] Cf. P. A. II 9, 655b8-11; III 1, 661a34-662a6; G. A. V 8, 788b-789b2; PLINIO, XI 61. <<

[55] Según Aristóteles, el hecho de tener cuernos va emparejado con la ausencia de dientes en la mandíbula superior. Cf. P. A. III 1, 663b-664a1; Anal. Post. II 14, 98a13-19. <<

[56] Cf. infra, IV 11, 538b11, y P. A. III 1, 661b26. <<

[57] En P. A. III 1, 661b23, el autor da la razón: «la naturaleza no hace nada en vano ni superfluo». <<

[58] Cf. P. A. IV 13, 697b6. Por un cambio de caracteres comunes la foca tiene una forma intermedia entre los cuadrúpedos y los peces. <<

[59] Historiador del siglo IV a. C. que fue médico de Artajerjes Memnón (405-362 a. C.) y escribió una obra sobre Persia y otra sobre la India. Aristóteles lo utiliza con desconfianza. Cf. infra, VIII 28, 606a8, y G. A. II 2, 736a2. <<

[60] El texto de Ctesias se ha conservado en Focio (Biblioteca I 135 HENRY), y fue utilizado por PAUSANIAS (IX 21), PLINIO (VIII 30), que coloca el animal en Etiopía, ELIANO (IV 21) y FILÓSTRATO (Vita Apol. III 45). Se trata tal vez del tigre, aunque Aristóteles conoce la palabra tigris que emplea infra, VIII 28, 607a4. Según VARRON, L. L. V 100: Vocabulum e lingua Armenia; nam ibi et sagitta et quod vehementissimum flumen dicitur Tigris. Como dice LOUIS (ob. cit., pág. 45, n. 1), el terror causado por el tigre (martichora significa «matador de hombres») habría contribuido a deformar la descripción. <<

[61] Es decir, bermejo. Cf. Meteor. III 6, 378a26. <<

[62] Cf. G. A. V 8, 788b7; PLINIO XI 63. <<

[63] Cf. infra, VI 20, 575a5-13. <<

[64] Por ejemplo el león. Cf. infra, VI 31, 579b12; G. A. V 8, 788b17. <<

[65] Sobre los dientes de los caballos véase infra, VI 22, 576b13-20. <<

[66] Incisivos y molares, respectivamente. Cf. P. A. III 1, 661b9-12. <<

[67] Cf. PLINIO, XI 114; HIPÓCRATES, Epidemias II S. 6, 1 (LV 132). <<

[68] Hipócrates los llama sophonisteres. En el texto kranteras, que significa «los últimos (en salir)». <<

[69] En el original krimna, que designa harina de cebada con salvado. <<

[70] Cf. PLINIO, XI 62; ELIANO, IV 5. <<

[71] Cf. infra, IX 1, 610a16-22. <<

[72] Cf. PLINIO, XI 65; ELIANO, IV 31. <<

[73] Las líneas 9-15 reproducen casi textualmente a HERÓDOTO, II 71, y son consideradas como interpoladas por Aubert-Wimmer y Schneider. Cf. también PLINIO, VIII 25; XI 93, y ELIANO, V 53. <<

[74] Aristóteles no reproduce el error de HERÓDOTO (II 71) que dice: «Su tamaño viene a ser como el de un buey enorme». <<

[75] Cf. HERÓDOTO, II 71: «Su piel es tan sumamente gruesa que una vez seca se hacen con ella astas de jabalina». <<

[76] Liddell-Scott dicen de él: a long tailed monkey; y lo identifican como el Cercopithecus pyrrhonotus. <<

[77] Un babuino con cara de perro, Simia hamadryas (Liddell-Scott). Cf. PLATÓN, Teet. 161c, 166c. Quizás se trate de un mandril. <<

[78] Cf. supra, II 1, 498b17. <<

[79] Cf. supra, II 1, 498b21-25, y P. A. II 14, 658a15. <<

[80] Cf. supra, II 1, 498a19. <<

[81] Cf. supra, II 1, 500b26 y ss. <<

[82] Señalado ya supra, II 1, 499b1. Cf. P. A. IV 10, 689b6. <<

[83] Cf. P. A. IV 10, 689b31-4. <<

[84] Cf. supra, II 8, 502a18. <<

[85] De aquí parece deducirse que Aristóteles disecaba monos y otros animales. Para la disección de monos en Galeno véase C. SINGER, «Galen as a modern» en Proc. Roy. Soc. Med. 42 (1949), 563-570. <<

[86] Cf. P. A. II 17, 660M3-24; IV 11, 690b24-26. <<

[87] Cf. ELIANO, X 21 y 34. <<

[88] O. REGENBOGEN, «Bemerkungen zu H. A. des Aristóteles» en Studi Ital. di Filol. Classica 27/28 (1956), 444-449, considera que este capítulo es una tardía interpretación de un tratado de Teofrasto sobre los animales que cambian de color. Cf. Focio, Bibli., cod. 278, 523a31 y ss. También I. DÜRING en su reseña sobre el libro de Louis (Gnomon 37 (1965), 665) lo considera una inserción. Pero no son de esta opinión ni Peck ni Vegetti. <<

[89] O bajo vientre. La palabra hypogastrion aparece sólo otra vez en el Corpus aristotelicum (X 2, 634b40), pero se encuentra en HIPÓCRATES y en ARISTÓFANES, Avispas 195. Gaza lo comentaba así: latera deorsum ducta ventri junguntur ut piscibus. <<

[90] En el texto choiropithekos que es un hápax. Por ello Thompson sospechaba que se trataba de dos palabras, choiros y pithekos; entonces la traducción sería: «su cara es muy semejante a la del cerdo y a la del mono». <<

[91] O quizá la pantera leopardo (Panthera pardus). <<

[92] Cf. OVIDIO, Metamorfosis XV 142; PLINIO, XXVIII 29. En P. A. IV 11, 692a20, Aristóteles explica los cambios de color por el miedo de este animal, que tiene poca sangre y poco calor. <<

[93] Cf. P. A. IV 11, 692a22. <<

[94] Cf. VALENTÍN, Theatr. Anatom. 1720, pág. 196: pupilla quasi parvo aureo circulo circumdata. TEOFRASTO, fr. pág. 189 (Teubner). <<

[95] Lo mismo nos dice el autor en P. A. IV 11, 692a22. <<

[96] Cf. supra, II 1, 498a28. <<

[97] Cf. A. I. 11, 710b21. <<

[98] O aves de presa. <<

[99] Cf. PLINIO, XI 107. <<

[100] Cf. P. A. IV 12, 695a24, en donde Aristóteles nos dice que en esta ave el peso (de la parte anterior del cuerpo) es menor que el de las demás aves. <<

[101] Schneider leyó kolion y entonces se trataría del pico picapinos (Dendrocopos major) que también tiene una voz sonora y penetrante. <<

[102] Esta parte saliente de la cabeza es descrita en el libro X, caps. 7 y ss., dedicados a las costumbres de las aves. Cf. también P. A. III 1, 662a34; IV 12, 693a11 y ss. <<

[103] Cf. P. A. II 14, 685a11: «Todos los animales que poseen pelos tienen pestañas en los párpados, pero las aves y los animales con escamas no tienen, porque tampoco tienen pelos». <<

[104] Aristóteles llama barea a las gallináceas y a las palmípedas. Cf. Index, arist. 134a19-29. <<

[105] Cf. P. A. II 13, 657a28; IV 11, 691a20. <<

[106] Cf. G. A. V 3, 782a17. <<

[107] Situada en la rabadilla. Cf. P. A. IV 13, 697b11 y ss., a propósito del avestruz. <<

[108] Aplicación de la ley del equilibrio tan querida del autor. <<

[109] Como ejemplo de estas aves cita Aristóteles el loro. Cf. infra, VIII 12, 597b27, y P. A. II 17, 660a23. También ELIANO, XIII 18; XVI 2. En el texto, grámmata, voces articulatae, quae illis formis significantur (Index arist. 161b17). <<

[110] O sea la faringe. Lo mismo en P. A. III 3, 664b, y PLINIO, XI 66. <<

[111] Aplicación del principio según el cual la naturaleza proporciona a cada animal varios medios de defensa adecuados. <<

[112] En el texto idea, sinónimo de morphe. Cf. Index arist. 338b12: forma, figura, species, quae sensibus percipitur. <<

[113] Es decir, aquellos animales cuyos pequeños nacen en el interior del cuerpo de la madre y no de huevos. Cf. infra, V 5, 540b28 y ss. <<

[114] Cf. infra, III 20, 521b23; PLINIO, XI 95. <<

[115] Cf. supra, I 5, 489b23; P. A. IV 13, 696a4 = A. I. 7, 707b28; PLINIO, IX 37. <<

[116] Situado al sur de Beocia, cerca de Tespias, hoy Tipha. Cf. P. A. IV 13, 696a5; A. I. 7, 708a5; Pausanias, IX 32, 3. <<

[117] Pez mal identificado. Quizá se trata del Cepola macrophthalma (Linneo, 1758), vulgarmente conocido por pez cinta, común en el Mediterráneo. Dos pares de aletas tienen también el Cepola taenia y el Lobitis taenia. <<

[118] Cf. supra, I 5, 489b2. Son los peces cartilaginosos. <<

[119] Llamado también ochavo, Capros aper L., de la familia de los caproidos y del superorden de los teleósteos. Cf. ARISTÓTELES, Frag. 278, 528a2; infra, IV 9, 595b18; ELIANO, X 11. <<

[120] Del verbo skairo «saltar». Los saltos y los golpes de cola de estos peces eran legendarios (ATENEO, 324d). Cf. P. A. III 1, 662a7, y 665a3. Acerca de sus costumbres véase ΤΗ. H. CORCORAN, «Scarus, fish of fame», The Classical Bulletin 37 (1960), 1-2. <<

[121] Identificación dudosa. Quizá una especie de dentex. Cf. infra, II 15, 506b16. <<

[122] Así lo clasifican Louis y Tricot, pero hay muchas clases de pez tordo (tordo canino, tordo picudo, tordo verde) y no se puede precisar más. <<

[123] Cf. P. A. IV 13, 697a6. <<

[124] Más detalles en P. A. III 1, 662a7. <<

[125] Cf. supra, II 10, 503a3. <<

[126] Dittmeyer creía que aquí había una laguna y propuso completar la frase así hoi de myouron, es decir «otros la tienen más estrecha». También éste es el parecer de PECK (ob. cit., pág. 121). <<

[127] Como lo son, por ejemplo, los de los insectos o de los reptiles que no tienen párpados. Cf. P. A. II 13, 657b34, y IV 11, 691a24. <<

[128] Más detalles en G. A. III 3, 754a25. <<

[129] Cf. infra, IX 37, 621a2; PLINIO, IX 67. Es el Draco marinus de Plinio o mejor el Ophisurus colubrinus de Thompson. <<

[130] Cf. infra, IX 37, 621a6; PLINIO, IX 67; ELIANO, VII 35. <<

[131] Cf. PLINIO, IX 41, y sobre todo XXXII 1, que cuenta sobre este pez historias fantásticas. La cabeza de la rémora está provista de un disco adhesivo que le permite pegarse a los navíos. De aquí la leyenda que le atribuye el poder de detener las naves, como la de Antonio en la batalla de Actium o la de Calígula devolviéndolo a Ostia. <<

[132] Cf. supra, I 6, 496b 1 y ss. Así la serpiente es una especie comprendida en el género cuadrúpedo ovíparo con escamas. <<

[133] Cf. supra, I 17, 496b10 y ss. <<

[134] Pasaje considerado interpolado por Aubert-Wimmer y por Dittmeyer como sacado de P. A. III 4, 666a18; cf. también G. A. V 71, 787b18. <<

[135] Cf. P. A. III 4, 666b18. <<

[136] Propiamente significa «cabeza de cabra», y es un ave mal identificada. Para Louis (ob. cit., pág. 170, n. 6) se trataría de un ave de las marismas del género de las zancudas, parecida a la becada pero más grande y con las patas más largas. <<

[137] Cf. P. A. IV 2, 676b27. <<

[138] El origen y significado de esta palabra (que vuelve a salir infra IX 5, 61 lb18) son dudosos. Si se compara con un pasaje del tratado Sobre las narraciones maravillosas (5, 830b23) se trataría de un epíteto geográfico, pero Louis cree más bien que este epíteto se refiere a la edad del ciervo. Cf. también APOLONIO DE RODAS IV 175 y EUSTACIO, Ad Iliadam VIII 731. <<

[139] Cf. ELIANO, H. A. IV 31, que nos dice que el elefante tiene la vesícula biliar no en el hígado sino en los intestinos. <<

[140] El Squatina squatina L. <<

[141] De la familia de los uranoscópidos (Uranoscopus scaber). Tiene los ojos en la parte superior de la cabeza, de suerte que puede mirar al cielo, y de allí su nombre. <<

[142] Cf. supra, I 1, 480a7. Sarda sarda, un atún pequeño, abundante en el Mar Negro, mientras que el verdadero atún es más común en el Mediterráneo. <<

[143] Cf. P. A. III 7, 670b23 y ss. <<

[144] Cf. infra, III 15, 519b15; V 5, 541a9; P. A. III 8, 671a28; IV 1, 676a29; G. A. I 13, 720a6. Pero la tortuga de agua dulce no tiene ni vejiga ni riñones: su humedad se evapora fácilmente por tener un caparazón blando. <<

[145] Cf. P. A. III 9, 671b5. <<

[146] Cf. supra, I 17, 496a15. <<

[147] Cf. Sobre la respiración 16, 478b8. <<

[148] En Macedonia, al norte de la Calcídica, mencionada también por ESQUILO, Persas 494, y TUCÍDIDES I 58. <<

[149] El fenómeno es mencionado de nuevo en P. A. III 7, 669a35. <<

[150] Cf. supra, I 17, 496a15-19. <<

[151] Véase, por ejemplo, P. A. III 3, 665a19-21. <<

[152] Cf. supra, II 17, 507a10. El autor vuelve a tratar de ello en el libro VIII 2, 591b8; P. A. III 14, 675a9. <<

[153] Cf. P. A. III 14, 647a9-675a12. <<

[154] Cf. P. A. III 14, 674b3. Los cuatro receptáculos son: herbario, bonete, libro y abomaso o cuajar. <<

[155] Propie est loculis disseptus, igitur sinuosus (SCHNEIDER, Cur. post., 313). Es el primer estómago de los rumiantes. <<

[156] El segundo estómago. <<

[157] El tercer estómago llamado libro y provisto de numerosos repliegues longitudinales. <<

[158] El cuarto estómago en donde se termina la digestión y se segrega el jugo gástrico. <<

[159] Cf. PLINIO, VIII 52; ELIANO, XII 28. También infra, IX 44, 630a9. <<

[160] Cf. supra, II 17, 507b7-8, y P. A. III 14, 675a28. <<

[161] Sobre los intestinos véase P. A. III 14, 675a31-b37. <<

[162] Cf. PLINIO, XI 79. <<

[163] El de río (ho potámios) y el de tierra (ho chersaios). Sobre este último véase frag. 320, 1532a25. <<

[164] Cf. P. A. III 17, 660b6-10, y IV 11, 691a6. <<

[165] Cf. P. A. IV 11, 691a8, donde dice el autor que a causa de esta particularidad las focas son voraces. <<

[166] El hecho es recordado en el libro VI 5, 563a14, y en G. A. IV 6, 774b31; PLINIO, VIII 41. <<

[167] Cf. infra, VIII 2, 591b22; P. A. III 14, 675a4; PLINIO, IX 29. <<

[168] O perro de mar. <<

[169] Peces color de hígado. Cf. ATENEO, Deipn. VII 301c, que da de él una descripción. Cf. Frag. arist. 296, 1529a43 BEKKER. <<

[170] Color de mar. Quizá el Sciaena aquila de Cuvier, es decir, la corvina de la familia de los esciénidos. <<

[171] Sobre el estómago de los animales véase P. A. III 14, 674b17. <<

[172] Sobre las diferentes clases de palomas véase infra, V 13, 544. <<

[173] Porphyrio porphyrio. Tiene las patas y ojos de color rojo vivo, de ahí el nombre científico. <<

[174] Cf. P. A. III 14, 674b30. <<

[175] Sentido incierto. La misma expresión en II 17, 508M3. <<

[176] Cf. supra, II 17, 508b15. <<

[177] De difícil interpretación: quizá se trate de la cigüeña. GESNER (In Alucone, pág. 94) cree que se trataría de una palabra latina introducida con poco acierto en el texto, y que sería el comentario de la palabra que sigue inmediatamente, askálaphus. <<

[178] También incierto. Según D’Arcy W. Thompson es el búho real. Cf. OVIDIO, Metamorfosis V 539. <<

[1] Aristóteles habla con detalle sobre estos órganos en G. A. I 2-16. <<

[2] Cf. G. A. I 3, 716b15, en donde Aristóteles añade que estos animales (los peces y las serpientes) tienen solamente dos canales espermáticos. Véase también infra, 510b3. <<

[3] Los vivíparos sin pies son los cetáceos. <<

[4] Cf. también G. A. I 5, 717b27, y 12, 719b16. <<

[5] Cf. G. A. I 3, 716b27: «Algunos tienen los testículos internos, cerca de las extremidades del abdomen, como el delfín». <<

[6] Cf. G. A. I 12, 719b15: «los elefantes tienen una piel muy dura formando una envoltura externa a los testículos». <<

[7] Cf. supra, II 1, 500b3, en donde Aristóteles nos da una breve descripción de los órganos sexuales. <<

[8] Cf. supra, III 1, 509b3. <<

[9] Cf. supra, II 17, 508a12, y en el libro V 5, 540b30. <<

[10] Cf. infra, V 5, 540b6 y ss. <<

[11] Cf. supra, III 1, 509b15-19. <<

[12] Cf. infra, V 3, 540a30. <<

[13] Los cuadrúpedos ovíparos. <<

[14] La vena cava. Cf. supra, I 17, 496a34. <<

[15] Cf. infra, VI 9, 564b10, y G. A. I 4, 717b8. <<

[16] Es decir, libres. Así Schneider: per se ipsi haerent testes. <<

[17] Cf. G. A. I 12, 719a30-b5. Este pasaje es considerado por Dittmeyer como interpolado. <<

[18] Esto hace creer a Louis que se practicaba la disección. <<

[19] El lector encontrará una figura del sistema reproductor y urinario en CH. SINGER, A short history of Biology, Oxford, 1931, figura reproducida por P. BRUNET-A. MIELI, Histoire des Sciences, Antiquité, París, 1935, pág. 281. Asimismo J. TRICOT en su traducción (Aristote. Histoire des animaux, París, Vrin, 1957, pág. 160, n. 3) da un excelente comentario de este pasaje. <<

[20] Las letras pueden hacer referencia ya al concepto que se quiere simbolizar ya a la forma del objeto simbolizado. J. VARA, Aristóteles. Historia de los animales, Madrid, Akal, 1990, pág. 130. <<

[21] Así Gaza: castrare solent duobus modis, aut enim testes novellos adhuc frangunt aut adultos jam firmosque excidunt. <<

[22] Cf. G. A. I 4, 717b3-4, en donde Aristóteles lo explica diciendo que los conductos no han tenido tiempo de contraerse hacia arriba. <<

[23] Aubert y Wimmer y D’Arcy W. Thompson consideran dudoso este fragmento. <<

[24] Cf. G. A. I 3, 716b32. <<

[25] Así Schneider: unde frates uterini quoque dicti sunt. Aristóteles relaciona acertadamente en su etimología delphýs con adelphós. <<

[26] Las llamadas trompas de Falopio. <<

[27] Recordemos que en Aristóteles la palabra hystera tiene un sentido amplio y designa todo el aparato reproductor de la hembra. <<

[28] Cf. infra, VI 10, 564b20. <<

[29] El texto es reiterativo y por ello Thompson lo considera corrupto. <<

[30] Cf. infra, V 34, 558a25, y PLINIO, X 82. <<

[31] Cf. G. A. IV 3, 770a26. <<

[32] Cf. infra, V 34, 558b1, donde da una razón de esto: «Los huevos de las serpientes están unidos unos a otros como las cuentas de los collares de las mujeres». <<

[33] Los lóbulos de la placenta. Cf. infra, VII 8, 586b10-12, y G. A. II 7, 745b29-746a8. <<

[34] Desarrollo del plan que el autor se ha trazado supra, I 6, 491a15 y ss. <<

[35] Cf. supra, I 1, 487a3. <<

[36] Cf. supra, I 1, 487a6. <<

[37] Principio y origen de todos los demás fenómenos vitales. Cf. G. A. II 4, 740a17, y III 11, 762b25. <<

[38] Comparación frecuente en Aristóteles, cf. BONITZ, Index Arist. 5a21. <<

[39] Alumno de Hipócrates, sólo citado aquí. El texto figura en el Corpus Hippocraticum, De natura ossium, IX, 174, Littré (I, pág. 507, KÜHN). <<

[40] Hay otra lectura que traen ciertos manuscritos: ek tu ophthalmú parà ten ophryn, pero la que hemos adoptado concuerda mejor con la cita de Diógenes que sigue y con PLINIO, XI 89: venarum in umbilico nodus et coitus. <<

[41] Célebre por sus conocimientos filosóficos y físicos, fue discípulo de Anaxágoras (s. V a. C.). Se le atribuye un libro Sobre la naturaleza y parece que hizo una preciosa anatomía sobre las venas. Este fisiólogo es mencionado varias veces en el Corpus Aristotelicum. Cf. BONITZ, Index Arist. 198b17. Véase H. DILLER, «Die philosophische Stellung der Diógenes von Apollonia», Hermes 76 (1941), 359 y ss.; G. S. KIRK, J. E. RAVEN, Los filósofos presocráticos, Madrid, 1974, págs. 593-618. <<

[42] Es decir, el pulgar. Cf. supra, II 11, 503a24, y P. A. IV 10, 687b11. El dedo más largo, cordial o del corazón, se llama en griego hos makròs dáktylos. <<

[43] Las venas ilíacas. <<

[44] La vena femoral. <<

[45] La vena safena. <<

[46] Las venas yugulares, interna y externa. <<

[47] Adoptamos la variante ekpínetai de los manuscritos P, D, frente a la de egginetai de otros manuscritos. <<

[48] El texto de Diógenes constituye el fragmento 6 de Diels. Cf. LITTRE, I, 220; IX, 163. <<

[49] Alumno y yerno de Hipócrates. Así consta en el Corpus Hippocraticum (IX 420d): «Pólibo, marido de la hija de éste» (i. e., Hipócrates). Este pasaje se encuentra también en los dos tratados hipocráticos De natura ossium (IX, 174-6 L; I, 506 K) y De natura hominis (VI, 58 L; I, 364 K). Según dice L. BOURGEY, (Observations et expérience chez les médecins de la collection hippocratique, París, 1953, pág. 28), la obra hipocrática fue ciertamente la fuente de Aristóteles. <<

[50] Alusión probable a la escuela hipocrática, ya que Diógenes de Apolonia consideraba el corazón como el origen de las venas y de la sangre. Lo mismo afirma PLATÓN en el Timeo 70b: «En cuanto al corazón, nudo de los vasos y fuente de la sangre que circula rápidamente por todos los miembros…». <<

[51] Anotemos que phlebs tiene el sentido general de vasos sanguíneos, es decir, que designa tanto la vena como la arteria; pero como en la antigüedad se creía que la sangre se movía solamente a través de las venas, y que las arterias transportaban aire, por ello hemos creído más conveniente traducir phlebs por vena. <<

[52] D’Arcy W. Thompson conjetura aerodes en vez de neurodes, o sea, «una de sus partes está llena de aire», pero esto parece inapropiado no sólo porque aorta significa «colgar, suspender», sino porque Aristóteles insiste en la naturaleza tendinosa del corazón. Cf. 513b9; 514b23; 515a3. <<

[53] Expresión parecida en P. A. II 1, 647b5; III 4, 665b16; 5, 667b14; Sobre la respiración 14, 474b7. <<

[54] La vena cava. Cf. P. A. III 4, 666b26 y 667a13. <<

[55] Los ventrículos. Cf. supra, I 17, 496a4, en donde Aristóteles indica que el corazón tiene tres cavidades. Según D’Arcy W. Thompson, esta división tripartita se debe quizás a la influencia de la tradición platónica de las tres facultades del alma. <<

[56] Cf. supra, I 17, 496a10. <<

[57] Se trata, según Thompson, de la arteria pulmonar. <<

[58] El ventrículo izquierdo. <<

[59] Pasaje difícil que ha sido interpretado de diversas maneras y sobre el cual los críticos no se han puesto de acuerdo. Por ello Thompson lo considera corrupto. <<

[60] Sunt syringes hae quae hodie dicuntur brogchia (Schneider). <<

[61] La vena cava. <<

[62] Ilíada XIII 546-7. <<

[63] Las venas subclavianas. <<

[64] Dos por cada lado: venas faciales y yugular externa. <<

[65] Cf. supra, I 16, 495a4, y sobre todo P. A. II 6, 652a35-6: «el cerebro no contiene la menor gota de sangre». <<

[66] La vena hepática. <<

[67] Llamado también redaño. <<

[68] Cf. supra, III 1, 510a29-35. <<

[69] De la aorta y de la gran vena. <<

[70] Las venas y arterias ilíacas. <<

[71] Cf. infra, III 4, 514b15-16, y supra, I 17, 497a4-17. <<

[72] Se trataría según Thompson de la anastomosis de las venas safenas. <<

[73] Cf. P. A. III 5, 668a24-7. Parece que la imagen es platónica. Así PLATÓN, Timeo 11c y ss. <<

[74] Neuron designa en Aristóteles el ligamento y el tendón. Cf. PLATÓN, Timeo 82c. <<

[75] Cf. P. A. III 4, 666b13. <<

[76] Comparación grata a Aristóteles. Cf. P. A. II 9, 654b29; G. A. II 6, 743a2: «Las venas son comparables a los esbozos que los pintores trazan con las manos». <<

[77] Cf. PLINIO, XI 89. <<

[78] Tenon designa ya el ligamento del cuello (cf. Ilíada X 456; Odisea III 450) ya el tendón de Aquiles (cf. Ilíada IV 521). <<

[79] Según Louis el biceps braquial. Cf. PLATÓN, Timeo 84e, en donde significa el gran tendón de los hombros y brazo. <<

[80] TRICOT (ob. cit., pág. 180, núm. 6) cree que aquí Aristóteles piensa en los nervios propiamente dichos. Cf. PLINIO, XI 88. <<

[81] En el original ines, que designa tanto el tejido conjuntivo como la fibrina de la sangre. Cf. PLATÓN, Timeo 82c-d. <<

[82] Quizá quiere decir con ello el autor que las fibras aseguran la ligazón de los tendones y de las venas. <<

[83] Sobre el papel de la fibrina en la sangre véase P. A. II 4, 650b15, y Meteor. IV 7, 384a26. <<

[84] Bubalís, un antílope del norte de África, el Aleocephalus bubalis (Cuvier), también mencionado como búbalos en P. A. III 2, 663a11. <<

[85] La columna vertebral. Cf. P. A. II 9, 654b 12. <<

[86] En P. A. II 9, 654a32, Aristóteles enumera los puntos comunes entre las venas y los huesos. <<

[87] El autor ya ha hablado de ello supra, I 7, 491b2 y ss.; cf. también P. A. II 7, 653b1. <<

[88] Cf. HERÓDOTO, IX 83, donde habla de una calavera toda sólida, de un solo hueso y sin sutura alguna. <<

[89] Cf. supra, I 11, 492b23; P. A. II 17, 660b26; IV 11, 691b28. <<

[90] De acuerdo con P. A. II 6, 652a18, la médula que encierra la columna vertebral juega el papel de un broche que une las vértebras. Sin embargo, no todos los comentaristas están de acuerdo con esta interpretación; de todas maneras, parece que el texto es defectuoso. <<

[91] En el texto plectro, que ya hemos visto (supra, 504b7 y 526a6) y que significa «espolón», pero que aquí no puede tener este significado ya que las aves con espolones carecen de tobillo. La palabra significa literalmente «algo para golpear» y de ahí su aplicación como instrumento que sirve para pulsar la lira. <<

[92] Cf. P. A. II 6, 652a 1-37. <<

[93] Cf. P. A. II 9, 655a14-16; PLINIO, XI 86. <<

[94] Cf. P. A. II 9, 655a21, donde Aristóteles precisa que los animales más grandes tienen necesidad de un esqueleto más sólido. <<

[95] Cf. supra, I 11, 492a16. <<

[96] Cf. G. A. II 6, 745a22, y, sobre todo, V 5, 785b3. <<

[97] Cf. supra, II 1, 500a8, y P. A. III 2, 663b12, donde nos dice que los ciervos mudan los cuernos por necesidad, a causa del peso. <<

[98] Cf. ELIANO, VI 5, y XII 8. <<

[99] En el libro IX 50, 631b19 y ss. <<

[100] Cf. ELIANO, II 20; XVI 33; XVII 45; DIODORO DE SICILIA, I 201; PLINIO, XI 45; OPIANO, Cineg. II 94. <<

[101] Cf. supra, II 1, 497b23. <<

[102] O sea, la ova. Cf. supra, III 1, 510b26. <<

[103] Sobre las anguilas véase especialmente infra, IV U, 538a3; VI 13, 567a20, y VI 16, 570a3-24. <<

[104] Más detalles en G. A. V 3, 782a1 y ss. <<

[105] Cf. G. A. V 3, 782b30. <<

[106] P. LOUIS (ob. cit., pág. 94, n. 2) ve aquí una alusión a la tricoptilosis, que se caracteriza por la fisura en el sentido de la longitud del pelo o del cabello. También puede entenderse en el sentido de que el pelo es susceptible de ser cortado. <<

[107] Cf. supra, I 6, 490b28, y G. A. V 3, 781b33. <<

[108] Cf. PLINIO, XI 94. <<

[109] Cf. P. A. II 10, 656b6 y ss. <<

[110] Cf. supra, I 13, 493a27. <<

[111] Cf. supra, II 1, 498b16 y ss. <<

[112] Cf. G. A. V 4-6; Problem. X 63, 898a31. <<

[113] El fenómeno es explicado en G. A. V 5, 785a11. <<

[114] Cf. G. A. V 5, 785a25-36. <<

[115] Vitíligo, lepra blanca (Schneider). Sobre esta enfermedad véase G. A. V 4, 784a26. <<

[116] Cf. infra, IX 50, 631b30 y ss.; G. A. V 3, 784a5-9. <<

[117] Cf. HERÓDOTO, I 175; VII 104: «Siempre que va a ocurrir alguna desgracia a los pedaseos o a sus vecinos, una poblada barba sale a su sacerdotisa de Atenea». Los pedaseos estaban asentados al norte de Halicarnaso. <<

[118] Cf. P. A. II 15, 658b 19-20. <<

[119] Cf. G. A. V 3, 782a25-b27. <<

[120] Cf. G. A. V 6, 786a21 y ss.; PLINIO, VIII 72; Virgilio, Geórgicas III 378; COLUMELA, VII 3. <<

[121] Es decir, a partir de la raíz. <<

[122] Cf. G. A. V 3, 783b6. <<

[123] En el color del plumaje. <<

[124] Cf. G. A. V 5, 785a21-25; PLINIO, X 42. <<

[125] Cf. G. A. V 6, 786a30, donde Aristóteles añade que algunos cuadrúpedos salvajes cambian igualmente de color según las estaciones. <<

[126] Sin duda esta afirmación es debida a influencia hipocrática, especialmente del escrito Sobre los aires, aguas y lugares. Véase Tratados hipocráticos, vol. II, introd., trad. y notas por López Férez y García Novo, Madrid, Gredos, 1986, pág. 39 y ss. <<

[127] Región tracia del sur del Ponto Euxino, en donde había un río de nombre Asirio. Cf. G. HUXLEY, «Kallimachos, the Assyrian river and the bees of Demeter», Greek, Román and Byzantine Studies, 12 (1971), 211-215. <<

[128] Antandros era una ciudad de la Tróade, de la cual, según la leyenda, Eneas partió con su flota, después de la caída de Troya. <<

[129] Cf. Ilíada XX 74; ELIANO VIII 21. «El río Escamandro de Troya, como convierte a las ovejas que beben sus aguas en rubias, además de su primitivo nombre Escamandro, lleva el nombre suplementario de Janto (“el rubio”)» (trad. de Díaz-Regañón). <<

[130] Cf. G. A. IV 5, 774a35; PLINIO, XI 94. <<

[131] Quizás se trate del musculus marinus de PLINIO (IX 88; XI 62), el cual, según la leyenda, precede a la ballena y tiene, en lugar de dientes, unas barbas parecidas a cerdas. Según SAN ISIDORO (XII 6, 6) se trataría de la ballena macho. Cf. D’ARCY W. THOMPSON, Glossary of Greek Fishes, Oxford, 1936, pág. 168. <<

[132] Cf. supra, III 11, 518b28. <<

[133] Cf. infra, IX 40, 626a17; PLINIO, XI 19; VIRGILIO, Geórgicas IV 237-8: et spicula caeca relinquunt adfixae venis, animasque in vulnere ponunt. <<

[134] Cf. P. A. III 11, 673b4-11. <<

[135] Cf. supra, II 16, 494b29. <<

[136] Se trata de las meninges. La dura mater y la pia mater (D’ARCY W. THOMPSON). <<

[137] El pericardio. <<

[138] Cf. P. A. IV 3, 677b11-36; PLINIO, XI 80. <<

[139] En los rumiantes. <<

[140] Cf. supra, II 16, 506b27; P. A. III 8, 671a31; PLINIO, XI 83. <<

[141] El llamado mal de piedra. <<

[142] Cf. P. A. II 8, 653b-654a31. <<

[143] Cf. supra, III 5, 515b1. <<

[144] Cf. G. A. I 18, 726a6, donde Aristóteles precisa que la grasa es señal de buena salud y el resultado de una buena alimentación. <<

[145] Cf. P. A. II 5, 561a20 y ss. <<

[146] Cf. P. A. III 9, 672a 1 y ss. <<

[147] Cf. PLINIO, XI 206: letaliter concrescit circa renes pingue. <<

[148] O esclerótica. <<

[149] El texto es difícil. Hemos aceptado la enmienda de Aubert y Wimmer, que substituyen pion por koinón basándose en un texto del tratado aristotélico Sobre la sensación (2, 438a20) en donde dice que el blanco del ojo es grasiento. Cf. también infra, IV 8, 533a9, y la traducción de Miguel Escoto: quod est prope pupillan oculi in ómnibus animalibus esl multi sepi. <<

[150] Cf. P. A. II 3, 649b21 y ss.; PLINIO, XI 90. <<

[151] In omnibus integris atque imputidis (Gaza). <<

[152] Propiamente «recipiente». Cf. P. A. II 3, 650a34, en donde dice: «Las venas son como un vaso que contiene la sangre». <<

[153] Cf. P. A. II 7, 652b6; 10, 656a24. <<

[154] Cf. P. A. IV 2, 677a20. <<

[155] Cf. supra, III 6, 515b31 y ss. <<

[156] Cf. P. A. II 4, 651a4, en donde dice que se coagula más rápidamente por ser más rica en fibrina. Los griegos creían que la sangre de toro era un veneno porque al coagularse con gran rapidez provocaba la asfixia de quien la bebía. Cf. HERÓDOTO, III 15; PLUTARCO, Vida de Temístocles 31. Este estadista se suicidó ingiriendo sangre de toro. Quizás contenía alguna sustancia tóxica. Véase A. TOUWAIDE, «Le sang de taureau», L’Antiquité Classique 48 (1979), 5-14. <<

[157] Cf. PLINIO, XI 90. <<

[158] Cf. P. A. II 2, 647b34-35. Aplicación de la idea aristotélica de la superioridad natural de lo alto sobre lo bajo, de la derecha sobre la izquierda, de lo anterior sobre lo posterior. <<

[159] Cf. G. A. II 1, 735a23. El corazón, principio de la sangre, es el primer órgano que se forma en el embrión. <<

[160] P. A. II 4, 615a17; Meteorológicas IV 10, 389a10, e infra, III 19, 521b2-3. <<

[161] Cf. P. A. II 6, 652a10: «La sangre se cuece y esta cocción de la sangre la transforma en sebo y en grasa». <<

[162] Las hemorroides propiamente dichas. <<

[163] Un absceso purulento. <<

[164] Cf. G. A. IV 1, 765b18, en donde Aristóteles explica la razón de esta abundancia de sangre en la mujer. <<

[165] Cf. G. A. I 19, 727a11-15. <<

[166] Cf. infra, VII 11, 587b33, y G. A. I 19, 727a12. <<

[167] Confirma lo dicho poco ha en 521a17, en donde el autor dice que del suero, por un proceso de cocción, viene la sangre. <<

[168] Cf. P. A. II 651b20-652a23. <<

[169] Cf. supra, III 16, 516b7. <<

[170] En el libro VI (12, 566b9 y ss.) precisa la diferencia entre estos dos cetáceos. <<

[171] Cf. PLINIO, XI 96. <<

[172] El calostro. Cf. infra, VI 18, 573a25; PLINIO, XI 96, y XXVIII 33. <<

[173] Cf. VARRÓN, De re rustica II 11, 2: quod optimum est id quod neque longe abest neque a partu continuo est mulctum. <<

[174] Montaña de Tesalia, en donde Hércules colocó su pira. <<

[175] Cf. ELIANO, IX 48, en donde nos dice que restregando con sal y nitro el aparato genital de las hembras se provoca en ellas un mayor apetito sexual. <<

[176] La mantequilla. Cf. PLINIO, XXVIII 133. La mantequilla, en la antigüedad, servía sólo de medicamento o para los ungüentos. <<

[177] Unos 20 litros (concretamente 114), aunque se conocen otras medidas de jarras así llamadas. Cf. Odisea IX 246; EURÍPIDES, Cíclope 327. EVA T. H. BRANN, Late geometric and Protoatic Pottery, Londres, 1962, pág. 62. <<

[178] Probablemente referido al precio de cada queso (PECK, ob. cit., pág. 239) ya que aquí parece inapropiado el peso. <<

[179] Cf. Ilíada V 902. <<

[180] Cf. P. A. III 15, 657a6-17; G. A. I 20, 729a11 y II 4, 739b22. <<

[181] Cf. G. A. II 4, 739b22, que avala la lectura pyr en vez de turon de algunos manuscritos. <<

[182] En el interior del estómago. <<

[183] VARRÓN, De re rustica II 11, y PLINIO, XI 96. <<

[184] Cf. infra, VIII 7, 595b18; PLINIO, VIII 70; ELIANO, III 33; XII 11; ATENEO, IX 376. <<

[185] Si un ánfora contiene veinte litros, la producción alcanza los treinta litros. Cf. infra, VIII 1, 595b18; PLINIO, VIII 70; VARRÓN, II 5; COLUMELA, VI 1. <<

[186] Cf. ELIANO, XVI 33, donde dice esto mismo de las vacas fenicias: «los ordeñadores, aunque son hombres de talla aventajada, las ordeñan de pie o echan mano de un taburete al que se suben para alcanzar las ubres» (trad. de Díaz-Regañón). <<

[187] Cf. De mirab. 75, 835b27 y ss. <<

[188] Tanto Peck como Louis creen, con razón, que aquí se trata de Pirro Neoptólemo, hijo de Aquiles y Deidamia, y no de Pirro II, rey del Epiro, nacido en el 318 a. C., que dirigió una expedición contra Italia. <<

[189] La alfalfa (Medicago sativa L.). Cf. PLINIO, XVIII 43; VARRÓN, I 42. <<

[190] Medicago arbórea. Cf. PLINIO, XVIII 47. <<

[191] Ervum ervilia. Cf. TEOFRASTO, H. P. IX 22. <<

[192] Ciudad de Macedonia. Cf. infra, IV 5, 530b10, y V 16, 548b15. <<

[193] Cf. G. A. II 2, 735a29-736a23. <<

[194] En el tratado Sobre la generación de los animales. <<

[195] Cf. Corpus hippocraticum, Sobre la generación VII 2; G. A. I 17, 721a35. <<

[196] HERÓDOTO, III 101. <<

[197] Cf. G. A. II 2, 796a4. Ctesias decía que al secarse el esperma del elefante se volvía duro como el ámbar. <<

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