Notas
Notas
[1] Galileo Galilei, Le operazioni del compasso geometrico, e militare (Pietro Marinelli, Padua 1606); reproducido en Le Opere di Galileo Galilei edizione nazionale, Antonio Favaro, ed. (G. Barbèra Editore, Florencia 1968; primera edición de 1899-1909, 20 vols.), vol. II, págs. 365-424. Existen pocos ejemplares de esta obra, cuya primera edición constó de 60 copias, destinadas a protectores de Galileo y a quienes comprasen el compás, un instrumento para calcular y, añadiéndole un cuadrante, observar, que Galileo había comenzado a fabricar en 1597. Se basaba en uno que había desarrollado antes de 1568 el matemático Federico Commandino (1506-1757), quien a su vez había mejorado otro inventado, parece, por Fabrizio Mordente (1532-c. 1608). El compás de Galileo tuvo tanto éxito —algunos opinan que no tuvo rival para realizar cálculos hasta la introducción de la regla de cálculo a mediados del siglo XIX— que a pesar de las precauciones que tomó (no incluyó ninguna ilustración de él en su libro) hubo quien lo intentó copiar, como Balthasar Capra, que en 1607 publicó un trabajo titulado Usus et fabrica circini cuiusdam proportionis, en que sostenía que él era el inventor del compás y que Galileo se lo había plagiado. Este emprendió acciones legales en contra de Capra, ganando el juicio; todos los ejemplares del libro de Capra fueron retirados y Galileo publicó una Difesa di Galileo Galilei contro alle calunnie ed imposture di Baldessar Capra (Tomaso Baglioni, Venecia 1607); ambas obras, la de Capra y la de Galileo se reproducen en Le Opere di Galileo Galilei, vol. II, págs. 425-601. <<
[2] La carta en cuestión dice lo siguiente: «Serenísimo Príncipe, Galileo Galilei, humildísimo siervo de V. S., velando asiduamente y de todo corazón para poder no solamente satisfacer el cargo que tiene de la enseñanza de Matemáticas en la Universidad de Padua, sino también aportar un extraordinario beneficio a V. S. con algún invento útil y señalado, comparece en este momento ante vos con un nuevo artificio consistente en un anteojo [occhiale] extraído de las más recónditas especulaciones de perspectiva, el cual pone los objetos visibles tan próximos al ojo, presentándolos tan grandes y claros, que lo que se encuentra a una distancia de, por ejemplo, nueve millas, se nos muestra como si distase tan solo una milla, lo que puede resultar de inestimable provecho para todo negocio y empresa marítima, al poder descubrir en el mar embarcaciones y velas del enemigo a mayor distancia de la usual, de modo que podremos descubrirlo a él dos horas o más antes de que él nos descubra a nosotros, y distinguiendo además el número y características de sus bajeles podremos estimar sus fuerzas aprestándonos a su persecución, al combate o a la huida. De igual manera se puede descubrir en tierra, desde alguna elevación, aunque sea distante, los alojamientos y refugios del enemigo en el interior de las plazas, o incluso se puede a campo abierto ver y distinguir en sus detalles todos sus movimientos y preparativos con grandísima ventaja nuestra. Posee además muchas otras utilidades claramente obvias para cualquier persona juiciosa. Y por tanto, juzgándolo digno de ser aceptado por V. S. y estimándolo utilísimo, he determinado presentároslo, dejando a vuestro arbitrio juzgar acerca de este invento, para que ordenéis y dispongáis, según parezca oportuno a vuestra prudencia, que sean o no fabricados». Le Opere di Galileo Galilei, vol. X, págs. 250-251; reproducida en castellano en Galileo Galilei, La gaceta sideral, edición de Carlos Solís (Alianza Editorial, Madrid 2007), págs. 257-258, y en Víctor Navarro, ed., Galileo (Península, Barcelona 1991), págs. 309-310. <<
[3] Aunque Sidereus nuncius ya había sido vertido al castellano, no lo había sido al catalán, gallego y vascuence. La presente versión al castellano es también nueva. <<
[4] Galileo Galilei, La bilancetta; incluida en Le Opere di Galileo, vol. I, págs. 215-220; cita en pág. 215. <<
[5] Badovere (1570-1610?) había sido discípulo de Galileo en Padua en 1598; después obtuvo un puesto diplomático en Francia. <<
[6] Otro texto en el que Galileo se refirió a la invención del telescopio es en Il Saggiatore (Giacomo Mascardi, Roma 1632), en donde refutaba la Libra astronomica (1619), texto firmado por Lotario Sarsi, en realidad un pseudónimo de Orazio Grassi, un jesuita matemático del Colegio Romano, en la que atacaba a Galileo en respuesta a las críticas de este a sus opiniones sobre los cometas. «No sé cuán oportunamente llama al telescopio mi hijo de leche», escribió Galileo, «para descubrir al mismo tiempo que no es de ningún modo hijo mío. ¿Qué hacéis, señor Sarsi? Mientras tratáis de que me sienta obligado a agradecer los beneficios hechos a este que yo consideraba mi hijo, ¿me decís que no es otra cosa que mi hijo de leche? ¿Qué retórica es la vuestra? Más bien hubiera creído que en esta ocasión habríais tratado de hacérmelo creer mi hijo, aun cuando estáis seguros de que no lo es. Hace ya mucho tiempo que declaré en mi Noticiero Sidéreo la parte que yo tengo en la invención de este instrumento y si lo puedo llamar razonablemente parto mío. Escribí que en Venecia, donde entonces me encontraba, llegaron nuevas de que un holandés había prestado al señor conde Mauricio un anteojo con el cual las cosas lejanas se veían tan perfectamente como si hubieran estado muy próximas; nada más se añadía. Con esta descripción volví a Padua, donde residía entonces, y me puse a pensar sobre tal problema, y la primera noche después de mi regreso lo resolví; al día siguiente fabriqué el instrumento y di cuenta de ello en Venecia a los mismos amigos con los que el día anterior había estado razonando sobre esta materia. Inmediatamente después me dediqué a fabricar otro más perfecto, que seis días más tarde llevé a Venecia, donde fue visto con asombro por casi todos los principales gentilhombres de aquella República, con grandísima fatiga para mí, durante un mes ininterrumpido. Finalmente, por consejo de algún querido protector mío, lo presenté al Dux en pleno Senado […] Estos acontecimientos no se produjeron en un bosque o en un desierto: se produjeron en Venecia, donde, si hubierais estado entonces, no me habríais despechado así como un simple padre nutricio». Hemos utilizado la traducción al castellano de V. Navarro, ed., Galileo, op. cit., pág. 94. <<
[7] Journal tenu par Isaac Beeckman de 1604 à 1634, Cornélis de Waard, ed. (Martinus Nijhoff, La Haya 1939-1953), vol. 3 («1627-1634»), pág. 37; citado en William R. Shea, «The invention of the telescope», introducción a Galileoís Sidereus Nuncius or A Sidereal Message (Science History Publications, Sagamore Beach 2009), págs. 8-9. <<
[8] En la página 269 de esta obra se lee: «las lentes cóncavas hacen ver con claridad las cosas lejanas; las convexas las cercanas; por lo tanto las podrás utilizar según la calidad de tu vista; con lo cóncavo las cosas lejanas parecerán pequeñas pero claras, verás las cosas cercanas y lejanas claramente y también grandes. Hemos hecho una cosa muy deseada por nuestros amigos, que veían las cosas lejanas muy turbias, y las cosas cercanas nebulosas, hemos hecho que todos vieran muy claramente». Citado en Hablarán de ti siempre las estrellas. Galileo y la Astronomía, Francesco Bertola, coord. (Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Madrid 2009), pág. 26. <<
[9] Véase Hablarán de ti siempre las estrellas. Galileo y la Astronomía, op. cit., pág. 30. Cesi había conocido a della Porta en una visita que hizo a Nápoles en abril o mayo de 1604. Eligieron el lince como emblema porque según los antiguos se trataba de un animal con una vista tan aguda que podían «penetrar en el interior de las cosas», una caracterización obviamente relacionada con sus propios propósitos: «conocer las causas y el funcionamiento de la Naturaleza». La Accademia se reunía en el palacio Cesi, en la Via della Naschera d’Oro de Roma, pero tras la elección de Galileo se organizó en tres sedes: una en Roma, presidida por Cesi (princeps Lynceorum), otra en Florencia, dirigida por Galileo, y la última en Nápoles, encabezada por Giambattista Della Porta. Aunque la Accademia dei Lincei continúa existiendo, su sede ya no es la misma. <<
[10] Juan Vernet Gines (Instituto de España, Madrid 1975), pág. 117. <<
[11] Las referencias que da Vernet son: Felipe Picatoste Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVIº (Imprenta y Fundición de Manuel Tello, Madrid 1891), págs. 269-272, y J. M. Simón-Guilleuma, Juan Roget, óptico español inventor del telescopio (Barcelona 1959), págs. 708-712. Felipe Picatoste (1834-1892) fue periodista, político, historiador, matemático y literato, y José M. Simón de Guilleuma (1886-1965) óptico e historiador aficionado. Juan Roget fue un óptico que parece enseñó a Sirtori en Gerona en 1610 una armadura de telescopio y fórmulas para su construcción, realizadas muchos años antes; Guilleuma señala también que Pedro, hermano de Juan Roget poseía, junto con tres hijos, un taller en Barcelona donde fabricaban «olleres de llarga vista». <<
[12] Se trata de la cuestión que Galileo comienza a tratar diciendo: «Llegado a este momento me place esclarecer la causa de otro cierto fenómeno lunar muy digno de admiración que nosotros observamos, y dimos a conocer la causa, aunque no recientemente sino hace muchos años, cuando lo mostramos y explicamos a algunos familiares, amigos y discípulos. Ya que esta observación se hizo más fácil y evidente con la ayuda del catalejo, creo que no es incongruente recordarla en este lugar. Tanto más cuanto que aparece más clara la afinidad y la similitud entre la Luna y la Tierra». <<
[13] Hemos utilizado la traducción al inglés de Ad Vitellionem paralipomena, quibus astronomiae pars optica traditur, publicado en Frankfurt, 1604, por C. Marnius & Herederos de J. Aubrius: Johannes Kepler, Paralipomena to Witelo & Optical Part of Astronomy (Green Lion Press, Santa Fe, New México 2000), págs. 263-268; cita en pág. 266. Jakub Vitellio (o Vitello o Witelo), que vivió entre, aproximadamente, 1230 y 1275, escribió un tratado de óptica (basado ampliamente —aunque no lo decía— en textos de Alhazen), estudiado durante la Edad Media en manuscritos; la primera edición que conocemos dada a la imprenta apareció en 1535 (Johann Petri, Nuremberg): Peri optikes, id est de natura, ratione, & projectione radiorum visus, lumininum, colorum atque formarum, quam vulgo perspectivam vocant, libri X. <<
[14] Los epígrafes en cuestión aparecen entre las páginas 79 y 87 de la primera edición del Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo Tolemaico, e Copernicano (Batista Landini, Florencia 1632), y entre las que van de la 79 a la 85 de la traducción al castellano de Antonio Beltrán Marí: Galileo Galilei, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano (Alianza Editorial, Madrid 1994). <<
[15] Galileo, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano, op. cit., pág. 82; Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo Tolemaico, e Copernicano, op. cit., pág. 84. <<
[16] Kepler, Paralipomena to Witelo & Optical Part of Astronomy, op. cit., pág. 265. El problema es que no existe ningún Libro II de la Astronomiae instauratae progymnasmata (Ejercicios introductorios para una astronomía renovada; Praga 1602), y que tampoco se aborda esta cuestión en el capítulo 2 de la Parte I, ni en la Parte II. La explicación quizá se debe a la larga gestación de esta obra, en cuya publicación, incluyendo la corrección de pruebas, Brahe estuvo ocupado durante más de una década; de hecho, finalmente apareció tras su muerte, al cuidado de su yerno, Frans Tengnagel, y de Kepler. <<
[17] Es ilustrativo, en este sentido, lo que el 7 de mayo de 1610 Galileo escribió a Belisario Vinta (1542-1613), Secretario de Estado del Gran Duque, Cosme II de Medici: «El Ilmo. Señor embajador Giuliano de Medici me escribe desde Praga que no hay en aquella corte anteojos más que de eficacia mediocre, por lo que me pide uno, informándome que S. M. lo desea; me escribe que lo debo hacer consignar en Venecia al secretario del Sr. residente a fin de que asegure su transporte. Pero yo considero que dicho secretario no recibirá ni mandará cosa alguna sin la orden de V. S. Ilma.; por tanto, si S. A. consiente que lo mande de esta forma, sírvase V. S. Ilma. de dar la orden en Venecia de que sean recibidos y mandados. Entretanto, como no tengo aquí anteojos de calidad, trataré de construir uno o dos pares, aunque me cueste mucho esfuerzo, siendo así que no quisiera verme necesitado de mostrar a otros el auténtico modo de elaborarlos»: Le Opere di Galileo Galilei, vol. X, págs. 348-349, y V. Navarro, ed., Galileo, op. cit., pág. 311. <<
[18] Dan Hofstadter, La Tierra se mueve. Galileo y la Inquisición (Antoni Bosch, Barcelona 2009; edición original en inglés de 2009), págs. 66-67. <<
[19] Le Opere di Galileo, vol. X, pág. 343; citada en Albert van Helden, «Telescopes and authority from Galileo to Cassini», Osiris 9, 9-29 (1994), pág. 11, y en C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit., págs. 245-246. <<
[20] Stillman Drake y Charles T. Kowal, «Galileo’s sighting of Neptune», Scientific American 243, n.º 6 (1980), págs. 74-81, y W. R. Shea, «The invention of the telescope», op. cit., págs. 36-37. <<
[21] Sobre estos puntos, véanse Horst Bredekamp, «Gazing hands and blind spots: Galileo as draftsman», Science in Context 13, 423-462 (2000), y Samuel Y. Edgerton, The Mirror, the Window, and the Telescope. How Renaissance linear perspective changed our vision of the Universe (Cornell University Press, Ithaca 2009), pág. 152. <<
[22] Kepler seleccionó este apartado en sus críticas a Galileo en su Dissertatio cum Nuncio Sidereo (Danielis Sedesani, Praga 1610); reproducida Le Opere di Galileo Galilei, vol. III, págs. 99-126. Existe traducción al castellano de este libro (Johannes Kepler, Conversación con el mensajero sideral) en C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit. <<
[23] Cuatro años más tarde, el astrónomo alemán Simon Marius (1570-1624), también conocido como Marius von Guntzenhausen, bautizó a las «estrellas mediceas» con nombres de personajes que la mitología griega relacionaba con Júpiter: Ío, Europa, Ganímedes y Calixto, argumentando que él las había observado unos días antes —el 28 de diciembre de 1609— de lo que constaba en los escritos de Galileo, y que ya había visto entonces las cuatro, no tres como inicialmente observó Galileo. En este sentido, en su libro Mundus Jovialis (Nuremberg, 1614) escribió: «Júpiter es culpado por los poetas debido a sus irregulares amores. Tres doncellas son mencionadas especialmente por haber sido cortejadas clandestinamente por Júpiter con éxito. Ío, hija de Río, Inachus, Calixto de Lycaon, Europa de Agenor. Luego fue Ganímedes, el hermoso hijo del rey Tros, a quien Júpiter, habiendo tomado la forma de un águila, transportó en su lomo hasta los cielos, tal como los poetas narran de una forma fabulosa. Yo pienso, por tanto, que no hago mal si a la Primera le doy el nombre de Ío, a la Segunda Europa, a la Tercera, de acuerdo con su majestuosidad y luz, Ganímedes, y a la Cuarta Calixto». «Este relato, y los nombres tan particulares», añadía, «me fueron sugeridos por Kepler, Astrónomo Imperial, cuando nos reunimos en la Feria de Ratisbona en octubre de 1613. Por consiguiente, como gesto y en memoria de nuestra amistad que comenzó entonces, yo le saludo como padre conjunto de estas cuatro estrellas, y de nuevo creo que no estoy equivocado». No obstante, la nomenclatura de Galileo se mantuvo durante mucho tiempo, al menos dos siglos más. <<
[24] Sin duda facilitó el que Galileo descubriese estas lunas su tamaño; Calixto y Ganímedes, en particular, son bastante grandes: Calixto es algo menor que Mercurio, mientras que Ganímedes es más grande: tiene un diámetro de 5276 kilómetros, la luna más grande del Sistema Solar, seguida por Titán. <<
[25] François Arago, «Galilée», en Oeuvres de François Arago, M. J.-A. Barral, ed., tomo III («Notices biographiques») (Gide et J. Baudry, éditeurs, París 1855), págs. 240-297; cita en pág. 269. <<
[26] En el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, «IDUS» se define de la siguiente forma: «Una de las tres partes en que los Romanos dividían el mes, en cuyo modo de contar los días que observa la Cancelaría de Roma, se divide el mes en tres partes, que son Nonas, Idus, y Kalendas. Los Idus son el día quince en los meses de Marzo, Mayo, Julio y Octubre, y a trece en los demás. Su cuenta empieza los ocho días precedentes, que son desde después de las Nonas. Es voz puramente Latina». Diccionario de Autoridades, o Diccionario de la Lengua Castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua (Imprenta de la Real Academia Española, por los Herederos de Francisco del Hierro, Madrid 1734), tomo IV, «que contiene las letras G.H.I.J.K.L.M.», tomo IV, pág. 205. <<
[27] El ejemplar de Sidereus nuncius que se vendió estaba encuadernado con De radiis visus et lucis in vitris perspectivis et iride tractatus (1611) de Marko Antonije Dominis. En la misma subasta, la Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus (1628) de Harvey se vendió por 530 500 dólares y los Philosophiae Naturalis Principia Mathematica (1687) de Newton por 321 000. The Haskell F. Norman Library of Science and Medicine. Part II (Christie’s, Nueva York 1998). En una subasta posterior (17 de junio de 2008), también en Christie’s, el precio de partida del ejemplar de Sidereus nuncius ofrecido fue ya de entre 150 000 y 250 000 dólares, alcanzando al final los 290 500 dólares; Important Scientifi c Books: The Richard Green Library (Christie’s, Nueva York 2008). <<
[28] Le Opere di Galileo Galilei, vol. X, pág. 410. <<
[29] Este hecho muestra que aunque ambos, Galileo y Kepler, fuesen aliados en la defensa de las tesis de Copérnico, no por ello dejaban de ser competidores, y de diferir en algunos puntos. <<
[30] Citado en C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit., pág. 228. Ver, asimismo, los comentarios a «Dalla “Dioptrice” del Keplero», en Le Opere di Galileo Galilei, vol. III, segunda parte, pág. 920. <<
[31] Johannes Kepler, Narratio de Iovis satellitibus (Frankfurt 1611); reproducida en Le Opere di Galileo Galilei, vol. III, págs. 183-190; la frase reconstruida por Kepler aparece en la pág. 185. <<
[32] Le Opere di Galileo Galilei, vol. X, pág. 474; C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit., pág. 229. <<
[33] Le Opere di Galileo, vol. X, pág. 483; C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit., pág. 230. <<
[34] «oy» puede representar «vey», expresión yiddish para el dolor o la exasperación. <<
[35] Le Opere di Galileo Galilei, vol. XI, pág. 12; C. Solís, ed., La gaceta sideral, op. cit., pág. 234. <<
[36] Reproducida en Le Opere di Galileo Galilei, vol. V, págs. 71-141. <<
[37] Galileo Galilei, Cartas sobre las manchas solares, extractos reproducidos en V. Navarro, ed., Galileo, op. cit., págs. 58-59. <<
[38] Esto es lo que escribía Galileo a Vinta: «Non prima che oggi, et ben tardi, si è potuto havere alcuna copia del mio Avviso Astronomico». Le Opere di Galileo Galilei, vol. X, pág. 288. <<
[39] Stillman Drake, «The Starry Messenger», Isis 49, 346-347 (1958). <<
[40] Eratóstenes, Mitología del Firmamento (Alianza Editorial, Madrid 1999); Macrobio, Comentarios al sueño de Escipión, edición de Jordi Raventós (Siruela, Madrid 2005), pág. 82. <<
[41] Diccionario de Autoridades, o Diccionario de la Lengua Castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua (Imprenta de la Real Academia Española, por los Herederos de Francisco del Hierro, Madrid 1734), tomo IV, «que contiene las letras G.H.I.J.K.L.M.», pág. 528. <<
[42] En la nota 26 ya recordamos cómo define el Diccionario de Autoridades «Idus», lo que significa, como también se explicó antes, que el «4 Idus de marzo», la fecha en que Galileo firmó la dedicatoria del libro a Cosme de Médici, corresponde al cuarto día antes del 15, o sea el 12 de marzo. <<