La presente edición de «Sidereus nuncius»
La presente edición de Sidereus nuncius
Con motivo del IV centenario de la publicación en Venecia del Sidereus nuncius hemos querido aprobar una asignatura pendiente: que exista versión de la obra en todas las lenguas oficiales que se usan en España. Ya disponíamos de versiones completas en castellano, desde que se editó, en el IV Centenario del nacimiento de Galileo (Eudeba, Buenos Aires, 1964), con el título de El Mensajero de los Astros, una traducción de José Fernández Chitt, con revisión e introducción del historiador de la ciencia José Babini (1897-1984). Anteriormente, desde 1947, existían fragmentos del Sidereus nuncius recogidos en la obra Autobiografía de la Ciencia, de Forest Ray Moulton y Justus J. Schifferes, que se tradujo al español y se editó en México por el Fondo de Cultura Económica. La edición más completa y rigurosa en castellano es la citada de Carlos Solís de 2007, con el atrevido título La gaceta sideral, que incluye en el mismo volumen la Conversación con el mensajero sideral de Kepler y que es versión revisada de su edición de 1984 y 1990, también en Alianza Editorial, aunque entonces en cubierta y portada aparecía con la dualidad El mensaje y el mensajero sideral refiriéndose así a las dos obras.
Sin embargo, no existían traducciones completas del Sidereus nuncius al catalán, gallego ni vascuence (tampoco la había al portugués hasta estos días, que ha sido anunciada una edición de la Fundação Calouste Gulbenkian, dirigida por Henrique Leitão). Nuestra ilusión de poner en un mismo proyecto un ejemplar facsímil de la Editio Princeps veneciana con otras tres primeras ediciones ha dado lugar también a un trabajo de coordinación, que implicó una nueva versión castellana realizada por el equipo del MUNCYT. Ese trabajo de coordinación implicó varios acuerdos.
El primero de ellos se refiere al título de la obra que, como se ha visto, en castellano dispone ya de dos fórmulas, y que en general ha sido muy comentada a lo largo de la historia. Una de las claves es la palabra nuncius, que puede significar tanto el enviado que lleva noticias como el soporte de las mismas o el mensaje en sí. El mismo Galileo se refirió al libro como «Avviso Astronomico» en una carta que envió a Vinta, remitiéndole un ejemplar de Sidereus nuncius, el 13 de marzo de 1610, aunque por otra parte aceptó durante quince años que su título se interpretara por otros —incluido Kepler— como «mensajero[38]». En cualquier caso, bien puede considerarse —siguiendo a Stillman Drake— al libro como mensajero y a su contenido como mensaje[39]. En otros idiomas ha sido traducido como Annunzio (italiano, María Timpanaro Cardini, 1948), Messager (francés, Alexandre Tinelis 1681, Isabelle Pantin 1992), Message (francés, Émile Namer, 1964), Messenger (inglés, Edward Stafford Carlos, 1880, 1960) y con la dualidad Messenger en el título y Message en el encabezamiento (inglés, Albert van Helden). La última y autorizadísima versión de William R. Shea (2009), a la que ya hemos hecho referencia, opta por un conciliador Galileo’s Sidereus Nuncius, Or a Sidereal Message. En Portugal han escogido una forma tradicional y popular, en línea con la primera en español: Mensageiro das estrelas. Nuestra opción ha sido por Noticiero sideral, por entender que la palabra «noticiero» tiene también el doble significado, de persona que trae noticias y asimismo de periódico o medio que da noticias, que es la dicotomía que presenta nuncius. «Noticiero» está en el Diccionario de la RAE al menos desde 1869 y ahora ha dado lugar al título Noticiero Sideral junto con Noticiari Sideral, Noticieiro Sideral e Izarretako Albistaria. En definitiva, se trata de la cabecera de una publicación destinada a desvelar una gran noticia; hemos puesto el énfasis en la noticia, el anuncio, o el aviso, más que en la idea de representación, delegación o embajada que también tiene nuncius. En el comienzo del texto, cuando se convierte en Astronomicus nuncius, la palabra puede perder el sentido de título de la publicación, y convertirse simplemente en un titular: Noticia astronómica. En las líneas de este encabezamiento permanece el nombre de «Astros Cósmicos» para bautizar los satélites de Júpiter, que fue la primera idea que tuvo Galileo para honrar a Cosme de Médici, aunque al final optase por utilizar el apellido de la familia y así también perder la referencia a cosmos.
Las traducciones a los cuatro idiomas están realizadas directamente del latín, y en concreto del texto de la edición veneciana de 1610. Para el término «perspicillum», que aparece para referirse al instrumento utilizado por Galileo, hemos mantenido la tradición de no usar la palabra telescopio en portada, dado que el término no existía en 1610, pues fue algo más tarde cuando lo utilizaron por primera vez Federico Cesi y los linceanos, que en una reunión del 14 de abril de 1611 comentan que «telescopio» era «grato y aceptado» en todo el mundo. En nuestra edición en castellano hemos preferido «catalejo», pues llega más lejos que el anteojo, aunque en algunos casos se haya identificado solo con los modelos extensibles (y así lo sigue diciendo el DRAE). Los términos «anteojo» o «antojo» valen para cualquier tipo de lentes, y el término «visorio», que también fue empleado genéricamente en su tiempo, no parece tampoco por lo mismo adecuado.
Otro término «conflictivo» del titular es «reperti». Viene de reperio, is, ire, repperi, repertum: que puede significar encontrar, descubrir, adquirir, obtener y también idear, inventar, diseñar. Hemos optado por «realizado», «preparado» o «logrado por él», que tiene concreción suficiente. Aunque fuera acusado por ello, Galileo no afirma haber inventado el instrumento, y a este respecto es suficientemente explícito el texto: «Mensibus abhinc decem fere, rumor ad aures nostras increpuit, fuisse a quodam Belga Perspicillum elaboratum, cuius beneficio obiecta visibilia, licet ab oculo inspicientis longe dissita, veluti propinqua distincte cernebantur». Como ya se mencionó anteriormente, en esta cita Galileo se refiere a «cierto neerlandés», según la aceptada doctrina que en el latín de la época ese era el significado de «belga».
En los nombres de las estrellas y otros términos astronómicos o astrológicos hemos preferido mantener los términos de la época. Por ejemplo, la estrella Sirio sigue siendo el Perro, y en lo que respecta a la Vía Láctea, hemos optado por conservar «Círculo Lácteo», pues aunque las dos denominaciones (ambas antiguas, pues por ejemplo Ovidio usó «Vía Láctea» y Eratóstenes empleó «Círculo Lácteo») seguían siendo utilizadas en tiempos de Galileo, él prefirió esta última. De hecho, el término «Círculo Lácteo», que no es más que la traducción literal de la forma griega «kýklos galaxias» y aparece en Catasterismos 44 de Eratóstenes, obra de la que hay traducción al castellano con el título Mitología del Firmamento, tenía el significado adicional de representar la unión de los dos hemisferios celestes, como afirmó Teofrasto según cita Macrobio en sus Comentarios al Sueño de Escipión, idea que vendría muy bien a las observaciones galileanas de que la banda blanquecina estaba formada por innumerables estrellas y pertenecía al mundo celeste, y no al sublunar como quería Aristóteles[40].
En esta misma línea, hemos querido mantener otros términos característicos de la astrología, como el concepto de «Medio Cielo», que el venerable Diccionario de Autoridades recoge así: «Medio Cielo: Se llama en la Astronomía el meridiano superior: ello es la Parte del círculo meridiano que está sobre el horizonte. Lat. Semicirculus meridianus Superior[41]». Asimismo se mantiene la palabra «aspecto» para expresar el ángulo visual de dos astros. El «aspecto sextil» era un ángulo de 60 grados, y otros aspectos importantes eran la conjunción (cero grados), la oposición (180 grados), la cuadratura (90 grados) y el trígono (120 grados).
También, y por mantener un cierto sabor de época en la traducción de la dedicatoria, hemos conservado el modo de poner la fecha en función de los «Idus de marzo[42]».