El Origen del Hombre

II. Condiciones necesarias para el ejercicio de la seleccion sexual.—leyes de herencia.

II. Condiciones necesarias para el ejercicio de la seleccion sexual.—leyes de herencia.

Para que se ejerza la seleccion sexual, bajo cualquier forma, es

preciso que medien ciertas condiciones. Efectivamente, si suponemos que,

en una especie determinada, el número de machos es exactamente igual al

de hembras, y añadimos á esta hipótesis la de que cada macho no se

aparee más que con una sola hembra, vemos claramente que, en este caso,

todos los machos podrán reproducirse. Es cierto que los más vistosos,

los más fuertes, ó los más precoces, encontrarán, antes que los demás,

una hembra que les acepte, y hasta podrán escoger la que más les agrade,

pero no por eso el número de sus descendientes será superior al de cada

uno de los otros machos; de manera que no ofrecerá probabilidades de

aumentar mucho la proporcion de los individuos que presenten un

determinado carácter puramente ornamental.

Por el contrario, tan pronto como resulta una desproporcion

considerable entre el número de individuos de cada sexo, aparece y obra

la seleccion sexual. Los individuos del sexo ménos numeroso se ven

forzosamente obligados á elegir entre los individuos del otro sexo que

los pretendan; y estos últimos son arrastrados por la competencia á la

rivalidad y á la lucha consiguiente.

Pueden producirse iguales efectos, sin que exista ninguna

desproporcion numérica entre los individuos de cada sexo. Basta para

ello que algunas costumbres ó hábitos especiales produzcan una escasez,

que podríamos llamar artificial, de los individuos de un sexo con

relacion á los de otro. Así vemos, por ejemplo, que el gallo, y la

mayoría de los machos de las gallináceas, tienen la costumbre de

formarse un verdadero harem. De esto resulta que si el número de hembras

no excede con mucho al de los machos, no lodos estos encontrarán con

quien aparearse. Por lo tanto, podrá y deberá intervenir necesariamente

en tal caso la seleccion sexual. La poligamia es en los animales un

hecho muy general, cuya consecuencia inmediata es la de producir una

disminucion artificial en el número de hembras, que serán acaparadas por

los machos preferidos, con exclusion de los demás.

Toda teoría sobre el orígen de las especies, que haga intervenir la

influencia de la seleccion sexual, deberá ir precedida de una especie de

censo numérico de los individuos machos y hembras en la mayor parte

posible de especies.

Es incontestable que en la raza humana nacen por término medio más

varones que hembras. Con todo, la proporcion varia segun los países, y

hasta en una misma region influyen en ella circunstancias aun no

conocidas. Presenta singularidades inexplicables todavía: en Europa, el

exceso de los nacimientos de varones sobre el de hembras es mucho menor

en los hijos naturales que en los legítimos; aun más, en un mismo país

parece que los judíos engendran más hijos varones que los cristianos. En

Livonia la proporcion entre los nacimientos de varones y hembras, es de

120 por 100 entre los judíos y sólo de 104 por 100 entre los

cristianos. Sin duda habrá en ello una influencia de raza, persistente

como el tipo de la fisionomía, á pesar de un transcurso de muchos siglos

de comunidad de costumbres con las razas europeas.

En todos los animales domésticos se observan las mayores

fluctuaciones en la proporcion, exceptuando en el cerdo y el conejo, en

que los machos son mas numerosos. Respecto á los animales salvajes es

difícil adquirir datos positivos. Créese que las ratas y topos machos

son mucho más numerosos que las hembras. Entre las aves obsérvase

tambien lo propio en muchas especies. Por su especial género de vida

apenas se sabe nada sobre el particular relativamente á los peces.

En cuanto á los insectos han sido estudiados algunos de sus grupos

con suficiente detenimiento para que sea posible formarse una idea

bastante exacta de la proporcion numérica de ambos sexos en muchas

especies, que son precisamente las más bellas. En ellas los machos

parecen ser los más numerosos: en ciertas especies de la cuenca del rio

de las Amazonas, observadas por M. Bates, los machos están con las

hembras en la relacion de 100 á 1. Por otra parte, es un hecho muy

conocido el de que, en muchos países, una hembra cautiva de ciertas

mariposas nocturnas (Lasiocampa quercus, Saturnia carpini, etc.), basta para hacer acudir centenares de machos.

Otra prueba cita Darwin en apoyo de la idea de que los machos son más

numerosos, y es la de los precios indicados en los catálogos de los

vendedores, para los machos y hembras de cada especie. El catálogo del

doctor Standinger contiene 300 especies de mariposas diurnas. Aun cuando

los machos son comunmente más bellos que las hembras, estas tienen, por

su escasez, mayor precio, y mientras en 113 especies raras pretende por

aquellas 100 francos, pide por estas 149. La cria de muchas especies,

entre las que habia el gusano de seda, ha dado por resultado 934 machos y

761 hembras.

Sentado ya el hecho de la desproporcion, débese inquirir cuáles son

los caractéres adquiridos por seleccion sexual, y naturalmente se

presentan como tales los que distinguen los sexos, sin que por esto

estén enlazados directamente con el ejercicio de las funciones de

reproduccion, las que sólo se desarrollan ó adquieren un grado máximo en

la época del celo; y finalmente los que sirviendo únicamente para el

adorno del individuo, y no teniendo otra utilidad positiva, no han

podido ser debidos á la seleccion natural.

En el conjunto del reino animal, cuando los sexos difieren por su

apariencia exterior, casi siempre el macho es el que presenta mayores

modificaciones: la hembra conserva los mismos caractéres de la primera

época de su vida. La causa de esto parece depender de que los machos de

casi todos los animales tienen las pasiones más fuertes que las hembras.

Por eso los machos luchan entre sí, hacen gala asiduamente de sus

atractivos ante las hembras, y los que triunfan, por su mérito ó valor,

de sus rivales, transmiten á su prole masculina los caractéres que les

han dado la superioridad. Es cosa sabida que, en todos los mamíferos,

los machos persiguen con ardor á las hembras. Lo propio acontece con las

aves, aunque ménos que á perseguirlas tienden los machos á fascinar á

las hembras desplegando ante ellas su plumaje, haciendo movimientos y

ademanes extraños y cantando en su presencia. En los pocos peces cuyas

costumbres se han estudiado, el macho parece ser mucho más ardiente que

la hembra. La misma ley rige para todos los insectos; entre las arañas y

crustáceos los machos son más activos y de costumbres ménos metodizadas

que las hembras.

Tantos hechos como confirman esta ley, nos inducen á buscar las

causas que la determinan; pareceria natural que los dos sexos se

buscasen mutuamente; ¿por qué no sucede así y el macho es solo el que

toma una parte más activa en la pasion? En las plantas, despues de la

fecundacion, los óvulos deben ser nutridos algun tiempo, y por lo tanto

es preciso que el pólen sea llevado á los órganos hembras, y colocado

sobre el estigma, ya con ayuda del viento ó de los insectos, ya por los

movimientos espontáneos de los estambres.

En los animales de organizacion inferior establecidos de una manera

permanente en un mismo sitio, y que tienen separados los sexos, el

elemento macho pasa invariablemente á la hembra, y por un motivo fácil

de comprender, ya que los óvulos, aun cuando se desprenden antes de ser

fecundados, son de más difícil transporte que el elemento macho, por su

mayor tamaño. Obligados á emitir de este modo su elemento fecundante los

machos de los animales adheridos á un sitio fijo, es natural que sus

descendientes, elevándose en la série y llegando á ser móviles, hayan

conservado la misma costumbre y se aproximen á la hembra, para que el

producto fecundante no esté expuesto á los azares de un largo viaje á

través del agua del mar. En cuanto á las formas cuyos antecesores

primitivos no estaban adheridos á un lugar fijo, sino libres, es difícil

comprender por qué los machos han adquirido la invariable costumbre de

buscar á las hembras, y no estas á los machos. Pero, en todos los casos,

ha sido preciso que para ello hayan estado dotados de fuertes pasiones,

cuya adquisicion resultaria naturalmente del hecho de que los más

solícitos y apasionados dejarian mayor número de descendientes, que los

que lo fuesen ménos.

Para comprender de qué manera ha podido obrar la seleccion sexual

produciendo en el transcurso del tiempo resultados tan considerables en

animales de todas clases, es necesario tener presente las leyes que

presiden á la transmision hereditaria de los caractéres.

Pueden estas reducirse á las siguientes: Herencia en los períodos correspondientes de la vida.—Esta

tendencia está plenamente confirmada. Si aparece un carácter nuevo en

un animal jóven, ya persista durante toda su vida, ya tenga sólo una

duracion transitoria, reaparecerá por regla general, en sus

descendientes, á la misma edad y de la misma manera. Si, por otra parte,

aparece un carácter nuevo en el individuo adulto, ó aun en su edad

avanzada, tenderá á reaparecer en la prole á la misma avanzada edad.

Cuando esta ley presenta desviaciones, los caractéres transmitidos

adelantan más frecuentemente su aparicion que la retrasan.

Herencia en las estaciones correspondientes del año.— En los

animales que viven en estado salvaje se observan innumerables casos de

caractéres que aparecen periódicamente en diferentes estaciones. El

pelaje de los animales árticos se torna más espeso y más blanco durante

el invierno. Muchas aves ostentan colores más brillantes y otros

vistosos adornos en la época de la reproduccion. Herencia limitada por el sexo.—

La transmision de los caractéres por igual á ambos sexos, es la forma

más comun de la herencia. Pero tampoco es raro que los caractéres se

transmitan solamente al sexo en que han aparecido primitivamente. La

coloracion tricolor del gato es, por regla general, peculiar á las

hembras. En la mayor parte de las gallináceas, los caractéres propios de

cada sexo se transmiten solamente al mismo. Relaciones entre la época del desarrollo de un carácter, y su transmision á uno ó á ambos sexos.—A pesar de nuestra ignorancia sobre este particular, pueden establecerse

dos reglas que por lo comun se aplican; á saber: que las variaciones que

aparecen por primera vez en una época avanzada de la vida, tienden á

desarrollarse en un sexo solo, mientras que las que surgen en la primera

edad, suelen transmitirse á los dos. De este modo se explica que el

hermoso plumaje de los machos de algunas aves, ó su facultad de cantar,

sólo se desarrolla muy tarde (en la época correspondiente á la de su

primitiva aparicion) de tal manera, que los machos jóvenes presentan

durante mucho tiempo el pálido color de las hembras, ó son, como ellas,

mudos.

Examinemos rápidamente cómo aplica Darwin estas leyes á los caractéres sexuales que presentan todos los grupos del reino animal.

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