El Origen del Hombre

V. Caractéres sexuales de los vertebrados.

V. Caractéres sexuales de los vertebrados.

Peces.—Pocos peces se unen en el acto de la reproducción;

generalmente los machos se limitan á seguir á las hembras, dejando,

sobre los huevos que esta suelta, un principio fecundante. A pesar de

esto, en la época de la fecundacion, traban los machos las más

encarnizadas luchas. Los salmones machos combaten ardientemente, y su

mandíbula inferior se prolonga, adquiriendo la forma de un gancho, para

coger á sus adversarios. En muchos peces los dos sexos difieren por el

color: el Callyonimus lyra es tan distinto de su hembra, que

Linneo habia hecho de los dos sexos dos especies distintas; el macho es

incomparablemente más bello. Es evidente que existe alguna relacion

entre la coloracion de los peces y sus funciones sexuales:—primero, por

la diferencia de coloracion, á menudo más brillante en el macho

adulto:—segundo, por la semejanza de los machos jóvenes con las hembras

adultas;—finalmente, porque hasta los machos que por lo comun presentan

el mismo color que las hembras, revisten á menudo tintas vistosas

durante la época de la reproduccion. Si podemos admitir que las hembras

ejercen una eleccion y prefieren los machos más adornados, nos

explicaremos perfectamente los hechos precitados.

Batracios.—Algunas especies de este órden ofrecen una

diferencia sexual interesante, que consiste en las facultades musicales

que caracterizan á los machos, si se nos permite calificar de musicales

los discordantes sonidos que producen las ranas machos, entre otras.

Emiten estos sonidos principalmente en la época de la reproduccion, y,

con este objeto, los órganos del macho están mucho más desarrollados que

los de las hembras, por efecto sin duda de la seleccion sexual.

Reptiles.—Obsérvanse entre los sexos de los ofidios algunas

diferencias, aunque leves, de matices. Sus glándulas anales funcionan

activamente durante la época de la reproduccion, despidiendo un fuerte

olor de almizcle, lo cual se observa tambien en los lagartos y en las

glándulas submaxilares de los cocodrilos. En los machos de la mayor

parte de los animales que buscan á las hembras, estas glándulas sirven

probablemente con sus emanaciones para excitar y seducir á estas, mejor

que para guiarlas al sitio en que se encuentra el macho. Los vivísimos

colores de algunos lagartos, como tambien varios apéndices y otras raras

modificaciones de estructura, habrán sido adquiridos por los machos por

seleccion sexual, á manera de adornos, transmitiéndose luego

hereditariamente ó á su descendencia masculina ó á ambos sexos.

Aves.—Uno de los rasgos más característicos de las costumbres

de las aves, es el de los cuidados que prodigan á su progenie. Todo

parece estar subordinado en estos animales al acto de la reproduccion.

Los machos persiguen á las hembras con tanta constancia como ardor; para

poseerlas riñen furiosos combates con sus rivales: uno de los pájaros

más pendencieros es el colibrí. Otras aves combatientes han llegado á

adquirir una fama tradicional, por el valor de que dan pruebas en sus

luchas; los machos, de mayor tamaño que sus hembras, adornados con un

soberbio collar de espléndidas plumas que les sirve á la par de escudo,

se reúnen cada dia en gran número en sitios determinados, y emprenden

encarnizados combates, que presencian las hembras. Estos lugares de

reunion, verdaderos palenques de torneo, se reconocen fácilmente por

verse el suelo removido por un incesante pataleo.

En los tetraos urogallos la lucha presenta más bien el carácter de un

pacífico certámen que el de un torneo. En la América del Norte los Tetrao phasianellus

machos se reunen todas las mañanas en un lugar escogido, perfectamente

llano, donde de repente emprenden una vertiginosa carrera, trazando un

círculo de quince á veinte piés de diámetro, y acaban por arrancar el

césped á su rápido paso. Al propio tiempo hacen las contorsiones y

movimientos más originales que imaginarse pueda; los cazadores

norte-americanos designan estas reuniones con el nombre de baile de las perdices.

Las hembras presencian estas danzas escondidas entre los matorrales

próximos al teatro de la locha. Los machos más vistosos son los que

obtienen con preferencia la posesion de las hembras.

Cuando las aves machos están adornadas con mayor brillantez que sus

hembras, es un hecho constante que emplean los mayores esfuerzos para

hacer que estas admiren la belleza de su plumaje. Cada una despliega con

tanto cuidado como coquetería sus plumas más vistosas. Extiende el pavo

su cola y agita convulsivamente ciertas plumas para que tomen los más

brillantes matices irisiados; el faisan Argos baja una de sus alas y

eleva la otra, para hacer ver los ojos brillantemente pintados de sus

plumas. El faisan dorado de la China, y otras especies, presentan con

evidente satisfaccion á la admiracion de las hembras el gracioso moño de

color de oro que adorna su cabeza, y sus demás adornos. Otras aves del

mismo género, pero de colores oscuros, evitan toda ostentacion, como si

tuviesen conciencia de su propia belleza.

Es un hecho conocido el de que los pájaros cantores se excitan

mutuamente, rivalizan en la intensidad y extension de sus trinos y

gorjeos, y tratan de sobrepujarse unos á otros.

Los hechos anteriores, y muchísimos más que se podrian citar,

prueban de una manera incontestable que los machos no ignoran el poder

de los adornos de que están dotados, y que, por su parte, las hembras

son sensibles á los bellos matices y á los atractivos de sus compañeros.

Se han visto muchos ejemplos de que las hembras tienen preferencias muy

marcadas á favor de ciertos machos: Lichtenstein vió en el cabo de

Buena-Esperanza á una hembra del Phera Progne, que repudió á su macho, al perder este las largas rectrices que embellecen su cola durante la época de la reproduccion.

Otra observacion curiosa es la de que en las aves polígamas el macho está siempre mucho más adornado que la hembra.

Cuando los machos difieren de las hembras por un carácter cualquiera,

este se desarrolla generalmente en la época de la aptitud para la

reproduccion. Hasta entonces los pájaros cantores se limitan á gorjear

débilmente, como las mismas hembras. Los machos, más brillantes que

estas, tienen en su juventud un plumaje de un color apagado, el cual se

presenta con el mismo aspecto en los jóvenes de ambos sexos, y se parece

mucho al de la hembra adulta.

En virtud de la seleccion sexual, un considerable número de

variaciones ventajosas, aparecidas accidentalmente en la época de la

pubertad, han sido fijadas en su plumaje, se han transmitido

hereditariamente tan sólo en el sexo masculino, y han continuado

desarrollándose únicamente en la fecha relativa de su primera aparicion.

De igual manera nos podemos explicar la formacion del canto, la

posesion de algunas armas ofensivas ó defensivas, como los espolones de

muchas gallináceas, y hasta las curiosas modificaciones sufridas por

ciertas plumas con objeto de producir ruidos más ó ménos musicales.

Muy á menudo los machos sólo adquieren sus hermosos colores durante

el estricto período de la reproduccion, perdiendo despues de ella sus

plumas más bellas; en este caso, como en los anteriores, se puede

aplicar la ley de seleccion sexual, ya que estos colores pasajeros son

verdaderos caractéres sexuales.

Mamíferos.—Obsérvase un paralelismo sorprendente entre los

caractéres sexuales secundarios de los mamíferos y los de las aves,

tales como las armas con que luchan con sus rivales, los apéndices

ornamentales y los colores. En ambas clases cuando el macho difiere de

la hembra, los jóvenes de ambos sexos se parecen entre sí, y, casi

siempre, á las hembras adultas. El macho adquiere los caractéres propios

de su sexo poco antes de tener aptitud para la reproducción; y la

castracion se los impide adquirir á causa su pérdida ulterior. La

estacion puede tambien determinar en las dos clases el cambio de color, ó

las tintas de las partes desnudas pueden aumentar de intensidad en el

momento de aparearse. En muchos mamíferos y en alguna ave, el macho

despide un olor más pronunciado que la hembra. La voz de aquel es, en

las dos clases, más intensa que la de esta. Este paralelismo nos induce á

creer en la indudable accion de una misma causa, sea cual fuere, sobre

los mamíferos y aves; causa que residirá sin duda en la preferencia,

persistente durante mucho tiempo, de parte de los individuos de un sexo

por los del opuesto; combinada con el hecho de que de este modo habrán

logrado dejar mayor número de descendientes herederos de sus principales

ventajas de ornamentacion.

Las facultades mentales de los animales más superiores difieren sólo

en grado, no en esencia, de las facultades correspondientes en el

hombre, sobre todo en las razas humanas salvajes é inferiores; hasta

parece que el gusto por lo bello que sienten estas últimas es poco

distinto del que prueban tener los Cuadrumanos. Del mismo modo que el

negro africano se hace extrañas cicatrices en la cara creyendo aumentar

su belleza, podemos admitir que el mandril africano macho, cuyas

mejillas están cruzadas por rayas encarnadas que le dan un aspecto

grotesco y repugnante á la vez, puede haber adquirido dichos caractéres

porque de esta manera era agradable á la hembra.

Razas humanas.—En la especie humana las diferencias entre los

sexos son mayores que en la mayor parte de los Cuadrumanos, aunque

menores que en algunos de ellos, tales como el mandril. Por regla

general el hombre tiene la estatura más elevada, y más salientes los

músculos; su piel es ménos fina, su color ménos claro, su cara mucho más

vellosa. Es el hombre más valeroso, más enérgico; la mujer más tímida,

más tierna. Aquel tiene más imaginacion, pero ménos tenacidad; raciocina

más y adivina ménos que la mujer.

Como en los animales de todas clases, los caractéres del sexo

masculino no se desarrollan en el hombre por completo hasta que casi

llega al estado adulto; la barba, por ejemplo, es un carácter sexual

secundario; y sólo aparece en la época correspondiente á la de su

adquisicion primitiva. Tales diferencias sexuales en la raza humana son

precisamente las mismas que en los Cuadrumanos. Hay entre los machos de

estos y el hombre otro paralelismo singular, y es el de que cuando la

barba difiere de los cabellos por su tinte, tiene invariablemente un

matiz más claro.

Los caractéres sexuales del hombre son eminentemente variables, aun

en los límites de una misma raza ó sub-especie, y difieren mucho en las

razas diversas; hechos tambien que se observan generalmente en todo el

reino animal.

La ley del combate por la posesion de la hembra rige asimismo para el

hombre. En las naciones bárbaras las mujeres son contínuo pretexto para

entablar la guerra entre individuos de la misma tribu ó entre tribus

distintas. Sin duda aconteceria lo mismo en la antigüedad. «Nam fuit ante Helenam mulier teterrima belli causa

Los antecesores simio-humanos del hombre habrán luchado durante muchas

generaciones por la posesion de las mujeres. Pero no les bastarian para

vencer las cualidades de fuerza muscular y talla corporal; necesitarian

además desplegar valor, energía, raciocinio. Fijadas estas cualidades en

el hombre durante la virilidad, deben reaparecer á la misma época, en

su descendencia masculina, y así efectivamente parece haberse efectuado.

No debemos tampoco pasar por alto la aptitud y la aficion del hombre

al canto, aunque no se presenta como un carácter sexual. El uso

primitivo de los órganos vocales de los animales estaba y está unido á

la propagacion de la especie. Todos los vertebrados de respiracion aérea

poseen necesariamente un aparato para la inspiracion y expiracion del

aire, provisto de un tubo que se puede cerrar por sus extremos. Cuando

los miembros primordiales de esta clase hayan sido fuertemente excitados

se habrá producido, forzosamente, una emision de sonidos, sin objeto

alguno; pero siendo tales sonidos útiles en algun modo, se habrán podido

modificar por la conservacion de variaciones adaptadas

convenientemente. Muchos vertebrados inferiores, las ranas, por ejemplo,

poseen órganos vocales que están constantemente en actividad durante la

estacion del celo, y aparecen más desarrollados en el macho que en la

hembra. Todos sabemos que el canto de las aves machos sirve

principalmente para seducir y cautivar á las hembras. Los machos de casi

todas las especies de mamíferos se sirven de su voz en la época de la

reproduccion más que en otra cualquiera.

Como, dadas las costumbres y hábitos ordinarios del hombre, ni la

aficion ni la aptitud para el canto le reportan ninguna utilidad

directa, podemos colocar estas facultades en el número de las más

misteriosas que presenta. La indefinible sensacion que produce en

nosotros el canto, y otros muchos singulares hechos, enlazados con los

efectos de la música, pasan á ser completamente explicables si admitimos

que los antecesores simio-humanos del hombre emplearon los sonidos

musicales y el ritmo durante la época de la reproduccion, en que todos

los animales se hallan sometidos á la influencia de las más fuertes

pasiones. Caso de ser realmente así, siguiendo el profundo principio de

las asociaciones hereditarias, los sonidos musicales podrian despertar

en nosotros, de una manera vaga é indeterminada, las internas emociones

de una remotísima edad. Al recordar que algunos cuadrumanos machos

tienen mucho más desarrollados los órganos vocales que las hembras, y

que una especie antropomorfa puede emitir casi todas las notas de la

octava, no es ya tan improbable la idea de que los antecesores del

hombre, antes de haber adquirido el lenguaje articulado, hayan expresado

sus sentimientos por medio de la emision de sonidos y cadencias

musicales. Cuando hoy el cantante hace sentir, con las modulaciones de

su voz, las emociones más vivas á su auditorio, está muy léjos de

sospechar que emplea los mismos medios que sus antecesores semi-humanos

utilizaban para excitar recíprocamente sus pasiones más ardientes.

Cada raza, á veces cada tribu, se ha formado un tipo especial de

belleza. Mungo-Park sufrió las burlas de las negros á quienes repugnaba

el blanco color de su epidermis. Un cafre que, accidentalmente, tenia

una tez clara, no pudo nunca encontrar mujer que le aceptase. En Java

consideran á una mujer amarilla como un modelo perfecto de belleza. Los

Aymarás y Quichuas de América miran con desprecio la barba, poco

considerada tambien en el Japón; en cambio los Anglo-Sajones de la Edad

Media fijaban en 20 chelines la indemnizacion por la pérdida de la

barba, y sólo en 12 la que se pedia por la fractura de una pierna.

Admirando cada tribu sus propias cualidades especiales, la forma de

la cabeza ó de la cara, el color de la piel, la carencia de pelos, etc.,

estos caracteres se habrán ido exagerando lenta y gradualmente en los

hombres más fuertes y vigorosos de la asociacion. Admitiendo una

desproporcion en el número de individuos de un sexo por la poligamia, el

infanticidio ú otras causas, la seleccion sexual ha de obrar

rigurosamente, fijando los distintos caracteres, é influyendo

principalmente en la diferencia de aspecto exterior que ofrecen las

diversas razas humanas.

La admision del principio de la seleccion sexual conduce á la

notable conclusion de que el sistema cerebral no sólo regula la mayor

parte de las actuales funciones del cuerpo, sino que ha influido

directamente en el progresivo desarrollo de diversas conformaciones

corporales y de ciertas cualidades mentales. El valor, la perseverancia,

la fuerza y vigor corporal, las armas de todos géneros, los órganos

musicales ó vocales, los colores brillantes, las rayas y apéndices de

ornamentacion, han sido caractéres adquiridos todos, indirectamente por

uno ú otro sexo, por la apreciacion de la belleza en el sonido, el color

ó la forma, y por el ejercicio de una eleccion; facultades del espíritu

que dependen evidentemente del desarrollo del sistema cerebral.

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