La época
La época
El momento histórico que le corresponde vivir a Samuel L. Clemens (Mark Twain) coincide con la época de expansión y afirmación nacional de un país joven, de gran potencial económico y creciente protagonismo político. Es un período que coincide casi cronológicamente con el de la vida de Frank Baum, ya analizado en el Apéndice de . No obstante, esbozaremos a continuación unas notas sobre el ambiente histórico y cultural que precedió y rodeó al autor de .
Los orígenesde la naciónamericanaTras la firma de la declaración de independencia el 4 de julio de 1776, los Estados Unidos de América, ratificada su existencia por el tratado de Versalles de 1783, buscan estructuras políticas y una Constitución que los identifique como nación independiente de Europa. Los cincuenta y cinco miembros asistentes a la convención de Filadelfia (1787) elaboran una Constitución federal que continúa en vigor en la actualidad. Elegido presidente George Washington en 1789, surgen de inmediato problemas entre federalistas (comerciantes y hombres de negocios del Nordeste, partidarios de un gobierno fuerte y opuestos a la Revolución Francesa a partir de la ejecución de Luis XVI) y republicanos (modestos propietarios de los Estados más pequeños, jacobinos de ideología). Pero tras la segunda guerra de la Independencia (suscitada por Inglaterra en 1810) se van borrando las diferencias a la vez que se afianza el sentimiento de orgullo nacional. Las energías norteamericanas se canalizan hacia la conquista del Oeste; se compra la Luisiana francesa a Napoleón Bonaparte por quince millones de dólares (1803) y se establecen los límites con Canadá (1818). Después Fernando VII, rey de España, se ve obligado a ceder la porción oriental de Florida y Oregón. Tras la guerra con México (1846-48), este vende a los Estados Unidos, por quince millones de dólares, Texas, Nuevo México y California.
La conquistadel OesteDurante la segunda mitad del siglo y en distintas etapas, se suceden los movimientos de pobladores hacia el Oeste, aprovechando en principio las vías naturales de desplazamiento por barco de vapor a lo largo de los cursos fluviales. A partir de 1830, con el repentino desarrollo del ferrocarril y del telégrafo, se produce un fenómeno sin precedentes en la historia universal: el sentimiento de identidad nacional entre los habitantes de un país de más de nueve millones de kilómetros cuadrados de extensión y cuya población pasa de 5,3 millones en 1800 a 23 millones en 1850 y a 92 millones en 1910, de muy diverso origen y extracción social y cultural.
Esta expansión hacia el Oeste sirvió al mismo tiempo para romper el equilibrio político fundamentado sobre la dualidad Norte-Sur, y el «Viejo Sur» vio disminuida su influencia en el conjunto de la Unión. A principios de 1861 los sudistas constituyen los Estados Confederados de América, cuya presidencia asume Jefferson Davis y cuya capital se establece en Richmond (Virginia). La guerrade SecesiónLa guerra de Secesión, que duraría cuatro años, fue muy cruenta, pero gracias a la superioridad industrial y financiera del Norte, en 1865 el general Lee hubo de firmar el armisticio que ponía fin a la contienda con un saldo de más de 600 000 muertos. La primera consecuencia del armisticio fue la abolición de la esclavitud en todos los Estados; aunque el presidente Lincoln muere asesinado cinco días después de la victoria, se ha logrado consolidar la unidad y se empiezan a aplicar las medidas para la reconstrucción (a pesar de lo cual proliferan las sociedades secretas del tipo Ku-Klux-Klan, y el problema racial se prolonga más o menos solapadamente hasta nuestros días). Con todo, el último cuarto del siglo ve la gran expansión interior norteamericana, con un crecimiento espectacular de la red ferroviaria y del transporte fluvial, que favorece la comercialización de los productos industrializados, que se multiplican con el desarrollo de la mecanización. Ha desaparecido el «salvaje Oeste», la tierra se cultiva en toda su extensión y se suceden oleadas de inmigrantes; esto, unido al desarrollo industrial, da lugar al fenómeno del extraordinario crecimiento de las ciudades, en donde se dan con frecuencia ínfimas condiciones de vida.
Ante el poderío de los medios capitalistas (están naciendo las grandes compañías petrolíferas, siderúrgicas, etc.), los trabajadores se unen en sindicatos, primero locales, luego más vastos, legalmente reconocidos hacia finales de siglo. Los gobernantes se enfrentan entonces con tres problemas cruciales: el movimiento obrero, el control de la empresa capitalista y las cuestiones económicas derivadas de la agricultura.
El nuevocolonialismoAunque teóricamente anticolonialistas, los Estados Unidos empiezan a usar una nueva forma de colonialismo: el económico (la llamada «diplomacia del dólar»), y, tras la guerra hispano-norteamericana, en la que España pierde Cuba, se anexionan Guam, Puerto Rico y las islas Filipinas; ejercen un verdadero protectorado sobre Cuba, controlan la República Dominicana, ocupan Haití y entran en el siglo convertidos en una gran potencia política y económica.
La literaturanorteamericanaA principios del siglo la literatura americana aspira a independizarse y a romper todos los nexos que a unían a la inglesa. Todavía Washington Irving (1783-1859), primer norteamericano dedicado exclusivamente a la literatura, muestra una acusada influencia europea; la poesía sigue las líneas del romanticismo inglés; pero con Edgar Allan Poe (1809-1849), traducido al francés por Baudelaire, se produce el fenómeno inverso y el autor americano adquiere gran reputación en los medios intelectuales europeos. En la segunda mitad del siglo aparecen los escritores que demuestran que la literatura americana tiene un sello propio: el poeta Walt Whitman (1818-1892), autor de y, su obra más famosa, , en cuyas páginas confiesa su afán por convertirse en poeta y profeta del hombre común, en bardo de la democracia y encarnación de la «divina mediocridad»; el novelista Mark Twain, que utiliza el lenguaje regional que le rodea; y a su lado, Bret Harte (1836-1902), el novelista de los pioneros y del «color local», y Harriet Beecher Stowe (1812-1896), autora de la popularísima , lacrimógeno relato sobre la condición de los esclavos.
Entre los novelistas a caballo entre los dos siglos destacaremos a Jack London (1876-1916), autor de , etcétera, dentro de la corriente naturalista, y a Henry James (1834-1916), viajero por Europa, definitivamente afincado en Inglaterra, testigo de excepción de los contrastes y conflictos entre la civilización europea y la americana () y preclaro vaticinador del caos que iba a suponer la primera guerra mundial, fruto del inmenso sustrato de bestialidad de la «alta civilización», de cuyas potencia y gloria ideales es unánime oda triunfal la obra de James ().
El autor
PrimerasexperienciasSamuel Langhorne Clemens (Mark Twain) nació en Florida (Missouri) el 30 de noviembre de 1835. Cuando el pequeño Sam tenía cuatro años, su padre, John Marshall Clemens, se traslada, en busca de mejor fortuna, a una pequeña ciudad llamada Hannibal, a orillas del río Mississippi. Allí crece nuestro autor, nutriéndose de la apasionante vida del río y de la creciente actividad de una ciudad que se iba convirtiendo en punto de avituallamiento para los pioneros que se desplazaban hacia el Oeste. Los primeros años de la vida de Samuel transcurren entre Hannibal y su aldea natal, Florida, donde la familia solía pasar los veranos en casa de un pariente. A pesar de su débil constitución física, Samuel fue sin duda un chiquillo inquieto y observador, que participaba activamente de la vida de estas dos pequeñas poblaciones y disfrutaba de los acontecimientos de la granja y el almacén de su tío John Quarles, en Florida, y del bullicio que provocaba el paso de alguno de los grandes barcos de vapor por aguas del Mississippi, en Hannibal. Estas vivencias, los paisajes que tan bien había explorado, los personajes que conoció por aquellos años, sus compañeros de juegos, el esclavo negro de su tío, toman cuerpo en las más hermosas páginas de su y de sus libros más famosos: y .
«Aprendiz»de periodistaEn 1847 muere John M. Clemens, dejando a su familia en muy precaria situación económica. Solo el hijo mayor, Orion, está en condiciones de ganarse la vida, al frente del periódico local. Con él empezó a trabajar Samuel a la temprana edad de doce años, como aprendiz en la imprenta, y en el periódico llegó a publicar alguna pequeña colaboración. Pero sobre todo estos años de formación le sirven para dominar la técnica de un oficio que le conferirá cierta independencia económica, a la vez que la libertad de poderse desplazar a su antojo, pues Clemens está seguro de poder hallar trabajo en cualquier lugar donde exista un periódico. Deseoso de probar suerte, el joven Clemens se traslada a San Luis, a Nueva York y a Filadelfia. El hechizodel ríoLuego, de camino hacia Sudamérica, llega a Nueva Orleáns en 1857 y allí, seducido por la visión romántica que de los barcos de vapor había tenido en su niñez, Samuel Clemens se enrola en uno que hacía la travesía entre San Luis y Nueva Orleans hasta conseguir el título de piloto. De esta etapa de su vida procede el seudónimo de «Mark Twain», con el que se haría famoso en el mundo entero («» es una forma arcaica de «», dos, y «» era el grito que lanzaba el sondador cuando la profundidad del agua alcanzaba las dos brazas, que era la idónea para el barco).
Los primerosescritosEn 1861 el estadillo de la guerra civil pone fin a los viajes fluviales del piloto Samuel Clemens. Regresa a Hannibal y se une a los «Marion Rangers», un grupo de terratenientes que se proponen defender la causa de la esclavitud. Evidentemente, Clemens no podía aceptar los principios que movían a los ejércitos sureños, y al poco Samuel sigue a su hermano Orion, nombrado secretario del gobernador, hasta Nevada. El viaje resulta fascinante y rico en aventuras, que luego Clemens habría de volcar en las páginas de . Los hermanos invierten sus modestos ahorros en minas de plata, buscando inútilmente una fortuna que no acaba de llegar a sus manos. Acuciado por la necesidad, regresa a Virginia City, donde firma por primera vez un artículo con el nombre de Mark Twain en 1863; en esa ciudad conoce a Artemus Ward (1834-1867), escritor que se había hecho famoso por sus relatos humorísticos, en los que recoge anécdotas de tipos populares, y Samuel Clemens se cree capacitado para imitar el estilo de Ward. Cuando en 1865 se publica en un periódico de Nueva York , el nombre de Mark Twain empieza a adquirir fama de humorista consumado. A partir de esta fecha se inician las actividades de Twain que habrían de proporcionarle renombre y dinero: las crónicas de viaje en forma de cartas escritas a un periódico por un supuesto viajero y las conferencias o charlas. De esta forma hace la travesía de San Francisco a Honolulú y luego, por contrato con el periódico , emprende un viaje alrededor del mundo, viaje que se interrumpe al llegar a Nueva York. En esta ciudad se queda durante un año y en ella se encuentra con Henry Ward Beecher, famoso predicador y hermano de la autora de , que estaba organizando un viaje a Tierra Santa. A bordo del Quaker City, Clemens conoce a Charles Langdon, con cuya hermana, Olivia, acabaría por casarse en 1870. De las impresiones de este viaje sacaría Mark Twain el material para su libro , libro en el que critica en clave de humor muchas de las peculiaridades del Viejo Continente y que alcanzó tal popularidad que se vendieron más de 60 000 ejemplares en un año.
Mark Twain,viajeroincansableDel matrimonio de Samuel Clemens y Olivia Langdon nacieron un hijo, que murió a los dos años de edad, y tres hijas. En 1872 el escritor se desplaza a Inglaterra, donde, con gran éxito de público, da una serie de charlas y conferencias y donde tiene ocasión de conocer al autor de , Lewis Carroll (1832-1898), y al ruso Iván Turguénev (1818-1883), autor de . Allí estaba también por aquellas fechas el famoso explorador Stanley, intentando convencer a los ingleses de que había encontrado vivo a Livingstone a orillas del lago Tanganyka (, 1872). A lo largo de toda la obra de Mark Twain es constante la presencia de Inglaterra, país que por una parte le resulta criticable por lo que de caduca tenía su sociedad para un americano, pero en cuya historia encuentra inevitablemente fuentes de inspiración que no podía hallar en una nación tan joven como era Estados Unidos en aquella época. Y así, mientras ridiculiza algunas de las instituciones inglesas en o en , pone en labios de Tom y su amigo Joe el comentario de que preferían ser «bandidos del bosque de Sherwood durante un año antes que Presidentes de los Estados Unidos toda la vida» (capítulo VIII).
En 1873 escribe Mark Twain en colaboración con Charles Dudley Warner, un vecino de Hartford (donde la familia Clemens ha instalado su hogar), su primera novela, que titulan y que constituye un fracaso; pero a ella siguen en la misma línea de reminiscencias de su niñez y juventud otras obras importantes de Mark Twain: (1875), (1876) y (1885).
Los Clemens llevan una agitada vida social por la gran popularidad del escritor, y para evitar estos compromisos, que suponen además un considerable gasto, la familia se embarca rumbo a Europa en 1878. El escritor recorre la Selva Negra y los Alpes y, a partir de los apuntes de este viaje, redacta .
De regreso a América, Samuel Clemens decide ser su propio editor y publica , en principio desfavorablemente acogida por el público, que se escandaliza de un lenguaje que por aquel entonces resulta atrevido, pero que con el tiempo acabó por ser reconocida como su obra maestra. DificultadeseconómicasNo obstante, el nunca escarmentado Clemens emprende una serie de negocios que están a punto de arruinarle por completo y en 1891 regresa con su familia a Europa, donde siguen llevando una vida de costosos compromisos sociales. El escritor recurre a nuevos libros de viajes y nuevas conferencias, pero lo cierto es que se avecinan años malos; su esposa se encuentra gravemente enferma; su hija menor padece ataques de epilepsia; de 1892 a 1894 Samuel Clemens realiza ocho travesías entre Europa y América: su casa editora está al borde de la quiebra y uno de los negocios en que más esperanzas tenía puestas, la máquina de componer, inventada por Paige y que Clemens pretendía poner en explotación, seguiría sin funcionar. De tan difícil situación le ayudó a salir Henry Rogers, un magnate del petróleo y gran admirador del escritor. Este, ansioso por sacar a flote a su familia, emprende nuevas giras como conferenciante (Australia, la India, Sudáfrica) y publica y . En 1896 muere su hija Susan y esto afecta profundamente al escritor y a su esposa. No obstante, para 1900 la familia Clemens ha logrado saldar sus deudas y regresa a América, donde se multiplican los agasajos al escritor y las reediciones de todos sus libros. ReconocimientouniversalEn 1901 Samuel Clemens es nombrado «Doctor honoris causa» por la Universidad de Yale y al año siguiente por la de Missouri. En 1904 moriría su esposa y enferman sus dos hijas. Clemens prepara su autobiografía y otros relatos que quedan sin publicar, entre ellos . A pesar del apoteósico recibimiento que se le hace en Inglaterra al ser investido «Doctor honoris causa» por la Universidad de Oxford, las energías y las ilusiones del escritor se apagan poco a poco.
Aún le queda por vivir la alegría de ver a su hija Clara mayor casada con un pianista, pero la muerte de su hija Jean en un ataque epiléptico es la última gota que hace rebosar el vaso a finales de 1909. El escritor relata este último doloroso golpe en su biografía y es apenas capaz de sobrevivir unos meses al fallecimiento de su hija: muere el 21 de abril de 1910.
La obra
Resulta evidente que Samuel L. Clemens vivió una vida tremendamente variada, rica en experiencias, y que tuvo la capacidad de trasladar esas experiencias a las páginas de sus libros. No cabe duda de que había nacido con el don de saber escuchar y captar las voces de los demás, para luego devolvérnoslas levemente retocadas con la gracia del auténtico narrador que sabe suprimir lo irrelevante y acentuar lo pintoresco. UnnarradornatoSus personajes son reales, sus situaciones nos resultan familiares, sus expresiones nos parecen sencillas, coloquiales, casi al alcance de cualquiera. Y de pronto surge el rasgo genial, que pinta de un plumazo a un personaje, la palabra exacta que transforma una frase en un chiste, el recuerdo acertado que convierte una descripción en una vivencia entrañable, y tenemos que descubrirnos ante la maestría de un escritor que es capaz de cautivar al lector de todas las edades y clases sociales. Pues tal vez sea esta la gran habilidad de Mark Twain: que fue capaz de intuir el gran cambio que supondría el siglo , con la divulgación de la cultura en todos sus aspectos y la cada vez más insistente voz de las masas en los órganos de difusión. Le hubiera alegrado comprobar que hoy su auditorio no es mudo y que su obra ha adquirido aprobación unánime y universal: «No intenté jamás, en ningún caso, cultivar las clases cultas; no estaba preparado para ello ni por mis dones naturales ni por mi educación. Nunca tuve ambiciones en esta dirección, y preferí dedicarme más bien a la caza mayor: la de la masa. Raramente intenté instruirla, ya que de la instrucción se encargaban otros y yo tenía dos posibilidades de ayudar de algún modo a los maestros: el esparcimiento es una buena preparación para el estudio y un buen remedio contra el cansancio que le sigue. Mi auditorio es mudo, no tiene voz en la prensa, y así no puedo saber si he obtenido su aprobación o sus censuras» (Mark Twain, , 1889).
Mark Twain,testigo desu épocaA Samuel Clemens le tocó vivir una época crucial en la historia de la joven nación americana. Fue testigo del fenómeno de expansión hacia el Oeste y supo describir la vida en la frontera, línea divisoria entre el mundo civilizado y las tierras vírgenes, tierras de promisión en tantas novelas americanas. El emigrante europeo, desposeído de todo bien, lucha con todas sus fuerzas por conquistar un lugar en un mundo desconocido y salvaje y por dominar a una naturaleza hostil pero prometedora de riquezas. En esta lucha el hombre se ennoblece y regresa en cierto modo a su estado primitivo y natural, un estado que corresponde a las circunstancias del mundo infantil, tanto en como en las de . El mundo para Tom y para Huck es un lugar desconocido y apasionante que hay que explorar. Los chicos observan intensamente a los animalillos (insectos, perros, gatos) que los rodean; educados dentro de las normas del cristianismo, conservan, y se rigen por, las supersticiones que explican los fenómenos naturales; ignorando el valor real del dinero, efectúan sus transacciones por medio de operaciones de trueque. Y aunque ambos libros captan profundamente la imaginación del lector joven, tienen además una segunda lectura para el adulto. Los libros son relatos de aventuras, pero son además un comentario sobre la sociedad americana y sobre un país joven en vías de encontrar su propia identidad.
La sociedadsureñaAl mismo tiempo Mark Twain es fiel reflejo de un contexto cultural claramente definido y que corresponde a la muy concreta sociedad de los Estados sureños; a pesar, o precisamente a causa de, su derrota en la guerra civil, el Sur nunca llegó a asumir las líneas económicas, sociales y culturales impuestas por el Norte y sus habitantes se nutrieron de una especie de nostalgia por unos tiempos en los que la sociedad estaba perfectamente ordenada en una jerarquía muy definida, coronada por ricos terratenientes y sostenida en su nivel inferior por los esclavos. Aun comprendiendo lo inhumano de semejante situación, es esta nostalgia la que inspiraría posteriormente a otros escritores norteamericanos, como William Faulkner (1897-1962) y John Steinbeck (1902-1968).
Además, los Estados sureños tenían un lenguaje y una manera de pronunciar que variaba según la clase social del personaje, que Twain recoge fielmente y que añade una nota de humor a sus narraciones, aun a las que no son premeditadamente críticas y humorísticas, como las narraciones de viajes.
«Las aventurasde TomSawyer» es el relato de los acontecimientos de unos meses en la vida de un muchacho que vive en una pequeña ciudad del sudoeste de los Estados Unidos, a orillas del río Mississippi. Ya en el Prefacio de la obra su autor nos advierte que, aunque el libro sea «principalmente para el entretenimiento de muchachos, espero que no por eso sea desdeñado por los mayores». Superficialmente, el libro es un relato para niños, lleno de aventuras, en el que los adultos se equivocan y los niños actúan como héroes.
A través de los ojos de los niños, Twain nos presenta un mundo primitivo que el lector adulto ha perdido. Los niños sufren, pero se recuperan inmediatamente del dolor, «no porque sus dificultades fueran ni una pizca menos pesadas y amargas para él de lo que las de un hombre son para ese hombre, sino porque un interés nuevo y acuciante las venció y las desterró de su mente durante un rato…» (capítulo I). A través de la tía Polly, Twain nos muestra un mundo adulto confuso e ilógico, asentado en unas convenciones que no son en ningún aspecto preferibles a los códigos de valor del mundo infantil. Incluso al final, Tom se demuestra poseedor de unos valores morales auténticos y fundamentales, arriesgando su vida con tal de salvar la de Muff Potter o intentando ocultar a Becky su inevitable muerte cuando se pierden en la cueva. Estas cualidades son inherentes a Tom, «el noble salvaje» que intenta salvar su independencia y obrar según sus impulsos naturales.
Tía PollyJunto a una serie de personajes secundarios, sobresalen tres de muy diferente estilo: la tía Polly, sencilla y bien intencionada, pretendidamente severa y empeñada en meter a Tom en cintura, pero, aun a su pesar, admiradora del chico cuando este logra burlar las normas de su tía; su papel es el del adulto que tiene mucho que aprender del comportamiento de los niños.
HuckleberryFinnHuckleberry Finn, principal compañero de juegos de Tom, libre, independiente, envidiado por los chicos del pueblo y temido por sus madres, generosamente dispuesto a desempeñar las tareas más incómodas y gran admirador de lo que él considera extraordinaria cultura y conocimientos literarios de Tom. Tras la imagen de Huck vislumbramos una sombra de tristeza en su misma soledad, cuando Tom exige que alguien se alegre de que Huck haya regresado de la isla sano y salvo (capítulo XVII) o cuando el mismo Huck comenta de pasada la conflictiva situación de sus padres y su opinión sobre las mujeres (… «todas son iguales. Lo primero que hacen es dejarle a uno »). Tom, por su parte, estima a Huck en lo que vale, aun antes de que este se haga rico, y cuando al final del libro vemos a Tom dispuesto a convencer a Huck (aunque sea chantajeándole) para que se adapte a las normas sociales y sufra resignadamente la tiranía de la civilización, no podemos por menos de lamentar que los chicos se hayan resignado a entrar en el mundo de los adultos. Aunque todavía les queda la puerta abierta de la imaginación, que es el recurso que Tom lleva ya tiempo utilizando para escapar de la gris realidad al rico y sugerente mundo de la literatura y la fantasía.
TomY, por último, Tom. Ni sus palabras ni sus actos revelan nada extraordinario: es un chiquillo al que le gusta jugar, al que le molesta lavarse, que a menudo se aburre en la escuela y que se distrae en la iglesia. En suma, un niño como cualquier otro, un niño en el que cualquier lector puede reconocerse. Y las situaciones en que se encuentra el héroe, aparte de la trama más novelesca del asesinato del doctor, son también situaciones normales que cualquier lector ha podido experimentar: castigos, reprimendas, juegos, travesuras y mentiras, peleas, amistades, enamoramientos. Tom sufre intensamente y se recupera con la misma facilidad, porque un corazón joven es capaz de reaccionar ágilmente ante cualquier estímulo y su amor a la vida y su entusiasmo por el mundo que le rodea le hacen olvidar cualquier contrariedad; hasta cuando, desesperado por la injusticia y abrumado por el dolor, la muerte le parece envidiable, desea morir temporalmente (capítulo VIII).
Un mundomágicoY sin embargo la narración, en apariencia tan sencilla, mantiene un ritmo magistral, y el héroe, de puro normal, se convierte en mito. Y ello porque el autor ha sabido hacernos añorar un mundo que es el mundo mágico de nuestra niñez, en el que las brujas se entrometen en los asuntos cotidianos, las canicas enterradas se multiplican, Robin Hood es un ser de carne y hueso, un gato muerto un preciado tesoro y la imaginación una fuerza vital que transforma la realidad cotidiana en algo más atractivo y satisfactorio. Tom Sawyer, que se refugia en un mundo literario para inventar sus juegos más apasionantes, se convierte en un arquetipo literario que se escapa de las páginas de un libro para acompañarnos en nuestras vivencias más reales.
Distintosniveles delenguajeEn el libro hay dos tipos de lenguaje bien definidos: el coloquial, en distintos grados de corrección según los personajes, y el pulido y correcto del narrador. Era costumbre de Twain permitir que el héroe de sus novelas asumiera el papel de narrador (), pero en es el propio autor el que toma el hilo de la narración, con la consiguiente pérdida de inmediatez, pues las palabras no surgen directamente del héroe infantil, ni el lector está constantemente expuesto al punto de vista de Tom. Pero Twain compensa esto creando dos niveles de expresión: cuando narra los sentimientos de su héroe, lo hace utilizando un lenguaje prácticamente tan natural como el que hubiera utilizado el propio niño; cuando desea expresar su propio punto de vista, lo hace en un lenguaje más refinado y literario, y utiliza la distancia creada entre su lenguaje y el acontecimiento descrito para crear un nivel de ironía. Veamos un ejemplo:
«Antes de que Ben se agotara, ya Tom había vendido el turno siguiente a Billy Fisher por una cometa en buenas condiciones, y cuando este se cansó, Johnny Miller…», «Si Tom hubiera sido un gran filósofo, como el escritor de este libro, se hubiera dado cuenta de que el Trabajo consiste en lo que uno está obligado a hacer y de que el Juego consiste en lo que uno no está obligado a hacer. […] El muchacho meditó un rato sobre el cambio importante que habían sufrido sus circunstancias mundanas, y luego se encaminó al cuartel general para dar cuenta de su actuación» (capítulo II).
El finohumor deMark TwainEn la primera parte de esta cita, el lenguaje es sencillo y coloquial. Luego («había descubierto, sin darse cuenta, una de las principales leyes que rigen el comportamiento humano») el narrador pasa a primer término y aprovecha la escena del encalado de la valla para explicar, tras un comentario irónico («Si Tom hubiera sido un gran filósofo, como el escritor»), su concepto de Trabajo y Juego, y estas observaciones van dirigidas no a Tom sino al lector adulto, que vive en un mundo donde existen tan arbitrarias distinciones. En el último párrafo, el escritor vuelve a meternos en la narración al hacer objeto de su ironía a Tom (cuando hace alusión al cambio efectuado en sus «circunstancias mundanas») y a la tía Polly (cuya casa compara con un «cuartel general»). Para que la sonrisa aflore a nuestros labios, apenas necesita Twain más que una palabra, pero la justa y adecuada. Cómo no recordar aquí frases tan famosas que casi se han convertido en cita obligada, como aquella del capítulo V: «… el alcalde y su mujer —porque allí, entre otras cosas innecesarias, tenían alcalde—», o la del capítulo XXIV: «Hubo gente que pronosticó que llegaría a ser presidente de la nación, a menos que acabase ahorcado»,
Las ilustraciones
True Williams,primerilustrador de«Tom Sawyer»Las ilustraciones de True Williams, que aquí reproducimos, no aparecieron en la edición inglesa, sino en la primera norteamericana, que, utilizada para la edición crítica de la University of California Press, 1980, es la que hemos seguido en nuestra traducción. True W. Williams fue el dibujante elegido por Twain para ilustrar el libro: «Williams ha hecho unos 200 dibujos sensacionales», escribía el autor a Howells; «es capaz de coger cualquier libro mío y, sin que nadie le sugiera nada, se pone a ilustrarlo de cabo a rabo solo con releerlo». De hecho, Mark Twain le sugirió a Williams al menos dos ilustraciones: la del juramento de Huck y Tom (capítulo X) y el dibujo que Tom hace para Becky (capítulo VI). En otra ocasión le comentaría a Howells: «Por supuesto, el libro aparecerá ricamente ilustrado, y creo que la mayoría de las ilustraciones están muy por encima de la media americana, si no en su ejecución cuando menos en su concepción».
Cuando Chatto & Windus sacó la segunda edición inglesa de la obra, incluyó la mayoría de las ilustraciones de Williams. Que Mark Twain pensara desde el primer momento en que Williams le ilustrara parece deducirse al llamar, ya en el capítulo VI, Williams al viejo que acaba de morir; posteriormente el dibujante sigue la broma y pone su propio nombre en la piedra de la tumba de la ilustración del capítulo XI. Mark Twain era un gran amigo de Williams, que ya había ilustrado (en 1869) y que luego ilustraría (). El escritor admiraba y a la vez compadecía al dibujante. Era «un hombre de gran talento —de fina imaginación y talante bondadoso—, pero al que había que encerrar en una habitación cuando era menester que trabajara, dándole únicamente agua fresca como bebida estimulante».
En nuestro afán por reproducir con toda fidelidad las ilustraciones de True Williams, hemos conservado los encabezamientos de capítulo en inglés (, etc.), pues en algunos casos son realmente ingeniosos: letras y cifras ensartadas en la balanza de la justicia (capítulo XXIII), las joyas colgadas del capítulo XXV o el diseño de cerradura y llaves en el capítulo XXVII.
M. I. V