Acerca del cielo - Meteorológicos

LIBRO I

LIBRO I

1 Lugar del presente tratado dentro de la filosofía natural

Se ha tratado ya con anterioridad 338a20acerca de las causas primeras de la naturales[1], así como del orden de los astros con arreglo a la traslación superior[2] y de los elementos corpóreos[3], <a saber,> cuántos y cuáles son, y de su recíproca transformación, como también acerca de la generación y la corrupción en general[4]. Queda aún <por tratar> 25una parte de este estudio[5] a la que todos los predecesores han venido llamando meteorología: esto es todo aquello que 338btiene lugar con arreglo a la naturaleza, pero <de manera> más desordenada que la del primero de los elementos corpóreos[6], y que se halla en la más inmediata vecindad de la traslación de los astros, v. g.: la <Vía> Láctea, los cometas, las apariciones de <cuerpos> inflamados y móviles[7] y todos aquellos fenómenos[8] que podríamos considerar comunes al 25aire y al agua, así como todo cuanto son partes y especies de 339atierra y las propiedades de <dichas> partes; a partir de lo cual estudiaremos las causas de los vientos y de los terremotos, así como todo lo que tiene lugar con arreglo a sus movimientos. Para algunas de estas cuestiones carecemos de explicación[9], otras, en cambio, llegamos a comprenderlas en cierto modo. Trataremos también de la caída de rayos, de los torbellinos, de los huracanes de fuego y de los demás 5<fenómenos> que tienen lugar periódicamente en los mismos cuerpos[10] debido a la condensación.

Una vez tratados estos <temas>, veremos si podemos dar alguna explicación, con arreglo al método[11] establecido, sobre los animales y las plantas[12], tanto en general como en particular; pues una vez expuestas estas cosas, estará prácticamente realizado todo lo que nos propusimos al principio.

10Y tras esta introducción, empecemos a tratar de esas cuestiones.

2 Distribución e interacción de los elementos cósmicos

Porque, en efecto, ya ha quedado establecido anteriormente que hay un principio de los cuerpos a partir del cual está constituida la naturaleza de los cuerpos que se desplazan en círculo[13] y que otros cuatro cuerpos <se forman> mediante los cuatro principios, de los que 15decimos que hay un doble movimiento, el movimiento a partir del centro y el movimiento hacia el centro[14]; que, siendo éstos <en número de> cuatro, fuego, aire, agua y tierra, el que se superpone a todos ellos es el fuego, y el que subyace <a todos>, la tierra; y que <hay otros> dos que guardan entre sí la misma relación que aquéllos (en efecto, el aire es, entre todos, el más próximo al fuego, y el agua, a la tierra). Por consiguiente, la 20totalidad del mundo <situado> en torno a la tierra[15] está constituido por estos cuatro cuerpos, acerca de cuyas propiedades concomitantes[16] decimos que hay que tratar. Ahora bien, este <mundo> está necesariamente en contacto inmediato[17] con las traslaciones superiores[18], de modo que toda su potencia está gobernada desde allí: en efecto, aquello de donde <procede> el principio del movimiento para todas las cosas hay que considerarlo como la causa primera. Además, aquel movimiento[19] 25es eterno y no tiene fin en el espacio, pero siempre <se mantiene> dentro de un límite[20]; estos cuerpos <de aquí>[21], en cambio, se hallan todos confinados unos respecto de otros en lugares bien delimitados. Hay que considerar, por tanto, que las causas de lo que sucede en torno a este <mundo>[22] son el fuego, la tierra y los <elementos> afines a ellos, en tanto que principios 30materiales de las cosas que se generan (designamos de este modo[23], en efecto, a lo que subyace[24] y es pasivo), mientras que aquello <que es> causa como principio originario del movimiento hay que situarlo en la fuerza de los <cuerpos> que están siempre en movimiento[25].

3 Los elementos sublunares y la influencia del cielo sobre ellos

Retomando, pues, las tesis del principio y las definiciones dadas anteriormente[26], 35hablemos de la manifestación de la <Vía> Láctea, de los cometas y de todas las cosas que son del mismo género que éstas.

Sostenemos que el fuego, el aire, el agua y la tierra se 339bengendran recíprocamente y que cada uno se halla en potencia en cada uno de ellos, como <ocurre> también con las demás cosas en las que subyace algo único e idéntico en lo que vienen a resolverse en último término[27].

En primer lugar, pues, uno podría, respecto a lo que llamamos aire, tener dudas acerca de qué naturaleza haya que atribuirle en el mundo que rodea a la tierra[28] y en qué 5posición se halla respecto de los demás —así llamados— elementos de los cuerpos. En efecto, no se nos escapa cuál sea la masa de la tierra en comparación con las magnitudes que la envuelven: pues ya hemos visto, a través de las observaciones astronómicas, que es mucho más pequeña que algunos de los astros[29]. La naturaleza del agua, en cambio, 10nunca la vemos como algo independiente y distinto, ni cabe que esté separada del cuerpo líquido que rodea la tierra, a saber, tanto los visibles, mar y ríos, como cualquiera que se halle invisible para nosotros en las profundidades[30]. En cuanto a lo <situado> entre la tierra y los astros más lejanos, ¿hay que pensar que por su naturaleza es un único cuerpo o varios, y si varios, cuántos y por dónde pasa la divisoria entre 15los lugares <ocupados por ellos>?

Pues bien, sobre el elemento primero hemos expuesto anteriormente cómo es en cuanto a su capacidad[31] y por qué el mundo que envuelve las traslaciones superiores[32] está todo 20él lleno de ese cuerpo. Y esta opinión no sólo la tenemos nosotros, sino que parece ser una antigua creencia propia de los hombres de otros tiempos: en efecto, el llamado «éter» posee de antiguo ese nombre, que Anaxágoras, a mi parecer, pensaba que significaba lo mismo que «fuego»; pues creía que las <regiones> superiores están llenas de fuego y que 25aquéllos[33] llamaban «éter» a la potencia de allá arriba, creencia esta última correcta, por cierto; en efecto, parece que consideraban que el cuerpo que está siempre moviéndose es también, a la vez, divino[34], y decidieron llamar a semejante <cuerpo> «éter», por no ser idéntico a ninguno de los <cuerpos> próximos a nosotros; pues no diremos que las mismas opiniones aparecen entre los hombres una sola vez ni dos ni 30unas pocas veces, sino infinitas veces.

Por otro lado, todos aquellos que dicen que es puro fuego el <cuerpo> envolvente y no sólo los cuerpos que se desplazan[35], y que lo que hay entre la tierra y los astros es aire, renunciarían seguramente a esa creencia infantil si hubieran estudiado lo que hoy día está cumplidamente demostrado 35gracias a las matemáticas: pues es demasiado simplista creer que cada uno de los <cuerpos> que se desplazan es de pequeño tamaño porque así nos lo parece a los que lo contemplamos desde aquí[36].

En definitiva, <esto> se ha tratado ya en los estudios sobre el lugar superior[37]; pero desarrollemos también aquí el mismo argumento. En efecto, si estuvieran los intervalos 340allenos de fuego y los cuerpos constituidos de fuego, hace tiempo que habría desaparecido ya cada uno de los otros elementos[38]. Pero tampoco pueden <los intervalos> estar llenos de aire: pues entonces <el aire> excedería con mucho 5la proporción en el equilibrio entre el conjunto de los cuerpos elementales, aunque el lugar que media entre la tierra y el cielo estuviera lleno de dos elementos[39]; en efecto, el volumen de la tierra, en el que además se habría de incluir toda la masa de agua, es, por así decir, un trozo de nada comparado con la magnitud <del espacio> circundante. En cambio, no vemos que la desproporción de volúmenes llegue a ser de tal magnitud cuando se produce 10aire por separación a partir del agua o fuego a partir del aire: es necesario que la misma razón que guarda una <cantidad de> agua, por pequeña que sea, respecto del aire que se genera a partir de ella la guarde la totalidad del aire respecto a la totalidad del agua. Y en nada difiere <la cosa> si uno dice que estos <elementos> no se generan el uno a partir del otro pero que su potencia es igual: pues en ese 15caso es necesario que la igualdad de potencia se corresponda a sus magnitudes <respectivas>[40], como si realmente se generaran unos a partir de otros. Es evidente, por tanto, que ni el aire ni el fuego llenan exclusivamente y por completo el lugar intermedio[41].

Queda por resolver la dificultad de explicar cómo están dispuestos esos dos elementos, quiero decir, el aire y el fuego, 20respecto a la posición del primer cuerpo[42], y por qué causa se produce calor en los lugares próximos a la tierra a partir de los astros superiores. Empezando, pues, por el aire, tal como propusimos, tratemos a su vez de estas <dificultades>.

Si se produce, pues, agua a partir del aire y aire a partir 25del agua, ¿por qué causa no se forman nubes en la región superior? En efecto, tanto más deberían <formarse nubes> cuanto más lejos de la tierra <se halle> el lugar y más frío <sea> debido a que ni se hallan cerca <de él> el calor de los astros ni los rayos reflejados desde la tierra, los cuales impiden 30que <las nubes> se formen cerca de la tierra al romper con su calor las formaciones <de nubes>: pues las concentraciones de nubes se producen allá donde se agotan los rayos al dispersarse en la inmensidad.

O bien, pues, no es natural que se produzca agua a partir de cualquier <masa de> aire o, si <se produce> por igual a partir de cualquiera, lo que rodea la tierra no es sólo aire, 35sino algo así como un vapor, y por ello se condensa de nuevo en <forma de> agua. Pero si todo el aire, siendo tan abundante, es vapor, diríase que la naturaleza[43] del aire y la del 340bagua exceden con mucho <al resto>, ya que los intervalos de los <cuerpos> superiores están llenos de algún <tipo de> cuerpo, y de fuego es imposible, pues todos los demás se habrían consumido; resta, pues, <que sea> de aire y de toda el agua que rodea la tierra: pues el vapor es una pulverización del agua.

Considérense, pues, de este modo las dificultades acerca 5de estas cosas; expongamos nosotros ahora nuestras soluciones tanto sobre lo que se acaba de decir como sobre lo que se dirá <más adelante>. Decimos, en efecto, que el cuerpo superior, hasta la luna, es distinto del fuego y del aire, aunque en él una parte es más pura y otra está menos libre de mezcla y contiene diferencias, sobre todo por donde limita 10con el aire y con el mundo <inmediatamente> circundante de la tierra. Ahora bien, al desplazarse en círculo el primer elemento y los cuerpos <que hay> en él, la <parte> inmediatamente contigua del mundo y el cuerpo inferior, al disolverse por <efecto del> movimiento, se inflama y produce el calor. Se llega a la misma conclusión razonando como sigue: 15En efecto, el cuerpo <situado> por debajo de la rotación superior, que es como una cierta materia, caliente y fría y seca y húmeda en potencia, y <que posee> todas las demás propiedades que siguen a éstas, se hace y es tal <cual es> por el movimiento y la inmovilidad, cuya causa y principio hemos expuesto anteriormente[44].

Así, pues, en el centro y en torno al centro está, separado 20<del resto>, lo más pesado y frío, la tierra y el agua[45]; en tomo a éstas y en contacto con ellas, el aire y lo que por costumbre llamamos fuego, pero que no es fuego: pues <lo que llamamos> fuego es <en realidad> un exceso de calor y una suerte de ebullición[46]. Pero hay que tener claro[47] que, 25de lo por nosotros llamado aire, lo <que está inmediatamente> en torno a la tierra es como húmedo y caliente por ser vaporoso y contener la exhalación de la tierra, mientras que lo que está por encima de esto es ya caliente y seco. Pues la naturaleza del vapor es lo húmedo y frío[48], y la de la exhalación, lo caliente y seco; y el vapor es en potencia algo así 30como agua, mientras que la exhalación es en potencia algo así como fuego[49]. Así pues, hay que suponer que la causa de que en el lugar superior no se formen nubes es ésta: que <allí> no sólo hay aire, sino más bien algo como fuego.

Por otro lado, nada obsta para que la formación de nubes en el lugar superior se vea impedida por la traslación en círculo: pues es necesario, en efecto, que se halle en movimiento[50] toda la <masa> envolvente de aire que no está 35contenida dentro de la circunferencia que delimita la tierra de modo que ésta sea totalmente esférica[51]: parece, en efecto, que los vientos se generan precisamente en los lugares pantanosos de la tierra y que su soplo no rebasa los montes más altos. Fluye en círculo (el aire superior) al ser 341aarrastrado por la rotación del universo. En efecto, el fuego es contiguo al elemento superior[52] y el aire lo es al fuego; de modo que a causa del movimiento se ve impedido de condensarse en agua, en tanto que cualquier partícula 5que se vuelve pesada se va siempre hacia abajo al ser expulsado el calor de ella hacia el lugar superior, pero en parte es llevado[53] hacia arriba junto con el fuego exhalado[54], y de ese modo una parte[55] está siempre y continuamente llena de aire y otra lo está de fuego, y constantemente se transforma cada uno de ellos en el otro.

10Acerca, pues, <del hecho> de que no se formen nubes ni condensación <del aire> en agua y de cómo hay que concebir el lugar intermedio entre las estrellas y la tierra y de qué cuerpo está lleno <dicho lugar>, baste con todo lo dicho.

Acerca de la generación del calor que produce el sol, conviene más propiamente y con más exactitud hablar en 15los <tratados> acerca de la sensación[56] (pues el calor es una cierta afección de los sentidos)[57], pero por qué causa se genera, aun no siendo aquéllas[58] de tal naturaleza[59], hay que decirlo ya ahora. Vemos, ciertamente, que el movimiento puede desintegrar el aire e inflamarlo, de modo que muchas veces las <cosas> que se desplazan parecen fundirse. Así, pues, la traslación del sol es por sí sola suficiente para producir 20la generación del ardor y el calor; y para ello es preciso que sea rápida y no lejana. Pues bien, la de las estrellas es rápida pero lejana, mientras que la de la luna es baja[60] pero lenta; en cambio, la <traslación> del sol tiene en grado suficiente ambas <propiedades>. Que el calor aumente con 25la proximidad del sol es bien explicable si tomamos algún <caso> semejante de entre lo que ocurre a nuestro alrededor; en efecto, aquí <abajo>, el aire próximo a los <objetos> que se desplazan a la fuerza[61] se calienta al máximo. Y es fácilmente explicable que esto ocurra: en efecto, el movimiento de un sólido lo desintegra al máximo. Por esta causa, pues, llega el calor hasta este lugar[62], así como porque el fuego 30que rodea al aire es dispersado muchas veces por el movimiento[63] y desplazado hacia abajo por la fuerza.

Un indicio suficiente de que el lugar superior[64] no está caliente ni inflamado <lo dan> también las estrellas fugaces. En efecto, no se forman allá <arriba>, sino abajo[65]. Ahora bien, los 35<objetos> que más y con mayor rapidez se mueven se inflaman también más deprisa[66]. Además, el sol, que parece estar sobremanera caliente, tiene aspecto de ser blanco, pero no ígneo.

4 Los meteoros ígneos

Una vez establecidas estas distinciones, digamos por qué causa aparecen aquí 341by allá en el cielo las llamas ardientes, las estrellas fugaces y las por algunos llamadas antorchas y cabras[67]: todas estas cosas, en efecto, son lo mismo y <se dan> por la misma causa, pero difieren en su mayor o menor <grado>.5

El principio de estos y de muchos otros <fenómenos> es el siguiente: al calentarse la tierra por efecto del sol, es forzoso que se genere la exhalación, no simple, como algunos creen, sino doble, <a saber,> una más vaporosa y 10otra más espirituosa, <siendo> aquélla el vapor de la humedad <existente> en la tierra y sobre la tierra, y ésta, en cambio, al ser la tierra en sí misma seca, <exhalación> humeante; y de éstas, la espirituosa se superpone <a la otra> debido a su calor, mientras que la más húmeda subyace <a aquélla> debido a su peso. Y por eso lo que rodea <a la tierra> está ordenado del modo siguiente: en primer lugar por debajo de la 15traslación circular, en efecto, está lo caliente y seco, que llamamos fuego (pues lo común a toda división de la <exhalación> humeante carece de nombre; sin embargo, debido a que este tipo de cuerpo es el que por naturaleza más fácilmente se inflama, forzoso es usar así las denominaciones[68]); por debajo de esta substancia[69] <se encuentra> el aire. Ciertamente, es preciso concebir como una especie de <material> inflamable aquello que acabamos de llamar fuego y 20que se extienda como última <capa> de la esfera que circunda la tierra, de modo que frecuentemente ocurre que con un pequeño movimiento se inflama <volviéndose> como humo; en efecto, la llama es el hervor de un soplo seco[70]. Así, pues, en cuanto esta composición se encuentra en las circunstancias más oportunas, cuando es movida por la revolución <del cielo>, se inflama.

Ello varía según la posición o la cantidad del <elemento> inflamable; en efecto, si éste tiene longitud y anchura, se ve 25con frecuencia una llama ardiente, como cuando arde el rastrojo en un campo de labor, pero si <se extiende> sólo en longitud[71], <aparecen> las llamadas antorchas y cabras y estrellas <fugaces>. Así, pues, cuando arroja chispas al tiempo 30que arde (y eso ocurre porque se inflaman pequeños <fragmentos> colindantes, aunque unidos al principal), se llama cabra, y cuando <se da> sin esta propiedad, antorcha. Y cuando las partes de la exhalación están dispersas en pequeños <fragmentos> y en múltiples direcciones, tanto en anchura 35como en profundidad, surgen las estrellas que parecen dispararse[72].

En ocasiones, pues, la exhalación, encendida por el movimiento <celeste>, engendra estos <fenómenos>. Pero otras veces el calor es expulsado a presión[73] y evacuado por 342ael aire contraído a causa del enfriamiento, y por eso su desplazamiento se asemeja más a un proyectil que a una combustión. Podría uno dudar, en efecto, de si las <estrellas> fugaces son como <cuando> la exhalación subyacente a las lámparas prende la lámpara de abajo a partir de la llama de 5arriba (pues la rapidez de este <proceso> es sorprendente y semejante a <la de> un proyectil, no como si se generara un fuego tras otro), o bien son proyecciones de un mismo cuerpo. Parece, en realidad, que <se producen> por ambas <causas>; en efecto, se generan, en algún caso, como la <llama que sale> de la lámpara, y en algunos otros se proyectan por 10ser expulsadas a presión, como las pepitas <de un fruto> de entre los dedos, de modo que parece que caen tanto sobre la tierra como sobre el mar, tanto de noche como de día, aun estando claro. Salen disparadas hacia abajo porque la condensación que las impulsa tiene una inclinación descendente. 15Por eso también los rayos caen hacia abajo; en efecto, el origen de todos estos <fenómenos> no es la combustión, sino la separación y expulsión a presión, pues todo lo caliente tiende por naturaleza a desplazarse hacia arriba.

Así, pues, todas las cosas que se forman en la región superior[74] se generan al encenderse la exhalación, mientras que todas las que se forman en la región inferior lo hacen al 20separarse <el calor>, porque se condensa y se enfría la exhalación más húmeda: ésta, en efecto, al condensarse e inclinarse hacia abajo, se contrae expulsando el calor y provoca su lanzamiento hacia abajo; y según la eventual posición de la exhalación, extendida en anchura o en profundidad, así se desplaza, hacia arriba, hacia abajo o lateralmente. Ahora bien, la mayoría <de las exhalaciones> se desplazan lateralmente, 25por hacerlo según dos traslaciones, hacia abajo por la fuerza, hacia arriba por naturaleza: en efecto, todas las <exhalaciones> de este tipo se desplazan oblicuamente. Por ello la mayor parte de los desplazamientos de las estrellas fugaces acaban siendo transversales.

Sin duda la causa de todo esto es, como materia, la exhalación[75] y, como motor[76], unas veces el movimiento ascendente, otras la condensación del aire al contraerse. Todo 30ello se produce por debajo de la luna. Indicio <de ello> es su rapidez aparente, que es semejante a <la de> las cosas que arrojamos, que por estar cerca de nosotros parecen superar con mucho en velocidad a las estrellas, el sol y la luna.

5 Las auroras boreales

A veces, estando clara la noche, aparecen en el cielo muchas formaciones visibles tales como grietas, zanjas y colores 35sanguinolentos[77].[35] La causa, en estos casos, es la misma <de antes>: en efecto, 342bpuesto que parece claro que el aire superior adquiere una consistencia tal que termina por encenderse y su ignición unas veces es de manera que parece arder en <forma de> llama y otras veces se desplaza en forma de antorchas y estrellas <fugaces>, nada tiene de extraño que ese mismo aire 5condensado se tiña de toda clase de colores; pues la luz que atraviesa un <medio> más espeso es menor y, al permitir la reflexión, el aire producirá toda clase de colores, y sobre todo escarlata o púrpura, ya que éstos <son los que> aparecen la mayoría de las veces como resultado de la mezcla por superposición del <color> ígneo y el blanco, tal como, por 10ejemplo, los astros al salir y al ponerse, si hace mucho calor, parecen de color escarlata a través del humo. También por reflexión producirá <el aire ese mismo efecto>, cuando el <medio> reflectante sea tal que no recoja la figura pero sí el color. En cuanto a que estos <fenómenos> no duren mucho tiempo, la causa estriba en la condensación, que es breve.

15En cuanto a las grietas[78], la luz, al abrirse paso desde un fondo azul oscuro y negro, hace que parezcan tener una cierta profundidad. Muchas veces, en este tipo de circunstancias, caen antorchas, cuando <el aire> se condensa más; pero, mientras está todavía concentrándose, tiene apariencia de grieta. En general, lo blanco con lo negro produce colores 20diversos, como la llama con el humo. Pues bien, de día el sol impide <estos fenómenos> y de noche, a excepción del escarlata, los demás colores no aparecen a causa de su similitud <con el fondo oscuro>.

Acerca, pues, de las estrellas fugaces y de los fenómenos ígneos, así como de todos los demás de este tipo que dan lugar a apariciones breves, es preciso admitir esas causas.

6 Los cometas

25Hablemos ahora de los cometas y de la llamada <Vía> Láctea, tratando de desentrañar primero lo dicho en <las obras de> los demás.

Pues bien, Anaxágoras y Demócrito dicen que los cometas son una conjunción[79] de astros errantes[80], cuando por ir muy próximos parecen tocarse.

30Algunos de los <autores> itálicos llamados pitagóricos dicen que <el cometa> es uno de los astros errantes, pero <diferente> porque su aparición tiene lugar tras mucho tiempo y su cénit es poco <alto>, lo cual ocurre también con el astro de Hermes[81]: en efecto, debido a que se levanta poco <sobre el horizonte>, se eclipsa en muchas fases, de modo que aparece 35al cabo de mucho tiempo.

De manera próxima a <la de> éstos se manifestaron también los seguidores de Hipócrates de Quíos y de su discípulo 343aEsquilo[82], salvo que dicen que la cabellera[83] <del cometa> no procede de éste, sino que al errar por el espacio[84] la capta, reflejándose nuestra vista desde la humedad arrastrada por él hasta el sol[85]. Y que, debido a que <es el> 5astro que se queda más atrás[86], aparece al cabo de más tiempo que los demás, como cuando aparece por el mismo <sitio> tras haber recorrido toda su órbita retrógrada[87]; y que se retrasa tanto hacia la Osa[88] como hacia el sur. Así, pues, en el espacio <comprendido> entre los trópicos no atrae el agua hacia sí porque <dicho espacio> está quemado por 10<efecto de> la traslación del sol; en cambio, cuando se desplaza hacia el sur, obtiene abundancia de esa clase de humedad, pero, debido a que el tramo de su órbita sobre la tierra es corto y el <que hace> por debajo <de ella> es mucho mayor, la vista de los hombres no puede ser reflejada hasta 15el sol[89], ni cuando el sol se acerca a la zona tropical[90] ni cuando está en su giro estival[91]; por ello en esos lugares aquel <planeta> no se convierte en cometa; en cambio, cuando se queda retrasado hacia el norte, coge cabellera, por ser grande la revolución por encima del horizonte y pequeña la 20parte del círculo <que pasa> por debajo; en efecto, entonces es más fácil que la vista de los hombres llegue hasta el sol.

A todos estos <autores> les ocurre que dicen cosas imposibles, unas, en sus aspectos comunes, otras, en aspectos particulares.

En primer lugar, a los que dicen que el cometa es uno de los astros errantes: pues todos los errantes tienen movimiento 25retrógrado dentro del círculo zodiacal, mientras que muchos cometas han sido vistos fuera del círculo. Además, muchas veces ha surgido a la vez más de uno. Aparte de esto, si arrastran la cabellera gracias a la reflexión, tal como dicen Esquilo e Hipócrates, también alguna vez habría de aparecer este astro sin cabellera, puesto que tiene también 30movimiento retrógrado hacia otros lugares, y sin embargo no arrastra la cabellera por todas partes; ahora bien, de he cho no ha sido visto ninguno más aparte de los cinco astros[92] y con frecuencia aparecen todos a la vez, visibles en el aire sobre el horizonte. Y tanto si todos éstos son visibles como si no todos aparecen, sino sólo unos cuantos en las proximidades del sol, no por ello dejan de hacerse visibles con igual frecuencia los cometas[93].35

Pero tampoco es verdad eso de que el cometa sólo se forma en la zona próxima a la Osa al mismo tiempo que el 343bsol se encuentra en torno a su <punto de> giro estival: pues el gran cometa surgido en las fechas del terremoto de Acaya[94] y la irrupción de la ola[95] se levantó desde el punto de poniente en que los días son iguales <a las noches>[96], y muchos otros han surgido hacia el sur. Cuando la magistratura 5en Atenas de Eucles el <hijo> de Molón, siendo el mes de Gamelión[97], en torno al <punto de> giro invernal del sol, surgió un cometa hacia la Osa: ahora bien, incluso ellos[98] dicen que es imposible que se dé una reflexión[99] <a distancia> tan grande.

Tanto a éstos como a los que dicen que <un cometa> es la conjunción <de dos planetas> es común <la dificultad de> que también algunos de los <astros> no errantes cogen cabe10llera. Y en esto no sólo hay que hacer confianza a los egipcios, aunque también ellos lo dicen, sino que nosotros mismos lo hemos observado; en efecto, alguna estrella de las <que hay> en el muslo del Can tenía cabellera, aunque tenue: pues para los que miraban atentamente hacia ella el resplandor resultaba apagado, mientras que para los que miraban 15levemente de soslayo la visión era mayor. Además, todos los <cometas> vistos entre nosotros desaparecieron de la vista sin ponerse, extinguiéndose poco a poco en el espacio sobre el horizonte de tal manera que no quedó detrás el cuerpo de uno ni de más astros, pues incluso el gran astro que recordábamos antes[100] apareció en invierno, en <tiempo> 20helado y raso, por poniente[101], durante la magistratura de Astio, y la primera <noche> no se vio, como si se hubiera puesto antes que el sol, pero la <noche> siguiente sí se vio: pues se retrasó[102] lo mínimo posible, e inmediatamente se puso; pero su resplandor se extendió hasta <ocupar> una tercera parte del cielo, como <formando> un cíngulo[103]: por 25ello también se le dio el nombre de «camino». Y se alzó hasta el cinturón de Orion, y allí se desvaneció.

Demócrito, sin embargo, se ha aferrado a su propia opinión: dice, en efecto, que al desvanecerse los cometas se han visto, algunas veces, estrellas. Pero eso no debería ocurrir unas veces sí y otras no, sino siempre. Además de esto, dicen también los egipcios que se forman conjunciones tanto entre los planetas como entre éstos y los <astros> no errantes, y nosotros mismo hemos visto el astro de Zeus[104] convergiendo 30con uno de los Gemelos[105] y ocultándolo incluso, pero sin convertirse en cometa. Además, <el error> queda claro ya en virtud de un razonamiento: en efecto, aunque unos astros se ven más grandes y <otros> más pequeños, en sí mismos, sin embargo, parecen ser indivisibles. Por tanto, del mismo modo 35que, si fueran indivisibles, al juntarse no harían una magnitud más grande[106], así también, puesto que parecen indivisibles aunque no lo son, aun juntándose no darán en nada la apariencia 344ade ser mayores en magnitud.

Así, pues, que las causas que se les atribuyen <a los cometas> son en definitiva falsas <es algo que> queda suficientemente claro, si más no, a través de los precedentes <argumentos>.

7 Los cometas (continuación)

Comoquiera que acerca de las cosas 5inaccesibles a los sentidos creemos que es suficiente inferir mediante el razona miento si <con él> nos remontamos a lo posible[107], también a partir de lo que aquí se manifiesta podría uno suponer, acerca de estos <fenómenos>[108], que tienen lugar básicamente del modo siguiente.

Se ha supuesto, en efecto, por nosotros que la primera parte del mundo que envuelve a la tierra, <a saber,> todo lo 10que hay <inmediatamente> por debajo de la traslación circular, es una exhalación seca y caliente; esta misma y la mayor parte del aire inmediatamente debajo de ella son arrastrados conjuntamente en torno a la tierra por la traslación y el movimiento en círculo <del cielo>; desplazada y movida de este modo, a menudo, en caso de que <la exhalación> lle15gue a ser lo bastante fuerte, se inflama; también por eso, decimos, se forman las estrellas fugaces dispersas.

Así, pues, cuando a causa del movimiento superior un principio ígneo entra en <un grado de> condensación tal, pero no tan excesivamente grande como para consumirse casi todo enseguida ni tan débil como para extinguirse rápidamente, sino lo bastante grande y <presente> en la mayor 20parte <de la región>, y coincide que al mismo tiempo asciende desde abajo una exhalación lo bastante fuerte, <entonces> se forma ese astro con cabellera según la forma que venga a adquirir la <masa> exhalada; pues cuando <se extiende> igual por todas partes, <el astro> se llama cometa[109], pero cuando <se extiende sólo> en longitud, se llama <astro> con barba[110]. Y así como semejante traslación parece ser la traslación de una estrella[111], así también el reposo correspondiente parece 25ser el reposo de una estrella[112]; en efecto, lo que ocurre es aproximadamente como si alguien metiera un tizón en un gran montón de paja o arrojara <sobre él> una pequeña chispa; pues la carrera de las estrellas[113] se parece mucho a eso: en efecto, al ser adecuado el combustible, se propaga velozmente <el fuego> de un lado a otro. En cambio, si éste no 30se consumiera al ir de un lado a otro y permaneciera quieto en un punto en que el combustible es muy denso, entonces el final de la carrera se convertiría en el principio de la traslación. Tal es el cometa, como la carrera de un astro que tiene en sí mismo su límite y su principio[114].

Así, pues, cuando hay un principio de constitución <de la exhalación> en la región inferior misma, aparece un cometa 35por sí mismo; en cambio, cuando la exhalación es formada por alguno de los astros, sea de los errantes o de los no errantes, entonces uno de ellos se convierte en cometa; 344ben efecto, la cabellera no se añade a los astros mismos, sino que así como aparecen los halos en torno al sol y a la luna, acompañándolos incluso en su traslación, cuando el 5aire está tan condensado que se produce ese fenómeno[115] bajo el curso del sol, así también la cabellera es como un halo de los astros; salvo que esta última llega a ser de tal color por reflexión, mientras que en aquel otro caso el color aparece sobre los <astros> mismos.

Así, pues, cuando semejante concentración se produce por influencia de un astro[116], necesariamente aparecerá el 10cometa moviéndose con arreglo a la misma trayectoria por la que se desplaza el astro; en cambio, cuando se forma por sí mismo, entonces parece retrasarse[117]. Así es, en efecto, la traslación del mundo que rodea a la tierra.

(Y que el cometa no es <simplemente> un reflejo hacia el astro, como un halo en <tomo a> puro material inflamable, y 15tampoco, como dicen los <seguidores> de Hipócrates, un reflejo hacia el sol, lo pone en evidencia sobre todo esto, a saber: que muchas veces el cometa se forma también por sí mismo, y con más frecuencia que en torno a unos astros determinados[118]. Pues bien, luego hablaremos de la causa del halo.)

Hay que considerar como prueba de que su constitución 20es ígnea el <hecho de> que al formarse anuncian mayores vientos y sequedades: pues está claro que se producen al ser muy grande esa clase de exhalación[119], de modo que por fuerza está el aire más seco y se disgrega y disuelve la evaporación húmeda por la gran cantidad de exhalación caliente, 25con lo que no es fácil que se condense en agua. También sobre este fenómeno hablaremos más claramente cuando llegue el momento de hablar acerca de los vientos.

Así, pues, cuando aparecen <los cometas> muy seguidos y en mayor número, tal como decimos, los años resultan manifiestamente secos y ventosos; en cambio, cuando son más infrecuentes y más débiles por su tamaño, tampoco se da aquello 30del mismo modo, aunque la mayoría de las veces se produce un exceso de viento, o en duración o en intensidad, pues cuando cayó del aire una piedra en Egospótamos[120], cayó de día tras ser levantada por el viento: y entonces coincidió 35que surgió un astro con cabellera por poniente. También en las fechas del gran astro con cabellera[121] fue seco el invierno y norteño <el viento>, y la ola[122] se formó por la contraposición de vientos: pues en el golfo prevalecía el viento norte y fuera soplaba un fuerte sur. Además, en la magistratura de 345aNicómaco surgió durante unos pocos días, en torno al círculo equinoccial, un cometa que no se levantó por poniente, con 5el que coincidió la formación del viento <huracanado> en los alrededores de Corinto[123].

La causa de que no se formen muchos cometas ni con mucha frecuencia, y más entre los trópicos que fuera de ellos, es el movimiento del sol y de los astros, que no sólo expulsa el calor[124], sino que también disgrega lo condensado. Pero la causa principal es que la mayor parte[125] se acumula 10en la región de la <Vía> Láctea.

8 La Vía Láctea

Digamos ya cómo y por qué causa se forma y qué es la <Vía> Láctea. Pero primeramente refiramos una vez más lo dicho por los demás.

Pues bien, algunos de los llamados pitagóricos dicen, unos, que es el camino de alguno de los astros caídos cuando la llamada aniquilación de Faetonte; 15otros dicen que a veces el sol se desplaza <siguiendo> ese círculo: como si, en definitiva, ese lugar hubiera sido abrasado o hubiera sufrido algún otro efecto semejante de resultas del paso de aquellos <astros>.

Pero es absurdo no comprender que, si ésa fuera la causa, el círculo zodiacal también habría de estar así, y más que 20el de la <Vía> Láctea: en él, en efecto, se desplazan todos los <astros> errantes y no sólo el sol. Ahora bien, todo el círculo nos resulta patente, pues de noche siempre es visible la mitad de él. Sin embargo, no parece que le haya ocurrido nada 25semejante, salvo si alguna parte de él se toca con el círculo de la <Vía> Láctea.

Los <seguidores> de Anaxágoras y Demócrito dicen que la <Vía> Láctea es la luz de ciertas estrellas: el sol, en efecto, al pasar bajo la tierra, no <puede> mirar hacia algunas de las estrellas. Ahora bien, de todas aquellas que pueden ser vistas por él en torno <a la tierra> no se hace patente la luz 30(pues es impedido por los rayos del sol); en cambio, la luz propia[126] de todas aquellas <estrellas> frente a las que se interpone la tierra dicen que es la <Vía> Láctea.

Pero es evidente que también esto es imposible: en efecto, la <Vía> Láctea es siempre la misma entre las mismas estrellas (pues resulta patente que es un círculo máximo[127]), mientras que las estrellas no vistas por el sol son siempre 35distintas, pues <el sol> no permanece siempre en el mismo sitio. Por tanto, al cambiar de sitio el sol debería también cambiar de sitio la <Vía> Láctea: pero de hecho no se ve que eso ocurra. Además, si, tal como se demuestra actualmente 345ben las teorías sobre la astrología[128], el tamaño del sol es mayor que el de la tierra y la distancia de las estrellas a la 5tierra es mucho mayor que la del sol, así como la del sol a la tierra <es mucho mayor> que la de la luna, entonces el cono <proyectado> desde el sol[129] no reunirá los rayos muy lejos de la tierra ni la sombra de la tierra, la llamada noche, <llegará> hasta las estrellas, sino que el sol verá necesariamente en torno <a la tierra> todas las estrellas y la tierra no se interpondrá ante ninguna de ellas.

Existe todavía una tercera creencia acerca de esto: dicen 10algunos, en efecto, que la <Vía> Láctea es el reflejo de nuestra vista en el sol, como <lo es> también el astro con cabellera.

Pero también esto último es imposible: pues si lo que mira y el espejo y todo lo que se ve estuvieran en reposo, la misma parte de la imagen reflejada aparecería en el mismo 15punto del espejo; pero si el espejo y lo que se ve se movieran a la misma distancia de lo que mira y esto estuviera en reposo, pero entre ellos[130] no se movieran a igual velocidad ni siempre a la misma distancia, sería imposible que la misma imagen reflejada estuviera sobre la misma parte del espejo. Ahora bien, las estrellas que se desplazan en el círculo de la 20<Vía> Láctea se mueven, y también el sol en el que <tiene lugar> el reflejo, mientras nosotros permanecemos quietos, y se hallan igualmente a la misma distancia de nosotros, pero no entre sí; en efecto, el Delfín[131] unas veces sala a media noche, otras al alba, pero las <diversas> partes de la <Vía> Láctea permanecen cada una en el mismo sitio. Sin embargo, no debería 25<ser así>, si se tratara de una imagen reflejada y no se diera esta propiedad en los lugares mismos[132].[25]

Además, de noche, la <Vía> Láctea aparece, para los que la observan, reflejada en el agua y en espejos semejantes, pero ¿cómo es posible que la vista se refleje hacia el sol?[133].

A partir, pues, de estas <consideraciones> resulta obvio que <la Vía Láctea> no es ni el camino de ninguno de los planetas ni la luz de las estrellas invisibles ni un reflejo. 30Ahora bien, esto es prácticamente lo único propuesto hasta ahora por los demás <autores>.

Nosotros, por nuestra parte, expongamos <nuestra teoría> recordando el principio <antes propuesto>. En efecto, se ha dicho antes que la <parte> última[134] de lo que se llama aire tiene la potencia del fuego, de modo que, al disgregarse el 35aire por el movimiento, se desprende una configuración de un cierto tipo de la que decimos que están <hechos> los astros con cabellera. Pues bien, eso mismo es lo que hay que 346apensar que ocurre con aquellos otros <fenómenos>, cuando dicha emanación no se produce por sí misma, sino por alguno de los astros, bien de los fijos, bien de los errantes: entonces, en efecto, éstos se manifiestan como cometas porque los acompaña en su traslación la misma formación que al 5sol, a partir de la cual decimos que aparece por reflejo el halo en caso de que el aire adopte esa configuración.

Ahora bien, lo que ocurre con uno solo de los astros hay que suponer que ocurre con la totalidad del cielo y con toda la traslación superior[135]: pues es razonable que, si el movimiento de un solo astro produce algo así, también lo produzca el movimiento de todos e inflame y desintegre el aire 10debido al <gran> tamaño del círculo. Sobre todo en el lugar en que los astros son más densos, numerosos y grandes. Ahora bien, el <círculo> zodiacal deshace ese tipo de configuración debido a la traslación del sol y de los planetas: por ello la mayoría de los cometas se forman fuera de los trópicos. Además, ni en torno al sol ni en torno a la luna se forma cabellera: pues deshacen esa configuración antes de que 15se constituya.

El círculo en que la <Vía> Láctea aparece a los que la observan resulta ser el más grande y estar situado de tal manera que se extiende mucho más allá de los trópicos. Además de eso, el lugar está ocupado por las estrellas mayores y más brillantes, así como por las llamadas <estrellas> dispersas 20(esto es patente a simple vista), de modo que por ello se acumula <allí> de manera continua e incesante toda esa concentración[136]. Un indicio <de ello>: la luz es más abundante en la mitad del círculo que contiene doble cantidad[137]; en 25ésta, en efecto, las estrellas son más numerosas y densas que en la otra mitad, como si el resplandor no se originara por otra causa que por la traslación de los astros: pues si se forma[138] en aquel círculo en que se encuentra el mayor número de astros, y de aquél, a su vez, en la parte en que parece concentrarse la mayor densidad de astros tanto en magnitud 30como en cantidad, es verosímil suponer que ésta sea la causa más probable del fenómeno.

Obsérvese, con ayuda del gráfico[139], el círculo y los astros en él <situados>. Las llamadas <estrellas> dispersas, en cambio, no es posible situarlas en la esfera[140] por no tener cada una de ellas ninguna posición visible definitiva, pero para los que observan el cielo está claro[141]: pues sólo en 35éste entre <todos> los círculos están los intervalos llenos de astros de esa clase, mientras que en los demás faltan obviamente. 346bDe modo que, si acerca de la aparición de los cometas admitimos la mencionada causa como adecuada, también acerca de la <Vía> Láctea hay que suponer que ocurre del mismo modo: en efecto, el fenómeno que allí se da con un solo <astro, a saber>, la cabellera, eso mismo viene a producirse 5con un círculo <celeste>, y la <Vía> Láctea es, por así definirla, la cabellera del círculo máximo <producida> por la disgregación <del aire>.

(Por eso, tal como dijimos antes, no se forman muchos cometas ni con mucha frecuencia, por haberse separado y 10seguir separándose en cada giro[142] para acabar en ese lugar[143] la configuración <del aire> mencionada[144].)

Así, pues, ya se ha hablado acerca de los <fenómenos> que se producen en el mundo que rodea la tierra en contacto inmediato con las traslaciones <celestes>, <a saber,> acerca de la trayectoria transversal de los astros[145] y de las llamas ardientes, así como de los cometas y de la llamada <Vía> 15Láctea; pues éstos son prácticamente todos los fenómenos que surgen en esa región.

9 El ciclo del agua: evaporación y condensación

Hablemos ahora de la región segunda por su posición después de aquélla, pero primera en torno a la tierra: éste es, en efecto, el lugar común del agua y del aire y de los <fenómenos> que acompañan la generación de aquélla por encima <de la tierra>. Y hay que considerar tanto los principios como las causas de estas cosas.20

Pues bien, el principio motor, dominante y primero es el círculo en el que la traslación del sol es manifiestamente, disgregando o agregando al acercarse o alejarse, la causa de la generación y de la corrupción. Mientras la tierra permanece quieta, la humedad en torno a ella, evaporada por los 25rayos <del sol> y por el restante calor de arriba, asciende; en cambio, cuando el calor que la elevó la abandona y una parte se escapa hacia el lugar superior mientras otra parte se debilita al elevarse demasiado en el aire <que hay> por encima de la tierra, el vapor se condensa de nuevo al enfriarse por la pérdida de calor y por el lugar <donde se halla>[146], y 30se forma agua a partir del aire: y, una vez formada, se desplaza nuevamente hacia la tierra. La exhalación <que surge> del agua es el vapor; la que a partir del aire <se transforma> en agua es la nube. En cuanto a la niebla, es un residuo nebuloso de la condensación <del aire> en agua. Por eso es signo 35de buen tiempo más que de lluvia: pues la niebla es como una nube estéril.

347aEste ciclo se produce por imitación del ciclo del sol: pues a la vez que éste se traslada oblicuamente[147], aquél sube y baja. Hay que concebir esto como un río que fluye circularmente subiendo y bajando, mezcla de aire y de agua; en efecto, cuando el sol está más cerca, el río de vapor fluye 5hacia arriba, mientras que cuando <el sol> se aleja, el río de agua baja. Y esto tiende a producirse continuamente según ese orden: de modo que, si los antiguos querían decir algo con lo de «<río> Océano», seguramente se referían a ese río que fluye en círculo alrededor de la tierra[148].

Puesto que la humedad se eleva siempre gracias a la fuerza del calor y desciende de nuevo a la tierra a causa del 10enfriamiento, los nombres de esos fenómenos y de algunas de sus variantes están puestos con propiedad: en efecto, cuando <la humedad> se desplaza en pequeñas partículas se llama llovizna, mientras que cuando <lo hace> en partículas mayores se llama lluvia[149].

10 Rocío y escarcha

De lo que se evapora durante el día, todo aquello que no asciende mucho en el aire debido a la escasez del fuego que lo 15eleva en relación con el agua elevada y vuelve a caer al enfriarse de noche se llama rocío y escarcha; escarcha, cuando el vapor se hiela antes de condensarse nuevamente en agua (se produce en invierno y sobre todo en los lugares invernales); el rocío, en cambio, <se forma> cuando el vapor se condensa en agua y 20ni el calor es como para secar lo ascendido ni el frío como para helar el propio vapor, debido a que el lugar o el momento son demasiado calientes: en efecto, el rocío se produce más <frecuentemente> en el buen tiempo y en los lugares más bien templados, lo contrario que la escarcha, como ya se ha dicho; pues está claro que el vapor es más caliente 25que el agua (en efecto, contiene todavía el fuego que lo eleva), de modo que <aquél precisa> de más frío para helarse. Ambos se forman en tiempo claro y sin viento: pues ni se elevará <la humedad> si no hace claro ni podrá condensarse si sopla el viento.

Un indicio de que estos <fenómenos> se producen al no ascender mucho el vapor: en los montes no se forma escarcha. Una causa <de ello> es ésta, <a saber,> que <el vapor> 30se eleva desde lugares hondos y húmedos, de modo que, al igual que si transportara una carga demasiado grande para él, el calor que lo eleva no puede hacerlo ascender a mucha altura, sino que lo suelta de nuevo desde cerca <del suelo>; otra <causa es> que el aire que corre lo hace sobre 35todo en las alturas y este <aire> deshace una tal configuración.

El rocío se forma en todas partes por los <vientos> del sur, no por los del norte, excepto en el Ponto[150]. Aquí <ocurre> 347blo contrario: en efecto, se produce por los del norte, no por los del sur. La causa es semejante a <aquella por la> que se produce en el buen tiempo y no en invierno: pues el viento del sur da buen tiempo, el del norte, en cambio, tiempo invernal; en efecto, es frío, de modo que, a causa del 5tiempo invernal, extingue el calor de la exhalación. En el Ponto, en cambio, el viento sur no da un tiempo lo bastante bueno como para que se forme vapor, mientras que el viento norte, envolviendo el calor con su frialdad, lo concentra, de modo que produce más evaporación. Con frecuencia es posible ver cómo esto se produce también en otras regiones fuera <del Ponto>: en efecto, los pozos emiten vapor con <vientos> del norte más que con <vientos> del sur; pero los del norte lo extinguen antes de que se condense masa alguna, 10mientras que con los del sur la exhalación tiene tiempo de concentrarse.

El agua misma no se hiela <en la tierra>[151] como en la región de las nubes.

11 Lluvia, nieve y granizo

Desde allí[152] nos vienen periódicamente tres <clases de> cuerpos condensados por el frío: agua[153], nieve y granizo. Dos de éstos son correlativos y se producen 15por las mismas causas que los de abajo[154], diferenciándose por el mayor o menor <grado> y la mayor o menor masa; en efecto, la nieve y la escarcha son lo mismo, y también la lluvia[155] y el rocío, pero lo primero en grande y lo segundo en pequeña <cantidad>. En efecto, la lluvia se forma a partir de una gran <cantidad de> vapor que se enfría: y la causa de ello es el mucho espacio y tiempo a 20partir del cual y en el <transcurso del> cual se acumula. De la pequeña <cantidad de vapor>, en cambio, <se forma> el rocío; pues la condensación es breve y el espacio pequeño: lo demuestra <el hecho de> que la formación es rápida y escasa la cantidad. De manera semejante también la escarcha y la nieve: pues cuando se hiela la nube, surge la nieve, cuando el vapor, la escarcha. Por eso ello es signo de época o región frías: en efecto, no se helarían, por conservarse en 25su interior mucho calor, si no predominara el frío: dentro de la nube, en efecto, es mucho el calor que resta de la evaporación de la humedad de la tierra.

El granizo se forma allá <arriba>[156], mientras que en la evaporación más próxima a la tierra falta <algo semejante a> 30esto[157]; pues, tal como dijimos, así como allá <arriba> se forma nieve, acá <abajo> se forma escarcha, y así como allá se forma lluvia, acá se forma rocío; en cambio, así como allá <se forma> granizo, acá no se da el semejante que le corresponda. La causa quedará clara al hablar del granizo.

12 El granizo

Es preciso considerar conjuntamente <todos> los aspectos que concurren en su 35formación, tanto los que no se apartan <de lo razonable> como los que parecen ser ilógicos.

En efecto, el granizo es hielo y el agua se hiela en invierno; sin embargo, las granizadas se producen sobre todo en primavera y en otoño, en segundo lugar también al final 348adel verano, pero raramente en invierno, y cuando hace menos frío. En general, además, las granizadas se producen en los lugares de clima más benigno, las nevadas, en cambio, en los más fríos.

5Es extraño también que el agua se hiele en la región superior: pues ni es posible que se hiele antes de convertirse en agua[158] ni que el agua permanezca suspendida en el aire tiempo alguno[159]. Pero no <es que> al modo como las gotas 10son llevadas hacia arriba gracias a su pequeñez y permanecen suspendidas en el aire, o como la tierra y el oro flotan muchas veces en el agua por <hallarse> en forma de pequeñas partículas, así también el agua sobre el aire, al reunirse muchas gotas pequeñas, se aglutine en gotas grandes: en efecto, esto no es admisible que suceda en el caso del granizo; pues las <partículas> heladas no se aglutinan como las líquidas. Está claro, pues, que el agua ha permanecido en lo alto en <partículas del> correspondiente tamaño: si no, no se habría helado en <partículas de> tamaño semejante.

Pues bien, a algunos les parece que la causa de este fenómeno 15y de la formación <del granizo> surge cuando la nube es expulsada hacia la región superior, que está más fría porque allí cesan los reflejos de los rayos <del sol> sobre la tierra y, una vez llegada allí, el agua se hiela; por eso las granizadas se producen más en verano y en las regiones cálidas, porque el calor expulsa con más frecuencia las nubes 20de <las inmediaciones de> la tierra[160]. Ahora bien, ocurre que en las <regiones> muy elevadas <es donde> se produce menos granizo; y, sin embargo, debería <producirse>, al igual que vemos que la nieve se da sobre todo en las <regiones> elevadas. Además, con frecuencia se han visto nubes desplazándose con gran estruendo cerca de la tierra, hasta el 25punto de ser <motivo de> pánico para los que lo oyen y ven, como <signo de> que ha de suceder algo mayor. Y a veces, habiendo sido vistas nubes semejantes sin <acompañamiento de> ruido, se produce una gran granizada y el tamaño <de las piedras> es increíble y la forma no redondeada, debido a que su movimiento no dura mucho tiempo por haberse producido 30la congelación cerca de la tierra, y no, en cambio, como dicen aquéllos. Pero desde luego es necesario que las grandes piedras de granizo se formen por la mayor causa posible de congelación: pues el granizo es hielo, cosa obvia para todo el mundo. Ahora bien, son grandes <las piedras> de formas no redondeadas. Eso es señal de que se han helado cerca de 35la tierra: pues las <piedras de granizo> que vienen de lejos, al desplazarse a gran distancia, se desgastan y se vuelven esféricas de forma y pequeñas de tamaño.

348bQueda claro, pues, que la congelación no tiene lugar porque <la nube> sea arrastrada hacia la fría región superior.

Ahora bien, puesto que vemos que existe una mutua exclusión entre el calor y el frío (por eso los subterráneos están fríos en tiempo cálido y cálidos en tiempo de hielo)[161], 5hay que pensar que ello se da también en el lugar superior[162], de modo que en las estaciones cálidas, al quedar confinado el frío en el interior por el calor circundante, se desprende a veces con rapidez agua de la nube. Por eso también las gotas <de lluvia> se hacen mucho mayores en los 10días cálidos que en invierno y los aguaceros son más violentos: en efecto, se les llama más violentos cuando son más intensos, y son más intensos debido a la rapidez de la condensación. (Esto se produce exactamente al contrario de lo que dice Anaxágoras: pues éste dice que, cuando <la nube> 15se eleva hacia el aire frío, le ocurre eso; nosotros, en cambio, que cuando desciende hacia el <aire> caliente, y tanto más cuanto más <desciende>.) Por otra parte, cuando el frío queda aun más confinado en el interior <de la nube> por el calor exterior, hiela el agua que ha producido y se forma granizo y se convierte en granizo. Esto ocurre cuando la congelación es más rápida que el movimiento descendente 20del agua: pues, si se desplaza en tanto tiempo, pero el frío, al ser muy intenso, la congela en un tiempo menor, nada impide que se hiele en el aire, si la congelación tiene lugar en menos tiempo que el movimiento descendente. Y cuanto más cerca <de la tierra> y más intensa resulte la congelación, más violentas las lluvias y mayores las gotas y las piedras, por haberse desplazado en un espacio corto. Y por la misma 25causa las gotas grandes no caen apretadas. Se produce menos en verano que en primavera y en otoño, pero más que en invierno, dado que en verano el aire es más seco; en cambio, en primavera está todavía húmedo y en otoño ya empieza a humedecerse. Por la misma causa, como ya se ha 30dicho, se producen también a veces granizadas al final del verano.

Contribuye también a la rapidez de la congelación el <hecho de> que el agua se haya calentado previamente: porque <entonces> se enfría más rápidamente. Por eso muchos, cuando quieren enfriar agua rápidamente, la ponen primero al sol, y los <que viven> en torno al Ponto, cuando acampan 35sobre el hielo para capturar peces (pues los capturan perforando el hielo), vierten agua caliente sobre las cañas para que se hiele más rápido: usan, en efecto, el hielo como soldadura, 349apara que las cañas queden fijas. Ahora bien, en las regiones y estaciones cálidas, enseguida se calienta el agua que se condensa[163].

También por la misma causa, en Arabia y Etiopía, las 5lluvias se producen en verano y no en invierno, y son violentas, <cayendo> varias veces por día: en efecto, <las nubes>se enfrían rápidamente por la exclusión[164] que se produce al ser la región extremadamente cálida.

10Esto es, pues, todo lo que hay que decir sobre la lluvia, el rocío, la nieve, la escarcha y el granizo, por qué causa se producen y cuál es su naturaleza.

13 El viento, los ríos, el mar

Hablemos ahora de los vientos y de todas las exhalaciones[165], así como de los ríos y del mar, planteándonos en primer lugar a nosotros mismos las dificultades 15al respecto: pues de estos temas, al igual que de otros <muchos>, no hemos oído ninguna afirmación que no pudiera sostener cualquiera.

Hay algunos que dicen que lo que llamamos aire, al moverse y fluir, es el viento, y este mismo, al condensarse, <se convierte en> nube y agua[166], por ser de la misma naturaleza el agua y el viento, y que el viento es el movimiento del aire. 20Por eso algunos de los que quieren hablar sabiamente dicen que todos los vientos son <un solo> viento, porque sucede que el aire que se mueve es uno y todos son el mismo, y 25parecen no diferir en nada, salvo por los lugares de donde cada uno sopla en cada caso, hablando de manera similar a uno que creyera que todos los ríos son un solo río. Por eso la mayoría habla mejor, sin haber investigado, que los que hablan así después de investigar: pues si todos <los ríos> fluyeran de una sola fuente y fuera también así en el caso de los vientos, quizá dirían algo <con sentido> los que así hablan; 30pero si <ocurre> igual aquí que allá[167], está claro que también este elegante artificio es falso; lo cierto es que este punto, si se le presta atención, merece un examen atento: qué es el viento, cómo se produce, qué lo desencadena, cuál 35es el origen de donde <proceden> los diversos <vientos>, si hay que considerar que el viento fluye como de un recipiente y lo hace hasta que el recipiente se vacía, como si saliera 349bde unos odres o, tal como los pintan los pintores, originándose en ellos mismos.

De manera semejante opinan también algunos acerca de la formación de los ríos: <creen,> en efecto, que el agua elevada por el sol, reunida de nuevo bajo tierra tras caer en forma de lluvia, fluye de una gran cavidad, bien todos <los 5ríos> de una sola, bien cada uno de una distinta; y que no se genera ninguna <nueva cantidad de> agua[168], sino que la reunida durante el invierno en aquellos receptáculos es la que se transforma en la masa de los ríos. Por eso también fluyen siempre más crecidos en invierno que en verano, y unos son constantes y otros no; en efecto, todos aquellos en los que, por el tamaño de la cavidad, es mucha el agua recogida, 10de modo que dura y no se agota antes de que vuelva la lluvia en invierno, son constantes y sin interrupción, mientras que todos aquellos cuyos receptáculos son menores llegan, por la escasez de agua, a secarse antes de que 15vuelva <a caer> la del cielo, al vaciarse el depósito.

Sin embargo, es evidente que, si uno quisiera, calculando a ojo, concebir cómo <ha de ser> en tamaño el receptáculo para el agua que fluye continuamente día a día, el que pudiera contener todo el agua que fluye a lo largo del año superaría en tamaño la masa de la tierra o no le faltaría mucho.

20Pero está claro que se dan muchos <receptáculos> semejantes en muchos lugares de la tierra, aunque sería absurdo que uno no creyera que, por la misma causa que se genera agua a partir del aire sobre la tierra, <se genera> también dentro de ella. De modo que, si allí[169], debido al frío, se 25condensa en agua el aire vaporizado, hay que pensar que también ocurre eso mismo por efecto del frío <que hay> dentro de la tierra y que no sólo se genera y fluye en ella el agua separada[170], sino que se genera de manera continua.

Además, <está claro> que el origen de los ríos, sin <contar> el agua que se genera, sino la que ya se encuentra disponible 30cada día[171], no es que existan bajo la tierra una especie de lagos ya formados, tal como dicen algunos, sino que, al igual que sobre la tierra se condensan pequeñas gotas y éstas a su vez se unen a otras, hasta que finalmente el agua de lluvia cae en cantidad, así también dentro de la tierra se aglutinan a partir de <cantidades> inicialmente pequeñas, 35y <de ese modo> el origen de los ríos es como un gotear 350ahacia un mismo <punto> dentro de la tierra. Esto lo muestra la práctica: pues los que hacen conducciones de agua la encauzan a través de minas y canales, como si la tierra exudara <agua> desde sus <zonas> superiores[172]. Por eso las corrientes de los ríos fluyen, como es patente, de las montañas, y los ríos mayores fluyen de las mayores montañas. De 5manera semejante, la mayoría de las fuentes se hallan en la vecindad de las montañas y de los lugares elevados; en las llanuras, en cambio, nacen bien pocas, sin <contar> los ríos. En efecto, los lugares montañosos y altos, suspendidos <sobre la tierra> como una espesa esponja, gotean y reúnen por todas partes pequeñas <partículas de> agua; pues recogen 10gran cantidad del agua que cae (en efecto, ¿qué diferencia hay entre que el perfil <del receptáculo> sea cóncavo y esté boca arriba o sea saliente y curvo?, pues ambos abarcarán el mismo volumen de cuerpo)[173] y enfrían el vapor ascendente y lo condensan de nuevo en agua.

Por eso, tal como dijimos, es patente que los mayores ríos fluyen de las mayores montañas. Esto resulta evidente 15para los que observan los mapas de la tierra: pues éstos se trazaron a partir de testimonios concretos, cuando no ocurría que los autores fueran observadores directos.

Así, pues, resulta obvio que en Asia la mayoría de los 20mayores ríos fluyen del monte llamado Parnaso[174], que todos coinciden en que es el mayor de los montes <situados> hacia la aurora invernal[175]: pues el que lo pasa divisa ya el mar exterior[176], cuyo límite no es visible para los de acá[177]. De éste fluyen, pues, entre otros ríos, el Bactro[178], el Coaspes[179] 25y el Araxes[180]; de este último sale el Tanais, que es un brazo suyo[181], para desembocar en el lago Meotis[182]. También de él fluye el Indo, la mayor corriente de todas. Del Cáucaso fluyen, entre otros muchos que destacan tanto por su número como por su tamaño, el Fasis[183]; el Cáucaso es, de los montes <situados> hacia la aurora estival[184], el 30mayor tanto en extensión como en altura. Un indicio de su altura <es> que se divisa tanto desde las llamadas «profundidades»[185] como por los que navegan hasta desembocar en el lago[186], y además sus cumbres están soleadas hasta una tercera parte de la noche, <a contar> desde el alba y desde el atardecer; <es indicio> de su extensión el <hecho de> que tiene muchos asentamientos en los que habitan muchos pueblos y que hay, dicen, grandes lagos, y sin embargo dicen 35que todos los poblados son visibles hasta la última cima[187].

Desde Pirene[188] (éste es el monte <situado> hacia el ocaso 350bequinoccial[189], en la Céltica[190]) fluyen el Istro[191] y el Tarteso[192]. Este último <desemboca> fuera de las columnas <de Heracles>[193], mientras que el Istro, <tras fluir> a través de toda Europa, <desemboca> en el ponto Euxino[194]. La mayoría de los otros ríos[195] fluye hacia la Osa[196] desde los montes Arcinios[197]: éstos son, por altura y extensión, los mayores 5de toda esa zona. Bajo la Osa misma[198], más allá de los confines de Escitia, están las llamadas <montañas> Ripas[199], acerca de cuyo tamaño las descripciones que se hacen son 10demasiado fantasiosas; en todo caso, según dicen, fluyen de allí la mayoría de los ríos más grades después del Istro.

De manera semejante, en la parte de Libia, <fluyen> los <ríos> de los montes de Etiopía, el Egón y el Nises[200], y los mayores <ríos> de entre los que tienen nombre propio, <a saber,> el llamado Cremetes[201], que desemboca en el mar exterior[202], y la principal corriente del Nilo[203], <que nace> del llamado Monte de Plata[204].

15Entre los de la región helénica <están> el Aquéloo, <que nace> del Pindó, y de allí también el ínaco, mientras que el Estrimón, el Neso y el Hebro nacen los tres del <monte> Escombro; son muchos también los cursos de agua <que nacen> del <monte> Ródope.

De manera similar se verá que fluyen también los otros ríos; pero mencionamos los anteriores a modo de ejemplo; 20pues incluso con aquéllos que nacen de pantanos resulta que los pantanos se hallan casi todos al pie de montañas o de lugares progresivamente elevados.

Es evidente, pues, que no hay que pensar que los nacimientos de los ríos se produzcan como si salieran de unas cavidades determinadas: pues ni <todo> el espacio de la tierra 25sería, por así decir, bastante, ni tampoco el de las nubes, si hubiera de fluir sólo el agua ya existente[205], y no desapareciera una parte y se generara otra, sino que siempre se fuera administrando a partir de la existente; y el <hecho de> que las fuentes se encuentren al pie de las montañas es prueba de que el lugar va dispensando agua por la paulatina confluencia, poco a poco, de muchas gotas, y de este modo se 30forman las fuentes de los ríos.

No es absurdo, sin embargo, que existan también esa clase de lugares que contienen <gran> cantidad de agua, como los lagos, sólo que en modo alguno tan grandes como para que ocurra aquello[206], ni más ni menos como si uno creyera que las fuentes de los ríos son <sólo> las visibles: en efecto, la inmensa mayoría nace de manantiales <ocultos>[207]. Algo semejante, pues, es creer que aquéllos[208] y éstas[209] son 35toda la masa de agua <existente>.

Ahora bien, que existen semejantes abismos y grietas en la tierra lo muestran los ríos tragados <por aquélla>. Y esto 351aocurre en muchos lugares de la tierra; en el Peloponeso, por ejemplo, la mayoría de esta clase <de fenómenos> se da en la zona de Arcadia. La razón es que, al ser montañosa, no hay salidas fluviales de los valles al mar: en efecto, al llenarse 5<de agua> el terreno y no tener desagüe, busca un paso hacia las profundidades ante la fuerza del agua que se le viene encima. Ahora bien, en la Hélade estos fenómenos son en conjunto poco importantes; en cambio, el lago <que hay> al 10pie del Cáucaso, que los de allí llaman mar[210], al haber muchos y grandes ríos que desembocan en él y no tener desagüe visible, va a dar bajo tierra en Coraxós[211], cerca de las llamadas profundidades del Ponto: es ésta <una zona> del mar de profundidad ilimitada: pues nunca nadie que se sumergiera pudo encontrar el fondo. A unos trescientos estadios[212] 15de aquí, tierra adentro, aflora agua dulce sobre una gran extensión, aunque no continua, sino <dividida> en tres <zonas>.[15] Y en <la zona de> Liguria un río no menor que el Ródano se mete bajo tierra y aflora de nuevo en otra región[213]: y el río Ródano es navegable.

14 Los cambios climáticos

Los mismos lugares de la tierra no son siempre húmedos ni siempre secos, 20sino que cambian según las formaciones y desapariciones de ríos: por eso cambian también la tierra firme y el mar y no siempre una parte permanece todo el tiempo como tierra y otra parte como mar, sino que nace un mar donde <había> tierra 25seca, y donde ahora <hay> mar, <habrá> de nuevo tierra. No obstante, hay que pensar que esto se produce con arreglo a cierto orden y periodicidad. El principio y la causa de esto es que las <zonas> interiores de la tierra, como los cuerpos de las plantas y de los animales, tienen también su madurez y su senectud. Salvo que a aquéllos no les ocurren estas cosas en parte, sino que es forzoso que <el viviente> madure y degenere todo él a la vez; a la tierra, en cambio, le sucede 30esto por partes, a causa del frío y del calor. Éstos, pues, aumentan y disminuyen debido al sol y a <su> rotación, y por eso también las <diversas> partes de la tierra adquieren diferente potencia, de modo que pueden permanecer húmedas hasta un determinado momento y luego se secan y envejecen de nuevo; otros lugares reviven y se vuelven en parte 35húmedos. Necesariamente, al volverse los lugares más secos, 351bdesaparecen las fuentes y, al suceder eso, los ríos pasan primero de grandes a pequeños y finalmente se secan, y cuando los ríos cambian de sitio desapareciendo aquí y formándose paralelamente en otros sitios, <necesariamente> ha de cambiar el mar: en efecto, dondequiera que, empujado 5por los ríos, rebasa <la tierra>, al retirarse es forzoso que la deje seca[214], mientras que allá donde, una vez lleno y cegado gracias a las corrientes[215], se seca, <es forzoso> que de nuevo se anegue.

Pero, debido a que todo cambio en la naturaleza de la tierra se produce gradualmente y en lapsos de tiempo desmesurados 10en relación con nuestra vida, esos procesos pasan inadvertidos, y tienen lugar la aniquilación y destrucción de pueblos enteros antes de que registren en su memoria estos cambios de principio a fin. Así, pues, las mayores y más rápidas destrucciones se producen en las guerras, otras en las enfermedades, otras en las penurias; y 15entre éstas, unas son grandes, otras paulatinas, de modo que pasan inadvertidas las emigraciones de tales pueblos, ya que unos abandonan la región y otros permanecen hasta que el territorio no es ya capaz de alimentar población alguna. Así, 20pues, desde la primera emigración hasta la última, es probable que transcurra largo tiempo, de modo que nadie se acuerde, sino que pase inadvertido a los supervivientes que aún permanecen debido al gran lapso de tiempo. Del mismo modo hay que suponer que se ha olvidado cuándo tuvieron lugar por primera vez los asentamientos de los distintos pueblos en <lugares> que estaban cambiando y pasando de 25pantanosos y húmedos a secos: en efecto, también aquí el avance es paulatino a lo largo de mucho tiempo, de modo que no se recuerda quiénes llegaron primero y cuándo y en qué estado se hallaban los terrenos.

Así ha ocurrido, por ejemplo, en Egipto: este territorio, en efecto, es evidente que está volviéndose cada vez más 30seco y que toda la región es un depósito del río Nilo, pero comoquiera que los <pueblos> próximos van habitando los pantanos en proceso de desecación de manera paulatina, la gran cantidad de tiempo <transcurrido> ha borrado el origen. Es evidente, por otro lado, que todas las bocas <del Nilo> excepto una, la de Cánope, son artificiales y no son <parte> 35del río, y antiguamente Egipto se llamaba Tebas. También Homero lo muestra, aunque en relación con tales cambios 352aes, por así decir, moderno: en efecto, hace mención de aquel territorio como si Menfis aún no existiera en absoluto o no fuera tan importante[216]. Y es probable que así fuera: en efecto, las zonas bajas fueron habitadas después de las altas, 5pues las que están más cerca del <lugar de> sedimentación necesariamente serán pantanosas durante más tiempo, debido a que el agua se acumula siempre más en las últimas[217]. Tal o cual <lugar> cambia y de nuevo florece: pues los territorios, al secarse, pasan a mejor estado y los que antes <eran> templados, al llegar en ocasiones a secarse demasiado, se vuelven peores.

Lo cual le ocurrió también a Hélade en la región de Argos y Micenas: en efecto, en las <guerras> de Troya, la <zona> 10de Argos, por ser pantanosa, podía alimentar a pocos, mientras que la de Micenas estaba bien <dotada> (por eso era más célebre), mientras que ahora es lo contrario, por la causa antedicha: pues esta última se ha vuelto estéril y reseca, mientras que las <tierras> de aquélla, entonces improductivas por estar anegadas, se han vuelto ahora cultivables. Tal como 15ha ocurrido, pues, en ese territorio, que es pequeño, otro tanto hay que pensar que sucede en grandes territorios y regiones enteras.

Pues bien, los que se fijan <sólo> en los detalles creen que la causa de estos fenómenos es la mutación del universo, como si el cielo estuviera en transformación; por eso dicen también que el mar se hace cada vez más pequeño, como 20si se estuviera secando, <aduciendo> que ahora parecen sufrir este <proceso> más lugares que antes[218]. Parte de esto es verdad, parte no; en efecto, son más los <lugares> que antes <se hallaban> llenos de agua y ahora se están volviendo áridos, pero también <ocurre> lo contrario: pues en muchas partes, si miran, descubrirán que el mar ha invadido <la tierra>. Pero no hay que pensar que la causa de esto sea la 25transformación del mundo; <sería> ridículo, en efecto, que el universo se moviera a través de pequeños y breves cambios, y la masa y el tamaño de la tierra no son nada, en definitiva, frente al conjunto del cielo[219]; hay que suponer, por el contrario, que la causa de todos esos <cambios> es que, al cabo 30de unos tiempos determinados, igual que entre las estaciones del año <hay> un invierno, así también <hay> un gran invierno y un exceso de lluvias dentro de un gran ciclo temporal. Ahora bien, eso no <afecta> siempre a los mismos lugares, sino que <puede ocurrir> como con la llamada inundación de Deucalión: ésta, en efecto, tuvo lugar sobre todo en territorio 35helénico y, de éste, en la antigua Hélade. Ésta era el <territorio> 352ben torno a Dodona y el <río> Aqueloo: pues éste ha cambiado muchas veces su curso; en efecto, allí habitaban los salios y los entonces llamados griegos, hoy helenos. Así, pues, hay que suponer que, cuando se produce semejante exceso de lluvias, hay suficiente <agua> durante mucho 5tiempo, e igual que ahora unos dicen que la causa de que algunos de los ríos sean constantes y otros no es el tamaño de las simas subterráneas, y nosotros, en cambio, <decimos que la causa es> el tamaño de los lugares elevados y la abundancia y frialdad de los mismos (pues éstos recogen, conservan y producen la mayor cantidad de agua; mientras que 10en aquellos en que los sistemas montañosos que sobre ellos se apoyan son pequeños o porosos, pedregosos y arcillosos, <el agua> se agota prematuramente), así hay que suponer, en aquel caso, que en los <lugares> en que se produzca semejante avenida de líquido, <ésta> hace prácticamente perenne 15la humedad de <esos> lugares. Pero con el tiempo aquéllos[220] se secan más, mientras que los otros (los ricos en agua) <se secan> menos, hasta que vuelve a empezar ese ciclo.

Puesto que necesariamente se ha de producir un cierto cambio del universo, aunque no su generación y destrucción, ya que el todo permanece, es forzoso, tal como decimos nosotros, que los mismos lugares no estén siempre mojados por el mar y los ríos ni siempre secos. Lo demuestran 20los hechos: en efecto, el país de aquellos que decimos que son los más antiguos de los hombres, los egipcios, parece todo acabado de formar y ser obra del río. Y ello está claro para quien observe directamente el país, y basta como prueba lo <ocurrido> en torno al Mar Rojo: en efecto, uno de los reyes[221] intentó excavar <un canal> hasta él (pues no tenía 25pocas ventajas para ellos que toda la zona fuera navegable; y se dice que Sesostris <fue> el primero de los antiguos en poner manos a la obra), pero descubrió que el mar estaba más alto que la tierra; por eso él primero, y Darío después, dejaron de excavar, para que el caudal del río no se 30estropeara al mezclarse con el mar[222]. Es evidente, pues, que el mar era en ese punto todo un continuo. Por eso también la zona en torno a la región libia de Amón aparece desproporcionadamente más honda y cóncava que la región más baja[223]: pues está claro que, al producirse una sedimentación, surgieron lagos y <terreno> seco y, pasado un tiempo, 35353ael agua restante encharcada se secó y ha desaparecido. Por otro lado, también las <tierras> en torno al lago Meotis[224] han crecido otro tanto por la sedimentación de los ríos, de modo que ahora hacen <allí> navegación comercial barcos de tamaño mucho menor que hace sesenta años: por lo que 5es fácil inferir de aquí por analogía que también éste, como la mayoría de los lagos, es obra de los ríos y que al final forzosamente se ha de quedar seco. Además, el Bosforo tiene siempre corriente debido a la sedimentación, y es posible ver incluso a simple vista de qué modo ocurre esto: en efecto, cuando la corriente formó una barra delante de Asia, 10al principio se formó detrás un pequeño lago, luego se secó; después de esto <se formó> otra barra delante de aquélla, y un <nuevo> lago a continuación; y esto fue ocurriendo siempre de manera semejante: ahora bien, al suceder eso muchas veces, necesariamente tenía que formarse, al pasar el tiempo, <algo así> como un río, hasta que al final también éste se secó.

15Es evidente, por tanto, dado que el tiempo no se acabará y que el universo es eterno, que ni el Tanais ni el Nilo han fluido siempre, sino que en una época estaba seco el territorio por donde corren: pues su acción[225] tiene un límite, pero el tiempo no. Algo semejante a esto correspondería decir 20sobre los demás ríos. Pero puesto que los ríos se forman y se destruyen y no siempre están cubiertas de agua las mismas zonas de la tierra, también ha de cambiar, necesariamente, el mar. Como siempre unas partes del mar retroceden y otras avanzan, es evidente que no siempre las mismas partes de la tierra son mar y las mismas tierra firme, sino que todas ellas cambian con el tiempo.

Se ha explicado, pues, por qué no siempre las mismas 25partes de la tierra están secas ni <siempre las mismas> son navegables, y por qué causa ocurre esto; de manera semejante <se ha explicado> también por qué irnos ríos son constantes y otros no.

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