LIBRO III
LIBRO III
1 Teorías sobre la generación
Hasta aquí, pues, hemos discurrido acerca del primer cielo y de sus partes, así como de los astros que en él se desplazan, 25de qué están constituidos y cómo son por naturaleza, amén de <establecer> que son ingénitos e incorruptibles.
Ahora bien, puesto que de las cosas designadas como naturales[264] unas son entidades y otras son operaciones y propiedades de aquéllas (llamo «entidades» a los cuerpos simples como, por ejemplo, el fuego y la tierra y los <demás 30cuerpos> del mismo rango, así como a todos los <compuestos> de ellos, v. g.: el cielo entero y sus partes, y también los animales y las plantas y sus partes; <llamo> propiedades y operaciones a los movimientos de cada uno de aquéllos y de todos los demás de los que aquéllos son causas con arreglo a la potencia propia de ellos, además de a las alteraciones y mutaciones recíprocas), es evidente que la 298bmayor parte de la investigación acerca de la naturaleza viene a versar sobre los cuerpos: pues todas las entidades naturales, o bien son cuerpos, o bien surgen con los cuerpos y 5las magnitudes. Esto se hace patente definiendo qué tipos de cosas son por naturaleza, así como a partir del estudio de cada una de ellas.
Así, pues, acerca del primero de los elementos[265] se ha dicho ya cómo es por su naturaleza, así como que es incorruptible e ingénito; pero falta hablar de los dos <restantes>[266]. Y al hablar de éstos nos ocurrirá que investigaremos al mismo tiempo sobre la generación y la corrupción; en 10efecto, o bien la generación no existe en absoluto, o bien sólo existe en los elementos mencionados y en los <compuestos> de ellos. Y esto es quizá lo primero que habría que estudiar: si existe o no existe.
Pues bien, los primeros que filosofaron acerca de la verdad discreparon tanto de los argumentos que nosotros exponemos ahora como entre sí.
15En efecto, una parte de ellos elimina por completo la generación y la corrupción; pues dicen que nada de lo que existe se genera ni se destruye, sino que sólo nos lo parece, v. g.: los seguidores de Meliso y de Parménides, que, aunque expongan correctamente otras cosas, no hay que creer, pese a ello, que hablen desde un punto de vista físico; en efecto, que algunas de las cosas que existen sean ingeneradas y totalmente 20inmóviles es más propio de una investigación distinta y anterior a la investigación natural. Ahora bien, aquéllos, al suponer que no existe nada más que la entidad de las cosas sensibles y al ser los primeros en concebir unas naturalezas de aquella clase[267] como condición para que haya conocimiento o pensamiento, trasladaron a aquéllas[268] los razonamientos derivados de éstas[269].
Algunos otros, como a intento, sostuvieron la opinión 25contraria a éstos. Hay, en efecto, algunos que dicen que no existe ninguna cosa ingenerada, sino que todas se generan y, una vez engendradas, unas permanecen incorruptibles y otras, por el contrario, se destruyen; <son de los primeros,> sobre todo, los seguidores de Hesíodo, y de los otros, los primeros estudiosos de la naturaleza.
Otros dicen que todas las demás cosas se generan y fluyen, 30que nada existe firmemente y una sola cosa subsiste a partir de la cual todas estas <otras> surgen naturalmente por transformación; lo cual parece querer decir, entre otros muchos, Heráclito de Éfeso.
Existen también algunos que hacen todo cuerpo generabie, componiéndolo de superficies y descomponiéndolo 299aen superficies.
A las demás <teorías> hay que dedicar una exposición aparte; en cambio, respecto a los que hablan de esta <otra> manera y componen todos los cuerpos a base de superficies, es inmediato ver todas las otras consecuencias, contrarias a las matemáticas, de lo que dicen; ahora bien, lo justo es, o 5no retirar aquellas suposiciones, o sustituirlas por razonamientos más convincentes. Además, está claro que, en virtud del mismo razonamiento, es posible componer los sólidos a base de superficies, las superficies a base de líneas y éstas, a base de puntos: planteándolo así, la parte de línea no 10habrá de ser necesariamente una línea; pero sobre esto se ha investigado antes en los estudios sobre el movimiento[270], <demostrando> que no hay longitudes indivisibles.
Ahora, no obstante, estudiaremos brevemente todas las afirmaciones imposibles que llegan a hacer sobre los cuerpos naturales quienes postulan las líneas insecables; pues las consecuencias imposibles relativas a aquéllas[271] se aplicarán 15también a las cosas naturales, mientras que no todas las que se apliquen a éstas serán relativas a aquéllas, porque unas, las <consecuencias> matemáticas, se obtienen por abstracción, las naturales, en cambio, por adición[272].
Muchas son las <características> que no pueden darse en las cosas indivisibles y que deben darse necesariamente en las naturales. En efecto, es imposible que en lo indivisible 20se dé lo divisible y, por otro lado, todas las propiedades son divisibles de dos maneras, a saber: con arreglo a la especie o por concomitancia[273]; con arreglo a la especie, en el caso del color, por ejemplo, lo blanco y lo negro; por concomitancia, si aquello en lo que <una propiedad> se da es divisible, de modo que todas aquellas propiedades que son simples resultan, de este modo, divisibles. Por ello hay que 25investigar en este tipo de cosas las <consecuencias> imposibles.
Si, pues, es imposible que, no teniendo peso ninguna de las dos partes <de una cosa>, la suma de ambas tenga peso y, por otra parte, los cuerpos sensibles, todos o algunos, como la tierra y el agua, tienen peso, tal como dirían incluso ellos[274], y si el punto no tiene peso alguno, está claro que tampoco las líneas, y si éstas no, tampoco las superficies: de modo 30que tampoco <tendrá peso> ninguno de los cuerpos.
Ahora bien, es evidente que el punto no puede tener peso. Pues todo lo grave puede ser más grave, y lo leve, más leve, que otra cosa cualquiera. En cambio, quizá no es necesario 299bque lo más grave o más leve sea grave o leve, así como lo grande es mayor, pero no todo lo mayor es grande: pues hay muchas cosas que, siendo propiamente pequeñas, son, sin embargo, mayores que otras[275]. Si, pues, aquello 5que, siendo grave, es más grave ha de ser necesariamente mayor en peso, todo lo grave será divisible. Pero se ha dado por supuesto que el punto es indivisible[276].
Además, si lo grave es en cierto modo denso y lo leve, raro, lo denso se diferencia de lo raro por <el hecho de> que en igual volumen hay más cantidad; si, pues, el punto es grave o leve, es también denso o raro. Pero lo denso es divisible 10y el punto es indivisible.
Si, por otro lado, todo lo pesado es necesariamente blando o duro, es fácil concluir de aquí algo imposible. En efecto, es blando lo que cede sobre sí mismo, y duro, lo que no cede: pero lo que cede es divisible.
Ahora bien, de cosas que no tengan peso tampoco saldrá 15peso. En efecto, ¿con cuántas y cuáles <partes> llegará a darse esto[277]? O ¿cómo distinguirán <unas de otras> quienes no quieran hacer pura ficción? Y si todo peso mayor que otro lo es en virtud de <un cierto> peso, resultará que cada una de 20las cosas imponderables tendrá peso: en efecto, si cuatro puntos tienen peso y lo <compuesto> de más <puntos> que eso, que es grave, es más pesado, y lo más pesado que <algo ya> grave lo es en virtud de un peso, como también lo más blanco que <algo> blanco lo es en virtud de <un cierto> blanco, entonces lo mayor por un solo punto será más grave, de modo que, suprimido lo igual, también ese único punto tendrá peso[278].
Además, si las superficies sólo pueden ponerse en contacto 25por líneas, <la cosa es> absurda; en efecto, así como una línea se pone en contacto con otra de dos maneras, a saber, <uniéndolas> a lo largo o a lo ancho, es preciso que la superficie se ponga en contacto con la superficie de ese mismo modo. Por otra parte, puede unirse una línea con otra poniéndola a lo largo de ésta en vez de añadirla <a su extremo>. Ahora bien, si es posible hacer una unión de planos, 30habrá algún cuerpo que no sea elemento ni <combinación> de elementos, compuesto de superficies unidas de ese modo.
Además, si unos cuerpos son más graves <que otros> por la cantidad de superficies <que contienen>, como se establece en el Timeo[279], está claro que tanto la línea como el punto tendrán gravedad: pues guardan entre sí una proporción, como hemos dicho anteriormente. 300aEn cambio, si <los cuerpos> no difieren de este modo, sino por ser la tierra grave y el fuego leve, habrá también, entre las superficies, leves y graves. 5Y lo mismo respecto a las líneas y los puntos: pues la superficie de tierra será más pesada que la de fuego.
Resulta, en general, que o bien no existirá nunca magnitud ninguna o bien podrá <, si existe,> ser destruida, si es que se relacionan de manera semejante el punto con la línea, la línea con la superficie y la superficie con el cuerpo: pues al 10descomponerse todas esas <magnitudes> unas en otras, se descompondrán en sus <partes> primordiales; de modo que podría ocurrir que sólo existieran puntos y no existiera cuerpo alguno.
Además de esto, si el tiempo se articula de manera semejante, quedará o podrá quedar reducido a nada: pues el instante[280] indivisible es <respecto al tiempo> como el punto respecto a la línea.
Lo mismo les ocurre a los que componen el cielo de 15números; algunos, en efecto, construyen la naturaleza a base de números, como algunos de los pitagóricos: pues los cuerpos naturales manifiestan tener gravedad y levedad, las unidades, en cambio, no es posible que, unidas, formen cuerpos ni tengan peso.
2 Movimientos naturales y sus causas:
20Que necesariamente ha de darse por naturaleza algún movimiento en todos los cuerpos simples <resultará> patente a partir de lo que sigue. En efecto, puesto que es manifiesto que se mueven, necesariamente se moverán de manera forzada si no tienen un movimiento propio; y «de manera forzada» y «contra naturaleza» son lo mismo. Ahora bien, si hay un movimiento contra naturaleza, necesariamente habrá también uno conforme a 25naturaleza del que aquél se aparta; y aunque los contrarios a la naturaleza sean muchos, el conforme a la naturaleza será único: pues cada uno <se mueve> conforme a la naturaleza de manera simple, mientras que al margen de la naturaleza tiene muchos <movimientos>[281].
También se hace esto patente a partir del reposo; en efecto, se está en reposo, necesariamente, de manera forzada o de manera natural: <un cuerpo> permanece forzadamente allá donde se traslada forzadamente y permanece naturalmente 30allá donde se traslada naturalmente. Comoquiera, pues, que manifiestamente hay algo que permanece en el centro, si ello es con arreglo a la naturaleza, está claro que también la traslación hacia allá será para aquello conforme a la naturaleza; pero si es a la fuerza, ¿qué es lo que le impide desplazarse? Si <el obstáculo> está en reposo, volveremos a hacer el mismo razonamiento: necesariamente, en efecto, existirá una primera <realidad> en reposo conforme a la naturaleza 300bo bien habrá que remontarse al infinito, lo cual es imposible; en cambio, si lo que le impide trasladarse está en movimiento, tal como dice Empédocles que la tierra está en reposo por efecto del torbellino, ¿dónde irá a parar, puesto que al infinito es imposible? Nada imposible, en efecto, llega a producirse, y recorrer el infinito es imposible. De modo 5que lo que se desplaza se detendrá necesariamente en alguna parte y permanecerá allí no a la fuerza sino por naturaleza. Pero si hay reposo por naturaleza, hay también movimiento por naturaleza, <a saber,> la traslación hacia ese lugar.
Por ello a Leucipo y Demócrito, que dicen que los cuerpos primordiales se mueven siempre en el vacío y en el infinito, les correspondería decir qué movimiento <es ése> y 10cuál es el movimiento natural de aquellos <cuerpos>. En efecto, si un elemento es movido forzadamente por otro, también ha de haber necesariamente un movimiento propio por naturaleza de cada uno, del que se aparta el movimiento forzado; y es preciso que el primer <impulso> motor no mueva forzada, sino naturalmente: pues se iría hasta el infinito si no hubiera un primer motor conforme a la naturaleza, 15sino que siempre moviera algo que previamente fuera movido a la fuerza.
Este mismo <resultado> se obtendría necesariamente aunque, como está escrito en el Timeo, los elementos se movieran desordenadamente antes de engendrarse el mundo. En efecto, su movimiento habría de ser necesariamente forzado o conforme a la naturaleza. Ahora bien, si se movieran 20conforme a la naturaleza, necesariamente constituirían <ya> un mundo, a poco que uno lo considere atentamente: pues es necesario que el primer motor se mueva a sí mismo, si se mueve con arreglo a la naturaleza, y que las cosas que se mueven no forzadamente, cuando se hallan en reposo en sus lugares propios, se ordenen como están ahora: las que tienen peso, en el centro, las que tienen 25ligereza, lejos del centro; y ésta es la disposición que tiene el mundo.
Todavía podría uno plantear la <cuestión> siguiente: si no sería posible que algunas de las cosas que se mueven desordenadamente se mezclaran en combinaciones semejantes a aquellas de las que constan los cuerpos naturalmente constituidos <quiero decir, por ejemplo, los huesos y las carnes>, tal como dice Empédocles que ocurre en el caso del amor[282]; 30dice, en efecto, que
crecieron muchas cabezas sin cuello[283].
Por lo que <respecta> a los que pretenden que infinitos <elementos> se mueven en el infinito, si lo que mueve es único, necesariamente habrá una sola traslación, de modo que no se moverán desordenadamente, mientras que, si los 301amotores son infinitos, también las traslaciones serán necesariamente infinitas: pues si fueran finitas, habría algún orden; en efecto, el desorden no sobreviene porque <los elementos> no se trasladen al mismo sitio: pues tampoco ahora[284] se trasladan al mismo sitio todas las cosas, sino sólo las del mismo género.
5Además, el <moverse> desordenadamente no es otra cosa que <moverse> contra naturaleza: pues el orden es la naturaleza propia de las cosas sensibles. Ahora bien, también es absurdo e imposible tener un movimiento infinito desordenado: en efecto, la naturaleza de las cosas es aquello que éstas tienen en su mayoría y durante la mayor parte del 10tiempo; para aquéllos, pues, sucede lo contrario, que el orden y el mundo[285] son contra naturaleza; sin embargo, ninguna de las cosas conformes a la naturaleza se produce de cualquier manera. Anaxágoras parece haber comprendido bien esto: en efecto, basa la formación del mundo en cosas inmóviles. Otros, también, intentan mover y separar <los elementos sólo> tras haberlos combinado. No es lógico, en cambio, basar la generación en <elementos> dispersos y 15móviles. Por ello también Empédocles deja de lado <la generación> en el caso del amor: pues no habría podido constituir el cielo construyéndolo a partir de <elementos> separados, haciendo luego una combinación <de ellos> por mediación del amor; el mundo, en efecto, está constituido de elementos separados: por consiguiente, es necesario que se engendre a 20partir de algo único y concentrado[286].
A partir, pues, de estas <consideraciones>, queda de manifiesto que hay un movimiento natural de cada uno de los cuerpos, con arreglo al cual no se mueven de manera forzada ni contra naturaleza.
Por otro lado, a partir de lo que sigue quedará claro que algunos <cuerpos> poseen necesariamente un impulso de gravedad o de levedad. En efecto, decimos que es necesario que se muevan; pero si lo que se mueve no tuviera por naturaleza un impulso, sería imposible que se moviera hacia el 25centro o <alejándose> del centro.
Sea, en efecto, A una cosa imponderable y B, una con peso, supóngase que la imponderable se desplaza <la distancia> CD y B, en el mismo tiempo, la distancia CE[287]: en efecto, se desplazará más la que tiene peso. Entonces, si se divide el cuerpo ponderable <en dos partes que sean entre sí> 30como CE respecto a CD (es posible, en efecto, que se relacione así con alguna de sus partes), si el todo se desplaza toda la <distancia> CE, necesariamente la parte se desplazará en el mismo tiempo <la distancia> CD, de modo que lo imponderable 301by lo ponderable se desplazarán igual: lo cual es imposible. Idéntico razonamiento en el caso de la levedad.
Además, si hubiera algún cuerpo móvil que no tuviera levedad ni gravedad, necesariamente se movería de manera forzada, pero lo que se mueve de manera forzada efectúa un movimiento infinito. Puesto que, en efecto, lo que mueve es una potencia[288] y lo más pequeño y más ligero será movido 5a más <distancia> por la misma potencia, supóngase que A, lo imponderable, se mueve la <distancia> CE y B, lo ponderable, se mueve en el mismo tiempo a la <distancia> CD. Dividiendo entonces el cuerpo ponderable <en dos partes que sean entre sí> como CE respecto a CD, resultará que lo sustraído del cuerpo ponderable se mueve a la <distancia> CE en 10el mismo tiempo, puesto que el todo se movía a la <distancia> CD. En efecto, la velocidad del <cuerpo> menor será respecto a la del mayor como el cuerpo mayor respecto al menor. Luego el cuerpo imponderable se moverá a la misma <distancia> que el ponderable en el mismo tiempo. Pero eso es imposible. Por consiguiente, dado que lo imponderable se movería siempre a una distancia mayor que 15cualquiera otra que se proponga, se movería al infinito. Es evidente, pues, que todo cuerpo ha de tener necesariamente un peso o una ligereza determinados[289].
Puesto que la naturaleza es el principio del movimiento, existente en el <cuerpo> mismo, mientras que la fuerza existe en otro o en tanto que otro, todo movimiento es, bien por naturaleza, bien a la fuerza; el movimiento a la fuerza hará 20más rápido al movimiento por naturaleza, como el de la piedra hacia abajo, mientras que el movimiento contra la naturaleza <lo produce> exclusivamente aquélla[290]. En ambos casos, <la fuerza> se sirve, como instrumento, del aire (pues éste tiene por naturaleza ser a la vez leve y grave): así, pues, producirá la traslación hacia arriba en cuanto leve, al 25ser empujado y tomar de la fuerza el principio <de su movimiento>, la traslación hacia abajo, por el contrario, en cuanto grave; en efecto, <la fuerza> transmite <el movimiento> como prendiéndoselo[291] <al aire> en uno y otro caso. Por ello, aunque lo que ha causado el movimiento no acompañe al <cuerpo> movido a la fuerza, éste continúa trasladándose. En efecto, si no existiera un cuerpo de esta clase, no habría movimiento forzado. Del mismo modo[292] también asiste <la 30fuerza> al movimiento natural de cada <cuerpo>. Así, pues, queda claro que todos <los cuerpos> son leves o graves y cómo se dan en ellos los movimientos contra naturaleza.
De lo anteriormente dicho <se desprende> claramente que ni de todo hay generación ni, en <sentido> absoluto, de 302anada; en efecto, es imposible que haya generación de cada cuerpo si tampoco es posible que exista un vacío independiente[293]: pues en el lugar en que estará lo que ahora se genera, si es que llega a hacerlo, debe necesariamente haber un vacío, al no existir <allí> cuerpo ninguno. En efecto, es posible que un cuerpo se genere a partir de otro, como, por 5ejemplo, el fuego a partir del aire, pero es imposible que <eso ocurra> sin que exista previamente ninguna otra magnitud[294]; en efecto, un cuerpo determinado[295] se engendrará propiamente a partir de un cuerpo en potencia. Pero si el cuerpo que está en potencia no es previamente otro cuerpo determinado, existirá el vacío independiente[296].
3 Los elementos
Queda por decir de qué cuerpos hay 10generación[297] y por qué. Comoquiera, pues, que en todas las cosas el conocimiento <tiene lugar> a través de los <principios> primeros y que los primeros entre los <principios> constitutivos son los elementos, hay que investigar cuáles de esos cuerpos son elementos y por qué lo son, y después de eso, cuántos y de qué clase.
Esto nos resultará patente una vez hayamos establecido 15cuál es la naturaleza del elemento. Digamos, pues, que es elemento, entre los cuerpos, aquel en que los demás cuerpos se dividen y que está intrínsecamente presente <en ellos>, bien sea en potencia, bien en acto (todavía está por ver en cuál de las dos <modalidades>)[298], mientras que él mismo es formalmente indivisible en otros <cuerpos>. En efecto, todos y en todos los casos <coinciden> en querer definir de este modo el elemento.
20Pues bien, si un elemento es lo que se acaba de decir, habrá necesariamente algunos de los cuerpos que sean de esta clase. Pues en la carne, en la madera y en cada una de las cosas semejantes se encuentran en potencia el fuego y la tierra: en efecto, éstos aparecen al surgir de aquéllas por disociación. La carne o la madera, en cambio, no se encuentran en el fuego, ni en potencia ni en acto; pues en tal caso 25surgirían de éste por disociación. De igual modo, aunque fuera uno solo el <elemento> considerado, tampoco así <se encontrarían la carne o la madera> en él: pues no porque existan la carne, el hueso o cualquier otra cosa <de esta clase> habrá que decir que se encuentran en potencia <en el elemento>, sino que habrá que investigar más a fondo cuál es el modo de su generación.
Anaxágoras, por su parte, habla de los elementos en sentido contrario al de Empédocles. Este último, en efecto, dice que el fuego, la tierra y los demás elementos de la 30misma serie[299] son elementos de los cuerpos y que todas las cosas constan de ellos; Anaxágoras, en cambio, dice lo contrario: en efecto, los elementos son los homeómeros[300] (me refiero, por ejemplo, a la carne, al hueso y a cada una 302bde las cosas de este tipo), mientras que el aire y el fuego son mezclas de éstas y de todas las demás semillas[301]; pues cada uno de esos <cuerpos> está constituido por todos los homeómeros reunidos, <aunque> invisibles. Por ello también todo se genera a partir de todo: en efecto, denomina a la misma cosa fuego y éter[302].5
Puesto que hay un movimiento propio de cada cuerpo natural y, de los movimientos, unos son simples y otros mixtos, y los mixtos son <propios> de <cuerpos> mixtos y los simples, de <cuerpos> simples, es evidente que habrá algunos cuerpos simples. Existen también, en efecto, movimientos simples. Queda claro, por tanto, que existen, y por qué, unos elementos.
4 Número de elementos existentes
A continuación hay que investigar si 10<los elementos> son limitados o infinitos y, si limitados, cuántos en número.
Hemos de considerar primeramente que no son infinitos, como creen algunos, y, antes de nada, <ocupamos de> los que convierten en elementos a todos los homeómeros[303], como es el caso de Anaxágoras. Ninguno, en efecto, de los que así lo estiman 15concibe correctamente el elemento; pues vemos que muchos, incluso entre los cuerpos mixtos, se descomponen en homeómeros, v. g.: carne, hueso, madera y piedra. De modo que, si lo compuesto no es elemento, no todo homeómero será elemento, sino <sólo> lo indivisible en cosas distintas en 20especie, tal como se ha dicho anteriormente.
Además, ni siquiera concibiendo así el elemento es necesario hacerlos infinitos: pues todas las cosas resultantes serán las mismas aun siendo <aquéllos> limitados, si es que uno los concibe <así>; en efecto, dará lo mismo aunque los tales sean sólo dos o tres, tal como intenta <mostrar> Empédocles. Puesto que, incluso así[304], no se les ocurre hacer que 25todas las cosas consten de homeómeros (en efecto, no hacen la cara a base de caras, ni ninguna otra de las cosas dotadas por naturaleza de una figura[305]), es evidente que resulta mucho mejor hacer limitados los principios y en el menor número posible, siempre que <sea posible> mostrar igualmente <con ellos> todo lo que se quiere, tal como estiman también 30los que <se ocupan> de las matemáticas: en efecto, siempre toman principios limitados, bien en especie, bien en cantidad.
Además, si un cuerpo se dice distinto de otro cuerpo con arreglo a sus diferencias propias, y las diferencias de los 303acuerpos son limitadas (en efecto, difieren en sus <aspectos> sensibles y éstos son limitados), es evidente que también los elementos serán necesariamente limitados.
Pero tampoco definiéndolos como hacen algunos otros, a saber, Leucipo y Demócrito de Abdera, son razonables las consecuencias: dicen, en efecto, que los <cuerpos> primeros 5son magnitudes infinitas en número e indivisibles en extensión, y que ni de una surgen múltiples cosas ni de las múltiples una, sino que todo se genera por la ligazón y el entrelazamiento[306] de aquéllos. Y es que también éstos hacen, en cierto modo, que todas las cosas existentes sean números y estén constituidas por números: pues aunque no lo indiquen claramente, quieren, sin embargo, decir eso[307].10
Y además de esto, comoquiera que los cuerpos difieren por sus figuras y que las figuras son infinitas, dicen que también los cuerpos simples son infinitos. Ahora bien, no precisaron en absoluto cuál y de qué clase es la figura de cada uno de los elementos, sino que se limitaron a asignarle 15la esfera al fuego; en cuanto al aire, el agua y los demás, los diferenciaron por su magnitud y su pequeñez, como si la naturaleza de éstos fuese una especie de semillero universal de todos los elementos.
Pues bien, ante todo <se da> también en ellos el error de no considerar los principios como limitados, aun cuando <incluso así> les habría sido posible exponer todas esas mismas <teorías>.
Además, está claro que, si las diferencias entre las figuras 20no son infinitas, los elementos no serán infinitos.
Además de esto, los que hablan de cuerpos indivisibles entran necesariamente en conflicto con las ciencias matemáticas y destruyen muchas de las cosas plausibles y patentes a la sensación, de las que se ha hablado anteriormente en los <escritos> sobre el tiempo y el movimiento[308].
Es forzoso, al mismo tiempo, que se contradigan a sí 25mismos; en efecto, si los elementos son indivisibles, es imposible que el aire, la tierra y el agua se diferencien por la magnitud y la pequeñez: pues no podrán generarse uno a partir de otro; en efecto, al separarse los cuerpos <indivisibles> más grandes, éstos faltarán ya siempre, pese a que así es como dicen que se generan recíprocamente el agua, el aire y la tierra[309].
Además, ni siquiera con arreglo a su concepción hay por 30qué creer que los elementos tienen que ser infinitos <en número>, si realmente los cuerpos[310] se diferencian por la figura y todas las figuras están compuestas de pirámides[311]: las rectilíneas, de <pirámides> rectilíneas, y la esfera, de ocho partes. Es necesario, en efecto, que haya unos principios de 303blas figuras. De modo que habrá uno o dos o varios y los cuerpos simples serán otros tantos en número.
Además, si cada uno de los elementos tiene un movimiento propio y el del cuerpo simple es simple, y los movimientos 5simples, por otra parte, no son infinitos, ya que ni las traslaciones simples son más de dos ni los lugares[312] son infinitos, entonces tampoco los elementos serán infinitos.
5 Pluralidad de los elementos
Puesto que forzosamente los elementos han de ser limitados, queda por investigar si serán varios o uno solo. Pues 10algunos suponen que hay uno solo, y de éste, unos dicen que es el agua, otros, el aire, otros, el fuego, otros, <un elemento> más sutil que el agua pero más denso que el aire, que al ser infinito envuelve —dicen— la totalidad de los cielos.
Así, pues, todos los que establecen que este <elemento> único es el agua, o el aire, o uno más sutil que el agua pero 15más denso que el aire, y que estipulan que las demás cosas se generan a partir de éste por rarefacción y condensación, no se dan cuenta de que crean algo distinto y anterior al elemento: en efecto, la generación a partir de los elementos es, según dicen, una composición, y la que <desemboca> en los elementos, una disociación, de modo que necesariamente ha de ser anterior el que conste de partes más sutiles. Así, pues, comoquiera que dicen que el más sutil de todos los 20cuerpos es el fuego, el fuego habría de ser primero por naturaleza; aunque nada importa <que lo sea realmente>, pues lo necesario es que uno cualquiera de los otros, pero no el intermedio[313], sea primero.
Además, no hay ninguna diferencia entre hacer nacer los demás <cuerpos> por condensación o rarefacción y hacerlos nacer por <adquisición de> sutileza o espesor: en efecto, pretenden que lo sutil es poco denso y lo espeso, condensado. 25A su vez, <recurrir> a la sutileza y al espesor es lo mismo que <recurrir> a la magnitud y a la pequeñez: en efecto, lo sutil es lo que consta de partes pequeñas, y lo espeso, de partes grandes; pues lo extendido en mucho <espacio> es sutil, y tal es lo que está compuesto de pequeñas partes, de 30modo que con ellos ocurre que distinguen la entidad de los demás <cuerpos> con arreglo a la magnitud y la pequeñez. Pero a los que definen así las cosas les sucede que lo definen todo en relación con algo[314], por lo que ya no existirán el fuego, el agua y el aire sin más, sino que la misma cosa será fuego en relación con esto y aire en relación con aquello 304aotro, cosa que ocurre también con los que dicen que los elementos son múltiples y afirman que difieren por su magnitud y su pequeñez; en efecto, comoquiera que cada cosa se distingue <de las demás> por la cantidad[315], existirá una determinada razón entre las magnitudes, de modo que las 5que guarden entre ellas dicha razón por fuerza serán ésta aire, fuego esta otra, tierra aquélla y agua aquella más, debido a que las razones <mutuas> de las menores se darán también entre las mayores.
Todos los que establecen el fuego como elemento <único> escapan a esta <dificultad>, pero forzosamente se les imponen otras consecuencias absurdas.
En efecto, algunos de ellos asignan una figura al fuego, 10como los que postulan la pirámide[316], y entre éstos los hay que dicen, de forma más simplista, que la pirámide es la más penetrante de las figuras y el fuego el más penetrante de los cuerpos, otros, en cambio, razonando de manera más refinada, sostienen que todos los cuerpos se componen de aquello que está formado de las partes más sutiles y que las 15figuras sólidas se componen de pirámides, de modo que, al ser el fuego el más ligero de los cuerpos y la pirámide la figura primera y formada por las partes más pequeñas, y al ser la figura primera <propia> del cuerpo primero, el fuego será <de composición> piramidal[317].
Otros no hablan para nada de la figura y pretenden simplemente que <el fuego> consta de las partes más sutiles y añaden que todo lo demás nace de la aglomeración de éste, 20como de una masa de limaduras fundidas.
Ahora bien, a unos y otros se les presentan las mismas dificultades: en efecto, si hacen indivisible el cuerpo primero, volverán a aplicarse los argumentos expuestos anteriormente contra esa hipótesis.
25Además, a los que quieran enfocar las cosas desde un punto de vista físico no les está permitido decir eso. En efecto, si todo cuerpo es comparable con <cualquier otro> cuerpo con arreglo a la cantidad[318] y si las magnitudes de los homeómeros[319] guardan entre sí la misma proporción que las de los elementos (v. g.: la <magnitud> de toda el agua <es> respecto a todo el aire como la del elemento respecto al elemento[320], y de manera semejante en todos los 30demás <cuerpos>) y si, por último, el aire es más extenso[321] que el agua y, en general, lo formado por partes más sutiles <es más extenso> que lo formado por partes más espesas, es evidente que el elemento de agua[322] será más pequeño que el de aire[323]. Si, pues, la magnitud menor está incluida en la 304bmayor, el elemento de aire será divisible. De igual modo también el de fuego y, en general, los de los cuerpos formados por partes más sutiles.
Ahora bien, si es divisible, a los que atribuyen una figura al fuego se les impondrá la conclusión de que la parte de fuego no es fuego, ya que la pirámide no consta de pirámides, así como la de que no todo cuerpo es elemento o <consta> 5de elementos (pues la parte de fuego no es fuego ni ningún otro elemento); en cuanto a los que diferencian <los cuerpos> por la magnitud, <se les impondrá la conclusión de> que habrá algún elemento anterior al elemento[324], y procederán así hasta el infinito, si <es verdad que> todo cuerpo es divisible y el elemento es lo que consta de partes más pequeñas.
Éstos acaban, además, obligados a decir que la misma 10cosa es fuego respecto a esto, aire respecto a aquello otro y así sucesivamente agua y tierra.
A todos los que conciben como único el elemento les es común el error de postular un único movimiento natural, el mismo para todos <los cuerpos>. Vemos, en efecto, que todo cuerpo natural posee un principio de movimiento. Si, pues, todos los cuerpos son una única cosa, será uno solo el movimiento 15de todos ellos; y necesariamente, cuanto mayor se haga <el cuerpo>, más se moverá con arreglo a aquel <movimiento>, así como el fuego, cuanto mayor se hace, más rápidamente se traslada hacia arriba con arreglo a su traslación propia. Ahora bien, ocurre que muchos <cuerpos> se trasladan más rápidamente hacia abajo.
De modo que por estos motivos, y además porque se ha precisado anteriormente que los movimientos naturales son 20varios, está claro que es imposible que el elemento sea uno solo. Y como no pueden ser infinitos ni uno solo, necesariamente serán varios y limitados <en número>.
6 La generación de los elementos
Hay que investigar primeramente si son eternos o si, habiéndose generado, se destruyen; en efecto, una vez mostrado 25esto, resultará evidente cuántos y cuáles son.
Así, pues, es imposible que sean eternos: en efecto, vemos que tanto el fuego como el agua y cada uno de los cuerpos simples se disuelven. Ahora bien, es necesario que la disolución, o bien sea interminable[325], o bien se detenga. Si, pues, es interminable, también será infinito el tiempo de 30disolución y, a su vez, el de composición: pues cada una de las partes se disuelve durante un tiempo y se combina durante otro. Resultará, por tanto, que fuera del tiempo infinito habrá otro tiempo infinito, en el caso de que el <tiempo> de composición sea infinito y exista además, antes de él, el de disolución. De modo que fuera del infinito habrá <otro> infinito; 305alo cual es imposible.
Ahora bien, si la disolución se detiene en algún momento, o bien el cuerpo en el que se detiene será indivisible, o bien divisible, pero sin que nunca llegue a dividirse, tal como parece querer decir Empédocles.
Así, pues, por los argumentos anteriormente expuestos no será indivisible; pero tampoco divisible sin que nunca 5llegue a disolverse. En efecto, el cuerpo menor es más fácilmente corruptible que el mayor. Si, pues, lo grande[326] sufre el mismo tipo de destrucción, de forma que se disuelve en lo menor, es lógico que sufra aún más este <proceso> lo menor. Vemos que el fuego se destruye de dos maneras: en 10efecto, es destruido por su contrario, al ser apagado, y por sí mismo, al consumirse[327]. Esto lo sufre lo menor por efecto de lo mayor, y más aprisa cuanto más pequeño. De modo que necesariamente serán corruptibles y generables los elementos de los cuerpos.
Puesto que hay cosas generables, la generación se producirá, bien a partir de algo incorpóreo, bien a partir de un cuerpo, y si a partir de un cuerpo, bien a partir de otro, bien 15de manera recíproca[328].
Pues bien, el razonamiento que hace nacer <un cuerpo> a partir de algo incorpóreo postula un vacío separado[329]. En efecto, todo lo que se genera se genera en algo, y aquello en lo que se da la generación, o bien será incorpóreo, o bien tendrá cuerpo; y si tiene cuerpo, habrá simultáneamente dos cuerpos en la misma cosa, el que se genera y el preexistente; 20en cambio, si es incorpóreo, habrá necesariamente un vacío separado; pero ya se ha demostrado antes que eso es imposible[330].
Pero tampoco cabe ciertamente que los elementos se generen a partir de un cuerpo; pues resultaría haber otro cuerpo anterior a los elementos[331]. Ahora bien, si éste tiene peso 25o ligereza, será uno de los elementos y, si no tiene impulso ninguno, será inmóvil y <meramente> matemático; pero si es tal, no estará en un lugar. Pues allí donde se está en reposo es también posible moverse. Y si <el movimiento> es a la fuerza, <va> contra la naturaleza, pero si no es a la fuerza, es conforme a la naturaleza. Así, pues, si está en un lugar cualquiera, será alguno de los elementos; pero si no está en 30un lugar, nada surgirá de él: pues es necesario que lo que se genera y aquello a partir de lo que se genera sean coincidentes.
Y puesto que no es posible que se generen ni de algo incorpóreo ni de otro cuerpo distinto, <sólo> queda que se engendren mutuamente.
7 Generación recíproca de los elementos
Hay, pues, que examinar de nuevo cuál es el modo de la generación recíproca, si como dicen Empédocles y Demócrito, o como dicen los que descomponen <los cuerpos> en superficies, o si hay algún 35otro modo aparte de éstos.305b
Pues bien, los partidarios de Empédocles y Demócrito no se dan cuenta de que ellos no proponen una generación recíproca, sino una aparente generación: dicen, en efecto, que cada cosa, preexistiendo <en un todo>, se separa <de él>, como si la generación surgiera a partir de un recipiente y no 5de una materia, y como si las cosas se generaran sin sufrir cambio.
Además, aun si así fuera, las conclusiones no resultarían menos ilógicas. En efecto, no parece que una misma magnitud, al comprimirse, se haga más pesada. Pero esto <es lo que> han de decir forzosamente quienes afirman que el agua se separa del aire, preexistiendo <en él>: pues cuando a partir del aire se produce agua, <ésta> es más pesada.10
Estando, además, <varios> cuerpos mezclados, uno de ellos, al separarse, no necesariamente ocupará un lugar mayor; ahora bien, cuando se genera aire a partir del agua, se apropia de un lugar mayor: en efecto, lo que consta de partes más sutiles se produce <extendiéndose> por un lugar mayor. Esto es patente también en el cambio de estado[332]: en efecto, cuando lo húmedo se evapora y vaporiza, los recipientes 15que contienen esas masas se rompen por la falta de espacio <para el vapor>. De modo que, si no existe en absoluto el vacío y los cuerpos no se dilatan, como afirman los que dicen estas cosas, es patente lo imposible <de su teoría>; pero si existen el vacío y la dilatación, es ilógico que lo que se separa haya de ocupar siempre un lugar mayor.
20Y necesariamente fallará la generación recíproca si en la magnitud limitada no se hallan incluidas infinitas magnitudes limitadas. Pues cuando se produce agua a partir de la tierra, a la tierra se le quita algo, si realmente la generación <tiene lugar> por separación; y de igual modo <ocurre> cuando nuevamente <se produce agua> a partir de la <tierra> restante. 25Si, pues, siempre ocurriera esto, resultaría que en lo limitado estarían incluidas infinitas <magnitudes> limitadas; ahora bien, puesto que eso es imposible, no siempre se generarán <los elementos> recíprocamente. Queda dicho, pues, que el tránsito de uno a otro no se da por <mera> separación.
Queda <la posibilidad de> que se generen transformándose unos en otros. Y esto de dos maneras: en efecto, o bien 30por cambio de configuración, como en el caso de que a partir de la misma cera se produjeran <alternativamente> una esfera y un cubo, o bien por descomposición en superficies, como dicen algunos.
Si se generan, pues, por cambio de configuración, resulta forzoso decir que los cuerpos son indivisibles: pues si fueran divisibles, la partícula de fuego no sería fuego ni tierra 35la de tierra, ya que ni la parte de pirámide es en absoluto 306auna pirámide ni la de cubo es un cubo.
Pero si <los elementos se generan> por descomposición en superficies, resulta absurdo, en primer lugar, no hacerlos engendrarse todos mutuamente[333], cosa que les resulta forzoso decir y dicen <realmente>. En efecto, ni es razonable que un solo <elemento> no tenga parte en el cambio <mutuo> ni aparece <así> a los sentidos, sino que todos se transforman 5por igual unos en otros. Y ocurre, con los que tratan de los fenómenos, que dicen cosas que no concuerdan con los fenómenos. La causa de ello es no haber tomado bien los primeros principios, sino querer reducirlo todo a unas opiniones preestablecidas. Pues seguramente los principios de las cosas sensibles han de ser sensibles, los de las eternas, eternos, y los de las corruptibles, corruptibles, en una palabra, 10homogéneos con las cosas sometidas a ellos. Pero ellos, por el apego a esas <opiniones>, parecen hacer lo mismo que los que defienden las tesis en las disputas <dialécticas>[334]: en efecto, sostienen cualquier conclusión, considerando estar 15en posesión de principios verdaderos, como si algunos <principios> no hubiera que juzgarlos a partir de lo que de ellos se deriva, y especialmente de su resultado final. La obra es el fin del saber productivo; del saber sobre la naturaleza, en cambio, lo que aparece siempre y de modo preciso a los sentidos. Ahora bien, para ellos resulta que la tierra es el elemento por antonomasia y el único indestructible, si realmente lo indescomponible es indestructible y elemental: 20pues la tierra es la única que no puede descomponerse en otro cuerpo[335].
Pero tampoco en los <elementos> que se descomponen[336] es razonable que sobren triángulos. Y esto ocurre también en el tránsito de unos <elementos> a otros, debido a que <éstos> constan de triángulos desiguales en número[337].
Además, es forzoso que los que dicen estas cosas no hagan producirse la generación a partir de un cuerpo: en efecto, 25cuando algo se genere a partir de superficies <es que> no se habrá generado a partir de cuerpos[338].
Además de esto, fuerza es que no conceptúen todo cuerpo como divisible, sino que entren en conflicto con las ciencias más exactas[339]; éstas, en efecto, las matemáticas, consideran divisible incluso lo inteligible, en tanto que ellos ni siquiera están de acuerdo en que <sea divisible> toda cosa sensible, por querer a toda costa mantener su hipótesis. Pues 30todos aquellos que asignan una figura a cada uno de los elementos y diferencian por ella las esencias[340] de éstos, los hacen necesariamente indivisibles; en efecto, al dividir de un cierto modo la pirámide o la esfera, lo que quede no será esfera ni pirámide. De modo que, o bien la partícula de fuego no será fuego, sino algo anterior al elemento, ya que todo 306b<cuerpo> es elemento o <compuesto> de elementos, o bien todo cuerpo será divisible.
8 Crítica de la concepción geométrica de los elementos
En general, pretender dar figuras <geométricas> a los cuerpos simples es irracional, en primer lugar porque resultará que no se llenará la totalidad <del universo>; en efecto, en el caso de las superficies 5parece que tres figuras llenan por completo su lugar, a saber, el triángulo, el cuadrilátero y el hexágono[341]; en el caso de los sólidos, sólo dos: la pirámide[342] y el cubo; pero es necesario admitir algunos más, pues se considera que los elementos son más.
A continuación, parece que todos los cuerpos simples 10adoptan la configuración del lugar que los contiene, especialmente el agua y el aire. Luego es imposible que perdure la figura del elemento: pues entonces no estaría por todas partes en contacto con todo lo que lo envuelve. Ahora bien, si se modifica su forma, ya no será agua, puesto que se diferenciaba 15por la figura. Es evidente, por tanto, que sus figuras no están determinadas[343].
Pero la naturaleza misma parece indicamos aquello que se desprende del razonamiento: en efecto, así como en las demás cosas es preciso que el sustrato carezca de forma y de figura (pues así es como el receptáculo universal[344] puede más fácilmente moldearse, tal como está escrito en el 20Timeo), así también hay que considerar que los elementos son como la materia para los compuestos; por eso también pueden transformarse los unos en los otros perdiendo las diferencias correspondientes a sus propiedades.
Además de esos <argumentos>, ¿cómo pueden generarse la carne, el hueso o cualquier otro de los cuerpos continuos? En efecto, ni cabe que <sea> a partir de los elementos mismos, pues no se genera lo continuo a partir de la composición, 25ni a partir de superficies combinadas; en efecto, por composición <de superficies> se producen[345] los elementos y no las <cosas constituidas> a partir de los elementos. De modo que, si uno quiere razonar con rigor y no admitir argumentos advenedizos de este tipo, verá que ellos[346] eliminan la generación de entre las cosas existentes[347].
Pero también en relación con las afecciones, potencias[348] y movimientos, en consideración a los cuales, sobre todo, 30propusieron ellos semejante organización, son inadecuadas para los cuerpos las figuras. Por ejemplo, debido a que el fuego es muy móvil, capaz de calentar y de quemar, unos lo convirtieron en esfera, otros, en pirámide; en efecto, éstas son las <partículas> más móviles, por guardar entre sí el mínimo contacto y ser las menos estables y las más capaces de 307acalentar y de quemar, puesto que la una es toda ella un ángulo[349] y la otra, la de ángulos más agudos, y una cosa quema y calienta, según dicen, gracias a sus ángulos.
Primeramente, pues, en lo tocante al movimiento, unos y otros están equivocados; pues aunque ésas sean las más 5móviles de las figuras, no lo son, sin embargo, con arreglo al movimiento del fuego: pues el movimiento del fuego es hacia arriba y en línea recta, y estas <figuras> son muy móviles en círculo, en el llamado rodamiento. Además, si la tierra es un cubo, por permanecer estable y en reposo, pero no permanece inmóvil en cualquier sitio, sino en su lugar propio, y de un <lugar> ajeno se desplaza si no se le impide, y si 10el fuego y los demás <elementos se comportan> de igual modo, está claro que, no sólo el fuego, sino cada uno de los elementos, <puesto> en un lugar ajeno, será esfera o pirámide, y en su lugar propio, cubo.
Además, si el fuego calienta y quema gracias a los ángulos, 15todos los elementos serán capaces de calentar, aunque quizá unos más que otros: en efecto, todos tienen ángulos, v. g.: el octaedro y el dodecaedro. (Para Demócrito, también la esfera, al ser una especie de ángulo, corta por ser muy móvil.) De modo que se diferenciarán <sólo> en más o en menos[350]. Ahora bien, está claro que eso es falso.
Resultará asimismo que también los cuerpos <puramente> 20matemáticos quemarán y calentarán: pues también ellos tienen ángulos y hay en ellos esferas y pirámides indivisibles[351], sobre todo si existen magnitudes indivisibles, tal como dicen. En efecto, si unos <cuerpos tienen esas propiedades> y otros no, hay que exponer la diferencia y no hablar de esta manera simplista, como ellos hacen.
25Además, si lo que se quema se inflama y el fuego es esfera o pirámide, lo que se quema habrá necesariamente de convertirse en esferas o pirámides. Así, pues, admítase que <la capacidad de> cortar y dividir acompañe, de acuerdo con el razonamiento, a la figura[352]; pero que la pirámide haya de producir necesariamente pirámides, o la esfera, esferas[353], es totalmente ilógico e igual que si alguien creyera que el 30cuchillo divide <las cosas> en cuchillos o la sierra en sierras.
Además es ridículo atribuir la figura al fuego exclusivamente en relación con <la capacidad de> dividir: pues parece más bien reunir y juntar que separar. En efecto, separa las cosas que no son de la misma especie; y <el acto de> reunir 307bse da <en él> por sí mismo (pues juntar y unificar es <propio> del fuego), la separación, en cambio, se da por concomitancia[354] (pues al reunir lo que es de la misma especie expulsa lo extraño). De modo que, o bien convenía dar una explicación para ambos <efectos>, o más bien para el 5<acto de> reunir.
Además de esto, dado que lo caliente y lo frío[355] son contrarios en su potencia[356], es imposible asignar a lo frío figura alguna: pues lo asignado ha de ser contrario y no hay ninguna figura contraria a otra figura. Por eso todos han renunciado a esto; y, sin embargo, habría que caracterizar 10mediante figuras todas las cosas o ninguna. Algunos, por otro lado, al intentar hablar sobre la potencia de aquél[357], se contradicen. Dicen, en efecto, que lo constituido por partes de gran tamaño es frío, pues presiona y no pasa a través de los poros. Ahora bien, es obvio que lo caliente sería entonces lo que los atraviesa: y tal es siempre lo constituido por pequeñas partes. Resulta, por consiguiente, que lo caliente y 15lo frío se diferencian por la pequeñez y la magnitud y no por las figuras. Además, si las pirámides son desiguales, las grandes no serían fuego ni la figura sería la causa del quemar, sino lo contrario.
Que los elementos, pues, no se diferencian por las figuras queda de manifiesto a partir de lo dicho; puesto que las 20diferencias principales de los cuerpos son las correspondientes a sus afecciones, sus efectos[358] y sus potencias[359] (en cada una de las cosas naturales, en efecto, hablamos de sus efectos, sus afecciones y sus potencias), habría que tratar primero sobre éstos, a fin de captar, tras estudiarlos, las diferencias de cada cosa respecto de las demás.