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cuando disparó el cuarto proyectil. Otro habló de un anciano caballero, cuyo nombre no diremos aquí pues es el de alguien con mucho poder y no debe pronunciarse ni escribirse a la ligera, un hombre tan diestro en las artes de la esgrima, que en la batalla de White Plains18 evitó que una bala de mosquetón lo hiriese, desviándola como si nada con la punta de su sable, y que oyó perfectamente, y tan tranquilo, cómo el proyectil iba lamiendo poco a poco la hoja de su sable hasta detenerse contra la empuñadura. Aquel caballero, según el que decía la historia, estaba dispuesto a enseñar su sable a quien dudara, para demostrar la veracidad de su historia, o lo que era lo mismo, la veracidad de sus legendarias hazañas blandiendo la espada. Otros de los allí reunidos hablaron de sí mismos, refirieron sus hazañas guerreras, tan importantes muchas de ellas que podría decirse que sin su participación en los combates librados la guerra no habría llegado a buen término.
Ninguna de aquellas historias, sin embargo, tuvo parangón con las de aparecidos que se relataron una vez agostadas las guerreras. . Ya se ha dicho que hablamos de una región rica en leyendas y otros tesoros semejantes. La superstición, pues, se da tanto en las más recónditas aldeas como en los pueblos más prósperos, aunque el continuo flujo inmigratorio vaya barriendo poco a poco tal sentir. Por otra parte, no tienen los muertos mucho predicamento, que se diga, en las modernas ciudades que habitamos en nuestros días, pues apenas se quedan dormidos en su lecho de gusanos, ya abandonan la ciudad quienes los conocieron, llevados de avatares diversos y de afanes no menos distintos, por lo que, cuando los muertos salen de sus tumbas para iniciar sus nocturnas rondas, nadie a quien cursar una visita les queda.. Por eso, seguramente, apenas oímos ya contar a cualquiera que se le ha aparecido el espectro de un difunto. Sólo en las antiguas comunidades holandesas siguen siendo sensibles a estos casos, lo que es como decir que a los fantasmas.
La causa que explica la prevalencia de estos asuntos en regiones como Sleepy Hollow, pues, se debe a la formidable presencia en el valle de gentes de raigambre holandesa... Y quizás a ese ambiente, a ese aire pleno de misterio y ensoñaciones que todo lo presidía. Los que conversaban en el porche de Van Tassel, así las cosas, comenzaron a competir por ver quién se sabía la leyenda más brutal, quién había presenciado los hechos más tremebundos. . Naturalmente, se oyeron cuentos de fantasmas, decidida y claramente espantosos; fantasmas, por ejemplo, que impertérritos, sin mover ni los labios, sin parpadear siquiera, lanzaban gemidos y lloros que helaban la sangre a quien los oía; otros, fantasmas también, como es claro, vagaban de un lado a otro, siempre según los narradores,. en procesiones inacabables; a otros, igualmente fantasmas, como es de rigor, los habían visto en una suerte de asamblea bajo un gran árbol... Éstos, por cierto, fueron los que, según era fama, dieron captura al infortunado mayor André19, del que nunca más se volvió a tener noticia.
18 El 28 de octubre de 1776, en el Estado de Nueva York, donde los ingleses lograron una victoria importante sobre los norteamericanos.
19 ) John André (1751-1780), víctima de uno de los episodios más controvertidos de la Guerra de Independencia norteamericana. Mayor de los ejércitos británicos, un general norteamericano quiso sobornarle a cambio de información militar para rendir algunos puntos bajo dominio inglés. Puso los hechos en conocimiento de sus superiores, que le ordenaron entonces acudir a la cita vestido de paisano y ofrecer información falsa al enemigo, para así, dirigiendo sus tropas a determinados puntos, poder batirlas sin mayores problemas. Cumplió el mayor André la orden de sus superiores, pero un infiltrado en las líneas inglesas informó de la trama al general norteamericano. Cuando André se dirigía al lugar escogido para la reunión fue capturado por una partida de holandeses enrolados en el ejército norteamericano. Se le