La leyenda de Sleepy Hollow

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Comenzó a temer Van Ripper, ya avanzada la tarde, que algo malo le hubiera ocurrido; además albergaba aún la esperanza de que, con la aparición de Ichabod, lo hiciera también su silla de montar. Varias averiguaciones dieron pronto su fruto...

Encontraron sus huellas, y a un lado del camino, aunque enterrada casi por completo en el suelo arenoso y un tanto destrozada, hallaron también la silla de montar del viejo holandés. Las huellas conducían hasta el puente; desde allí vieron flotar el sombrero del infortunado Ichabod en la parte donde las aguas eran más negras y profundas; no muy lejos, cerca de la orilla, vieron también una calabaza partida.

Pronto se organizó una partida para rastrear el curso del riachuelo, pero fue en vano; nadie albergó al final duda alguna sobre lo que más evidente era, esto es, que Ichabod no estaba por allí, ni vivo ni muerto. Luego, Hans Van Ripper, que se instituyó en una especie de albacea testamentario del maestro, examinó sus pertenencias... Apenas nada; dos camisas y otra medio rota; un par de corbatas de lazo, dos pares, o acaso sólo uno, de medias, unos viejos pantalones de pana, una navaja mohosa, un libro de salmos con gran cantidad de marcas en cada página, un diapasón roto... Los libros y el mobiliario de la escuela, por otra parte, pertenecían a la comunidad, salvo la

Historia de la brujería,

de Cotton Mather, y un

Almanaque de Nueva

Inglaterra,

además de un volumen que trataba de los oráculos y otro sobre los sueños. .

Entre las páginas del libro sobre los sueños había una hoja de papel llena de tachaduras y borrones de tinta, el resultado de un intento que hiciera el pobre maestro por dedicar unos sentidos versos a la joven heredera de los Van Tassel. Aquellos libros tan mágicos y el poema frustrado fueron a parar al fuego, de la mano del propio Van Ripper, quien decidió en el preciso instante de arrojarlos a las llamas, y después de haberles echado un vistazo somero, que sus hijos jamás volverían a pisar una escuela, harto convencido como lo estaba de que nada bueno podía obtenerse de la lectura ni de la escritura.. Por lo demás, se dijo el granjero, parecía evidente que si Ichabod tenía ahorrado algún dinero, al margen del que había recibido un par de días atrás como paga por su trabajo, había desaparecido con él mismo.

El caso de la desaparición del maestro fue la comidilla de todos en la iglesia, el domingo siguiente. Grupos de chismosos, aquí y allá, en el jardín de la iglesia y hasta entre las tumbas del camposanto, hablaban largamente de ello, especulando sobre mil posibilidades a cual más descabellada; después, como de paseo, y sin dejar de hablar del caso, cruzaron el puente y caminaron por la orilla, deteniéndose especialmente en los puntos donde se hallaron el sombrero del maestro y la calabaza partida. Las historias de Brouwer, de Brom el Huesos, y muchas otras más, dieron mucho que pensar y opinar a todo el mundo... Así que, después de sopesar estas y aquellas posibilidades, mientras fumaban plácidamente sus pipas de aromático tabaco, los hombres de Sleepy Hollow concluyeron que la única solución al enigma la ofrecía el hecho inequívoco de que el pobre maestro había sido raptado por el fantasma del jinete sin cabeza. Como Ichabod era soltero y no tenía deudas, la gente dejó de pensar en él y en su desaparición muy pronto, no tenían por qué estrujarse por más tiempo la sesera.. Se habilitó otra casa como escuela y pronto hubo en el pueblo un nuevo maestro.

Es verdad, en cualquier caso, que un viejo granjero que ha estado recientemente en Nueva York, ahora que han transcurrido ya unos cuantos años desde que desapareció Ichabod Crane, añade nuevos elementos de misterio a la historia, lo que sin duda encantará a todos en Sleepy Hollow, pues cuenta que Ichabod Crane sigue vivo. Asegura que huyó del valle por miedo a una nueva aparición del fantasma y también por el dolor que le causó el rechazo de la hija de Van Tassel. Dice también que vive en un lugar muy 26

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