La leyenda de Sleepy Hollow

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partiéndote el cuello. Decía Brom el Huesos que un caballo dócil sólo era propio de cobardes.

Me encantaría llenar estas páginas con el relato pormenorizado del montón de placeres que se mostraron a los ojos de mi héroe apenas entró en el salón principal de la casa de Van Tassel, aunque quede claro que no hablo de las encantadoras muchachas que allí había, jóvenes en la flor de la vida llenándolo todo con el ir y venir de sus ropas en rojo y en blanco. Ese universo de placeres era, por el contrario, cuanto se ofrece a la degustación de un buen paladar y de un estómago de enormes tragaderas en las fiestas de los granjeros prósperos, más si son holandeses y celebran las bondades del otoño. ¡Qué enorme cantidad de fuentes llenas de todos los pasteles habidos y por haber, y de pastas, y de otros dulces cuya relación sería inacabable, delicias cuyas recetas se cuidaban muy mucho de decir a las otras aquellas hacendosas amas de casa holandesas! Y el muy ilustrísimo

doughnut,

y el oly

koek

tan esponjoso, y el

cruller17

crocante y de sabor tenue, delicadísimo... Y bizcochos, y una exquisita tarta de jengibre, e incontables pastelitos de miel.. Y tartas de manzana, de melocotón.. Y jamón cortado en lonchas, y carne ahu-mada, y conservas y confituras de ciruelas, de pera y de membrillos... Y enormes parrilladas de pescado, y pollos asados por docenas. . Y cuencos rebosantes de leche recién ordeñada. Y más cuencos, hasta arriba de crema dulce... Todo, arbitrariamente puesto sobre las mesas; tan arbitrariamente como mi propia enumeración de las viandas, pero, eso sí, todo parecía girar alrededor de una enorme tetera que de continuo silbaba anunciando que ya tenía la infusión presta. ¡Que Dios los bendiga! Me faltan el tiempo y la capacidad necesarios para describir convenientemente aquel banquete cual sería debido y justo hacerlo, y pues tengo que apresurarme en la conclusión de la historia, sigamos a otra cosa.

Ichabod Crane, felizmente, no tenía tanta prisa como yo, el que relata su historia, y se deleitó como cabe imaginar que lo hizo con todas aquellas y muy auténticas delicias, es verdad que con cierta pausa y hasta con ceremonia, pero sin despreciar nada de ningún plato... Era un hombre bondadoso y agradecido, de buen conformar y con un corazón tan grande como capaz era su cuerpo flaco, sin embargo, de ensancharse increíblemente para dar cabida a todo lo que engullía. Parecía unido en extática unción a las divinidades, merced a la comida, como otros parecen estarlo merced a la bebida.. Por lo demás, no entornaba los ojos mientras degustaba tanta exquisitez, sino que los mantenía bien abiertos, desplazándolos de un lado a otro a la par que comía a dos carrillos, acariciando la ilusión de que todo aquello, algún día no muy lejano, bien podía ser suyo gracias a su matrimonio con la rica heredera del anfitrión. Si tal ventura le acontecía, pensaba sin dejar de masticar, sin dejar de mirar, abandonaría la escuela sin volverse para echarle una última mirada, haría una higa con su dedo a todos los Van Ripper de la comarca, y a todos los miserables que de mala gana lo acogían en sus casas, y pobre del maestro de escuela que se atreviera a llamarle compañero...

El viejo Baltus Van Tassel iba de un grupo a otro de invitados, con el semblante alegre, rojo de contento y buen humor, orondo y grato como una luna nueva de aquel otoño dadivoso. Era un excelente anfitrión, sin exageraciones; expresivo pero sin hacer notar a los otros su munificencia; daba a uno un fuerte apretón de manos, a otro una cariñosa palmada en la espalda, soltaba una carcajada limpia cuando le contaban alguna historia graciosa, y para todos sus invitados tenía frases de ánimo y aliento: «Vamos, 17

El doughnuty

el oly koek son pasteles hechos con calabaza, mantequilla y miel, el primero fresco y el segundo al horno; el cruller es una especie de hojaldre que se rellena de masa dulce o de carne picada y frita con mantequilla y especias.

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