Parte I.
PARTE I [1]
§I. SOBRE LA VARIACIÓN CON LA DOMESTICACIÓN Y SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA SELECCIÓN
Un organismo sometido a condiciones nuevas [a menudo][2] a veces varía en un pequeño grado y en aspectos nimios como la altura, la gordura, a veces el color, la salud, los hábitos en los animales y probablemente el temperamento. También los hábitos de vida llevan a desarrollar ciertas partes. La falta de uso produce atrofia. [La mayoría de estas pequeñas variaciones tienden a hacerse hereditarias].
Cuando este individuo se multiplica durante largos períodos de tiempo por medio de yemas la variación sigue siendo pequeña, aunque mayor, y en ocasiones una sola yema o un individuo se aparta mucho de su tipo (ejemplo[3]) y de forma continua propaga, por medio de yemas, esta nueva forma.
Cuando un organismo se cría durante varias generaciones en condiciones nuevas o diversas, la variación es mayor en magnitud e inacabable en forma [se aplica en especial a individuos expuestos durante largo tiempo a condiciones nuevas]. La naturaleza de las condiciones externas (la poca comida, la talla pequeña; ciertas comidas inocuas, etcétera; órganos afectados y enfermedades) tiende a producir, en grado desconocido, algún cambio definitivo en toda o la mayor parte de la descendencia. Cierto grado de variación (mellizos de Müller) parece ser un efecto inevitable del proceso de la reproducción. Pero más importante es el hecho de que la simple generación, en especial en condiciones nuevas [sin cruzamiento], causa una infinita variación sin que medie un efecto directo de las condiciones externas, salvo en el caso de que se vean afectadas las funciones reproductoras. No parece que haya ninguna parte (beau ideal del hígado) del cuerpo, interna o externa, o de la mente o los hábitos, o de los instintos que no varíe en algún grado pequeño y [a menudo] en algunos casos en gran manera.
[Todas estas] variaciones [congénitas], o las adquiridas muy lentamente de todo tipo [decididamente ponen de manifiesto una tendencia a hacerse hereditarias]; cuando no lo hacen se convierten en simples variedades; cuando lo hacen, en una raza. Cada uno de los progenitores transmite sus peculiaridades, de manera que si se permite que éstos se crucen libremente, salvo que por casualidad se crucen dos caracterizados por la misma peculiaridad, estas variedades siempre desaparecerán. Si se cruzan dos individuos de dos variedades muy distintas[4], se forma una tercera raza, lo cual constituye una abundante fuente de variación en los animales domesticados. Si se permite que se crucen libremente, los caracteres de los progenitores puros se irán perdiendo, y el número de razas de este modo… pero las diferencias además de… Mas si se permite el cruce de unas variedades que difieran en aspectos insignificantes, esta pequeña variación se destruirá, al menos a nuestros ojos; una variedad que [claramente] se distinga por las patas largas tendrá descendencia que no podrá distinguirse de este modo. El cruzamiento libre es un gran agente productor de uniformidad en cualquier variedad. Introducir la tendencia a retornar a la forma del progenitor.
Todos los animales bisexuales tienen que entrecruzarse, las plantas hermafroditas se entrecruzan, es posible que los animales hermafroditas se entrecrucen; conclusión reforzada: efectos perniciosos de la endogamia, buenos efectos del entrecruzamiento, posiblemente análogos a los buenos efectos del cambio en las condiciones.
Por consiguiente, si en un país o región se permitiera el cruzamiento libre de todos los animales de una especie, cualquier pequeña tendencia a variar que presentaran quedaría contrarrestada. En segunda instancia, retorno a la forma de los progenitores; análogo de la vis medicatrix. Pero si el hombre realiza una selección, entonces se forman con rapidez nuevas razas; es una técnica realizada de forma sistemática durante los últimos años, y con frecuencia en la antigüedad. Mediante esta selección se producen razas de caballos de carreras, de caballos de tiro; una vaca buena para sebo, otra para carne, etcétera; una planta buena por sus hojas, otra por sus frutos, etcétera; la misma planta que suministre lo deseado en distintos momentos del año. Por aquellos medios los animales se adaptan, como efecto directo de una causa, a las condiciones externas, como el tamaño del cuerpo a la disponibilidad de alimento. Por estos últimos medios también pueden adaptarse así, pero también a fines y objetivos que de ninguna manera pueden afectar al crecimiento, como el hecho de que existan fabricantes de velas no puede afectar a la tendencia a acumular sebo. Si estas razas seleccionadas no se colocan en condiciones nuevas y se impide cualquier entrecruzamiento, tras varias generaciones el carácter se torna puro, propio de todos y no variable. Pero el hombre selecciona lo que le es útil y curioso; tiene mal criterio, es caprichoso; sólo de mala gana destruye a los que no se ajustan a su plan; carece de [conocimiento] poder para seleccionar de acuerdo con las variaciones internas; [no puede] no selecciona los individuos mejor adaptados a las condiciones en las que vive la forma, sino los que le resultan más útiles. Todo esto podría ser de otro modo.
§II. SOBRE LA VARIACIÓN EN ESTADO NATURAL Y SOBRE LOS MEDIOS NATURALES DE SELECCIÓN
Veamos en qué medida los anteriores principios de variación se aplican a los animales salvajes. La variación en los animales salvajes es extraordinariamente baja, si bien pueden reconocerse de forma individual. Las plantas británicas son de muchos géneros, con un número incierto de variedades y especies. En los moluscos sobre todo según las condiciones externas. Primavera y prímula. Los animales salvajes de distintas [regiones pueden diferenciarse]. El carácter específico da algunos órganos variables. Las variaciones son análogas en la forma, pero menores en grado, a las de los animales domésticos; sobre todo externas y en partes poco importantes.
Nuestra experiencia nos lleva a esperar que todos y cada uno de estos organismos varíen si son trasladados a unas nuevas condiciones. La geología pone de manifiesto una serie continua de cambios que ponen en juego, mediante toda modificación posible del clima y la muerte de los habitantes anteriores, un interminable abanico de condiciones nuevas. Por lo general muy lentas, cabe dudar… en qué medida la lentitud puede producir una tendencia a la variación. Pero los geólogos demuestran cambios de configuración que, junto con los accidentes del aire y el agua y los medios de transporte que todo ser posee, en ocasiones deben llevar de forma bastante repentina a un organismo a unas condiciones nuevas a las que se verá expuesto durante varias generaciones. Cabe esperar, entonces, que de vez en cuando una forma salvaje varíe; es posible que esto sea causa de que algunas especies varíen más que otras.
Según sea la naturaleza de las nuevas condiciones, podremos esperar que todos o la mayoría de los organismos nacidos en ellas varíen de algún modo concreto. Cabe esperar, además, que el molde en que son fundidos varíe de igual manera en un pequeño grado. Pero ¿existe algún modo de seleccionar de entre la progenie aquellos que varíen del mismo modo, de cruzarlos y mantener su progenie separada y producir así nuevas razas? Pues de lo contrario, dado que los animales salvajes se cruzan libremente entre sí, esas pequeñas variedades heterogéneas quedarán siempre contrarrestadas y se perderán, preservándose un carácter uniforme. Aquella variación puede entenderse como efecto necesario y directo de causas que, según podemos ver, pueden actuar sobre ellos, como sobre el tamaño del cuerpo, la cantidad de alimento, el efecto de ciertos tipos de alimentos sobre determinadas partes del cuerpo, etcétera; las nuevas variedades así producidas pueden adaptarse entonces a aquellos agentes externos [naturales] que actúan sobre ellas. Pero ¿es posible producir variedades adaptadas a un fin que no pueda de modo alguno influir sobre su estructura y que resulte absurdo ver como efecto del azar? ¿Pueden producirse variedades, como algunas de animales domésticos y casi todas las especies salvajes, adaptadas por medios exquisitos a depredar sobre un animal o a escapar de otro? O incluso, para dejar fuera de discusión los efectos de la inteligencia o los hábitos, ¿puede una planta adaptarse a animales, como en el caso de una planta que no pueda ser fertilizada sin el concurso de un insecto; o de semillas ganchudas que dependan de la existencia de cierto animal? Pues los animales lanudos no pueden tener un efecto directo sobre las semillas de la planta. Este extremo que todas las teorías sobre la adaptación por el clima de los pájaros carpinteros a trepar por el tronco de los árboles, … muérdago, … Pero si cada una de las partes de una planta o un animal pudiera variar…, y si un ser infinitamente más sagaz que el hombre (no un creador omnisciente) durante miles y miles de años seleccionara todas las variaciones que tendieran hacia ciertos fines ([o produjera causas que tendieran al mismo fin]), por ejemplo, si pudiera prever que, si un lugar produjera más liebres, un animal canino estaría mejor con patas más largas y vista más aguda, de ahí saldría el galgo. Si se tratara de un animal acuático, dedos desnudos. Si por alguna causa desconocida descubriera que para una planta, como la mayoría visitada de vez en cuando por abejas, etcétera, fuera provechoso que sus semillas fueran ingeridas ocasionalmente por pájaros y transportadas por ellos hasta troncos podridos, podría seleccionar árboles con fruto más atractivo para los pájaros que en ellos se posen y asegurar de este modo que sus semillas sean transportadas hasta los troncos podridos; si percibiera que esos pájaros con frecuencia dejaran caer las semillas, posiblemente seleccionara un pájaro que… árboles podridos o [de manera gradual seleccionara plantas que supiera que viven en árboles menos podridos]. Quién, viendo cómo varían las plantas en un jardín, lo que el hombre ciego e irreflexivo puede hacer en unos pocos años, negará lo que un ser que todo lo ve pueda realizar en miles de años (si el Creador decidiera hacerlo), ya sea por previsión directa o por medios indirectos; el cual representaría al Creador del universo. Parece ser el medio habitual. Conviene recordar que no tengo nada que decir sobre la vida y la mente y sobre que todas las formas provengan de un solo tipo común. (Buen lugar para introducir, enunciando las razones presentadas en lo sucesivo, hasta dónde extiendo mi teoría, pongamos por caso que a todos los mamíferos; las razones van perdiendo fuerza).
Me refiero a la variación dentro de las grandes divisiones existentes del reino organizado; hasta dónde llegaré, se verá en lo sucesivo.
Antes de considerar si existe algún medio natural de selección y, en segundo lugar (lo que constituye la segunda parte del bosquejo), la cuestión mucho más importante de si los caracteres y las relaciones entre los seres animados refuerzan la idea de que las especies silvestres son razas descendientes de un tronco común, como lo son las variedades de patata o de daba o de vacas, tengamos en cuenta el carácter probable de [razas seleccionadas] variedades silvestres.
Selección natural. A la vista del semblante feliz de la naturaleza, al principio podría dudarse de la guerra de la naturaleza de que habla De Candolle; pero la vemos en la frontera de los fríos perpetuos. Si se tiene en cuenta la enorme potencia de aumento geométrico de todo organismo y que todo territorio, en situaciones normales, debe estar lleno a rebosar, la reflexión nos mostrará que aquél debe ser el caso. Malthus sobre el hombre; en los animales no hay [freno] contención moral; se reproducen en el momento del año en que la provisión es más abundante, o en la estación más propicia, cada país tiene su estación —calcular petirrojos—; oscilan a causa de años de destrucción. Si se desease demostración, permítase que se produzca cualquier cambio singular del clima y obsérvese el sorprendente aumento de algunas tribus, también de animales introducidos; la presión está siempre a punto; capacidad de las plantas alpinas para soportar otros climas; piénsese en las innumerables semillas dispersas, los bosque que recuperan su porcentaje; miles de cuñas introducidas en la economía de la naturaleza. Esto requiere mucha reflexión; estudiar Malthus y calcular las tasas de aumento y recordar la resistencia, sólo periódica.
El efecto inevitable de todo esto es que en todas las especies, muchos perecen en el huevo o [jóvenes o maduros (el primer caso es el más común)]. En el curso de un millar de generaciones las diferencias infinitésimamente pequeñas deben tener inevitablemente un efecto; cuando viene un invierno inusualmente frío, o un verano cálido o seco, del total de los individuos de cualquier especie, si hubiera la más pequeña diferencia en estructura, costumbres, instintos [sentidos], salud, etcétera, por término medio tendría un efecto; a medida que cambiasen las condiciones se preservaría una proporción mayor: así pues, si la principal contención al aumento se ejerciera sobre las semillas o los huevos, al cabo de mil generaciones, o de diez mil, aquellas semillas (como las plumosas para volar) que vuelen más lejos y se dispersen más, en último término producirán más plantas, y esas pequeñas diferencias tienden a ser hereditarias, como los matices de expresión en el semblante humano. De este modo, si un pez deposita sus huevos en circunstancias infinitésimamente distintas, por ejemplo en aguas más someras o más profundas, etcétera, tendrá un efecto.
Supongamos que las liebres aumentan muy lentamente a causa de un cambio en el clima que afecta a unas determinadas plantas, y que algún otro… conejo disminuye en la misma proporción, [supongamos que eso altera la organización de] un animal canino que previamente obtuviera su sustento sobre todo cazando conejos o rastreándolos con ayuda del olfato; disminuirá también y podría de este modo ser exterminado. Pero si su forma variara muy ligeramente, los de patas más largas y más veloces serían durante mil años seleccionados, y los menos raudos rigurosamente aniquilados, y de este modo, si a ello no se opone ninguna ley de la naturaleza, quedaría alterada la forma.
Recuérdese lo pronto que Bakewell, basándose en el mismo principio, alteró vacas y ovejas Western, teniendo cuidado en evitar el cruzamiento (paloma) con cualquier otra raza. No podemos suponer que una planta tienda a variar en el fruto y otra en las flores, y aun otra en las flores y las hojas; unas han sido seleccionadas tanto por el fruto como por la flor; de igual modo que un animal varía en su pelaje y otro no; otro en la leche que produce. Tómese cualquier organismo y pregúntese para qué es útil, y se constatará que en eso mismo varía: las coles en sus hojas; el maíz en el tamaño y calidad de su grano, ambos en el momento del año; las judías por las vainas tiernas y el algodón por la envoltura de las semillas, etcétera; los perros en la inteligencia, el coraje, la velocidad y el olfato; las palomas en peculiaridades rayanas en lo monstruoso. Esto requiere deliberación; si se mantiene su validez, como creo que ocurrirá, debería introducirse en el primer capítulo. Es, en el mejor de los casos, hipotético.
La variación en la naturaleza es mucho menor, pero también es más rigurosa y estricta. Las razas creadas por el hombre no sólo no están mejor adaptadas a las condiciones que otras razas, sino que a menudo ninguna raza está adaptada a sus condiciones, como ocurre con las plantas alpinas cultivadas en jardines. La naturaleza deja que un animal viva, hasta que por pruebas veraces y completas es juzgado menos capaz de realizar el trabajo requerido para servir al fin deseado; el hombre juzga sólo por la vista, desconoce si los nervios, los músculos, las arterias se desarrollan en proporción al cambio observado en la forma externa.
Además de la selección por medio de la muerte, en los animales bisexuales… la selección en el momento de mayor vigor, es decir, las peleas entre los machos; incluso en animales que forman parejas parece haber un exceso y una lucha, posiblemente como en el hombre se producen más machos que hembras, lucha por enfrentamiento o por seducción. Así pues, el macho que en ese momento posea el mayor vigor, o esté mejor dotado de las armas o los ornamentos propios de su especie, ganará al cabo de cientos de generaciones una pequeña ventaja y transmitirá tales caracteres a su descendencia. De igual modo entre las hembras que cuidan de sus crías, las más vigorosas, hábiles y diligentes, de instintos mejor desarrollados, sacarán adelante más crías, probablemente con sus buenas cualidades, y de este modo habrá un número mayor preparado para la lucha de la naturaleza. Comparar con el hombre cuando usa sólo un semental de buena constitución. Esta última sección es de limitada aplicación, se aplica a la variación de caracteres sexuales. Introducir aquí el contraste con Lamarck; lo absurdo de que el hábito, o el azar ??[5] o las condiciones externas hagan que el pájaro carpintero se adapte al árbol.
Antes de contemplar las dificultades de la teoría de la selección, consideremos el carácter de las razas producidas por la naturaleza tal como se acaba de explicar. Las condiciones han variado lentamente y los organismos mejor adaptados en el transcurso de su vida al cambio de las condiciones han sido siempre seleccionados; el hombre selecciona un perro pequeño y luego le da comida en abundancia, selecciona una raza de patas cortas y lomo grande y no lo somete a ningún ejercicio particularmente apropiado para esa función, etcétera. En situaciones normales, la naturaleza no ha permitido que su raza se vea contaminada por el cruce con otra raza, y los agricultores saben cuán difícil les resulta siempre impedirlo; el efecto sería la falta de variación. Este carácter y la esterilidad que resulta del cruce, así como, por lo general, un mayor grado de diferencia, es lo que distingue a las razas domesticadas de las especies.
[La esterilidad no es universal, admitido por todos[6]. Gladiolus, Crinum, Calceolaria deben de ser especies si hay tal cosa. Las razas de perros y bueyes. Pero ciertamente es muy general; de hecho, una perfecta gradación de esterilidad es muy general. Algunas especies muy cercanas no se cruzan (crocos, algunos brezos), algunos géneros se entrecruzan con facilidad (gallinas y lagópodo(16), pavo real, etcétera). Híbridos en absoluto monstruosos, bastante perfectos salvo en las secreciones[7], pues incluso la mula ha criado; el carácter de la esterilidad, en especial hace unos pocos años, se consideraba mucho más universal que ahora, se le creía carácter definitorio; en efecto, es obvio que si todas la formas pudieran cruzarse libremente, la naturaleza sería un caos. Pero la propia gradación del carácter, incluso si hubiera existido siempre en algún grado, que no es así, hace imposible marcar como especies a formas supuestas distintas][8]. ¿Arrojará alguna luz la analogía sobre el hecho de que las supuestas razas de la naturaleza sean estériles mientras que ninguna de las domesticadas lo es? Mr. Herbert y Kölreuter han demostrado que las diferencias externas no sirven de guía para decidir si los híbridos son fértiles o no, sino que la principal circunstancia es la existencia de diferencias constitucionales, por ejemplo el estar adaptados a un clima o suelo distintos, diferencias que [deben] con toda probabilidad afectar a todo el cuerpo del organismo y no sólo una parte concreta. Ahora bien, los animales salvajes sacados de sus condiciones naturales rara vez crían. No me refiero a las exposiciones o las Sociedades Zoológicas en las que muchos animales se unen pero no crían, y otros nunca se unen, sino a animales salvajes capturados y mantenidos bastante domados, libres y bien alimentados alrededor de las casas, donde viven muchos años. Los híbridos se producen casi con la misma facilidad que las razas puras. Saint Hilaire establece una útil distinción entre domado y doméstico; elefantes, hurones. Órganos reproductores no sometidos a enfermedades en el Jardín Zoológico. La disección y el microscopio muestran que el híbrido se encuentra exactamente en la misma condición que otros animales en los intervalos entre épocas de cría, o aquellos animales que capturados en estado salvaje y que no se hacen criar en domesticidad, permanecen sin criar durante toda su vida. Conviene advertir que, lejos de que la domesticidad sea en sí misma desfavorable, aumenta la fertilidad [cuando un animal es domesticado y cría, su potencia productiva aumenta gracias a la cantidad de alimento y la selección de razas fértiles]. Por lo que atañe a los animales, puede concebirse como un efecto sobre su mente y un caso especial.
Pero si dirigimos nuestra atención a las plantas, constatamos observaciones de la misma clase. No me refiero a que las semillas no maduren, que quizá sea la causa más común, sino al hecho de que las plantas no se establezcan, lo que se debe a una imperfección del óvulo o del polen. Lindley dice que la esterilidad es la [maldición] ruina de todos los propagadores; Linneo sobre las plantas alpinas. Plantas de las turberas americanas: polen exactamente en el mismo estado que en los híbridos; lo mismo en los geranios. La lila persa y la china no producen semillas en Italia e Inglaterra. Es probable que las plantas dobles y todos los frutos deban sus partes desarrolladas principalmente a la esterilidad y a que, gracias a ella, reciben más alimento. Se observa aquí una gradación de la esterilidad, y las partes, igual que las enfermedades, se transmiten hereditariamente. No podemos atribuir a ninguna causa que la azalea póntica produzca polen abundante pero no la americana, que la lila común produzca semillas pero no la persa; no observamos diferencia alguna en el estado de salud. No sabemos de qué circunstancias dependen estos hechos, por qué los hurones crían pero no el guepardo, el elefante y el cerdo en India.
Ahora bien, parece cierto que con el cruzamiento se transmiten todas las peculiaridades de forma y constitución: una planta alpina transmite a sus descendientes su tendencia alpina, un planta americana, su constitución de planta de turbera americana, y los animales aquellas peculiaridades de las que[9], al ser sacados de sus condiciones naturales, son incapaces de criar; y además transmiten cada una de las partes de su constitución, su respiración, su pulso, su instinto, todas las cuales se encuentran repentinamente modificadas; ¿de qué sorprenderse si son incapaces de criar? Pienso que en realidad sería más sorprendente que pudieran hacerlo. Pero cabe preguntarse por qué no las variedades reconocidas, supuestamente producidas por los medios del hombre, [no rechazan criar] todas han criado. La variación depende del cambio en las condiciones y la selección, por lo que respecta a selección sistemática o no ejercida por el hombre; éste atiende a la forma externa, tiene poco poder, por ignorancia, sobre las diferencias constitucionales internas e invisibles. Las razas que han sido domesticadas desde hace mucho tiempo y que han variado mucho, son precisamente aquellas que eran capaces de soportar grandes cambios, cuya constitución estaba adaptada a diversos climas. La naturaleza cambia despacio y gradualmente. Según numerosos autores, las razas de perro son probablemente otro caso de especie modificada por cruzamiento libre. No existe ninguna variedad que… haya sido… adaptada a un suelo o situación particulares durante un millar de años y otra rigurosamente adaptada a otros; mientras no se produzca tal cosa, la cuestión no quedará dirimida. En tiempos pretéritos el hombre pudo haber transportado hasta climas distintos plantas y animales que se podían propagar libremente en esos nuevos climas. La naturaleza puede efectuar lentamente, por medio de la selección, cambios tales que precisamente aquellos animales que estuvieran adaptados a someterse a grandes cambios hayan producido las diversas razas; sobre esta cuestión hay en verdad grandes dudas.
Antes de abandonar este tema merece la pena llamar la atención sobre el hecho de que se ha revelado que cierta cantidad de variación se sigue del simple hecho de la reproducción, tanto si es por medio de yemas como sexualmente; aumenta enormemente cuando los progenitores son expuestos durante varias generaciones a condiciones nuevas, y ahora encontramos que muchos animales, al ser expuestos por vez primera a unas condiciones muy nuevas, son tan incapaces de criar como los híbridos. Tiene que ver [probablemente] con el supuesto hecho de que los animales cruzados, cuando no son estériles, como en el caso de los perros callejeros, tienden a variar mucho, como al parecer ocurre cuando los híbridos verdaderos poseen apenas la fertilidad necesaria para propagarse con las razas progenitoras e inter se durante algunas generaciones. Así lo cree Kölreuter. Estas observaciones arrojan luz y respaldan la verdad las unas a las otras; vemos en todas partes una conexión entre las facultades reproductoras y la exposición a nuevas condiciones de vida, ya sea por cruzamiento, ya por exposición de los individuos.
Dificultades de la teoría de la selección. Puede objetarse que órganos tan perfectos como el ojo o el oído no podrían formarse nunca; en el segundo caso es menor la dificultad puesto que las gradaciones son más perfectas; a primera vista parece monstruoso y al final aparece la dificultad. Pero piénsese en la gradación, manifiesta incluso hoy (tibia y peroné). Si todo fósil se preservara, todos concederían que la gradación sería infinitamente más perfecta; la posibilidad de la selección requiere una gradación perfecta. Distintos grupos de estructuras, una ligera gradación en cada grupo; toda analogía hace probable que hayan existido formas intermedias. Recuérdense las extrañas metamorfosis; parte del ojo, no directamente relacionada con la visión, puede llegar a [utilizarse] acomodarse gradualmente a este fin; se admite que la vejiga natatoria, por gradación de estructura, ha pasado a formar parte del sistema auditivo. Serpiente de cascabel. [Pájaro carpintero mejor adaptado a trepar]. En algunos casos la gradación no es posible, como las vértebras; en realidad difieren en los animales domésticos; menos difícil si le siguió el crecimiento. Si atendemos al animal entero, murciélago no formado para volar. Supongamos que tuviéramos peces que vuelan pero que no se hubiera preservado ninguno de los que ahora llamamos peces voladores, ¿quién hubiera imaginado los hábitos intermedios? Hay pájaros carpinteros y ranas arborícolas en países donde no hay árboles.
La gradación por medio de la cual cada órgano particular ha alcanzado su estado actual, y lo mismo cada animal particular con su conjunto de órganos, es probable que no llegue a conocerse nunca, y todo ello plantea grandes dificultades. Sólo deseo exponer que la proposición no es tan monstruosa como parece a primera vista, y que si pudieran presentarse buenos argumentos que lleven a creer en que las especies han descendido de unos progenitores comunes, la dificultad de imaginar formas intermedias de estructura no sería suficiente para llevarle a uno a rechazar de pleno la teoría.
§III. SOBRE LA VARIACIÓN DE LOS INSTINTOS Y OTROS ATRIBUTOS MENTALES
Las facultades mentales de los distintos animales en estado salvaje o domesticado [presentan grandes dificultades] requieren una sección propia. Debo recordar que no me ocupo del origen de la memoria, la atención y las distintas facultades de la mente, sino únicamente de sus diferencias en cada una de las grandes divisiones de la naturaleza. El temperamento, el coraje, la pertinacia, la sospecha, el nerviosismo, el mal carácter, la sagacidad y los opuestos, es incuestionable que varían entre los animales y son heredados (perros asilvestrados de Cuba, conejos, miedo a objetos particulares como al hombre en las Galápagos). Hábitos puramente corporales, época de cría, etcétera, tiempo dedicado a descansar, etcétera, varían y son hereditarios, como los hábitos análogos de las plantas que varían y son heredados. Lo mismo de los hábitos del cuerpo, como la forma de moverse. Ídem de ciertos hábitos como en ciertas ocasiones los de indicar y mostrar en los perros. El gusto por cazar ciertos objetos y la manera de hacerlo; perro pastor. Éstos son demostrados claramente mediante el cruzamiento, que revela su analogía con el verdadero instinto; perro cobrador. Desconozco los fines por los que lo hacen. Definición de lord Brougham[10]. Origen en parte en el hábito, pero en cantidad necesariamente desconocida, y en parte en la selección. Los perros indicadores jóvenes señalan piedras y ovejas —paloma volteadora—, ovejas que retornan al lugar donde nacieron. Instinto ayudado por la razón, como en la curruca costurera. Enseñados por los progenitores, las vacas escogen la comida, el canto en los pájaros. Los instintos varían en el estado salvaje (los pájaros se hacen más salvajes) a menudo se pierden; más perfecto; nido sin techo[11]. Estos hechos [sólo aclaran] revelan cómo incomprensiblemente el cerebro tiene el poder de transmitir operaciones intelectuales.
Las facultades son diferentes de los instintos verdaderos; hallar [el camino]. Debe admitirse, según creo, que los hábitos, ya sean congénitos, ya adquiridos por la práctica [a veces] a menudo se heredan; los instintos influyen, al igual que la estructura, en la preservación de los animales; por consiguiente, la selección en condiciones cambiantes debe tender a modificar los hábitos heredados de los animales. Si se admite esto, se aceptará como posible que muchos de los más extraños instintos se hayan adquirido de este modo. Puedo señalar, sin intentar llegar a una definición, que un hábito o un ardid heredados (ardid porque puede ser innato) se ajusta bien a aquello a lo que queremos referirnos cuando hablamos de instinto. Un hábito suele realizarse inconscientemente, los hábitos más extraños pueden asociarse, ídem los ardides, ir a ciertos lugares, etcétera, incluso en contra de la voluntad, es incitado por agentes externos y no mira al fin; persona tocando el pianoforte. Si tal hábito pasara a ser heredado sería un instinto maravilloso. Tengamos en cuenta algunos de los casos más difíciles de instintos y veamos si es posible que sean adquiridos. No digo probable, puesto que eso pertenece a nuestra tercera parte, ruego que esto sea recordado, y de igual modo que no pretendo mostrar el método exacto. Sólo pretendo poner de manifiesto que la teoría no debería rechazarse de pleno por esta cuestión.
Según mi teoría, todo instinto debe haberse adquirido gradualmente, mediante cambios pequeños… a partir de un instinto anterior, de tal modo que cada cambio resulte de utilidad para la entonces especie. Fingirse muerto me pareció al principio una objeción notable. Descubrí que ninguno finge realmente el muerto, y que existe una gradación; hoy nadie duda de que los insectos que lo hacen en mayor o menor grado, lo hacen por algún beneficio, si entonces alguna especie fuera llevada a hacerlo más a menudo y de ese modo escapara, etcétera.
Tómese el caso de los instintos migratorios, la facultad es diferente del instinto, los animales tienen la noción del tiempo como los salvajes. Lo normal es encontrar el camino con la ayuda de la memoria, pero ¿cómo logra un salvaje hallar el camino a través del territorio? Tan incomprensible para nosotros, como los animales para ellos; cambios geológicos; peces en los ríos; caso de las ovejas en España[12]. Instintos arquitectónicos: un empleado de una manufactura demuestra una gran destreza en la elaboración de artículos concretos; a menudo se dice que parece hacerlo casi… niño nacido con tales nociones de interpretación, cabe suponer que el costurero adquiere destreza con la misma perfección —mezcla de razones—; mirlo acuático; curruca costurera(17); gradación de nidos de más simples a más complicados.
Las abejas de nuevo, distinción de facultad; cómo producen un hexágono, teoría de Waterhouse; el impulso de usar toda facultad que se posea; la curruca costurera posee la facultad de coser con el pico, el instinto la impele a hacerlo.
Ultimo caso el de los padres que ceban a sus pollos un alimento distinto (tomar el ejemplo de las aves de las Galápagos, gradación de picogordo a Sylvia); la selección y el hábito pueden conducir a los pájaros más viejos a modificar el gusto y la forma, abandonando su instinto a alimentar a sus pollos con la misma comida; o bien, no veo ninguna dificultad en que los padres sean forzados o inducidos a variar el alimento que traen, y que la selección adapte a los jóvenes a ellos, y así de forma paulatina se puede alcanzar cualquier grado de diversidad. No obstante, no cabe esperar que podamos nunca revelar el curso que ha llevado a la adquisición de los diferentes instintos, puesto que sólo tenemos a nuestra disposición los animales actuales (no bien conocidos) para juzgar el curso de la gradación, pero una vez admitido el principio de que los hábitos, tanto congénitos como adquiridos por experiencia, son heredados, no veo límite [a la cantidad de variación] al carácter extraordinario de los hábitos adquiridos de este modo.
Resumen de esta división. Si se admite que la variación se produce ocasionalmente en algunos animales salvajes, y ¿cómo dudarlo, cuando vemos que miles de organismos, adoptados por el hombre para usos diversos, varían? Si admitimos que tales variaciones tienden a hacerse hereditarias, y ¿cómo dudarlo cuando recordamos semejanzas de rasgos y carácter, enfermedades y monstruosidades heredadas y la infinidad de razas producidas (1200 coles)? Si admitimos que la selección opera constantemente, y ¿quién lo dudaría tras tener en cuenta que la cantidad de alimento es, en promedio, fija, y la potencia reproductora actúa con arreglo a una razón geométrica? Si admitimos que las condiciones externas varían, como toda la geología proclama que han hecho y hacen; entonces, si a ello no se opone ninguna ley de la naturaleza, ocasionalmente deben formarse razas que difieran [ligeramente] de las razas progenitoras. Entonces ninguna ley así, ninguna es conocida, pero en todas las obras se supone, en franca contradicción con los hechos conocidos, que la cantidad de variación posible se adquiere pronto. ¿No son las más especies más variadas las domesticadas desde hace más tiempo? ¿Quién hubiera pensado que podían producirse caballos o maíz? Tómense los casos Dahlia o patata, ¿quién puede pretender que en cinco mil años no se produzcan grandes cambios; perfectamente adaptadas a sus condiciones y otra vez llevadas a condiciones nuevas? Piénsese en lo que se ha conseguido en los últimos años, véanse los casos de las palomas y de las vacas. Con la cantidad de alimento que el hombre puede producir podría haber llegado al límite de la gordura o talla, o del grosor de la lana, pero éstos son los puntos más triviales, y aun así de ellos concluyo que es imposible decir que conocemos los límites de la variación. Y, por consiguiente, con el poder de [adaptación] selección de la naturaleza, infinitamente más sabia que en el hombre, llego a la conclusión de que es imposible decir que conocemos el límite de las razas que mantienen la pureza de su clase; si fueran de constitución distinta, probablemente serían estériles al cruzarlas, y podrían estar adaptadas del modo más singular y admirable, de acuerdo con sus necesidades, a la naturaleza externa y a otros organismos de su entorno: tales razas serían especies. Pero ¿existe alguna prueba de que las especies se hayan producido de este modo? Ésta es una pregunta totalmente independiente de todas las cuestiones anteriores y a la que, tras examinar el reino de la naturaleza, debemos responder de un modo u otro.