LIBRO CUARTO (Γ)
Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen. Esta ciencia, por lo demás, no se identifica con ninguna de las denominadas particulares. Ninguna de las otras <ciencias>, en efecto, se ocupa universalmente de lo que es, en tanto que algo que es, sino que tras seccionar de ello una parte, estudia los accidentes[2] de ésta: así, por ejemplo, las ciencias matemáticas.25
Y puesto que buscamos[3] los principios y las causas supremas, es evidente que éstas han de serlo necesariamente de alguna naturaleza por sí misma. Y, ciertamente, si también buscaban estos principios quienes buscaban los elementos de las cosas que son, también los elementos tenían que ser necesariamente elementos de lo que es, no 30accidentalmente, sino en tanto que algo que es. De ahí que también nosotros hayamos de alcanzar las causas primeras de lo que es, en tanto que algo que es.
CAPÍTULO SEGUNDO
<LA ENTIDAD. LA UNIDAD Y SUS CLASES. LOS CONTRARIOS>[4]
La expresión «algo que es» se dice en muchos sentidos, pero en relación con una sola cosa y una sola naturaleza y no por mera homonimia,[5] 35sino que, al igual que «sano» se dice en todos los casos en relación con la salud —de lo uno porque la conserva, de lo otro porque la produce, 1003bde lo otro porque es signo de salud, de lo otro porque ésta se da en ello— y «médico» <se dice> en relación con la ciencia médica (se llama médico a lo uno porque posee la ciencia médica, a lo otro porque sus propiedades naturales son adecuadas a ella, a lo otro porque es el resultado de la ciencia médica), y podríamos encontrar cosas que se dicen 5de modo semejante a éstas, así también «algo que es» se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio: de unas cosas <se dice que son> por ser entidades, de otras por ser afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya de la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad. Y de ahí que, incluso de lo que no es, digamos 10que es «algo que no es». Así pues, del mismo modo que de todas las cosas sanas se ocupa una sola ciencia, igualmente ocurre esto en los demás casos. Corresponde, en efecto, a una única ciencia estudiar, no solamente aquellas cosas que se denominan según un solo significado, sino también las que se denominan en relación con una sola naturaleza: y es que éstas se denominan también, en cierto modo, según un solo significado. Es, pues, evidente que el estudio de las cosas que son, en tanto 15que cosas que son, corresponde también a una sola <ciencia>.
Ahora bien, en todos los casos la ciencia se ocupa fundamentalmente de lo primero,[6] es decir, de aquello de que las demás cosas dependen y en virtud de lo cual reciben la denominación <correspondiente>. Por tanto, si esto es la entidad, el filósofo deberá hallarse en posesión de los principios y las causas de las entidades.
Por otra parte, a todo género que es uno le corresponde una sensación y también <una> ciencia: así, la gramática, siendo una, estudia todas las voces. Por consiguiente, también a una ciencia genéricamente 20una le corresponde estudiar las especies de lo que es, en tanto que algo que es, así como a las especies <de tal ciencia> les corresponde <estudiar cada una de> las especies <de lo que es>.[7]
«Lo que es» y «uno» son lo mismo y una naturaleza en la medida en que entre ambos se da la misma correlación que entre «causa» y «principio», pero no porque se expresen por medio de un único enunciado (por 25lo demás, nada importaría tampoco si los consideráramos de tal modo: <resultaría> incluso, más a nuestro favor): en efecto, «un hombre, alguien que es hombre» y «hombre» significan lo mismo, y nada distinto se da a conocer reduplicando la expresión «un hombre» y «uno que es hombre» (es evidente que no se dan separados ni al generarse ni al destruirse); y 30lo mismo en el caso de «uno». Conque es evidente que el añadido expresa lo mismo en ambos casos, y que lo uno no es algo diverso de lo que es. Además, la entidad de cada cosa es una no accidentalmente, del mismo modo que es también «algo que es». Por consiguiente, hay tantas especies de «lo que es» cuantas hay de lo «uno», y estudiar el qué-es de éstas 35—quiero decir, por ejemplo, de «lo mismo», «lo semejante» y otras cosas de este tipo— corresponde a una ciencia que es genéricamente la 1004amisma. Y prácticamente todos los contrarios se reducen a este principio: esto lo hemos estudiado en la Selección de los contrarios.[8]
Y cuantas <clases de> entidades hay, tantas partes tiene la filosofía. Conque, entre éstas, habrá necesariamente una primera y una segunda.[9] 5En efecto, «lo que es» y «lo uno» se dan inmediatamente divididos en géneros, y de ahí que las ciencias acompañen también <en su división> a éstos. Y es que el filósofo es como el denominado matemático, pues también ésta tiene partes, y en las matemáticas hay una ciencia que es primera y otra que es segunda y otras, a continuación, en serie.[10]
Pero puesto que el estudio de los opuestos corresponde a una sola <ciencia>, y puesto que a la Unidad se opone la Pluralidad (el estudio 10de la negación y de la privación corresponde a una sola <ciencia>, ya que en uno y otro caso se estudia la unidad de la cual son negación y privación; pues o bien decimos de modo absoluto que aquella <unidad> no se da, o bien <decimos que no se da> en cierto género; en el segundo caso, a la unidad en cuestión se le añade no sólo lo expresado en la negación, sino también la diferencia: en efecto, la negación es su ausencia, mientras que en la privación interviene cierta naturaleza que 15funciona como sujeto del cual se afirma la privación)… [puesto que a la Unidad se opone la Pluralidad], hay que concluir que a la mencionada ciencia le corresponde esclarecer los opuestos de las nociones mencionadas, es decir, lo diverso, lo desemejante, lo desigual, así como todos los que se dicen <opuestos>, ya según estas oposiciones, ya según la Multiplicidad y la Unidad. De ellas forma parte también la contrariedad, ya que 20la contrariedad es un tipo de diferencia y la diferencia es diversidad.
Por consiguiente y puesto que «uno» se dice en muchos sentidos, también estos términos se dirán en muchos sentidos, no obstante lo cual corresponde a una sola <ciencia> esclarecerlos todos ellos. En efecto, correspondería a diversas ciencias estudiarlos si sus distintas nociones no fueran convergentes ni según un solo significado ni en relación con una sola cosa, pero no porque se digan en muchos sentidos. Y puesto que todas las 25cosas convergen en relación con lo que es primero (por ejemplo, todo lo que se denomina uno en relación con lo «uno» en su sentido primero; y digamos que otro tanto ocurre con lo «mismo», lo «diverso» y los contrarios), hay que concluir que, una vez analizados los varios sentidos en que cada término se dice, tendrá que explicarse de qué modo cada uno de los sentidos se relaciona con lo que es primero en cada caso de predicación. Y es que unas cosas recibirán su denominación por poseer esto, otras por producirlo y otras según otros modos semejantes.30
Es, ciertamente, evidente [como se dice en la Discusión de las aporías][11] que la explicación de estas nociones y la de la entidad corresponde a una <sola ciencia> (ésta era una de las aporías planteadas), y que corresponde al filósofo poder estudiar todo esto. En efecto, si no corresponde al filósofo 1004b¿quién será el que examine si «Sócrates» y «Sócrates sentado» son lo mismo, o si una cosa tiene un solo contrario, o qué es «contrario» y en cuántos sentidos se dice? E igualmente acerca de las demás cosas de este tipo. Así pues, dado que todas estas cosas son, por sí mismas, afecciones de lo uno en tanto que uno, y de lo que es en tanto que algo que es, y no 5en tanto que números, líneas o fuego, es evidente que corresponde a esta ciencia esclarecer el qué-es y los accidentes de las mismas. Y los que se dedican a examinar estas cuestiones yerran, pero no porque no estén filosofando, sino porque la entidad es anterior y nada dicen acerca de ella; 10pues así como hay afecciones propias del número en tanto que número —por ejemplo: imparidad, paridad, conmensurabilidad, igualdad, exceso, defecto— que pertenecen a los números tanto por sí mismos como en virtud de sus relaciones recíprocas (e igualmente <otras pertenecen> a lo sólido, a lo inmóvil, a lo sometido a movimiento, bien sea ingrávido, 15bien sea pesado), así también lo que es, en tanto que algo que es, posee ciertas propiedades, y éstas son aquellas cuya verdad corresponde al filósofo examinar. Y prueba de ello es que los dialécticos y los sofistas se revisten del mismo aspecto que el filósofo. La sofística, desde luego, es sabiduría solamente en apariencia, y los dialécticos discuten acerca de 20todas las cosas —y «lo que es» constituye lo común a todas las cosas— y discuten, evidentemente, acerca de tales cosas porque son el asunto propio de la filosofía. En efecto, la Sofística y la Dialéctica discuten acerca del mismo género que la Filosofía, pero <ésta> se distingue de la una por el alcance de su capacidad y de la otra por el tipo de vida elegido: y 25es que la Dialéctica es tentativa y refutadora[12] sobre aquellas cosas que la filosofía conoce realmente, y la Sofística, por su parte, aparenta ser sabiduría, pero no lo es.
Además, la segunda columna de los contrarios es privación y todos ellos se reducen a Lo que es y Lo que no es, Unidad y Pluralidad, por ejemplo, el Reposo pertenece a la Unidad y el Movimiento a la Pluralidad. Por otra parte, prácticamente todos están de acuerdo en que las cosas que son 30y la entidad se componen de contrarios. Todos, ciertamente, explican los principios como contrarios: unos, Par-Impar; otros, Caliente-Frío; otros, Límite-Ilimitado; otros, Amistad-Odio. Y también todos los demás <contrarios> parecen reducirse a la Unidad y la Multiplicidad (la reducción 1005ala tenemos ya hecha),[13] y también los principios propuestos por los demás encajan —absolutamente todos— en estos géneros. También por esto resulta evidente que corresponde a una sola ciencia estudiar lo que es en tanto que algo que es; en efecto, todas las cosas o son contrarios o provienen de contrarios, y la Unidad y la Multiplicidad son, a su vez, los principios de los contrarios. Y estos últimos constituyen el objeto de una sola ciencia, tanto si se dicen según su significado único como si no, 5lo que seguramente es verdad. Pero no es menos cierto que si lo «uno» se dice tal en muchos sentidos, las demás cosas se dirán tales en relación con lo «uno» en su sentido primero, e igualmente los contrarios, aunque «lo que es» y lo «uno» no sean universales ni idénticos respecto de todas las cosas <abarcadas por ellos>, ni sean tampoco separados —y 10seguramente no lo son—, sino que <lo abarcado por ellos> tiene en ciertos casos la unidad de relación a una cosa y en otros casos la unidad de una serie. Y por ello no corresponde al geómetra considerar —a no ser a modo de hipótesis— qué es «contrario» o «perfecto» o «uno» o «algo que es» o lo «mismo» o «diverso».
Así pues, es evidente que corresponde a una sola ciencia estudiar lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que le pertenecen en tanto que algo que es; y es evidente que tal ciencia estudia no sólo 15las entidades, sino también los atributos que a éstas pertenecen, los ya mencionados y también acerca de <nociones como> las de Anterior-Posterior, Género-Especie, Todo-Parte, y las demás de este tipo.
CAPÍTULO TERCERO
<EL ESTUDIO DE LOS AXIOMAS Y, EN PARTICULAR, DEL PRINCIPIO DE NO-CONTRADICCIÓN>[14]
Hemos de establecer si corresponde a una o a diferentes ciencias el estudio de los <principios> llamados axiomas en las matemáticas y el estudio de la entidad. Es, desde luego, evidente que la investigación 20acerca de aquéllos corresponde también a la misma, es decir, a la del filósofo, ya que pertenecen a todas las cosas que son y no a algún género particular con exclusión de los demás. Y, ciertamente, todos se sirven de ellos: como que son principios de lo que es, en tanto que algo es, 25y cada género particular es algo que es; no obstante, se sirven de ellos hasta donde les resulta suficiente, es decir, hasta donde se extiende el género acerca del cual llevan a cabo sus demostraciones. Por consiguiente, y puesto que es obvio que tales principios pertenecen a todas las cosas, en tanto que cosas que son (esto, en efecto, es lo que tienen de común), su estudio corresponde también al que se ocupa en esclarecer lo que es, en tanto que es.[15]
Por esta razón ninguno de los que examinan alguna parte de lo que es se preocupa de decir algo acerca de ellos, si son verdaderos o no; <no 30lo hacen> ni el geómetra ni el aritmético, pero sí algunos físicos, y es razonable que éstos lo hagan, ya que son los únicos que han creído que investigaban acerca de la naturaleza en su totalidad, por tanto, acerca de lo que es. Pero puesto que hay alguien por encima del físico (la naturaleza, en efecto, constituye un género de lo que es), su investigación corresponderá 35al que investigue lo universal y la entidad primera. La física es también cierto tipo de sabiduría, pero no primera. En cuanto a los intentos 1005bde algunos por establecer de qué modo ha de asumirse la verdad, son intentos que llevan a cabo a causa de su ignorancia de los Analíticos.
Conviene, en efecto, acercarse al estudio de estos temas teniendo ya 5un conocimiento previo <de aquéllos>, en vez de pretender adquirirlo cuando ya se están estudiando.
Es evidente pues, que al filósofo —es decir, al que estudia la entidad toda en cuanto tal— le corresponde también investigar acerca de los principios de los razonamientos.
Por otra parte, lo conveniente es que quien más sabe acerca de cada género sea capaz de establecer los principios más firmes del asunto de que se ocupa y, por tanto, que aquel cuyo conocimiento recae sobre las 10cosas que son, en tanto que cosas que son, <sea capaz de establecer> los principios más firmes de todas las cosas.[16] Éste es el filósofo.
El principio más firme de todos es, a su vez, aquel acerca del cual es imposible el error. Y tal principio es, necesariamente, el más conocido (todos se equivocan, en efecto, sobre las cosas que desconocen), y no es hipotético.
No es, desde luego, una hipótesis aquel principio que ha de poseer quien conozca cualquiera de las cosas que son. Y aquello que necesariamente ha de conocer el que conoce cualquier cosa es, a su vez, 15algo que uno ha de poseer ya necesariamente cuando viene a conocerla. Es, pues, evidente que un principio tal es el más firme de todos.
Digamos a continuación cuál es este principio: es imposible que lo mismo se dé y no se dé en lo mismo a la vez y en el mismo sentido (y cuantas 20precisiones habríamos de añadir, dense por añadidas frente a las dificultades dialécticas). Éste es el más firme de todos los principios, ya que posee la característica señalada. Es, en efecto, imposible que un individuo, quienquiera que sea, crea que lo mismo es y no es, como algunos piensan que Heráclito dice. Pues no es necesario creerse también 25las cosas que uno dice. Y es que si no es posible que los contrarios se den a la vez en lo mismo[17] (añadamos también a esta proposición las precisiones habituales), y si la opinión que contradice a otra opinión 30es su contraria, es evidente que es imposible que el mismo individuo crea que lo mismo es y no es. Quien se engañara a propósito de esto tendría, en efecto, a la vez las opiniones contrarias. Por eso, todos los que llevan a cabo demostraciones se remiten, en último término, a este convencimiento: porque, por naturaleza, él es principio también de todos los demás axiomas.
CAPÍTULO CUARTO
<REFUTACIÓN DE LOS QUE PRETENDEN NEGAR EL PRINCIPIO DE NO-CONTRADICCIÓN>[18]
35Hay, como decíamos, algunos que afirman que lo mismo puede ser y 1006ano ser y que es posible, además, creerlo.
A esta forma de pensar recurren también muchos filósofos de la naturaleza. Por nuestra parte, acabamos de aceptar que es imposible ser y no ser a la vez y, basándonos en ello, hemos mostrado que se trata del más firme de todos los principios. 5Algunos, por ignorancia, piden que este principio sea demostrado.
Es, en efecto, ignorancia el desconocer de qué cosas es preciso y de qué cosas no es preciso buscar una demostración. Y es que, en suma, es imposible que haya demostración de todas las cosas (se caería, desde luego, en un proceso al infinito y, por tanto, no habría así demostración), 10y si no es preciso buscar demostración de ciertas cosas, tales individuos no serían capaces de decir qué principio es el que postulan que se considere mayormente tal.
Pero también acerca de este principio cabe una demostración refutativa de que es imposible,[19] con sólo que el que lo cuestiona diga algo. Si no dice nada, sería ridículo buscar algo que decir frente al que nada tiene que decir, en la medida en que no tiene <nada que decir>. Un individuo así, en tanto que tal, sería ya como un vegetal.
Por lo demás, digo que «demostrar refutativamente» es algo distinto 15de «demostrar», ya que si uno intentara demostrarlo, se juzgaría que comete una petición de principio, mientras que si el que la comete es el otro, sería refutación y no demostración.
En relación con todos los casos de este tipo el punto de partida consiste, no en pedir al otro que diga que algo es o no es (tal proceder 20se consideraría inmediatamente como petición de principio), sino que diga algo que tenga significado para sí mismo y para el otro. Esto ocurriría necesariamente con tal de que diga algo pues, en caso contrario, un individuo tal no diría realmente nada ni para sí mismo ni para el otro. Ahora bien, si accede a ello, habrá demostración, pues habrá ya algo determinado. Pero el responsable no será el que demuestra, sino 25el que mantiene <lo dicho>, ya que, por más que intente destruir el lenguaje significativo, sigue manteniendo el lenguaje significativo.[20] Además, quien concede esto ha concedido ya que algo es verdad independientemente de la demostración.
<1> En primer lugar, es evidente que al menos esto es verdadero: que las palabras «ser» y «no ser» significan algo determinado y, por tanto, 30no todo sería de este modo y no de este modo.[21]
Además, si «hombre» tiene un solo significado, sea éste «animal bípedo». Por «tener un solo significado» entiendo lo siguiente: si «hombre» significa tal cosa, suponiendo que un individuo sea hombre, en tal cosa consistirá <para él> el ser-hombre. (Por lo demás, nada importa si se afirma que tiene más de un significado, con tal de que 1006béstos sean limitados: bastaría, en efecto, con poner un nombre distinto para cada uno de los enunciados correspondientes.
Quiero decir, por ejemplo, que, si no se afirma que «hombre» tiene un solo significado, sino muchos, «animal bípedo» sería el enunciado de uno de ellos, y habría, además, otros muchos, pero limitados en número: bastaría 5con poner un nombre distinto para cada uno de los enunciados. Y si <el adversario> no los pusiera, sino que afirmara que sus significados son infinitos, es evidente que no sería posible un lenguaje significativo, pues no significar algo determinado es no significar nada, y si los nombres carecen de significado, se suprime el diálogo con los demás y, en verdad, también consigo mismo. Y es que no es posible concebir 10nada si no se concibe algo determinado, y si se puede concebir algo, cabrá poner un único nombre a tal cosa.)
Sea, pues, como se dijo al comienzo, que el nombre posee cierto significado y que su significado es uno.
En tal caso, no es posible que «ser hombre» signifique aquello precisamente en que consiste «no-ser-hombre», supuesto que «hombre» no 15solamente significa de un sujeto, sino que su significado es uno.[22] (Desde luego, no consideramos lo mismo que el significado sea uno y que se predique de un sujeto, ya que, en tal caso, «músico», «blanco» y «hombre» tendrían un solo significado y, por consiguiente, todas las cosas serían una sola, pues serían sinónimas.) Y no es posible que lo mismo sea y no sea, a no ser por homonimia, por ejemplo, si otros llamaran «nohombre 20» a lo que nosotros llamamos hombre. Pero el problema no está en si es posible que lo mismo sea y no sea hombre de palabra, sino realmente. Y es que si «hombre» y «nohombre» no tuvieran significados distintos, es evidente que aquello en que consiste ser-hombre no sería distinto tampoco de aquello en que consiste no-ser-hombre y, por consiguiente, «ser-hombre» sería «ser-no-hombre»: serían, en efecto, una misma 25cosa. (Ser una misma cosa significa, efectivamente, ser como «traje» y «vestido», supuesto que su enunciado es uno.) Y si son una misma cosa, «ser-hombre» y «ser-no-hombre» tienen un mismo significado.
Pero ya quedó mostrado que tienen significados distintos.
Por consiguiente,[23] aquello de lo cual se afirma con verdad que es hombre, necesariamente es animal bípedo (pues esto era lo que significaba 30«hombre»). Y si esto es necesariamente, entonces no es posible que tal individuo no sea animal bípedo. (En efecto, «ser necesario» significa «no poder no ser».) Por consiguiente, no es posible que sea verdadero, a la vez, afirmar que lo mismo es hombre y no es hombre.
El mismo argumento, por lo demás, vale también respecto del «no-ser-hombre»1007a. En efecto, «ser hombre» y «no-ser-hombre» tienen significados distintos, si es que también los tienen «ser blanco» y «ser hombre», ya que aquellos términos se oponen entre sí en mayor grado, de modo que <con más razón> tendrán significados distintos. Y si <el adversario> dijera que «blanco» tiene uno y el mismo significado <que «hombre»>, una vez más diremos lo que anteriormente quedó dicho:[24] que todas 5las cosas —y no solamente los opuestos— serán una sola. Ahora bien, si esto no es posible, ocurrirá lo dicho, con tal de que conteste a lo preguntado. Y si, a pesar de formularle la pregunta de un modo absoluto, añade también las negaciones <en su respuesta>, no está respondiendo a lo preguntado. Nada impide, en efecto, que una misma cosa sea 10hombre y blanco y mil cosas más, a pesar de lo cual, al preguntar si es verdadera o no la afirmación de que tal cosa es hombre, habrá de contestarse con algo que tenga un solo significado, y no añadir que también es blanco y grande. Y es que es imposible enumerar los accidentes, puesto que son infinitos. Que enumere, por tanto, todos ellos o 15ninguno. De este modo, pues, aun cuando la misma cosa sea hombre y diez mil veces no hombre, a la pregunta sobre si es hombre no se ha de contestar añadiendo que es, a la vez, también no hombre, a no ser que se vayan a añadir también en la respuesta todos los demás predicados 20accidentales, los que es y los que no es. Pero si a pesar de todo hace tal cosa, no dialoga.
<2> En general, los que dicen tal eliminan la entidad, es decir, la esencia.[25] Necesariamente, en efecto, han de afirmar que todas las cosas suceden accidentalmente, y que no existe aquello precisamente en que consiste ser-hombre o ser-animal. Pues si es algo aquello precisamente en que consiste ser-hombre, no será, desde luego, ni aquello en que consiste ser-no-hombre ni aquello en que consiste no-ser-hombre 25(en realidad, éstas son negaciones suyas). Uno solo era, en efecto, su significado y éste era la entidad de algo. Ahora bien, significar la entidad <de una cosa> es <significar> que el ser de tal cosa no es algo distinto. Pero si, para tal cosa, aquello precisamente en que consiste ser-hombre fuera o bien aquello precisamente en que consiste ser-nohombre o bien aquello precisamente en que consiste no-ser-hombre, entonces el ser <de tal cosa> sería algo distinto: por consiguiente, necesariamente 30afirman que de ninguna cosa hay un enunciado tal, sino que todo es accidentalmente. En efecto, la entidad y el accidente se distinguen en esto: lo blanco es algo que sucede accidentalmente al hombre porque éste es, ciertamente, blanco, pero no es lo que lo blanco es en sí mismo.
Ahora bien, si todas las cosas se dicen accidentalmente, no existirá el universal primero,[26] y si el accidente significa siempre el predicado 35de cierto sujeto, necesariamente se va a un proceso al infinito. 1007bPero esto es imposible, ya que no se combinan más de dos términos. El accidente no es, desde luego, accidente de un accidente, a no ser en cuanto que ambos se dan accidentalmente en el mismo sujeto, quiero decir, por ejemplo: el blanco es músico y éste es blanco porque lo uno 5y lo otro coinciden accidentalmente en el hombre. Por el contrario, no es de este modo como Sócrates es músico, porque lo uno y lo otro coincidan accidentalmente en un tercero. Así pues, puesto que unos se dicen accidentes de aquel modo y otros de éste, los que se dicen de este modo —como lo blanco en Sócrates— no es posible que sean infinitos hacia arriba, por ejemplo: que a «Sócrates-blanco» se añada 10otro accidente, ya que de todos ellos no resulta algo dotado de unidad. Y tampoco otra cosa podrá ser accidente de lo blanco, por ejemplo, «músico», ya que esto no es accidente de aquello con más razón que aquello lo es de esto, además de que ha quedado precisado, al mismo tiempo, que ciertas cosas se dan accidentalmente de este modo, pero otras se dan como «músico» en Sócrates. En las que se dan de este 15modo no hay accidente que se dé accidentalmente en otro accidente, aunque sí en las que se dan de aquel modo. Por consiguiente, no todas las cosas se dicen accidentalmente y, por tanto, habrá algo además que signifique la entidad. Y si esto es así, queda mostrado que es imposible que las contradicciones se prediquen a la vez.
<3> Además, si todas las contradicciones fueran verdaderas a la vez del mismo sujeto, es evidente que todas las cosas serán una sola. La misma 20cosa sería, en efecto, trirreme y muro y hombre, si es que un predicado cualquiera puede afirmarse o negarse de todo, como sucede necesariamente a los que afirman la doctrina de Protágoras. En efecto, si a alguien le parece que el hombre no es trirreme, evidentemente no es trirreme y, por tanto, también lo es, supuesto que la contradicción es 25verdadera. Y resulta lo de Anaxágoras: todas las cosas confundidas,[27] y, por tanto, nada existe verdaderamente. Parecen, ciertamente, hablar de lo indeterminado, y aunque creen que se refieren a lo que es, hablan acerca de lo que no es: lo que es potencialmente y no plenamente actualizado es, desde luego, lo indeterminado. Pero éstos se ven forzados a admitir que de todo puede predicarse cualquier afirmación 30o cualquier negación. Y es que sería absurdo que a cada cosa le perteneciera su propia negación, pero no le perteneciera la negación de otra cosa que no le pertenece: quiero decir, por ejemplo, que si es verdadero afirmar del hombre que es nohombre, evidentemente lo será también afirmar que es trirreme o no-trirreme. Y es que si <a un sujeto> le conviene la afirmación <de algo>, necesariamente le convendrá también la negación <de ese algo>; y si no le conviene la afirmación 35<de algo>, con más razón le convendrá la negación <de ese algo> que la 1008asuya propia. Si, pues, le conviene ésta, le convendrá también la negación de trirreme; y si le conviene ésta, le convendrá también la afirmación <de trirreme>.
<4> Estas cosas suceden, ciertamente, a quienes sostienen tal doctrina, y también que no es necesario afirmar o negar. Y es que si es 5verdadero que es hombre y nohombre, es evidente que no será ni hombre ni nohombre.[28] A aquellas dos «afirmaciones» corresponden, en efecto, estas dos negaciones, y si aquélla se toma como una sola compuesta de ambas, también ésta —su opuesta— sería una.
<5> Además, o bien esto es así respecto a todas las cosas —y es blanco y no-blanco, algo que es y algo que no es, y del mismo modo respecto 10de las demás afirmaciones y negaciones— o bien no, sino que es así respecto de algunas, pero no respecto de otras. Y ciertamente, si es así respecto de no todas <las afirmaciones y negaciones>, acerca de éstas estaríamos ya de acuerdo. Si, por el contrario, es así respecto de todas, entonces o bien de cuantas se puede afirmar se puede negar y de cuantas se puede negar se puede también afirmar, o bien de las que se puede afirmar se puede también negar, pero no de cuantas se puede negar se puede también afirmar. Si es de este modo, habrá algo que 15con seguridad no es, y ésta será una opinión sólida, y si resulta algo sólido y cognoscible que no es, más cognoscible será la afirmación opuesta. Si, por el contrario, todo lo que puede negarse puede igualmente afirmarse, necesariamente o bien su enunciado será verdadero separando <la afirmación y la negación>, por ejemplo, <diciendo> que 20algo es blanco y, de nuevo, que no es blanco, o bien no. Si su enunciado no es verdadero por separado, no dirá lo uno y lo otro, y no existirá nada (pero las cosas que no son ¿cómo podrían hablar o andar?), y todas las cosas serían una sola, como se ha dicho anteriormente, y la misma cosa será hombre y dios y trirreme y sus negaciones (pues si se predican por igual de cada cosa, no habrá diferencia alguna entre una 25cosa y otra; y si hay alguna diferencia, ésta será verdadera y propia <de cada una de ellas>). Pero si su enunciado puede ser verdadero separando <la afirmación y la negación>, sucede igualmente lo ya dicho, y además que todos dirían lo verdadero y todos dirían lo falso, con lo que <el adversario> viene a reconocer que él mismo dice lo falso. Al mismo tiempo, resulta evidente que no es posible discutir con un 30individuo tal acerca de nada, puesto que nada dice. En efecto, no dice que es así o que no es así, sino que es así y que no es así para, a continuación, negar ambas cosas diciendo que ni así ni no así. Y es que, si no hablara de esta manera, habría ya algo determinado.
<6> Además, si cuando la afirmación es verdadera la negación es falsa, y cuando ésta es verdadera la afirmación es falsa, no será posible 35afirmar y negar lo mismo a la vez con verdad. Pero seguramente replicaría que esto es lo establecido por principio.[29]
<7> Además, ¿dirá una falsedad el que piensa que algo es o no es 1008bde cierto modo, mientras que dirá la verdad el que piensa lo uno y lo otro? Si <este último> dice la verdad ¿qué valor tendrá el dicho de que «tal es la naturaleza de las cosas»?[30] Y si no dice la verdad, 5pero se acerca más a ella que el que piensa lo otro, entonces serán de cierto modo las cosas que son, y este modo de ser será verdadero, y no a la vez también no verdadero. Por otra parte, si todos dicen verdad y falsedad por igual, tal individuo no podrá hablar ni decir nada: en 10efecto, dice y no dice las mismas cosas a la vez. Y si no piensa nada, sino que cree y no cree por igual, ¿en qué se diferenciaría su estado del de las plantas? De esto se deduce, con la mayor evidencia, que en tal estado no se halla nadie, ni de los otros ni de los que afirman esta doctrina. En efecto, ¿por qué se va a Megara cuando piensa que debe ir, en vez de quedarse quieto? ¿y no se dirige, recién amanecido, a un 15pozo o a un precipicio, si llega el caso, sino que se muestra precavido, como que no piensa que caer <en ellos> es bueno y no bueno por igual? Es, pues, evidente que piensa que lo uno es mejor y lo otro no es mejor. Y si <piensa> esto, también pensará necesariamente que lo 20uno es hombre y lo otro no es hombre, y que lo uno es dulce y lo otro no es dulce.
Desde luego, no procura y piensa todas las cosas indiferentemente cuando, creyendo que es mejor beber agua y ver a un hombre, al punto procura estas cosas. Y sin embargo, debería <actuar de aquel modo> si hombre y nohombre, por igual, fueran lo mismo. Pero, como se ha dicho, nadie hay que no se muestre precavido ante 25ciertas cosas y ante ciertas cosas no. Conque, al parecer, todos piensan que las cosas son absolutamente <de tal o cual modo>, si no en relación con todas las cosas, al menos en relación con lo mejor y lo peor.[31] Y si <reconocen que actúan> de este modo, no porque sepan, sino porque opinan, con mayor razón habrán de interesarse por la verdad,[32] del mismo modo que quien está enfermo ha de interesarse por la salud 30más que el sano: en efecto, el que opina, en comparación con el que sabe, no goza de salud respecto de la verdad.
<8> Además, aun cuando mayormente todas las cosas sean así y no así, sin embargo se da el más y el menos en la naturaleza de las cosas que son: desde luego, no diríamos que el dos y el tres son pares en la misma medida, ni comete error en la misma medida el que cree que cuatro son cinco que el cree que son mil. Y si no <yerran> en la misma 35medida, es claro que uno de ellos <yerra> menos y, por tanto, dice más verdad. Y si ser «más» es estar «más cerca», habrá algo <absolutamente> 1009averdadero de lo cual está más cerca lo más verdadero. Y aun cuando no lo haya, cuando menos hay algo más firme y más verdadero, con lo cual nos alejaríamos de esta doctrina inmoderada[33] que impide determinar cosa alguna con el pensamiento.
CAPÍTULO QUINTO
<REFUTACIÓN DE LAS POSICIONES RELATIVISTAS>[34]
De esta misma opinión deriva también la doctrina de Protágoras, y 5necesariamente una y otra son o no son por igual <sostenibles>. Y es que si las cosas que parecen <ser> y las que aparecen son todas verdaderas, necesariamente todas las cosas serán a la vez verdaderas y falsas. (Muchos, en efecto, piensan cosas contrarias los unos a los otros, 10y consideran que están en el error quienes no opinan lo mismo que ellos; conque necesariamente lo mismo es y no es), y si esto es así, las cosas que parecen serán todas verdaderas (los que están en la verdad y los que están en el error mantienen, desde luego, opiniones contrarias entre sí; por tanto, si las cosas son de este modo, todos están en 15la verdad). Es claro, pues, que ambas doctrinas derivan del mismo razonamiento.
No procede, sin embargo, enfrentarse del mismo modo a todos ellos: mientras que los unos han de ser persuadidos, los otros tienen que ser forzados. En efecto, cuantos vinieron a pensar de este modo como consecuencia de hallarse en una aporía, su ignorancia es fácil de curar (ya que su tratamiento no se refiere a las palabras, sino al pensamiento). 20Por el contrario, aquellos que discursean por discursear, su curación consistirá en refutar su discurso tomándolo en su expresión y en sus palabras.
Esta opinión, la de que las contradicciones y los contrarios se dan a la vez, les vino —a los que se hallan en una aporía— a partir <de la consideración> de las cosas sensibles, al ver que los contrarios se generan 25a partir de lo mismo.
En efecto, si no es posible que se genere lo que no es, la cosa existía siendo ya por igual ambos contrarios, como dice Anaxágoras que todo está mezclado en todo, y también Demócrito. También éste, en efecto, dice que lo lleno y lo vacío se dan por igual en cualquier parte, si bien, de ellos, lo uno es «algo que es» y lo otro, «algo que no es».
30A aquellos que opinan así a partir de tales consideraciones les diremos, pues, que en cierto modo sus afirmaciones son correctas, si bien en cierto modo les falta conocimiento. En efecto, «lo que es» se dice tal de dos maneras y, por tanto, hay una manera según la cual es posible que algo se genere a partir de lo que no es, pero hay otra según la cual, no; y <es posible> que la misma cosa sea, a la vez, algo que es y algo que no es, pero no en el mismo sentido. Pues la misma 35cosa puede ser los contrarios en potencia, pero no en estado de plena actualización. Además, a éstos les pediremos que acepten que, entre las cosas que son, hay cierta entidad de otro tipo en la que no se da en absoluto ni movimiento ni corrupción ni generación.[35]
1009bTambién a partir <de la consideración> de las cosas sensibles vinieron algunos a afirmar la verdad de las cosas que aparecen. En efecto, piensan que no es adecuado decidir sobre la verdad según <lo que opinan> la mayoría o la minoría y, por otra parte, que la misma cosa, al saborearla, a unos les parece que es dulce y a otros amarga: conque si todos estuvieran en estado febril o todos desvariaran, mientras que 5dos o tres estuvieran sanos o en su juicio, parecería que éstos están enfermos o desvarían, y aquellos otros no. <Dicen> además que a muchos otros animales les aparecen las cosas de modo contrario que a nosotros, y que ni al mismo individuo, comparado consigo mismo, las cosas le parecen las mismas a través de la sensación. Y, ciertamente, no está claro cuáles de estas <sensaciones> son verdaderas o falsas. Las 10unas no son verdaderas con más razón que las otras, sino por igual. De ahí que Demócrito diga que o nada es verdadero o, desde luego, nos es desconocido.
En general, afirman que lo que aparece en la sensación es necesariamente verdadero, porque consideran inteligencia a la sensación y afirman que ésta es alteración. Desde luego, por estas razones 15Empédocles y Demócrito y, por así decirlo, todos y cada uno de los demás vinieron a incurrir en tales opiniones. En efecto, Empédocles afirma que al cambiar el estado <corporal>, cambia la inteligencia: 20el conocimiento aumenta en los hombres ante lo que está presente.[36]
Y en otros versos dice que
en la medida en que se alteran, en esa medida siempre se presentan alteradas las cosas en su pensamiento.[37]
También Parménides se expresa del mismo modo:
según en cada cual se encuentra la mezcla de los flexibles miembros,
así se presenta la mente para los hombres. Pues lo que piensa
no es otra cosa que la naturaleza de los miembros para los hombres
todos y en todo. Que lo que predomina es el pensamiento.
[38]25
También se recuerda una sentencia de Anaxágoras dirigida a algunos de sus discípulos: que las cosas que son, para ellos serán tales cuales las piensen. Y dicen que Homero manifiesta tener esta misma opinión, puesto que escribió que Héctor, cuando quedó fuera de sí por la herida, 30yacía con pensamientos delirantes,[39] como que los que piensan desvaríos también piensan, sólo que cosas distintas. Es, pues, evidente que si lo uno y lo otro son pensamientos, las cosas que son serán a la vez de tal modo y no de tal modo.
Y la consecuencia es aquí de la máxima gravedad: en efecto, si los que han llegado a ver la verdad en la medida de lo 35posible —y éstos son quienes la buscan y aman en el más alto grado— mantienen tales opiniones y hacen tales manifestaciones acerca de la verdad, ¿cómo no van a desanimarse los que comienzan a filosofar? Y es que buscar la verdad sería perseguir pájaros al vuelo.
1010aPor lo demás, la causa de que éstos llegaran a tal opinión fue que investigaban acerca de las cosas que son, pero suponían que las realidades sensibles son las únicas cosas que son. Ahora bien, en éstas se da mucho la naturaleza de lo indeterminado, es decir, la naturaleza de 5lo que «es» en el sentido que dijimos.[40] Por ello, hablan con verosimilitud, pero no hablan con verdad. (Conviene, en efecto, replicarles de este modo, más bien que como Epicarmo a Jenófanes).[41] Además, viendo que esta naturaleza toda está en movimiento, y que no es posible establecer verdad alguna sobre lo que está cambiando, concluyeron que no es posible un discurso verdadero acerca de lo que está 10cambiando en todo totalmente. En efecto, de esta su posición derivó la opinión más extrema de las señaladas, la de los que dicen que heraclitizan, la que mantenía Crátilo, quien llegó a la conclusión de que no debía hablar y solamente movía el dedo, y criticaba a Heráclito por decir que no es posible zambullirse dos veces en el mismo río: y es que él pensaba que ni siquiera una vez.[42]
15Por nuestra parte, responderemos a este razonamiento que lo que cambia, mientras está cambiando, les da cierta razón para pensar que no es, pero esto resulta ciertamente discutible. En efecto, lo que está perdiendo algo, conserva algo de lo que se está perdiendo, y necesariamente 20hay ya algo de lo que se está generando; y, en general, si se corrompe, seguirá existiendo algo, y si se genera, necesariamente existe aquello a partir de lo cual se genera y aquello por cuya acción se ha generado, y que en esto no cabe un proceso infinito.[43]
Pero dejando de lado estas cosas, digamos esto: que no es lo mismo cambiar en cuanto a la cualidad[44] y en cuanto a la cantidad; sea, ciertamente, que no permanece en su cantidad, pero todas las cosas las conocemos según su forma específica.25
Además, a los que así piensan es justo reprocharles que, aun tomando en consideración un número pequeño de las cosas sensibles mismas, sin embargo afirmaron igualmente acerca de la totalidad del universo que se comporta de este modo.[45] Y es que la región de lo sensible que constituye nuestro entorno es la única que se perpetúa mediante destrucciones y generaciones, pero constituye una parte del 30todo que apenas es nada, conque más justo sería que absolvieran a ésta en gracia a aquéllas, en vez de condenar a aquéllas por culpa de ésta.
Además, es evidente que frente a éstos podemos decir lo mismo que antes quedó dicho:[46] habrá que mostrarles que existe cierta naturaleza inmóvil, y convencerlos de ello. Aunque, ciertamente, a quienes 35afirman que es y no es a la vez, les sucede que han de afirmar que todas las cosas están en reposo más bien que en movimiento: nada hay, en efecto, hacia lo cual algo pueda cambiar, puesto que todas las cosas se dan en todas las cosas.
Y en relación con la verdad, que no es verdadero todo lo que 1010baparece, <diremos> primeramente que ciertamente la sensación de lo propio no es falsa, pero que la imaginación no se identifica con la sensación.[47]
5Además, resulta asombroso que se planteen aporías como ésta: si los tamaños o los colores son tales como aparecen a los que están lejos o como aparecen a los que están cerca; y si son tales como aparecen a los sanos o como aparecen a los que están en estado febril; y si son más pesadas las cosas que aparecen tales a los débiles o a los fuertes, y si son verdaderas las que parecen tales a los dormidos o a los despiertos. 10Que no piensan de este modo, es evidente: ninguno, desde luego, se encamina al Odeón si, estando en Libia, sueña que está en Atenas.
Además, en relación con lo que sucederá, como dice Platón, la opinión del médico y la del ignorante no son, en absoluto, igualmente autorizadas, por ejemplo, respecto de si se va o no se va a sanar.
15Y, además, entre las sensaciones mismas, no son igualmente autorizadas la sensación de aquella <cualidad> que no es la propia y la de la propia, o la de la <cualidad de una sensación> vecina y la suya misma, sino que acerca del color es la vista y no el gusto, y acerca del sabor, el gusto y no la vista. Y ninguno de los sentidos afirma en absoluto, en 20el mismo momento, acerca de lo mismo que es y no es así a la vez. Ni siquiera en momentos distintos se contradicen acerca de la cualidad, sino acerca de la cosa de la cual es accidente la cualidad. Quiero decir, por ejemplo, que el mismo vino, si cambia, o si cambia el cuerpo, parecerá en una ocasión que es dulce y en otra ocasión que no es dulce. Pero lo dulce, tal cual es cuando se da, no ha cambiado en absoluto, sino que 25<el sentido> siempre está en la verdad respecto de ello, y lo que será dulce es necesariamente tal. Pero esto lo eliminan todos estos razonamientos, y como que tampoco existe la entidad de ninguna cosa, del mismo modo tampoco existe nada necesariamente. Y es que lo necesario no puede ser de otro y de otro modo y, por consiguiente, si algo es por necesidad, no será así y no así.
30Y, en general, si solamente existe lo sensible, nada existiría si no existieran los seres animados, ya que no habría sensación. Desde luego, es seguramente verdad que no existirían sensibles ni sensaciones (éstas son, en efecto, afecciones del que siente), pero que si no hubiera sensación no existirían las cosas <que producen la sensación>, es imposible. 35Y es que la sensación no lo es de sí misma, sino que hay además algo distinto de la sensación que es necesariamente anterior a la sensación. En efecto, lo que mueve es por naturaleza anterior a lo movido, y no lo 1011aes menos por más que se diga que lo uno y lo otro son correlativos.
CAPÍTULO SEXTO
<CONTINÚA LA CRÍTICA DE LAS POSICIONES RELATIVISTAS>[48]
Hay algunos —tanto entre los que están persuadidos de estas cosas como entre los que proponen estos argumentos sólo de palabra— que se sienten en una situación aporética al preguntarse quién decidirá cuál es el sano y, en general, cuál es el que juzga rectamente acerca de cada 5cosa. Tales aporías, sin embargo, son como considerar una aporía si en este momento estamos dormidos o despiertos. Pero semejantes aporías poseen todas la misma fuerza. Y es que éstos exigen que haya demostración de todas las cosas: buscan, en efecto, un principio, y pretenden lograrlo por demostración. Pero que no están persuadidos de ello, lo 10muestran claramente en su conducta. Pero, como decíamos,[49] esto es lo que los caracteriza, que buscan demostración de lo que no hay demostración: en efecto, el principio de la demostración no es demostración. Desde luego, éstos se persuadirían fácilmente de esto (pues no es difícil captarlo). Por el contrario, aquellos que buscan exclusivamente 15la fuerza <de la refutación>, buscan algo imposible: reclaman, en efecto, el derecho a contradecirse tan pronto como se contradicen.[50]
Ahora bien, si no todas las cosas son relativas, sino que algunas son ellas mismas por sí mismas,[51] no será verdadero todo lo que aparece. Y es que lo que aparece es algo que aparece a alguien. Por consiguiente, el que afirma que todo lo que aparece es verdadero convierte en relativas 20todas las cosas que son. Por ello, quienes buscan <imponerse por> la fuerza en la discusión y al mismo tiempo pretenden mantenerse en la discusión, han de poner cuidado en <señalar> que no existe todo lo que aparece, sino lo que aparece a quien aparece, y cuando aparece, y en la medida en que y como aparece. Si, por el contrario, mantienen la discusión, pero no la 25mantienen en estos términos, les ocurrirá que se contradirán enseguida. Es posible, en efecto, que la misma cosa parezca miel a la vista, pero no al gusto, y puesto que son dos los ojos, que las cosas no parezcan las mismas a la visión de uno y otro, si aquéllos son desiguales.
Puesto que contra aquellos que afirman, por las razones ya expuestas[52], 30que lo que aparece es verdadero y que, por tanto, todas las cosas son por igual verdaderas y falsas —ya que no aparecen como idénticas para todos, ni tampoco como idénticas siempre para el mismo individuo, sino a menudo como contrarias al mismo tiempo (en efecto, el tacto dice que hay dos cosas al cruzar los dedos, pero la vista que una sola)— pero, sin embargo, no ocurre esto en ningún caso con 35la misma sensación respecto de lo mismo, en el mismo sentido y en el 1011bmismo momento y, por consiguiente, esto será verdadero.[53] Pero seguramente por esto, los que sostienen tal doctrina, no por encontrarse en una situación aporética, sino por el gusto de discutir, habrán de decir, no que «esto es verdad», sino que «es verdad para éste». Y como se dijo en primer lugar, necesariamente hacen todas las cosas relativas, 5relativas a la opinión y a la sensación, de modo que nada hubo ni habrá sin alguien que haya opinado primero. Y si lo hubo o habrá, es evidente que no todas las cosas serán relativas a la opinión.
Además, si es una sola cosa, será relativa a una sola cosa o a algo determinado. Y si la misma cosa es mitad e igual, no <por ello>, sin 10embargo, «igual» es relativo a «doble». Y si «hombre» y «aquello de que se opina <que es hombre>» son lo mismo para el que opina, no será hombre el que opina, sino aquello de que opina. Y si cada cosa es relativa al que opina, el que opina será relativo a infinitas especies de cosas.
Así pues, sobre que la opinión más firme de todas es que las afirmaciones opuestas no son verdaderas a la vez, y qué sucede a los que sostienen esto y por qué sostienen tal doctrina, baste con todo lo dicho. Por otra parte, y puesto que es imposible que dos afirmaciones 15contradictorias sean verdaderas a la vez respecto de lo mismo, es evidente que tampoco es posible que los contrarios se den a la vez en lo mismo. En efecto, de los contrarios uno es privación no menos <que contrario>, privación de entidad. Y la privación es, a su vez, negación de un género determinado.
[54] Por tanto, si es imposible afirmar y negar 20a la vez con verdad, también será imposible que los contrarios se den a la vez, a no ser que ambos se den en cierto sentido, o bien uno en cierto sentido y el otro de modo absoluto.
CAPÍTULO SÉPTIMO
<EL PRINCIPIO DEL TERCIO EXCLUSO>[55]
Por otra parte, tampoco puede darse un término intermedio entre los contradictorios, sino que necesariamente se ha de afirmar o negar uno de ellos, sea el que sea, de una misma cosa. <1> Ello resulta evidente, 25en primer lugar, con sólo definir previamente qué es lo verdadero y lo falso. Falso es, en efecto, decir que lo que es, no es, y que lo que no es, es; verdadero, que lo que es, es, y lo que no es, no es. Por consiguiente, quien diga que <algo> es o no es, dirá algo verdadero o dirá algo falso. Sin embargo, ni de lo que es ni de lo que no es puede decirse <indistintamente> que es o que no es.
<2> Además, será intermedio entre los contradictorios, o bien como 30entre lo negro y lo blanco es lo gris, o bien como entre hombre y caballo lo que no es ni lo uno ni lo otro. Ciertamente, si lo fuera de este último modo, no habría cambio (pues se cambia de no-bueno a bueno, o de esto a no-bueno); ahora bien, <que hay cambio> es permanentemente manifiesto (desde luego, no hay cambio a no ser a los términos opuestos o a los intermedios). Si, por otra parte, se da lo intermedio,[56] 351012ahabría también generación de lo blanco que procedería de lo no no-blanco;[57] ahora bien, esto no se observa.
<3> Además, todo lo que se razona o piensa, el pensamiento lo afirma o lo niega (esto es evidente por definición)[58] cuando dice lo verdadero o dice lo falso. Cuando, al afirmar o negar, une de tal modo, dice verdad: cuando une de tal otro modo, dice falsedad.
5<4> Además, tendrá que haber <un término medio> entre todos los contradictorios, si es que no se dice <que lo hay> por puro gusto de hablar, en cuyo caso uno ni dirá verdad ni no dirá verdad,[59] y habrá <algo intermedio> entre lo que es y lo que no es y, por tanto, habrá cierto tipo de cambio <intermedio> entre la generación y la destrucción.
<5> Además, lo habrá también en todos aquellos géneros en los cuales la negación comporta <la generación de> lo contrario, por ejemplo, 10en los números habrá un número ni impar ni no impar. Pero esto es imposible, como resulta evidente por la definición.[60]
<6> Además, se cae en un proceso infinito, y las cosas que son aumentarán no solamente en la mitad más, sino en una cantidad mayor. En efecto, será posible negarlo, a su vez, en relación con la afirmación y su negación, y esto constituirá también un término, pues su entidad es otra.
15<7> Además, cuando alguien al preguntarle si <algo> es blanco conteste que no, no ha negado otra cosa sino que es <blanco>: pero la negación significa que no es <blanco>.
Algunos vinieron a caer en esta opinión del mismo modo que en otras paradojas. En efecto, al no ser capaces de hallar solución a razonamientos erísticos, cediendo al razonamiento conceden que la conclusión 20es verdadera.
Y, ciertamente, unos lo afirman por esta causa, pero otros por pretender una demostración de todo. Por lo demás, el punto de partida frente a todos estos ha de tomarse de la definición. Y la definición surge de que ellos han de decir necesariamente algo que signifique algo. En efecto, definición será la noción de la cual es signo la palabra.[61]
Parece, por otra parte, que la doctrina de Heráclito, al afirmar que 25todas las cosas son y no son, hace que todas sean verdaderas, mientras que la de Anaxágoras, al afirmar que hay un término medio entre los contradictorios, hace que todas las cosas sean falsas. En efecto, cuando están mezcladas, la mezcla no es ni buena ni no-buena y, por tanto, nada verdadero puede decirse.
CAPÍTULO OCTAVO
<CONTRA LA OPINIÓN DE QUE TODO ES VERDADERO Y TODO ES FALSO>[62]
Hechas estas precisiones, resulta evidente que los enunciados de carácter unilateral y referidos a todas las cosas no pueden tener vigencia, como algunos sostienen, tanto los que dicen que nada es verdadero 30(afirman, en efecto, que nada impide que en todos los casos ocurra como con la afirmación de que la diagonal es inconmensurable), como los que dicen que todas las cosas son verdaderas. Por lo demás, estas doctrinas vienen a identificarse, a fin de cuentas, con la de Heráclito. En efecto, el que afirma que todas las cosas son verdaderas y que todas las cosas son falsas, afirma también cada uno de estos enunciados por separado y, por tanto, si son imposibles aquéllos, también serán imposibles 1012béstos.
[63]
Además, es evidente que hay enunciados contradictorios que no es posible que sean verdaderos a la vez ni tampoco falsos los dos, si bien, por lo dicho,[64] <esto último> podría parecer mayormente posible.
Por lo demás, y como se dijo en las argumentaciones anteriores,[65] 5frente a todas las doctrinas de este tipo ha de exigirse del otro, no que reconozca que algo es o no es, sino que diga algo que signifique algo, de modo que se discutirá a partir de una definición, tras haber establecido qué significa «verdadero» o «falso». Ahora bien, si lo que es verdadero decirlo no es otra cosa que lo que es falso negarlo, es imposible 10que todas las cosas sean falsas, ya que uno u otro miembro de la contradicción es necesariamente verdadero.
Además, si es necesario o afirmar o negar todo, es imposible que lo uno y lo otro sean falsos: en efecto, <solamente> uno de los miembros de la contradicción es falso.
Y a todas estas doctrinas les ocurre lo que ya repetimos una y otra 15vez, que se destruyen a sí mismas. Y es que quien afirma que todas las cosas son verdaderas convierte en verdadero también el enunciado contrario al suyo propio y, por tanto, convierte el suyo propio en no verdadero (ya que el enunciado contrario dice de este que no es verdadero); por su parte, el <enunciado> que afirma que todas las cosas son falsas lo afirma también de sí mismo. Pero si proponen como excepciones, el uno, el enunciado contrario, <diciendo> que es el único que no es verdadero, y el otro, el enunciado propio, <diciendo> que no es 20falso, en no menor grado les sucederá que, de hecho, están pidiendo <que se admitan> infinitos enunciados verdaderos y falsos: y es que la afirmación de que «el enunciado verdadero es verdadero» es, a su vez, verdadera, y esto da lugar a un proceso infinito.
Por otra parte,[66] es evidente que no dicen verdad ni quienes afirman que todas las cosas están en reposo ni quienes <afirman> que todas las cosas están en movimiento. Si todas las cosas están en reposo, las mismas cosas serán eternamente verdaderas y falsas; pero esto se muestra sometido a cambio: el mismo que sostiene esta doctrina no 25existía en cierto momento y, de nuevo, no existirá. Si, por el contrario, todas las cosas están en movimiento, nada será verdadero y, por tanto, todas las cosas serán falsas. Pero ya se ha demostrado que es imposible. Además, lo que cambia es, necesariamente, algo que es, puesto que el cambio se produce a partir de algo hacia algo. Y, por otra parte, tampoco todas las cosas están a veces en reposo y a veces en movimiento, sin que nada permanezca eternamente. Hay, en efecto, 30algo que mueve eternamente las cosas que se mueven, y lo primero que mueve es, ello mismo, inmóvil.