Metafísica

LIBRO TERCERO (B)

<FORMULACIÓN DE LAS APORÍAS>

Con vistas a la ciencia que andamos buscando es necesario que vayamos, 25primeramente, a aquellas cuestiones en cuyo carácter aporético conviene situarse en primer lugar.

Se trata de aquellas <cuestiones> acerca de las cuales algunos han pensado de manera distinta y, aparte de éstas, si alguna otra resulta que fue pasada por alto. Ahora bien, detenerse minuciosamente en una aporía es útil para el que quiere encontrarle una salida adecuada.[2] En efecto, la salida adecuada ulterior no es sino la solución de lo previamente aporético. Por lo demás, quien no conoce el nudo no es posible que lo desate, pero la situación 30aporética de la mente pone de manifiesto lo problemático de la cosa. Y es que, en la medida en que se halla en una situación aporética, le ocurre lo mismo que a los que están atados: en ambos casos es imposible continuar adelante. Por eso conviene considerar primero todas las dificultades, por las razones aducidas, y también porque los que buscan 35sin haberse detenido antes en las aporías se parecen a los que ignoran adónde tienen que ir, y además <ignoran>, incluso, si han encontrado o 995bno lo que buscaban. Para éste no está claro el final, pero sí que lo está para el que previamente se ha detenido en la aporía. Además, quien ha oído todas las razones contrapuestas, como en un litigio, estará en mejores condiciones para juzgar.

<I> La primera aporía versa sobre aquello cuyo carácter aporético 5ya hemos señalado en nuestra explicación introductoria:[3] si corresponde a una o a muchas ciencias el estudio de las causas. <II> Y si corresponde a la ciencia considerar solamente los primeros principios de la entidad, o también ha de ocuparse de los principios a partir de los cuales todos hacen las demostraciones como, por ejemplo, si es posible o no afirmar y negar a la vez una y la misma cosa, y los otros principios 10de este tipo. <III> Y en el caso de que se ocupe de la entidad, si es una sola o más de una la <ciencia> que se ocupa de todas las entidades, y en el caso de que sean más de una, si todas ellas son del mismo género o, por el contrario, a unas ha de darse el nombre de «sabiduría» y a otras otro nombre.

<IV> Entre lo que ha de investigarse necesariamente está también esto: si ha de afirmarse que existen solamente las entidades sensibles o 15también otras además de éstas, y si hay un género de entidades o más de uno como afirman los que, además de las Formas, ponen, entre éstas y las sensibles, las Realidades Matemáticas.

Ciertamente, como decimos, estas cuestiones han de someterse a examen, y <V> si nuestro estudio se ocupa solamente de la entidad o también de los accidentes que, por sí mismos,[4] pertenecen a las entidades. 20Y además de éstos, a qué ciencia pertenece el estudio acerca de lo Idéntico y lo Diverso, lo Semejante y lo Desemejante y la Contrariedad, y acerca de lo Anterior y lo Posterior, y todos los otros opuestos de este tipo que pretenden estudiar los dialécticos derivando su examen exclusivamente a partir de las opiniones comunes. Y además, 25cuantos accidentes pertenecen, por sí mismos, a estas cosas, y no sólo qué es cada una de ellas, sino si cada una tiene un solo contrario.

<VI> Y si los principios y los elementos se identifican con los géneros, o bien con los constitutivos intrínsecos en que cada cosa se descompone. <VII> Y en el caso de que se identifiquen con los géneros, si con los <géneros> últimos que se predican de los individuos, o más bien con 30los primeros, por ejemplo, si «hombre» o más bien, «animal» es principio y posee más realidad aparte de las cosas individuales.

<VIII> Pero, sobre todo, ha de investigarse y tratarse si, aparte de la materia, hay —o no— algo que sea causa por sí, y si es separable o no, y si es numéricamente uno o más de uno, y si se trata de algo fuera del 35compuesto (hablo de «compuesto» cuando algo se predica de la materia) o no es nada fuera de él, o en unas cosas sí y en otras no, y entre las cosas que son, cuáles son de este tipo.

<IX> Además, ¿son numéricamente o específicamente limitados los 996aprincipios, tanto los que se dan en las definiciones como los que se dan en el sujeto? <X> ¿Y los principios de las cosas corruptibles y de las incorruptibles son los mismos o son distintos? ¿Y son todos ellos incorruptibles, o bien los de las cosas corruptibles son corruptibles?

<XI> Además, lo más difícil de todo y que encierra la más grande aporía: ¿lo «Uno» y «lo que es» no son otra cosa que la entidad de 5las cosas que son, tal como afirmaban los Pitagóricos y Platón? ¿O no, sino que el sustrato es otra cosa como, por ejemplo, Empédocles dice que lo es la Amistad, algún otro que el fuego, otro que el agua o que el aire?

<XII> Y si los principios son universales o como las cosas individuales. 10<XIII> Y sin son en potencia o en acto y, además, si <su actualidad o potencialidad> son de otro tipo que las relativas al movimiento. Estas cuestiones, en efecto, presentan múltiples aporías.

<XIV> Y además ¿los números, las longitudes, las figuras y los puntos son entidades o no? Y en el caso de que lo sean, ¿se dan separadas de las cosas sensibles o son inherentes en éstas?15

Desde luego, en relación con todas estas cuestiones no sólo es difícil hallar las salidas verdaderas, sino que tampoco es fácil desplegar las aporías razonando adecuadamente.

CAPÍTULO SEGUNDO

<DESARROLLO DE LAS CINCO PRIMERAS APORÍAS>[5]

<I> Vayamos primero a aquello a que primero nos hemos referido, si corresponde a una o a más de una ciencia estudiar todos los géneros 20de las causas.[6] ¿Cómo, en efecto, correspondería a una única ciencia estudiar los principios si éstos no son contrarios? Además, no todos ellos se dan en muchas de las cosas que son: ¿cómo pueden tener las cosas inmóviles un principio del movimiento o la naturaleza del bien, 25si todo lo que es bueno constituye, por sí y por su propia naturaleza, un fin y una causa en cuanto que las demás cosas son y se generan para ello y, de otra parte, el fin y el «aquello para lo cual» es fin de alguna acción y todas las acciones se producen con movimiento? Luego en las cosas inmóviles no parece posible que haya tal principio ni Bien en sí 30alguno. Por eso en las matemáticas nada se demuestra recurriendo a tal causa, ni hay demostración alguna porque «<así> es mejor o peor», sino que nadie se acuerda en absoluto de ninguna de tales causas, y precisamente por ello algunos sofistas —como Aristipo— las menosprecian: y es que en las demás artes y oficios, como en la construcción 35y en la zapatería, todo se dice «porque <así> es mejor o peor», pero las matemáticas no hacen razonamiento alguno acerca de bienes y males.

996bPero si son varias las ciencias de las causas y cada una se ocupa de cada uno de los principios, ¿cuál de ellas diríamos que es la que andamos buscando, o quién de los que poseen tales ciencias es el que conoce en máximo grado el asunto que indagamos? Puede ocurrir, 5en efecto, que en la misma cosa se den todos los tipos de causas, por ejemplo, en una casa: aquello de donde proviene el movimiento es el arte y el constructor; «aquello para lo cual», la obra; la materia, la tierra y las piedras; la forma, la esencia.

Ciertamente, a partir de las precisiones ya hechas sobre cuál de las ciencias ha de denominarse «sabiduría» hay razones para denominar tal a cada una de ellas. Así, en tanto que es soberana y rectora y es justo 10que las demás ciencias, como servidoras suyas, no le repliquen, sería tal la <ciencia> del fin y del Bien (para <alcanzar> éste se hacen, en efecto, todas las demás cosas); pero en tanto que se definió como ciencia de las causas primeras y de lo máximamente cognoscible, sería tal la <ciencia> de la entidad. En efecto y puesto que acerca de la misma cosa caben muchos tipos de conocimientos, solemos decir que la conoce 15mejor el que sabe qué es la cosa, <si la conoce> por lo que es más que <si la conoce por> lo que no es, y de estos mismos <que la conocen del primer modo>, que el uno conoce más que el otro y en grado sumo si sabe qué es, y no de qué cantidad o de qué cualidad es, o qué acciones y afecciones le corresponden. Además, también en los demás casos —en aquellos de que hay demostraciones— pensamos que el conocimiento de cada cosa tiene lugar cuando sabemos qué es (por ejemplo, qué es 20hallar un cuadrado: encontrar la media proporcional, y lo mismo en los demás casos); por el contrario, tratándose de las generaciones, acciones y todo tipo de cambio, cuando conocemos el principio del movimiento.[7] Este principio es distinto y opuesto al fin. Luego estudiar cada una de estas causas parecería corresponder a ciencias distintas.

<II> Por otra parte y en cuanto a los principios demostrativos,[8] es 25discutible si su estudio corresponde a una ciencia o a más de una (y llamo «principios demostrativos» a las opiniones comunes a partir de las cuales todos demuestran, por ejemplo, que «toda cosa necesariamente 30ha de afirmarse o negarse», y que «es imposible ser y no ser a la vez», y todos los demás principios de este tipo), si la ciencia de éstos y la de la entidad son una o son distintas, y si no es una, cuál de ellas ha de caracterizarse como la que ahora andamos buscando.

Ciertamente, no es razonable que su estudio corresponda a una sola ciencia. ¿Por qué, en efecto, el conocer estas proposiciones habría de 35ser propio de la geometría más bien que de cualquier otra ciencia? Pero si corresponde por igual a cualquiera <de las ciencias> y no es posible 997aque pertenezca a todas a ellas, el conocerlos no será propio tampoco de la ciencia que conoce las entidades, al igual que no es propio de ninguna de las demás en particular. Pero, además, ¿de qué manera puede haber ciencia de tales principios?[9] Desde luego, sabemos ya qué es cada uno de ellos (ciertamente, también las demás artes se sirven 5de ellos como de algo conocido). Y si la ciencia de ellos es demostrativa, tendrá que haber algún género como sujeto, y de ellos, unos serán propiedades y otros serán axiomas (puesto que es imposible que todo se demuestre): en efecto, necesariamente se demuestra algo, acerca de algo y a partir de algo. De modo que habrá un único género que 10abarcará todo aquello que se demuestra, ya que las ciencias demostrativas todas se sirven de axiomas.

Pero si la <ciencia> de la entidad y la de estos principios son distintas, ¿cuál de ellas es más soberana y anterior? Y es que los axiomas son universales en grado sumo y principios de todo, y si no corresponde al filósofo, ¿a qué otro corresponderá estudiar la verdad y la falsedad de los mismos?

<III> Y en general, ¿son una o más de una las ciencias que se ocupan 15de todas las entidades? Y si no es una, ¿de qué tipo de entidades diremos que se ocupa esta ciencia?[10] Por lo demás, no parece razonable que una sola ciencia se ocupe de todas ellas. En tal caso, en efecto, habría una única ciencia demostrativa acerca de todos los accidentes, dado que toda ciencia demostrativa estudia, a partir de los principios comunes, los accidentes que por sí pertenecen a un sujeto. Desde luego, 20a una misma ciencia corresponde estudiar, a partir de unos mismos principios, los accidentes que por sí pertenecen a un mismo género. Y puesto que lo estudiado pertenece a una sola ciencia y los principios pertenecen a una sola ciencia, sea la misma o sea otra,[11] también los accidentes <pertenecen a una sola ciencia>, bien los estudien éstas, bien una sola que abarque a ambas.

<V> Además, ¿el estudio se ocupará sólo de las entidades o también 25de los accidentes de éstas?[12] Por ejemplo: si el sólido es una entidad y lo son también las líneas y las superficies, ¿el conocimiento de éstas pertenece a la misma ciencia que el <conocimiento> de los accidentes de cada uno de los géneros acerca de los cuales las matemáticas hacen demostraciones, o a otra? Por una parte, si pertenecen a la misma, 30habría una ciencia que sería demostrativa también de la entidad: pero no parece que haya demostración del qué-es. Por otra parte, si pertenecen a ciencias distintas, ¿cuál será la que estudie los accidentes pertenecientes a la entidad? Desde luego, es muy difícil contestar a esto.

<IV> Además,[13] ¿ha de afirmarse que existen solamente las entidades 35sensibles o también otras aparte de ellas? ¿Y los géneros de las entidades 997bresultan ser uno o más de uno? Esto último es lo que sostienen quienes afirman que existen las Formas y las Realidades Intermedias, de las cuales, dicen, se ocupan las ciencias matemáticas.

En qué sentido afirmamos nosotros que las Formas son causas y entidades por sí ya ha quedado establecido en nuestras explicaciones 5primeras[14] acerca de ellas. Pero siendo muchas las dificultades <de quienes sostienen tal teoría>, el absurdo mayor es afirmar que existen ciertas naturalezas aparte de las que hay en el firmamento, y afirmar, sin embargo, que son idénticas a las sensibles, excepto que aquéllas son eternas, mientras que éstas son corruptibles. Dicen, en efecto, que existe El Hombre Mismo y El Caballo Mismo y La Salud Misma, pero no añaden ninguna otra aclaración, con lo cual vienen a hacer como los que afirman que hay Dioses, pero de forma humana:

10ni éstos hacen otra cosa que hombres eternos, ni aquéllos otras Formas que realidades sensibles eternas.

Además, si se establecen las Realidades Intermedias, aparte de las Formas y de las cosas sensibles, se tendrán muchas aporías: es obvio, en efecto, que habría Líneas aparte de las <Líneas> Mismas y de las sensibles, y lo mismo 15respecto de cada uno de los demás géneros. De modo que, al ser la astronomía una de estas <ciencias matemáticas>, habrá un Firmamento además del firmamento sensible, y un Sol y una Luna, y lo mismo con todo lo demás que hay en el firmamento. Pero ¿cómo dar credibilidad a esto? Pues <un Firmamento tal> no es razonable que sea inmóvil, pero es totalmente imposible que esté en movimiento. 20Y lo mismo ocurre con las cosas de que se ocupan la óptica y la ciencia matemática de la armonía: también, en efecto y por las mismas causas, es imposible que existan éstas aparte de las cosas sensibles. Y es que si hay Realidades Sensibles Intermedias y Sensaciones Intermedias, es obvio que habrá también Animales Intermedios entre los Animales en sí y los corruptibles. Y, además, tendríamos la aporía de determinar, entre las cosas que son, acerca de cuáles 25han de buscarse ciencias de este tipo. En efecto, si la geometría se distingue de la geodesia[15] solamente porque ésta se ocupa de aquellas cosas que percibimos sensiblemente y aquélla de las no sensibles, es evidente que habrá otra Ciencia aparte de la medicina —y aparte de cada una de las demás— y será Intermedia entre la Medicina Misma y esta medicina de acá. Pero ¿cómo sería posible tal? Pues 30habría también Realidades Sanas aparte de las sensibles y de Lo Sano Mismo. Añádase, por lo demás, que ni siquiera es verdad que la geodesia se ocupa de magnitudes sensibles y corruptibles: en efecto, aquélla se corrompería al corromperse éstas. Pero tampoco la astronomía se ocuparía de las magnitudes sensibles ni acerca de este firmamento sensible. En efecto, ni las líneas sensibles son como dice el 35geómetra (ninguna recta o curva de las sensibles es tal: la circunferencia 998ano toca a la tangente en un punto, sino como Protágoras decía tratando de refutar a los geómetras), ni los movimientos y revoluciones del firmamento son como los que explica la astronomía, ni los 5puntos[16] tienen la misma naturaleza que los astros.

Por otra parte, los hay que sostienen que las Realidades que se consideran Intermedias entre las Formas y las cosas sensibles existen, pero no fuera de las cosas sensibles sino en ellas. Recorrer todos los imposibles en que incurren éstos requeriría una exposición más amplia, 10pero baste con considerar lo siguiente. No es razonable, desde luego, que existan de tal modo solamente las Realidades Intermedias, sino que, obviamente, también las Formas podrían existir en las cosas sensibles (unas y otras caen, en efecto, bajo el mismo razonamiento); además, sería necesario que hubiera dos sólidos en el mismo lugar, y que no fueran inmóviles, puesto que existirían en las cosas 15sensibles sometidas a movimiento. En suma, ¿para qué sostener que existen tales Realidades pero que existen en las cosas sensibles? Ocurrirán, en efecto, los mismos absurdos que hemos señalado: habrá un Firmamento aparte del firmamento, sólo que no separado de él, sino en el mismo lugar. Lo cual es más imposible aún.

CAPÍTULO TERCERO

<DESARROLLO DE LAS APORÍAS SEXTA Y SÉPTIMA>[17]

20Ciertamente, plantea mucha aporía qué posición ha de adoptarse en torno a estas cuestiones para alcanzar la verdad, <VI> y en torno a los principios, si ha de suponerse que son principios y elementos los géneros o si lo son, más bien, los constitutivos intrínsecos primeros a partir de los cuales cada cosa es:[18] así, de la voz parecen ser elementos y principios los constitutivos primeros a partir de los cuales se componen las 25voces, y no el universal «voz»; y decimos que son elementos de las demostraciones geométricas aquellas proposiciones cuyas demostraciones están contenidas en las demostraciones de las demás (de todas o de la mayoría); y tanto los que afirman que los elementos son más de uno como los que afirman que es uno, dicen que son principios de los cuerpos aquéllos a partir de los cuales éstos se componen y constituyen: 30así, Empédocles dice que son elementos el fuego, el agua y los que acompañan a éstos, en la medida en que a partir de ellos —como constitutivos intrínsecos— existen las cosas que son, pero no dice que 998bsean <elementos> en cuanto géneros de las cosas que son. Además, si se quiere conocer la naturaleza de las demás cosas, por ejemplo, una cama, se conocerá la naturaleza de ésta cuando <se conoce> de qué partes está constituida y cómo están ensambladas. De estos argumentos resultaría, ciertamente, que no son principios los géneros de las cosas que son.

Pero, por otra parte, si conocemos cada cosa por medio de las definiciones, y los géneros son principios de las definiciones, necesariamente 5también los géneros serán principios de las cosas definidas. Y si alcanzar la ciencia de las cosas que son, consiste en alcanzar la ciencia de las especies según las cuales se denominan las cosas que son, los géneros son, ciertamente, principios de las especies. Y también algunos de los que consideran «lo Uno» o «lo que es» o «lo Grande y lo Pequeño» 10como elementos de las cosas que son, los utilizan como géneros.

Pero no es posible tampoco hablar de «principios» en ambos sentidos. Pues el enunciado de la entidad es único y, sin embargo, la definición por géneros es distinta de la que enumera los constitutivos intrínsecos.

<VII> Además y suponiendo que los géneros fueran principios en grado sumo ¿han de considerarse principios los géneros primeros, o los últimos que se predican de los individuos?[19] También esto tiene 15su dificultad. En efecto, si siempre los universales son principios en mayor grado, es evidente que lo serán los géneros más elevados, ya que éstos se predican de todos. Y habrá tantos principios de las cosas que son, cuantos géneros primeros, de modo que «lo que es» y 20lo «uno» serán principios y entidades. Éstos, en efecto, se predican máximamente de todas las cosas que son. Pero, sin embargo, no es posible que «uno» y «lo que es» sean géneros de las cosas que son.

En efecto, de una parte, es necesario que las diferencias de cada género sean y que cada una de ellas sea una; pero, de otra parte, ni las especies del género ni el género sin sus especies pueden predicarse de las diferencias propias, de modo que si «uno» o «lo que es» fueran géneros, 25ninguna diferencia sería una ni algo que es.[20] Y si no son géneros, tampoco serán principios, supuesto que los géneros son principios.

30Además, también los <universales> intermedios tomados con sus diferencias —hasta llegar a las <especies> indivisibles—[21] serán géneros. (Algunos parecen serlo, otros no.) A lo que hay que añadir que las diferencias serán también principios en mayor medida aún que los géneros. Pero si también éstas son principios, los principios vienen a 999aser infinitos, por así decirlo, y más aún si se establece como principio el género primero. Pero si lo «uno» es principial en mayor medida, y uno es lo indivisible, y todo lo indivisible es tal o según la cantidad o según la especie, y si lo indivisible según la especie es anterior y, de otra parte, los géneros son divisibles en especies, con más razón sería 5una la <especie> última que se predica de los individuos. En efecto, «hombre» no es un género de los hombres individuales.

Además, en aquellas cosas en que se da lo anterior y posterior, no es posible que el universal que las abarca sea algo aparte de ellas. (Por ejemplo, si el dos es el primero de los números,[22] no habrá un género «número» aparte de las especies de los números. E igualmente, tampoco 10un género «figura» aparte de las especies de las figuras. Y si no los hay en estos casos, menos aún habrá géneros de las demás cosas aparte de sus especies: de aquéllos, en efecto, es de los que se piensa, sobre todo, que hay géneros.) En los individuos, sin embargo, no se dan lo anterior y lo posterior. Además, donde se dan lo mejor y lo peor, siempre lo mejor es anterior: conque tampoco de estas cosas habrá género. De todas 15estas razones parece resultar que las <especies> que se predican de los individuos son principios con más razón que los géneros.

Pero, a su vez, cómo han de entenderse estos principios, no es fácil decirlo. En efecto, por una parte, el principio y la causa ha de darse aparte de las cosas de que es principio, y ha de poder existir separado de ellas. Pero, de otra parte, ¿por qué suponer que hay algo tal aparte de los individuos, a no ser porque se predica universalmente 20y de todos? Pero si la razón es ésta, habrá de afirmarse que cuanto más universal, más principio. Con lo cual, los primeros géneros serían principios.

CAPÍTULO CUARTO

<DESARROLLO DE LAS APORÍAS OCTAVA, NOVENA, DÉCIMA Y UNDÉCIMA>[23]

<VIII> Hay una aporía relacionada con éstas, la más difícil de todas y la que es más necesario considerar, de la cual trataremos ahora.[24] Y es que, si 25no existe algo aparte de los individuos y los individuos son infinitos, ¿cómo es posible alcanzar ciencia de las cosas infinitas? En efecto, conocemos todas las cosas en la medida en que se da algo que es uno, idéntico y universal. Pero si esto es así necesariamente y ha de haber algo aparte de los individuos, sería necesario que, aparte de los individuos, 30existieran los géneros, bien los últimos, bien los primeros. Sin embargo, al desarrollar la aporía, hemos argumentado hace un momento[25] que esto es imposible.

Además, si existe algo aparte del compuesto concreto,[26] sobre todo cuando se predica algo de la materia, ¿habrá ese algo, si lo hay, aparte de todas las cosas, o lo habrá aparte de algunas, pero no aparte de otras, o aparte de ninguna? Y es que si nada hay aparte de los individuos, 999bnada habrá inteligible, sino que todas las cosas serán sensibles, y no habrá ciencia de nada, a no ser que se llame ciencia a la sensación. Pero, además, tampoco habrá nada eterno ni inmóvil (pues las cosas sensibles, todas, se corrompen y están en movimiento). Y, por 5otra parte, si nada hay eterno, tampoco es posible que haya generación.

En efecto, necesariamente es algo lo que se genera y aquello a partir de lo cual se genera, y el último de éstos es ingenerado, si es que ha de pararse en algún punto, y no es posible la generación a partir de lo que no es. Además, puesto que hay generación y movimiento, necesariamente 10han de tener límite. (Y es que ningún movimiento es infinito, sino que todos tienen fin, y no es posible que se genere lo que no puede llegar a estar generado; y por su parte, lo generado existe tan pronto como se generó.) Además, si la materia es <eterna> por ser ingenerada,[27] mucho más razonable aún es que <lo> sea la entidad a 15que aquélla llega en la generación. Y si no lo son ni ésta ni aquélla, nada existirá en absoluto; pero si esto es imposible, necesariamente habrá algo fuera del compuesto concreto: la forma, la forma específica.[28] Ahora bien, si se da esto por establecido, surge la aporía de sobre qué cosas se establecerá y sobre qué cosas no. Que no es posible establecerlo sobre todas las cosas, es evidente. Desde luego, no estableceríamos que hay casa alguna fuera de las casas individuales.[29] Además, ¿cómo 20sería una la entidad de todos, por ejemplo, de los hombres? Esto es absurdo ya que todas las cosas son una cuando su entidad es una. ¿Son, entonces, muchas y diferentes? Pero esto también es absurdo. Y además, ¿cómo la materia llega a ser cada una de estas cosas y el compuesto es estas dos cosas?

<IX> Además, cabe plantearse también esta aporía respecto de los 25principios.[30] De una parte, si son uno específicamente, nada será numéricamente uno, ni siquiera Lo Uno Mismo y Lo que es <Mismo>. ¿Y cómo será posible el conocimiento si no hay algo que, siendo uno, abarque todas las cosas? De otra parte, si cada uno de los principios es numéricamente uno, y no son diversos los de cosas diversas como ocurre con las cosas sensibles (por ejemplo: de esta sílaba que es la 30misma específicamente, sus principios son también los mismos específicamente, pero numéricamente son distintos); si, pues, no es así, sino que los principios de las cosas que son constituyen algo numéricamente uno, no existirá ninguna otra cosa aparte de los elementos. En efecto, no hay diferencia alguna entre decir «numéricamente uno» y decir «individuo»: desde luego, la expresión «individuo» la usamos en el sentido de «numéricamente uno», mientras que llamamos «universal» a lo que abarca a éstos. Del mismo modo que si los sonidos 1000aelementales fueran numéricamente delimitados, necesariamente las letras, todas, serían tantas cuantos fueran los sonidos elementales, al no haber dos idénticas ni haberlas en número superior <al de los sonidos elementales>.[31]

<X> Una aporía, no menor que ninguna otra, ha sido pasada por 5alto por los contemporáneos y por los predecesores: los principios de las cosas corruptibles y los de las incorruptibles ¿son los mismos o son otros?[32] En efecto, si son los mismos, ¿cómo, y por qué causa, unas cosas son corruptibles y otras incorruptibles? Ciertamente, los que siguen a Hesíodo, y los teólogos todos, tuvieron solamente en cuenta lo que les resultaba verosímil a ellos mismos, pero no se preocuparon 10de nosotros. (Pues tras establecer que los principios son dioses y que de dioses proceden las generaciones, afirman que son mortales aquellos que no han probado el néctar y la ambrosía: evidentemente, utilizaban estas palabras como quien conoce bien su significado. Sin embargo, lo que dijeron acerca de la introducción misma de estas causas 15supera nuestra comprensión: pues si tomaron tales bebidas por placer, el néctar y la ambrosía no pueden, en absoluto, ser causas de su ser; pero si son causas de su ser, ¿cómo podían ser inmortales si necesitan alimentarse?)

Pero no merece la pena examinar con detenimiento las especulaciones de carácter mítico. Sí que conviene, por el contrario, informarse 20de los que acompañan sus doctrinas con demostraciones preguntándoles por qué, de entre las cosas que son, las unas son eternas por naturaleza, mientras que las otras se corrompen, si proceden de los mismos principios. Pero puesto que ni dicen la causa ni es razonable que así sea, es evidente que sus principios y causas no pueden 25ser los mismos. Y que, incluso, Empédocles, de quien cabría pensar que es muy coherente consigo mismo en su doctrina, también él sufrió el mismo error. De una parte, en efecto, establece cierto principio, el Odio, como causa de la corrupción; pero, de otra parte, no parece menos cierto que el Odio es también causa de generación, excepto para lo Uno, puesto que todas las demás cosas —excepto Dios— proceden de él. Ciertamente dice

De los cuales <elementos> nacieron cuantas cosas eran, y cuantas son,

30árboles, hombres y mujeres,

bestias, aves y peces que se alimentan del agua

y también dioses de larga existencia.[33]

Pero incluso dejando aparte estas expresiones, es evidente lo que decimos. 1000bPues si el Odio no estuviera en las cosas, todas serían una, como dice. Pero cuando todas estaban reunidas, entonces

surgió finalmente el Odio.[34]

Y por eso le sucede que el dios máximamente feliz es menos inteligente 5que las demás cosas: carece, en efecto, de Odio, siendo que lo semejante se conoce con lo semejante. Dice:

Vemos la tierra con la tierra, el agua con el agua,

el divino éter con el éter, con el fuego el fuego destructor,

la Amistad con la Amistad y el Odio, en fin, con el dañino Odio.[35]

Pero volviendo al punto de partida de nuestra exposición, es ciertamente claro que le sucede que el Odio no es causa de la corrupción en mayor grado que lo es del ser; del mismo modo, tampoco la Amistad 10lo es del ser, ya que al reunir las cosas en una, destruye todas las demás. Y, al mismo tiempo, no expone causa alguna del cambio mismo, excepto que así sucede naturalmente:

Cuando el poderoso Odio se desarrolló en sus miembros,

se alzó al poder, cumplido el tiempo

concedido a ambos alternativamente por un ancho juramento.[36]

como que el cambio es algo necesario. Pero no expone claramente causa alguna de esta necesidad. No obstante, él es el único que se expresa con coherencia en lo siguiente: de las cosas que son, no hace que unas sean corruptibles y otras no, sino corruptibles todas, excepto los elementos. 20Pero la aporía que ahora estamos exponiendo es por qué unas cosas son corruptibles y otras no, si proceden de los mismos principios.

Quede dicho todo lo anterior respecto de que no es posible que los principios sean los mismos. Pero si se trata de principios distintos, entonces surge una aporía: si son incorruptibles o corruptibles. Desde luego, si son corruptibles, evidentemente es necesario que provengan 25de algo (puesto que todas las cosas se descomponen en los elementos de que provienen) y, por tanto, viene a suceder que hay otros principios anteriores a los principios. Pero esto es imposible, tanto si <la serie> se detiene en algún punto como si continúa al infinito. Además, ¿cómo existirán las cosas corruptibles, una vez destruidos los principios? Pero si son incorruptibles, ¿por qué, siendo incorruptibles, de unos surgen 30cosas corruptibles, mientras que de otros surgen cosas incorruptibles? Esto no es, desde luego, razonable: más bien, o es imposible o necesita mucha argumentación.

Además, ningún filósofo ha pretendido que los principios sean distintos, sino que afirman que son los mismos para todas las cosas, si bien apenas hincan el diente al primer problema suscitado 1001aen la aporía, como teniéndolo por algo de menor importancia.

<XI> El problema[37] cuya consideración es no sólo la más difícil sino también la más necesaria para conocer la verdad es éste: si «lo que es» 5y lo «uno» son entidades de las cosas que son, y si cada uno de ellos son «lo uno» y «lo que es», sin ser otra cosa, o si, por el contrario, hay que indagar qué son «lo que es» y «lo uno» porque tienen otra naturaleza como sustrato. Unos opinan que se trata de lo primero y otros que se trata de esto último.

10Ciertamente, Platón y los Pitagóricos dicen que «lo que es» y lo «uno» no son otra cosa,[38] sino que su naturaleza consiste en ser esto, como que su entidad consiste mismamente en ser uno y ser-lo que es. Pero los filósofos naturales son de otra opinión. Así, Empédocles explica qué es lo uno refiriéndolo a algo más conocido: en efecto, parece decir que es la Amistad (ésta es, ciertamente, la causa de la unidad para todas 15las cosas). Otros dicen que el fuego. Otros dicen que es aire lo uno y lo que es, y que a partir de él existen y se han generado las cosas que son. Y de igual modo también los que proponen más de un elemento: también éstos, en efecto, tienen que afirmar necesariamente que lo «uno» y «lo que es» son tantas cosas cuantos principios dicen que hay.

20Ahora bien, si no se acepta que lo «uno» y «lo que es» son algún tipo de entidad, sucederá que ningún otro universal será tampoco entidad (aquéllos son, en efecto, universales en mayor grado que ningún otro, y si lo Uno Mismo y «Lo que es» Mismo no son algo aparte de los llamados individuos, mucho menos lo será ninguno de los otros 25universales). Además, si lo «uno» no es entidad, es evidente que tampoco el número será una naturaleza separada de las cosas que son. (En efecto, el número consta de unidades y la unidad es el ser mismo de lo uno.) Pero si Lo Uno Mismo y «Lo que es» Mismo son algo, entonces necesariamente su entidad consistirá en «ser-uno» y en «ser-lo que es». En efecto, <de ellos> no se predica ningún otro universal, sino ellos de ellos mismos.

Ahora bien, si «Lo que es» Mismo y Lo Uno Mismo son algo, entonces 30surgirán muchas dificultades respecto de cómo puede haber alguna otra cosa aparte de ellos, quiero decir, cómo pueden ser más de una las cosas que son. En efecto, lo otro de lo que es, no es. De modo que, de acuerdo con el razonamiento de Parménides, sucederá necesariamente que son una todas las cosas que son, y que eso es «lo que es». Ambas posturas, por lo demás, comportan dificultades.

Y es que, tanto si «lo 1001buno» no es entidad como si Lo Uno Mismo es algo, resulta imposible que el número sea entidad. Si no lo es, ya quedó dicho por qué; si lo es, tendremos la misma dificultad que con «lo que es»: ¿a partir de qué habrá, aparte de Lo Uno Mismo, otra cosa que sea una? Esta otra, desde 5luego, sería necesariamente no-una. Y, sin embargo, todas las cosas que son, o son una o son muchas, cada una de las cuales es una.

Además, si Lo Uno Mismo es indivisible, no será nada, de acuerdo con la doctrina de Zenón. (No admite, en efecto, que algo forme parte de las cosas que son, si no produce aumento ni disminución al añadirlo o sustraerlo, tomando como evidente que «lo que es» es magnitud. Y si es magnitud, es corpóreo. Lo corpóreo, desde luego, existe en todas 10las direcciones; por el contrario, las demás cosas —como la superficie y la línea— producen aumento si se añaden de cierto modo, pero si se añaden de cierto modo, no; el punto y la unidad no lo producen en modo alguno.) Pero puesto que este autor es burdo en su modo de ver las cosas, es posible también que haya algo indivisible, de modo que, incluso en tal caso, cabe darle a él también una respuesta:[39] que al añadirlo 15<a algo> no hará que sea de mayor tamaño, pero sí que sea más numeroso. Pero ¿cómo surgirá una magnitud a partir de un «uno» de este tipo o de una pluralidad de este tipo? Es, en efecto, como decir 20que la línea consta de puntos. Y si se supone, como algunos dicen, que el número se genera a partir de El Uno Mismo y de otro principio que no es uno, no resultará menos cuestionable por qué y cómo lo generado es unas veces número y otras veces magnitud, ya que lo no-uno era la Desigualdad y, por tanto, la misma naturaleza en ambos casos. Ni resulta claro tampoco cómo de lo «uno» y de ésta, o cómo de cierto número y de ésta, pueden generarse las magnitudes.

CAPÍTULO QUINTO

<DESARROLLO DE LA APORÍA DECIMOCUARTA>[40]

25Con éstas se halla relacionada la aporía de si los números, los cuerpos, las superficies y los puntos son entidades o no.[41] Desde luego, si no lo son, se nos escapa qué es lo que es y cuáles las entidades de las cosas 30que son. Y es que las afecciones, los movimientos, las relaciones, las disposiciones y las proporciones no parecen significar la entidad de nada (todas, en efecto, se dicen de un sujeto y ninguna de ellas significa un esto).[42] En cuanto a aquellas cosas que en mayor grado parecerían significar una entidad —el agua, la tierra, el fuego y el aire, a partir de los cuales se constituyen los cuerpos compuestos—, sus calores 1002ay sus frialdades y sus afecciones de este tipo no son entidades; antes al contrario, el cuerpo afectado por ellas es lo único que permanece como algo que es y que es entidad. Pero, por otra parte, el cuerpo es menos entidad que la superficie, y ésta menos que la línea, y ésta menos 5que la unidad y que el punto: en efecto, por ellas se define el cuerpo, y parece que pueden darse sin cuerpo mientras que el cuerpo es imposible <que se dé> sin ellas. Por eso la mayoría de la gente y los filósofos más antiguos pensaron que el cuerpo es la entidad y aquello que es, y que las demás cosas son afecciones suyas, y también, por consiguiente, que los principios de los cuerpos son los principios de 10las cosas que son. Por el contrario, los posteriores y mejor instruidos que ellos opinaron que <los principios> son los números. Y es que, como decíamos, si éstos no son entidad, nada en absoluto será entidad, nada será algo que es. Los accidentes de aquéllos no merecen, en efecto, ser denominados «cosas que son». Ahora bien, si se conviene 15en esto, en que las longitudes y los puntos son entidad con más razón que los cuerpos, y si no se ve, por otra parte, de qué cuerpos serían <entidad> (pues es imposible que se den en los cuerpos sensibles), entonces no habrá entidad alguna. Además, todas estas cosas parece que son divisiones de los cuerpos, lo uno según la anchura, lo otro según la profundidad, lo otro según la longitud. 20Añádase a esto que en el sólido se halla cualquier figura del mismo modo, de manera que si la figura de Hermes no está dentro de la piedra, tampoco estará, como algo determinado,[43] el semicubo en el cubo. Y tampoco estará superficie alguna (en efecto, si estuviera en él una superficie cualquiera, también estaría la que determina el semicubo). Y el mismo razonamiento vale para la línea y para el punto y para la 25unidad, de modo que si el cuerpo es entidad en grado sumo y más que éste lo son aquellas cosas, y si luego resulta que aquéllas no son entidades, se nos escapa qué es lo que es y qué es la entidad de las cosas que son. Además de los señalados, ocurren también los absurdos relacionados con la generación y la corrupción. Parece, en efecto, que la entidad, cuando es ahora no habiendo sido antes, o no es después de 30haber sido anteriormente, sufre tales transformaciones por generación y corrupción.

Pero los puntos, las líneas y las superficies no pueden generarse ni corromperse, aun cuando a veces sean y a veces no. 1002bEn efecto, cuando los cuerpos se juntan o se separan, <las superficies> resultan una al juntarse y dos al separarse. De modo que cuando <dos cuerpos> se juntan, <las dos superficies> no existen, sino que quedan destruidas, y cuando <los dos cuerpos> se separan, existen las dos que antes no existían. (El punto, desde luego, no se dividió en dos, pues es indivisible); ahora bien, si se generan y destruyen, ¿a partir de qué se 5generan? Viene a ocurrir como con el instante presente en el tiempo. En efecto, tampoco él puede generarse y destruirse y, sin embargo, parece ser siempre otro, como que no es una entidad. Lo mismo ocurre, obviamente, con los puntos, las líneas y las superficies. Y la razón 10es, desde luego, la misma: unos y otros son, por igual, o límites o divisiones.

CAPÍTULO SEXTO

<DESARROLLO DE LAS APORÍAS DECIMOTERCERA Y DUODÉCIMA>[44]

En general, cabe plantear la aporía de por qué, aparte de las cosas sensibles y de las Intermedias, han de buscarse también otras realidades como, por ejemplo, las Formas que nosotros proponemos. Si es porque 15las Realidades Matemáticas, aun cuando difieran de las cosas de acá en algún otro aspecto, no difieren en absoluto en cuanto a que hay una multiplicidad de la misma especie[45] y, por tanto, sus principios no pueden ser numéricamente limitados (al igual que los principios de todas las letras de acá no son limitados numéricamente, sino específicamente, a no ser que se tome esta sílaba o esta voz en particular, 20cuyos principios serán limitados también numéricamente; así ocurre también con las Realidades Intermedias, ya que las de la misma especie son también, en este caso, ilimitadas), de modo que si aparte de las cosas sensibles y de las Realidades Matemáticas no existen otras como las que algunos denominan Formas, no habrá entidad que sea una numéricamente además de específicamente,[46] ni tampoco serán limitados numéricamente, sino <sólo> específicamente, los principios de las cosas que son.

Pues bien, si esto es necesariamente así, por esta misma razón habrá 25que poner necesariamente también las Formas. Y es que quienes afirman <que hay Formas>, por más que no lo digan de un modo adecuadamente articulado, esto es lo que quieren decir, y necesariamente tienen que decir esto: que cada una de las Formas es una entidad y que ninguna de ellas es accidentalmente. Ahora bien, si establecemos 30que existen las Formas y que los principios poseen unidad numérica y no, más bien, específica, ya hemos dicho[47] qué imposibilidades resultan necesariamente.

<XIII> Muy próxima a estas cuestiones está la aporía de si los principios son en potencia o de algún otro modo.[48] En efecto, si son de otro modo, alguna otra cosa será anterior a los principios (ya que la potencia es anterior a aquella causa, y no es necesario que todo lo que 1003aes en potencia llegue a ser de aquel modo); pero si los elementos son en potencia, cabe la posibilidad de que no exista ninguna de las cosas que son. En efecto, lo que todavía no es, puede ser, puesto que lo que no es llega a ser, pero nada de lo que no puede ser llega a ser.

<XII> Ciertamente, es necesario insistir en estas aporías acerca de 5los principios, y si éstos son universales, o bien como decimos que son las cosas individuales.[49] Y es que si son universales, no serán entidades. (En efecto, ninguno de los predicados comunes significa un esto, sino que algo es «de cierta cualidad», mientras que la entidad <significa> un esto: pero si el predicado común es un esto y <hay que> 10ponerlo fuera <de los individuos de que se predica>, entonces Sócrates sería muchos animales, él mismo y «hombre» y «animal», si es que cada uno <de estos predicados> significa un esto numéricamente uno.) Así pues, si los principios son universales, sucederá tal cosa.

Pero si no son universales, sino como las cosas individuales, entonces no serán 15cognoscibles (pues la ciencia, en todos los casos, es universal) y, por consiguiente, habrá otros principios —los que se prediquen universalmente— que serán anteriores a los principios, si es que ha de haber ciencia de ellos.

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