Escena VI
Hamlet
Escena VI
HAMLET, HORACIO, BERNARDO y MARCELO
Horacio
Buenos días, señor.
Hamlet
Me alegro de verte bueno... ¿Es Horacio? O me he olvidado de mí propio.
Horacio
El mismo soy, y siempre vuestro humilde criado.
Hamlet
Mi buen amigo, yo quiero trocar contigo ese título que te das. ¿A qué has venido de Witemberga? ¡Ah! ¡Marcelo!
Marcelo
Señor.
Hamlet
Mucho me alegro de verte con salud también. Pero, la verdad, ¿a qué has venido de Witemberga?
Horacio
Señor..., deseos de holgarme.
Hamlet
No quisiera oír de boca de tu enemigo otro tanto, ni podrás forzar mis oídos a que admitan una disculpa que te ofende. Yo sé que no eres desaplicado. Pero, dime, ¿qué asuntos tienes en Elsingor? Aquí te enseñaremos a ser gran bebedor antes que te vuelvas.
Horacio
He venido a ver los funerales de vuestro padre.
Hamlet
No se burle de mí, por Dios, señor condiscípulo. Yo creo que habrás venido a las bodas de mi madre.
Horacio
Es verdad, como se han celebrado inmediatamente.
Hamlet
Economía, Horacio, economía. Aún no se habían enfriado los manjares cocidos para el convite del duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda... ¡Oh! yo quisiera haberme hallado en el cielo con mi mayor enemigo, antes que haber visto aquel día. ¡Mi padre!... Me parece que veo a mi padre.
Horacio
¿En dónde, señor?
Hamlet
Con los ojos del alma, Horacio.
Horacio
Alguna vez le vi. Era un buen Rey.
Hamlet
Era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante.
Horacio
Señor, yo creo que le vi anoche.
Hamlet
¿Le viste? ¿A quién?
Horacio
Al Rey vuestro padre.
Hamlet
¿Al Rey mi padre?
Horacio
Prestadme oído atento, suspendiendo un rato vuestra admiración, mientras os refiero este caso maravilloso apoyado con el testimonio de estos caballeros.
Hamlet
Sí, por Dios, dímelo.
Horacio
Estos dos señores, Marcelo y Bernardo, le habían visto dos veces hallándose de guardia, como a la mitad de la profunda noche. Una figura, semejante a vuestro padre, armada según él solía de pies a cabeza, se les puso delante, caminando grave, tardo y majestuoso por donde ellos estaban. Tres veces pasó de esta manera ante sus ojos, que oprimía el pavor, acercándose hasta donde ellos podían alcanzar con sus lanzas; pero débiles y casi helados con el miedo, permanecieron mudos sin osar hablarle. Diéronme parte de este secreto horrible; voyme a la guardia con ellos la tercera noche, y allí encontré ser cierto cuanto me habían dicho, así en la hora, como en la forma y circunstancias de aquella aparición. La Sombra volvió en efecto. Yo conocí a vuestro padre, y es tan parecido a él, como lo son entre sí estas dos manos mías.
Hamlet
¿Y en dónde fue eso?
Marcelo
En la muralla de palacio, donde estábamos de centinela.
Hamlet
¿Y no le hablasteis?
Horacio
Sí señor, yo le hablé; pero no me dio respuesta alguna. No obstante, una vez me parece que alzó la cabeza haciendo con ella un movimiento, como si fuese a hablarme; pero al mismo tiempo se oyó la aguda voz del gallo matutino y al sonido huyó con presta fuga, desapareciendo de nuestra vista.
Hamlet
¡Es cosa bien admirable!
Horacio
Y tan cierta como mi propia existencia. Nosotros hemos creído que era obligación nuestra avisaros de ello, mi venerado Príncipe.
Hamlet
Sí, amigos, sí... pero esto me llena de turbación. ¿Estáis de centinela esta noche?
Todos
Sí, señor.
Hamlet
¿Decís que iba armado?
Todos
Sí, señor, armado.
Hamlet
¿De la frente al pie?
Todos
Sí, señor, de pies a cabeza.
Hamlet
Luego no le visteis el rostro.
Horacio
Le vimos, porque traía la visera alzada.
Hamlet
¿Y qué? ¿Parecía que estaba irritado?
Horacio
Más anunciaba su semblante el dolor que la ira.
Hamlet
¿Pálido o encendido?
Horacio
No, muy pálido.
Hamlet
¿Y fijaba la vista en vosotros?
Horacio
Constantemente.
Hamlet
Yo hubiera querido hallarme allí.
Horacio
Mucho pavor os hubiera causado.
Hamlet
Sí, es verdad, sí... ¿Y permaneció mucho tiempo?
Horacio
El que puede emplearse en contar desde uno hasta ciento, con moderada diligencia.
Marcelo
Más, más estuvo.
Horacio
Cuando yo le vi, no.
Hamlet
La barba blanca, ¿eh?
Horacio
Sí, señor, como yo se la había visto cuando vivía; de un color ceniciento.
Hamlet
Quiero ir esta noche con vosotros al puesto, por si acaso vuelve.
Horacio
¡Oh! Sí volverá, yo os lo aseguro.
Hamlet
Si él se me presenta en la figura de mi noble padre yo le hablaré aunque el infierno mismo abriendo sus entrañas me impusiera silencio. Yo os pido a todos que así como hasta ahora habéis callado a los demás, lo que visteis, de hoy en adelante lo ocultéis con el mayor sigilo; y sea cual fuere el suceso de esta noche, fiadlo al pensamiento, pero no a la lengua; y yo sabré remunerar vuestro celo. Dios os guarde, amigos. Entre once y doce iré a buscaros a la muralla.
Todos
Nuestra obligación es serviros.
Hamlet
Sí, conservadme vuestro amor y estad seguros del mío. Adiós. El espíritu de mi padre... Con armas... No es esto bueno. Recelo alguna maldad. ¡Oh! ¡Si la noche hubiese ya llegado! Esperémosla tranquilamente, alma mía. Las malas acciones, aunque toda la tierra las oculte, se descubren al fin a la vista humana.