Hamlet

Escena XIII

Hamlet

Escena XIII

HAMLET, y después HORACIO y MARCELO

Hamlet

¡Oh! ¡Vosotros ejércitos celestiales! ¡Oh! ¡Tierra!... ¿Y quién más? ¿Invocaré al infierno también? ¡Eh! No... Detente corazón mío, detente, y vos mis nervios no así os debilitéis en un momento: sostenedme robustos... ¡Acordarme de ti! Sí, alma infeliz, mientras haya memoria en este agitado mundo. ¡Acordarme de ti! Sí, yo me acordaré, y yo borraré de mi fantasía todos los recuerdos frívolos, las sentencias de los libros, las ideas e impresiones de lo pasado que la juventud y la observación estamparon en ella. Tu precepto solo, sin mezcla de otra cosa menos digna, vivirá escrito en el volumen de mi entendimiento. Sí, por los cielos te lo juro... ¡Oh, mujer, la más delincuente! ¡Oh! ¡Malvado! ¡Halagüeño y execrable malvado! Conviene que yo apunte en este libro... Sí... Que un hombre puede halagar y sonreírse y ser un malvado; a lo menos, estoy seguro de que en Dinamarca hay un hombre así, y éste es mi tío... Sí, tú eres... ¡Ah! Pero la expresión que debo conservar, es esta. Adiós, adiós, acuérdate de mí. Yo he jurado acordarme.

Horacio

Señor, señor.

Marcelo

Hamlet.

Horacio

Los Cielos le asistan.

Hamlet

¡Oh! Háganlo así.

Marcelo

¡Hola! ¡Eh, señor!

Hamlet

¿Hola? amigos, ¡eh! Venid, venid acá.

Marcelo

¿Qué ha sucedido?

Horacio

¿Qué noticias nos dais?

Hamlet

¡Oh! Maravillosas.

Horacio

Mi amado señor, decidlas.

Hamlet

No, que lo revelaréis.

Horacio

No, yo os prometo que no haré tal.

Marcelo

Ni yo tampoco.

Hamlet

Creéis vosotros que pudiese haber cabido en el corazón humano... Pero ¿guardaréis secreto?

Los dos

Sí señor, yo os lo juro.

Hamlet

No existe en toda Dinamarca un infame..., que no sea un gran malvado.

Horacio

Pero, no era necesario, señor, que un muerto saliera del sepulcro a persuadirnos esa verdad.

Hamlet

Sí, cierto, tenéis razón, y por eso mismo, sin tratar más del asunto, será bien despedirnos y separarnos; vosotros a donde vuestros negocios o vuestra inclinación os lleven..., que todos tienen su inclinaciones, y negocios, sean los que sean; y yo, ya lo sabéis, a mi triste ejercicio. A rezar.

Horacio

Todas esas palabras, señor, carecen de sentido y orden.

Hamlet

Mucho me pesa de haberos ofendido con ellas, sí por cierto, me pesa en el alma.

Horacio

¡Oh! Señor, no hay ofensa ninguna.

Hamlet

Sí, por San Patricio, que sí la hay y muy grande, Horacio... En cuanto a la aparición... Es un difunto venerable... Sí, yo os lo aseguro... Pero, reprimid cuanto os fuese posible el deseo de saber lo que ha pasado entre él y yo. ¡Ah! ¡Mis buenos amigos! Yo os pido, pues sois mis amigos y mis compañeros en el estudio y en las armas, que me concedáis una corta merced.

Horacio

Con mucho gusto, señor, decid cual sea.

Hamlet

Que nunca revelaréis a nadie lo que habéis visto esta noche.

Los dos

A nadie lo diremos.

Hamlet

Pero es menester que lo juréis.

Horacio

Os doy mi palabra de no decirlo.

Marcelo

Yo os prometo lo mismo.

Hamlet

Sobre mi espada.

Marcelo

Ved que ya lo hemos prometido.

Hamlet

Sí, sí, sobre mi espada.

La sombra

Juradlo.

Hamlet

¡Ah! ¿Eso dices?.. ¿Estás ahí hombre de bien?.. Vamos: ya le oís hablar en lo profundo ¿Queréis jurar?

Horacio

Proponed la fórmula.

Hamlet

Que nunca diréis lo que habéis visto. Juradlo por mi espada.

La sombra

Juradlo.

Hamlet

¿Hic et ubique? Mudaremos de lugar. Señores, acercaos aquí: poned otra vez las manos en mi espada, y jurad por ella, que nunca diréis nada de esto que habéis oído y visto.

La sombra

Juradlo por su espada.

Hamlet

Bien has dicho, topo viejo, bien has dicho... Pero ¿cómo puedes taladrar con tal prontitud los senos de la tierra, diestro minador? Mudemos otra vez de puesto, amigos.

Horacio

¡Oh! Dios de la luz y de las tinieblas, ¡qué extraño prodigio es éste!

Hamlet

Por eso como a un extraño debéis hospedarle y tenerle oculto. Ello es, Horacio, que en el cielo y en la tierra hay más de lo que puede soñar tu filosofía. Pero venid acá y, como antes dije, prometedme (así el Cielo os haga felices) que por más singular y extraordinaria que sea de hoy más mi conducta (puesto que acaso juzgaré a propósito afectar un proceder del todo extravagante) nunca vosotros al verme así daréis nada a entender, cruzando los brazos de esta manera, o haciendo con la cabeza este movimiento, o con frases equívocas como: sí, sí, nosotros sabemos; nosotros pudiéramos, si quisiéramos... si gustáramos de hablar, hay tanto que decir en eso; pudiera ser que... o en fin, cualquiera otra expresión ambigua, semejante a éstas, por donde se infiera que vosotros sabéis algo de mí. Juradlo; así en vuestras necesidades os asista el favor de Dios. Juradlo.

La sombra

Jurad.

Hamlet

Descansa, descansa agitado espíritu. Señores, yo me recomiendo a vosotros con la mayor instancia, y creed que por más infeliz que Hamlet se halle, Dios querrá que no le falten medios para manifestaros la estimación y amistad que os profesa. Vámonos. Poned el dedo en la boca, yo os lo ruego... La naturaleza está en desorden... ¡Iniquidad execrable! ¡Oh! ¡Nunca yo hubiera nacido para castigarla! Venid, vámonos juntos.

Descargar Newt

Lleva Hamlet contigo