Escena I
Hamlet
Escena I
CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO
Salón de Palacio.
Claudio
Esos suspiros, esos profundos sollozos, alguna causa tienen, dime cuál es; conviene que la sepa yo... ¿En dónde está tu hijo?
Gertrudis
Dejadnos solos un instante. ¡Ah! ¡Señor lo que he visto esta noche!
Claudio
¿Qué ha sido, Gertrudis? ¿Qué hace Hamlet?
Gertrudis
Furioso está, como el mar y el viento cuando disputan entre sí cuál es más fuerte. Turbado con la demencia que le agita, oyó algún ruido detrás del tapiz; saca la espada, grita: un ratón, un ratón, y en su ilusión frenética mató al buen anciano que se hallaba oculto.
Claudio
¡Funesto accidente! Lo mismo hubiera hecho conmigo si hubiera estado allí. Ese desenfreno insolente amenaza a todos: a mí, a ti misma, a todos en fin. ¡Oh! ¿Y cómo disculparemos una acción tan sangrienta? Nos la imputarán sin duda a nosotros, porque nuestra autoridad debería haber reprimido a ese joven loco, poniéndole en paraje donde a nadie pudiera ofender. Pero el excesivo amor que le tenemos nos ha impedido hacer lo que más convenía; bien así como el que padece una enfermedad vergonzosa, que por no declararla, consiente primero que le devore la substancia vital. ¿Y a dónde ha ido?
Gertrudis
A retirar de allí el difunto cuerpo, y en medio de su locura, llora el error que ha cometido. Así el oro manifiesta su pureza; aunque mezclado, tal vez, con metales viles.
Claudio
Vamos, Gertrudis, y apenas toque el sol la cima de los montes haré que se embarque y se vaya, entretanto será necesario emplear toda nuestra autoridad y nuestra prudencia, para ocultar o disculpar, un hecho tan indigno.