Escena III
Hamlet
Escena III
CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO, acompañamiento.
Salón de palacio.
Claudio
Bienvenido, Guillermo, y tú también querido Ricardo. Además de lo mucho que se me dilataba el veros, la necesidad que tengo de vosotros me ha determinado a solicitar vuestra venida. Algo habéis oído ya de la transformación de Hamlet. Así puedo llamarla, puesto que ni en lo interior, ni en lo exterior se parece nada al que antes era; ni llego a imaginar que otra causa haya podido privarle así de la razón, si ya no es la muerte de su padre. Yo os ruego a entrambos, pues desde la primera infancia os habéis criado con él, y existe entre vosotros aquella intimidad nacida de la igualdad en los años y en el genio, que tengáis a bien deteneros en mi corte algunos días. Acaso el trato vuestro restablecerá su alegría, y aprovechando las ocasiones que se presenten, ved cuál sea la ignorada aflicción que así le consume para que descubriéndola, procuremos su alivio.
Gertrudis
Él ha hablado mucho de vosotros, mis buenos señores, y estoy segura de que no se hallaran otros dos sujetos a quienes él profese mayor cariño. Si tanta fuese vuestra bondad que gustéis de pasar con nosotros algún tiempo, para contribuir al logro de mi esperanza; vuestra asistencia será remunerada, como corresponde al agradecimiento de un Rey.
Ricardo
Vuestras Majestades tienen soberana autoridad en nosotros, y en vez de rogar deben mandarnos.
Guillermo
Uno y otro obedeceremos, y postramos a vuestros pies con el más puro afecto el celo de serviros que nos anima.
Claudio
Muchas gracias, cortés Guillermo. Gracias, Ricardo.
Gertrudis
Os quedo muy agradecida, señores, y os pido que veáis cuanto antes a mi doliente hijo. Conduzca alguno de vosotros a estos caballeros, a donde Hamlet se halle.
Guillermo
Haga el Cielo que nuestra compañía y nuestros conatos puedan serle agradables y útiles.
Gertrudis
Sí, amén.