Escena IX
Hamlet
Escena IX
HAMLET, HORACIO, CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES, ENRIQUE, Caballeros, Damas y acompañamiento.
Claudio
Ven, Hamlet, ven, y recibe esta mano que te presento (222).
Hamlet
Laertes, si estáis (223) ofendido de mí, os pido perdón. Perdonadme como caballero. Cuantos se hallan presentes saben, y aun vos mismo lo habréis oído, el desorden que mi razón padece. Cuanto haya hecho insultando la ternura de vuestro corazón, vuestra nobleza, o vuestro honor, cualquiera acción en fin, capaz de irritaros; declaro solemnemente en este lugar que ha sido efecto de mi locura. ¿Puede Hamlet haber ofendido a Laertes? No, Hamlet no ha sido, porque estaba fuera de sí, y si en tal ocasión (en que él a sí propio se desconocía) ofendió a Laertes, no fue Hamlet el agresor, porque Hamlet lo desaprueba y lo desmiente. ¿Pues quién pudo ser? Su demencia sola... Siendo esto así, el desdichado Hamlet es partidario del ofendido, al paso que en su propia locura reconoce su mayor contrario. Permitid, pues, que delante de esta asamblea me justifique de toda siniestra intención y espere de vuestro ánimo generoso el olvido de mis desaciertos. Disparaba el arpón sobre los muros de ese edificio, y por error herí a mi hermano.
Laertes
Mi corazón, cuyos impulsos naturales eran los primeros a pedirme en este caso venganza, queda satisfecho. Mi honra no me permite pasar adelante ni admitir reconciliación alguna; hasta que examinado el hecho por ancianos y virtuosos árbitros, se declare que mi pundonor está sin mancilla. Mientras llega este caso, admito con afecto recíproco el que me anunciáis, y os prometo de no ofenderle.
Hamlet
Yo recibo con sincera gratitud ese ofrecimiento, y en cuanto a la batalla que va a comenzarse, lidiaré con vos como si mi competidor fuese mi hermano... Vamos. Dadnos floretes.
Laertes
Sí, vamos.. Uno a mí.
Hamlet
La victoria no os será difícil, vuestra habilidad lucirá sobre mi ignorancia, como una estrella resplandeciente entre las tinieblas de la noche.
Laertes
No os burléis, señor.
Hamlet
No, no me burlo.
Claudio
Dales floretes, joven Enrique. Hamlet, ya sabes cuales son las condiciones.
Hamlet
Sí, señor, y en verdad que habéis apostado por el más débil. (224)
Claudio
No temo perder. Yo os he visto ya esgrimir a entrambos y aunque él haya adelantado después; por eso mismo, el premio es mayor a favor nuestro.
Laertes
Este es muy pesado. Dejadme ver otro. (225)
Hamlet
Este me parece bueno... ¿Son todos iguales?
Enrique
Sí señor.
Claudio
Cubrid esta mesa de copas, llenas de vino. Si Hamlet da la primera o segunda estocada, o en la tercera suerte da un quite al contrario, disparen toda la artillería de las almenas. El Rey beberá a la salud de Hamlet echando en la copa una perla más preciosa que la que han usado en su corona los cuatro últimos soberanos daneses. Traed las copas, y el timbal diga a las trompetas, las trompetas al artillero distante, los cañones al cielo, y el cielo a la tierra; ahora brinda el Rey de Dinamarca a la salud de Hamlet... Comenzad, y vosotros que habéis de juzgarlos, observad atentos.
Hamlet
Vamos (226).
Laertes
Vamos señor. (227)
Hamlet
Una.
Laertes
No.
Hamlet
Que juzguen.
Enrique
Una estocada, no hay duda.
Laertes
Bien; a otra.
Claudio
Esperad... Dadme de beber. (228) Hamlet, esta perla es para ti, y brindo con ella a tu salud. Dadle la copa.
Hamlet
Esperad un poco. (229) Quiero dar este bote primero. Vamos. Otra estocada. ¿Qué decís?
Laertes
Sí, me ha tocado, lo confieso.
Claudio
¡Oh! Nuestro hijo vencerá.
Gertrudis
Está grueso, y se fatiga demasiado. Ven aquí, Hamlet, toma este lienzo, y límpiate el rostro. La Reina brinda a tu buena fortuna querido Hamlet. (230)
Hamlet
Muchas gracias, señora.
Claudio
No, no bebáis.
Gertrudis
¡Oh! Señor, perdonadme. Yo he de beber.
Claudio
¡La copa envenenada!.. Pero... No hay remedio.
Hamlet
No, ahora no bebo, esperad un instante.
Gertrudis
Ven, hijo mío, te limpiaré el sudor del rostro.
Laertes
Ahora veréis si le acierto. (231)
Claudio
Yo pienso que no.
Laertes
No sé qué repugnancia siento al ir a ejecutarlo.
Hamlet
Vamos a la tercera, Laertes... Pero, bien se ve que lo tomáis a fiesta, batallad, os ruego, con más ahínco. Mucho temo que os burláis de mí.
Laertes
¿Eso decís, señor? Vamos. (232)
Enrique
Nada, ni uno ni otro.
Laertes
Ahora... (233) Ésta...
Claudio
Parece que se acaloran demasiado. Separadlos.
Hamlet
No, no, vamos otra vez.
Enrique
Ved qué tiene la Reina ¡Cielos!
Horacio
¡Ambos heridos! ¿Qué es esto, señor?
Enrique
¿Cómo ha sido, Laertes?
Laertes
Esto es haber caído en el lazo que preparé, justamente muero víctima de mi propia traición.
Hamlet
¿Qué tiene la Reina?
Claudio
Se ha desmayado al veros heridos.
Gertrudis
No, no... ¡La bebida!... ¡Querido Hamlet! ¡La bebida! ¡Me han envenenado! (234)
Hamlet
¡Oh! ¡Qué alevosía!.. ¡Oh!.. Cerrad las puertas... Traición... Buscad por todas partes (235)...
Laertes
No, el traidor está aquí. (236) Hamlet, tú eres muerto... no hay medicina que pueda salvarte, vivirás media hora, apenas... En tu mano está el instrumento aleve, bañada con ponzoña su aguda punta. ¡Volviose en mi daño, la trama indigna! Vesme aquí postrado para no levantarme jamás. Tu madre ha bebido un tosigo... No puedo proseguir... El Rey, el Rey es el delincuente. (237)
Hamlet
¡Está envenenada esta punta! Pues, veneno, produce tus efectos.
Todos
Traición, traición.
Claudio
Amigos, estoy herido... Defendedme.
Hamlet
¡Malvado incestuoso, asesino! Bebe esta ponzoña ¿Está la perla aquí? Sí, toma (238), acompaña a mi madre.
Laertes
¡Justo castigo!... Él mismo preparó la poción mortal... Olvidémonos de todo, generoso Hamlet y... ¡Oh! ¡No caiga sobre ti la muerte de mi padre y la mía, ni sobre mí la tuya!
Hamlet
El Cielo te perdone... Ya voy a seguirte. Yo muero, Horacio... Adiós, Reina infeliz... (239) Vosotros que asistís pálidos y mudos con el temor a este suceso terrible... Si yo tuviera tiempo. (240) La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución... Yo pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. Tú, que vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta, a quien los ignora.
Horacio
¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma Romana, y aún ha quedado aquí parte del tósigo. (241)
Hamlet
Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. ¡Oh! ¡Querido Horacio! Si esto permanece oculto, ¡qué manchada reputación dejaré después de mi muerte! Si alguna vez me diste lugar en tu corazón, retarda un poco esa felicidad que apeteces; alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por él mi historia... ¿Qué estrépito militar es éste? (242)