El contrato social

Notas

Notas

[1] «Las sabias investigaciones sobre el derecho público no son, con frecuencia, más que la historia de antiguos abusos, y se obstina inoportunamente quien se toma la molestia de estudiarlas», Traité manuscrit des intérêts de la FR: avec ses voisins; par M. L. M. d’A. Eso es lo que ha hecho precisamente Grocio. <<

[2] Véase un pequeño tratado de Plutarco titulado: Que les bêtes usent de la raison. <<

[3] El verdadero sentido de esta palabra se ha perdido casi por completo entre los modernos; la mayoría confunde la ciudad con la ciudad-Estado, y al burgués con el ciudadano. Ignora que las casas forman la ciudad pero que los ciudadanos integran la ciudad-Estado. Este mismo error costó caro en otro tiempo a los cartagineses. Jamás he leído que el título de Cives haya sido otorgado nunca a los súbditos de ningún príncipe, ni siquiera antiguamente a los macedonios, ni en nuestros días a los ingleses, a pesar de que se hallan más cerca de la libertad que todos los demás. Tan sólo los franceses utilizan todos familiarmente este nombre de ciudadanos, porque no tienen ni idea de su verdadero significado, como puede verse en sus diccionarios; de no ser por ello cometerían, al usurparlo, un delito de lesa majestad: este término expresa según ellos una virtud y no un derecho. Cuando Bodino quiso referirse a nuestros ciudadanos y burgueses, cometió una grave equivocación al tomar a los unos por los otros. M. d’ Alembert no se ha equivocado y ha diferenciado correctamente, en su artículo «Ginebra» los cuatro órdenes existentes (e incluso cinco si contamos también a los extranjeros) en nuestra ciudad, de los cuales solamente dos constituyen la república. Ningún otro autor francés, que yo sepa, ha comprendido el verdadero significado de la palabra ciudadano. <<

[4] Bajo los malos gobiernos esta igualdad es sólo aparente e ilusoria; sólo sirve para mantener al pobre en la miseria y al rico en su usurpación. En la práctica las leyes son siempre útiles para los que poseen y perjudiciales para los que no tienen nada: de donde se deduce que el estado social solamente es ventajoso para los hombres si todos tienen algo y si nadie tiene demasiado. <<

[5] Para que una voluntad sea general, no es siempre necesario que sea unánime, aunque sí es necesario que se cuenten todos los votos; toda exclusión formal anula la generalidad. <<

[6] «Cada interés», dice el marqués de A., «tiene principios diferentes. El acuerdo entre dos intereses particulares se constituye por oposición a un tercero». Hubiera podido añadir que la concordancia de todos los intereses se realiza en oposición al interés de cada uno. Si no hubiese intereses diferentes, apenas notaríamos la presencia del interés común, que jamás hallaría obstáculos: todo funcionaría por sí mismo y la política dejaría de ser un arte. <<

[7] «Vera cosa è», dice Maquiavelo, «che alcune divisioni nuocono alle Republiche, e alcune giovano: quelle nuocono che sono dalle sette e da partigiani accompagnate: quelle giovano che senza sette, senza partigiani si mantengano. Non potendo adunque provedere un fondatore d’una Republica che non siano nimicizie in quella, hà da proveder almeno che non vi siano sette». Hist. Fiorent. L. VII. <<

[8] Atentos lectores: no os apresuréis, os lo ruego, a acusarme aquí de contradicción. No he podido evitarla en los términos, debido a la pobreza del lenguaje; pero esperad. <<

[9] Por esta palabra no entiendo solamente una aristocracia o una democracia, sino, en general, todo gobierno guiado por la voluntad general, que es la ley. Para ser legítimo, no es preciso que el gobierno se confunda con el soberano, sino que sea su ministro: entonces la monarquía misma es república. Esto lo aclararé en el libro siguiente. <<

[10] Un pueblo no llega a ser célebre hasta que su legislación comienza a declinar. Se ignora durante cuántos siglos la legislación de Licurgo hizo felices a los espartanos antes de que se hablase de ellos en el resto de Grecia. <<

[11] Los que no consideran a Calvino más que como teólogo, conocen mal el alcance de su talento. La redacción de nuestros sabios edictos, en la que participó activamente, le honra tanto como su institución. Por muchas transformaciones que el tiempo pueda provocar en nuestro culto, mientras que el amor a la patria y a la libertad no se extingan entre nosotros, la memoria de este gran hombre nunca dejará de ser bendecida. <<

[12] «E veramente», dice Maquiavelo, «mai non fù alcuno ordinatore di legg straordinarie in un popolo, che non ricorresse a Dio, perche altrimenti non sarebbero accettate; perche sono molti beni conosciuti da uno prudente, i quali non hanno in se raggioni evidenti da potergli persuadere ad altrui». Discorsi sopra Tito Livio. L. I. c. XI. <<

[13] Es cierto que si de dos pueblos vecinos uno no pudiese prescindir del otro, sería una situación muy dura para el primero y muy peligrosa para el segundo. Toda nación prudente se esforzará, ante un caso semejante, por liberar rápidamente a la otra nación de esa dependencia. La república de Tlascala, enclavada en el imperio de México, prefirió prescindir de la sal antes que comprársela a los mexicanos, e incluso que aceptarla gratuitamente. Los prudentes tlascaltecas adivinaron la trampa que se escondía bajo esa liberalidad. Se mantuvieron libres, y ese pequeño Estado, encerrado en ese gran imperio, fue finalmente el instrumento de su ruina. <<

[14] ¿Queréis dar al Estado consistencia? Aproximad los extremos tanto como sea posible: no permitid ni gentes opulentas ni mendigos. Estos dos estados, inseparables por naturaleza, son igualmente funestos para el bien común; del uno salen los promotores de la tiranía y del otro los tiranos; entre ambos se realiza siempre el comercio de la libertad pública; el uno la compra y el otro la vende. <<

[15] Algunas ramas del comercio exterior, dice el M. d’A., no proporcionan más que una falsa utilidad para el reino en general; pueden enriquecer a algunos particulares, incluso a algunas ciudades, pero la nación en su conjunto no gana nada, y el pueblo no mejora su situación. <<

[16] Así en Venecia se da el nombre de príncipe serenísimo al cuerpo colegiado, aun cuando no asista a él el Dogo. <<

[17] El palatino de Posnania, padre del rey de Polonia, duque de Lorena. <<

[18] Es obvio que la palabra optimates no tenía, entre los antiguos, el significado de los mejores, sino de los más poderosos. <<

[19] Es muy importante regular, mediante leyes, la forma de elección de los magistrados: porque, si se la deja en manos del príncipe, será imposible evitar caer en la aristocracia hereditaria, como les ha sucedido a las repúblicas de Venecia y de Berna. De ahí que la primera sea desde hace tiempo un Estado disgregado, y la segunda sólo se conserve por la gran sabiduría de su Senado; es una excepción muy honorable y muy peligrosa. <<

[20] Tacit: hist. L. I. <<

[21] In civili. <<

[22] Esto no contradice lo que he dicho más arriba L. II. Cap. IX sobre los inconvenientes de los grandes Estados: porque allí se trataba de la autoridad del gobierno sobre sus miembros, y aquí se trata de la fuerza del gobierno contra sus súbditos. Sus miembros dispersos le sirven de punto de apoyo para actuar desde lejos sobre el pueblo; pero no tiene ningún punto de apoyo para actuar directamente sobre sus miembros mismos. Así, en un caso, la longitud de la palanca constituye su debilidad, mientras que, en el otro, constituye su fuerza. <<

[23] Basándonos en ese mismo principio, debemos juzgar qué siglos merecen la preferencia por su contribución a la prosperidad del género humano. Han sido demasiado admirados los siglos en los que han florecido las letras y las artes, sin comprender cuál era el objeto secreto de su cultura y sin considerar su efecto funesto: idque apud imperitos humanitas vocabatur, cum pars servitutis esset. ¿No percibiremos nunca en las máximas de los libros el interés grosero que anima a sus autores? No, digan lo que digan, cuando, a pesar de su esplendor, un país se despuebla, no es cierto que todo ande bien, y no basta con que un poeta tenga cien mil libras de renta para que su siglo sea el mejor de todos. Hay que tomar menos en consideración la tranquilidad aparente y el sosiego de los jefes que el bienestar de la nación en su conjunto y, sobre todo, de los grupos sociales más numerosos. El granizo asola algunas regiones, pero rara vez produce hambrunas. Los motines, las guerras civiles, infunden mucho temor a los jefes, pero no constituyen las verdaderas desgracias de los pueblos, que pueden hasta tener un cierto descanso mientras duran las peleas para decidir quién será el próximo tirano. Es de su estado permanente de donde nace su prosperidad o su desdicha real; cuando todo permanece aplastado bajo el yugo, todo se debilita; es entonces cuando los jefes les destruyen a placer, ubi solitudinem faciunt, pacem appellant. Cuando los enredos de los grandes agitaban el reino de Francia, y el coadjutor de París iba al Parlamento con un puñal en el bolsillo, ello no impedía que el pueblo francés viviese feliz y numeroso en un honesto y libre bienestar. Antaño Grecia florecía en medio de las guerras más crueles; la sangre corría a ríos y todo el país estaba extensamente poblado. Parecía, dice Maquiavelo, que en medio de los crímenes, de las proscripciones, de las guerras civiles, nuestra República se fortalecía; la virtud de sus ciudadanos, sus costumbres, su independencia, hacían más para robustecerla que todas las disensiones para debilitarla. Un poco de agitación vigoriza las almas, y lo que realmente hace prosperar a la especie es menos la paz que la libertad. <<

[24] La lenta formación y el progreso de la República de Venecia con sus lagunas ofrece un notable ejemplo de esta sucesión; y es asombroso que, después de mil doscientos años, los venecianos parezcan hallarse aún en el segundo caso, que comenzó en el Serrar di Consiglio en 1198. En cuanto a los antiguos duques cuya existencia se les reprocha, está probado que no fueron sus soberanos.

No faltará quien me haga la objeción de que la República romana siguió un proceso completamente distinto, pasando de la monarquía a la aristocracia, y de la aristocracia a la democracia. Estoy muy lejos de pensar tal cosa.

La primera institución de Rómulo fue un gobierno mixto, que degeneró pronto en despotismo. Por causas particulares, el Estado pereció antes de tiempo, como puede morir un recién nacido antes de haber alcanzado la edad madura. La expulsión de los Tarquinos fue la verdadera época del nacimiento de la República. Pero no adoptó al principio una forma constante, porque sólo se llevó a cabo la mitad de la obra, al no abolir el patriciado. De esta manera, la aristocracia hereditaria, que es la peor de las administraciones legítimas, mantuvo un conflicto permanente con la democracia, por lo que la forma de gobierno, siempre incierta y fluctuante, no se estabilizó, como ha demostrado Maquiavelo, hasta el establecimiento de los tribunos; sólo entonces hubo un verdadero gobierno y una verdadera democracia. En efecto, el pueblo no era solamente soberano, sino magistrado y juez, el Senado no era más que un tribunal subordinado para moderar o concentrar al gobierno, y los propios cónsules, a pesar de ser patricios, primeros magistrados y generales con poder absoluto en la guerra, no eran en Roma más que los presidentes del pueblo.

A partir de ese momento, se vio también que el gobierno seguía su inclinación natural y tendía fuertemente hacia la Aristocracia. Al abolirse el patriciado como por sí mismo, la aristocracia dejó de formar parte del cuerpo de los patricios, como en Venecia y en Génova, para integrar el cuerpo del Senado, que estaba compuesto por patricios y plebeyos, así como el cuerpo de los tribunos cuando éstos comenzaron a usurpar un poder activo: porque las palabras no cambian las cosas, y cuando el pueblo tiene jefes que gobiernan por él, cualquiera que sea la denominación que tengan estos jefes, se trata siempre de una aristocracia.

De los abusos de la aristocracia surgieron las guerras civiles y el triunvirato. Sila, Julio César y Augusto se convirtieron de hecho en auténticos monarcas, y finalmente, bajo el despotismo de Tiberio, el Estado se disolvió. La historia romana no desmiente, pues, mi principio; lo confirma. <<

[25] «Omnes enim et habentur et dicuntur Tyranni qui potestate utuntur perpetuâ, in eà Civitate quae libertate usa est». Corn. Nep. in Miltiad: es cierto que Aristóteles Mor. Nicom. L. VIII, CIO distingue al tirano del rey, porque el primero gobierna en su propio beneficio y el segundo sólo en beneficio de sus súbditos; pero además de que, por lo general, todos los autores griegos dan a la palabra tirano otro significado, como parece demostrarlo sobre todo el Hieron de Jenofonte, de la distinción de Aristóteles se deduciría que desde el comienzo del mundo no habría existido todavía un solo rey. <<

[26] Aproximadamente, según el significado que se da a este término en el Parlamento de Inglaterra. La semejanza de estos cargos hubiera provocado un conflicto entre los cónsules y los tribunos, aunque toda la jurisdicción hubiese estado suspendida. <<

[27] Adoptar en los países fríos el lujo y la molicie de los orientales es querer también cargarse con sus cadenas; es someterse a ellas de un modo aún más inevitable que lo están ellos. <<

[28] Es lo que me había propuesto hacer en la continuación de esta obra, cuando, al tratar de las relaciones exteriores, hubiese llegado a las confederaciones. Materia completamente nueva, donde los principios deben todavía establecerse. <<

[29] Siempre, claro está, que no sea para eludir su deber y librarse de servir a la patria en el momento en que tiene necesidad de nosotros. La huida en ese caso sería criminal y condenable; no sería entonces una retirada, sino una deserción. <<

[30] Esto debe siempre entenderse respecto de un Estado libre; porque, por lo demás, la familia, los bienes, la falta de asilo, la necesidad, la violencia, pueden retener a un habitante en el país a pesar suyo, y en ese caso la mera residencia no implica ni aceptación del contrato, ni violación del mismo. <<

[31] En Génova se puede leer delante de las prisiones y en los hierros de las galeras la palabra libertas. Este uso de la divisa es hermoso y justo. En efecto, sólo los malhechores de todas las condiciones impiden al ciudadano ser libre. En un país en que toda esa gente estuviese en galeras, se gozaría de la más perfecta libertad. <<

[32] El nombre de Roma que, se dice, proviene de Romulus es griego y significa fuerza; el nombre de Numa es también griego y significa ley. ¡Qué casualidad que los dos primeros reyes de esta ciudad hayan ya llevado nombres tan acordes con lo que han hecho! <<

[33] Ramnenses. <<

[34] Tatienses. <<

[35] Luceres. <<

[36] Digo en el campo de Marte porque era allí donde se reunían los comicios por centurias; en las otras dos formas, el pueblo se reunía en el forum o en alguna otra parte, y entonces los capite censi tenían tanta influencia y autoridad como los primeros ciudadanos. <<

[37] Esa centuria, que se elegía por sorteo de esa manera, se llamaba prae rogativa porque era la primera a la que se le pedía el voto y de ahí viene la palabra prerrogativa. <<

[38] Custodes, Diribitores, Rogatores suffragiorum. <<

[39] Este nombramiento se hacía de noche y en secreto, como si se sintiese vergüenza por poner a un hombre por encima de las leyes. <<

[40] Esto es lo que no podía garantizar al proponer un dictador, no atreviéndose a nombrarse a sí mismo y no pudiendo estar seguro de que su colega le nombraría. <<

[41] No hago más que indicar en este capítulo lo que ya he tratado más extensamente en la Carta a M. d’Alembert. <<

[42] «Nonne ea quae possidet Chamos deus tuus tibi jure debentur?». Tal es el texto de la Vulgata. El P. de Carrieres lo ha traducido: «¿No creéis tener derecho a poseer lo que pertenece a Chamos, vuestro dios?». Ignoro la fuerza que tiene el texto hebreo; pero en la Vulgata veo que Jephté reconoce positivamente el derecho del dios Chamos, y el traductor francés suaviza este reconocimiento mediante un según vosotros que no figura en latín. <<

[43] Es evidente que la guerra de los focenses, llamada guerra sagrada, no era una guerra de religión. Tenía por objeto castigar sacrilegios y no someter infieles. <<

[44] Es preciso observar que no son tanto las asambleas formales, como las de Francia, las que unen al clero en un cuerpo, cuanto la comunión de las iglesias. La comunión y la excomunión son el pacto social del clero, pacto mediante el cual será siempre el amo de los pueblos y de los reyes. Todos los sacerdotes que comulgan juntos son conciudadanos, aunque sean de los dos extremos del mundo. Esta invención es una obra maestra en política. No existía nada semejante entre los sacerdotes paganos; de ahí que el clero no constituyese nunca un cuerpo. <<

[45] Consultad, entre otras, en una carta de Grocio a su hermano del 11 de abril de 1643, lo que este sabio aprueba y condena del libro De cive. Es cierto que, llevado por la indulgencia, parece perdonar al autor lo bueno en favor de lo malo; pero no todo el mundo es tan clemente. <<

[46] «En la República», dice el M. d’A., «cada uno es perfectamente libre en aquello que no perjudica a los demás». He ahí el límite invariable; no se puede formular con más exactitud. No he podido negarme el placer de citar algunas veces este manuscrito, aunque no es conocido del público, para hacer honor a la memoria de un hombre ilustre y respetable que conservó, hasta en el ministerio, el corazón de un verdadero ciudadano, así como opiniones rectas y sanas sobre el gobierno de su país. <<

[47] Al defender César a Catilina, trataba de establecer el dogma de la mortalidad del alma; Catón y Cicerón, para refutarle, no perdieron el tiempo filosofando: se contentaron con demostrar que César hablaba como un mal ciudadano y que sostenía una doctrina perjudicial para el Estado. En efecto, era de esto de lo que tenía que juzgar el Senado de Roma y no de una cuestión de teología. <<

[48] Siendo el matrimonio, por ejemplo, un contrato civil, tiene efectos civiles sin los cuales es imposible que exista la sociedad. Supongamos que un clero consiga que se le asigne en exclusiva el derecho de autorizar este acto; derecho que deberá necesariamente usurpar en toda religión intolerante. ¿No es evidente que al hacer valer para ello la autoridad de la Iglesia hará vana la del príncipe, que no tendrá entonces más súbditos que los que el clero le quiera dar? Dueño de casar o no casar a la gente, en función de que acepten tal o cual doctrina, en función de que admitan o rechacen tal o cual formulario, en función de que sean más o menos adictos, comportándose prudentemente y manteniéndose firme, ¿no es evidente que dispondrá él solo de las herencias, de los cargos, de los ciudadanos, e incluso del Estado mismo que no podrá subsistir al estar ya sólo formado por bastardos? Pero, se dirá, se llamará a esto abuso, se aplazará, se decretará, se le someterá al poder temporal. ¡Qué lástima! El clero, por poco que tenga, no digo de valor sino de sentido común, dejará hacer y seguirá su camino; dejará tranquilamente que se apele, que se aplace, que se decrete, que se embargue, y terminará por ser el amo. No me parece que sea un gran sacrificio abandonar la partida cuando se está seguro de apoderarse de todo. <<

Download Newt

Take El contrato social with you