1984

Apéndice: Los principios de la Neolengua

Apéndice: La Neolengua

LOS PRINCIPIOS DE LA NEOLENGUA

Neolengua era el idioma oficial de Oceanía y había sido ideado para satisfacer las necesidades ideológicas del Ingsoc o Socialismo Inglés. En el año 1984 aún no se utilizaba la Neolengua como el único medio de comunicación, ya sea en forma oral o escrita. Los principales artículos de The Times estaban escritos en Neolengua, pero se trataba de un tour de force que sólo un especialista podía realizar. Se esperaba que la Neolengua finalmente reemplazara al viejo inglés (o inglés estándar, como lo llamaríamos nosotros) por alrededor del año 2050. Mientras tanto, ganaba terreno de manera constante, ya que todos los miembros del Partido tendían a utilizar, cada vez más, palabras y construcciones gramaticales de la Neolengua en su día a día. La versión utilizada en 1984, y plasmada en la novena y décima ediciones del Diccionario de la Neolengua, era provisional y contenía muchas palabras superfluas y formaciones arcaicas que debían ser suprimidas más adelante. La que nos concierne aquí es la última versión, la más perfeccionada, tal como figura en la undécima edición del Diccionario.

El propósito de la Neolengua no era sólo proporcionar un medio de expresión para la cosmovisión y hábitos mentales propios de los devotos del Ingsoc, sino también para imposibilitar que se usaran otras formas de pensar. Se pretendía que cuando se hubiera adoptado la Neolengua, de una vez por todas, y el viejo inglés ya estuviera olvidado, cualquier pensamiento herético, es decir, un pensamiento divergente de los principios del Ingsoc, debería ser literalmente impensable, al menos en lo que se refiere al pensamiento que depende de las palabras. Su vocabulario estaba construido de tal manera que proporcionara información exacta y, a menudo, una expresión sutil de todos los significados que un miembro del Partido quisiera expresar correctamente, excluyendo todos los demás significados y también la posibilidad de llegar a ellos por otros métodos. Esto se hizo en parte mediante la invención de nuevas palabras, pero principalmente eliminando palabras indeseables y despojando a las palabras restantes de significados poco ortodoxos, y en la medida de lo posible de todos los significados secundarios. Para dar un solo ejemplo, la palabra libre todavía existía en la Neolengua, pero sólo podía usarse en declaraciones como “Este perro está libre de piojos” o “Este campo está libre de malas hierbas”. No se podía utilizar en su antiguo sentido de “políticamente libre” o “intelectualmente libre”, puesto que desde el punto de vista político e intelectual la libertad ya no existía ni siquiera como conceptos y, por tanto, no tenían nombre. Aparte de la supresión de palabras definitivamente heréticas, la reducción del vocabulario se consideró como un fin en sí mismo, y no se permitía que ninguna palabra de la que se pudiera prescindir sobreviviera. La Neolengua no fue diseñada para aumentar sino para disminuir el rango de pensamiento, y este propósito indirectamente se consiguió al reducir el número de palabras a un mínimo.

La Neolengua se basaba en el idioma inglés tal como lo conocemos ahora, aunque muchas de las oraciones de la Neolengua, incluso cuando no contienen nuevas palabras, son apenas inteligibles para un angloparlante de nuestros días. Las palabras de la Neolengua se dividieron en tres clases distintas, conocidas como el vocabulario A, el vocabulario B (también llamado palabras compuestas) y el vocabulario C. Será más sencillo discutir cada clase por separado, pero las peculiaridades gramaticales de la lengua pueden tratarse en la sección dedicada al vocabulario A, ya que las mismas reglas son válidas para las tres categorías.

El vocabulario A. El vocabulario A constaba de las palabras necesarias para las actividades de la vida cotidiana, para cosas como comer, beber, trabajar, ponerse la ropa, subir y bajar escaleras, viajar en vehículos, cuidar el jardín, cocinar y cosas por el estilo. Estaba compuesto casi en su totalidad por palabras que ya utilizamos como pegar, correr, perro, árbol, azúcar, casa, campo, pero en comparación con el actual vocabulario inglés, su número era extremadamente pequeño, mientras que sus significados eran más rígidamente restringidos. Todas las ambigüedades y matices de su significado se habían eliminado. Hasta donde se pudo lograr, una palabra de Neolengua de esta clase era simplemente un sonido staccato que expresaba un concepto claramente entendido. Hubiera sido bastante imposible utilizar el vocabulario A con fines literarios o para debates políticos o filosóficos. Tenía la intención de expresar pensamientos simples y con un propósito, generalmente involucrando objetos o acciones físicas

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La gramática de la Neolengua tenía dos peculiaridades destacadas. La primera de ellas era una intercambiabilidad casi completa entre las diferentes partes de la oración. Cualquier palabra en el lenguaje (en principio, esto se aplica incluso a palabras muy abstractas como si o cuando) podría usarse como verbo, sustantivo, adjetivo o adverbio. Entre la forma del verbo y el sustantivo, cuando eran de la misma raíz, nunca hubo ninguna variación, esta regla en sí misma implica la destrucción de muchas formas arcaicas. La palabra pensamiento, por ejemplo, no existe en Neolengua. En su lugar existía pensar, que cumplía con la función tanto de sustantivo como de verbo. Aquí no se siguió ningún principio etimológico: en algunos casos se conservaba el sustantivo original y en otros casos el verbo. Incluso cuando un sustantivo y un verbo con significados parecidos no estaban conectados etimológicamente, con frecuencia se suprimía uno de los dos. Por ejemplo, no existía una palabra como cortar, su significado era suficientemente cubierto por el

sustantivo-verbo

cuchillo. Los adjetivos se formaban agregando el sufijo lleno al

sustantivo-verbo,

y los adverbios agregando demodo. Así, por ejemplo, rapidolleno quería decir rapidez y rapidodemodo significaba rápidamente. Se conservaron algunos adjetivos, como bueno, fuerte, grande, negro, blando, pero su número era muy pequeño. Había poca necesidad de ellos, ya que a casi cualquier adjetivo se le podía agregar lleno a un

sustantivo-verbo.

No se conservaron ninguno de los adverbios ahora existentes, a excepción de unos pocos que terminaban en demodo, la terminación demodo era invariable. La palabra bien, por ejemplo, fue reemplazada por buenmodo.

Además, cualquier palabra (esto también se aplica en principio a todas las palabras del idioma) se le daba sentido de negación agregando el prefijo in-, o podría fortalecerse con el sufijo plus-, o, para un énfasis aún mayor, dobleplus. Así, por ejemplo, infrío significaba “caliente”, mientras que plusfrío y dobleplusfrío significaban, respectivamente, “muy frío” y “superlativamente frío”. También era posible, como en el inglés actual, modificar el significado de casi cualquier palabra por afijos preposicionales como ante-, post-, sobre-, sub-, etc. Mediante tales métodos se encontró posible producir una enorme disminución del vocabulario. Dada, por ejemplo, la palabra bueno, ya no habría necesidad de una palabra como malo, ya que el significado requerido era igualmente bueno —de hecho, mejor— expresado por inbueno. Todo lo que era necesario, en cualquier caso donde dos palabras formaban un par natural de opuestos, era decidir cuál de ellos suprimir. Oscuridad, por ejemplo, podría ser reemplazado por inluz, o luz por inoscuro, según se prefiera.

La segunda marca distintiva de la gramática de la Neolengua era su regularidad. Aparte de unas pocas excepciones que se mencionan a continuación, todas las inflexiones siguieron las mismas reglas. Por lo tanto, en todos los verbos, el pretérito y el participio pasado eran iguales y terminaban en ed.

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Los pretéritos de robar era robado, el pretérito de pensar era pensado, y así sucesivamente en todo el idioma, todas las formas tales como mandó, dio, trajo, habló, tomado, etc., fueron abolidas. Los plurales se convertían agregando la s o es, según el caso. Los plurales de hombre, buey, vida, eran hombres, bueyes, vidas. La comparación de adjetivos se hacía invariablemente añadiendo er, est.

Las únicas clases de palabras que todavía podían declinar irregularmente eran los pronombres, los relativos, los adjetivos demostrativos y los verbos auxiliares. Todos estos siguieron su uso antiguo, excepto quien que había sido descartado como innecesario, y deber, debería cayeron en desuso ya que estaban cubiertos por haría y habría hecho. También hubo ciertas irregularidades en la formación de palabras derivadas de la necesidad para hablar rápido y fácil. Una palabra que era difícil de pronunciar, o que podía ser oída incorrectamente, se consideró ipso facto una mala palabra; ocasionalmente, por lo tanto, en aras de la eufonía, se insertaban letras adicionales en una palabra o se conservaba una formación arcaica. Pero esta necesidad se hizo sentir principalmente en relación con el vocabulario B. El porqué se dio tanta importancia a la facilidad de pronunciación, se aclarará más adelante en este ensayo.

El vocabulario B. El vocabulario B constaba de palabras que habían sido deliberadamente construidas con fines políticos: palabras, es decir, que no sólo tenían en todos los casos una implicación política, sino que se pretendía imponer una deseable actitud mental sobre la persona que las usaba. Sin una comprensión completa de los principios de Ingsoc era difícil usar estas palabras correctamente. En algunos casos podrían traducirse en la vieja lengua, o incluso en palabras tomadas del vocabulario A, pero esto generalmente exigía una paráfrasis larga y siempre implicaba la pérdida de ciertos matices. Las palabras del vocabulario B eran una especie de taquigrafía verbal, que a menudo agrupaba toda una gama de ideas en unas pocas sílabas y, al mismo tiempo, eran más precisas y contundentes que el lenguaje corriente

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Las palabras B eran en todos los casos palabras compuestas. [Palabras compuestas como hablaescribe, por supuesto, se encontraban en el vocabulario A, pero estas eran simplemente abreviaturas convenientes y no tenían un color ideológico especial.] Consistían en dos o más palabras, o porciones de palabras, soldadas juntas en una forma fácilmente pronunciable. La amalgama resultante era siempre un

sustantivo-verbo

y se declinaba de acuerdo con las reglas ordinarias. Para tomar un solo ejemplo: la palabra bienpensar, que significa, aproximadamente, “ortodoxia”, o, si uno elige considerarlo como un verbo, “pensar de manera ortodoxa”. Su declinación era la siguiente:

sustantivo-verbo,

bienpensar; pretérito y participio pasado, bienpensado; participio presente, bienpensante; adjetivo, bienpensadolleno; adverbio, bienpensadamente; sustantivo verbal, bienpensado.

Las palabras B no se construyeron sobre ningún plan etimológico. Las palabras podían ser de cualquier parte de la lengua, y podrían colocarse en cualquier orden y ser mutiladas de cualquier manera que las hiciera fáciles de pronunciar, al tiempo que indicaban su derivación. En la palabra crimenpensar (crimen del pensamiento), por ejemplo, el pensar se colocaba segunda, mientras que en pensarpol (Policía del Pensamiento) iba primera, y en la última palabra policía había perdido las tres últimas sílabas. Debido a la gran dificultad para conseguir la eufonía, las formaciones irregulares eran más comunes en el vocabulario B que en el A. Por ejemplo, las formas adjetivas de Miniver, Minipax y Minimor eran, respectivamente, Miniverlleno, Minipaxlleno y Minimorlleno, simplemente porque verdadlleno, pazlleno y amorlleno eran un poco incómodos de pronunciar. En principio, sin embargo, todas las palabras B podían declinar y todas se declinaban exactamente de la misma manera.

Algunas de las palabras B tenían significados muy sutiles, apenas inteligibles para cualquiera que no dominara el idioma en su totalidad. Consideremos, por ejemplo, una oración tan típica extraída de un artículo destacado de The Times como Viejos pensadores incorazonsentir Ingsoc. La traducción más breve que se podría hacer de esto en la vieja lengua sería: “Aquellos cuyas ideas se formaron antes de la Revolución no pueden tener una comprensión emocional completa de los principios del Socialismo Inglés”. Pero esta no es una traducción adecuada. Para empezar, para lograr captar el significado completo de la oración de la Neolengua citada anteriormente, habría que tener una idea clara de lo que se entiende por Ingsoc. Y, además, sólo una persona totalmente educada en Ingsoc podía apreciar toda la fuerza de la palabra corazonsentir, lo que implicaba una aceptación ciega, entusiasta, difícil de imaginar hoy; o de la palabra viejopensar, que estaba inextricablemente mezclada con la idea de maldad y decadencia. Pero la función especial de ciertas palabras de la Neolengua, de las cuales viejopensar era una, no era tanto para expresar significados como para destruirlos. Estas palabras, necesariamente pocas en número, habían extendido sus significados hasta el punto de contener ellas mismas toda una batería de palabras que, como estaban suficientemente cubiertas por un solo término completo, ahora podían ser desechadas y olvidadas. La mayor dificultad a la que se enfrentaban los compiladores del Diccionario de Neolengua no era inventar nuevas palabras, sino precisar, luego de inventadas, qué significaban, para asegurarse de qué rangos de palabras quedaban invalidadas por su existencia.

Como ya hemos visto en el caso de la palabra libre, palabras que alguna vez tuvieron un significado herético, a veces se conservaba por conveniencia, pero sólo con los significados indeseables purgados de ellas. Innumerables otras palabras como honor, justicia, moralidad, internacionalismo, democracia, ciencia y religión simplemente habían dejado de existir. Unas pocas palabras generales las cubrieron y al encubrirlas las abolían. Todas las palabras que se agrupan en torno a los conceptos de libertad e igualdad, por ejemplo, estaban contenidas en la palabra crimenpensar, mientras que todas las palabras que se agrupan en torno a los conceptos de objetividad y racionalismo estaban contenidas en la palabra viejopensar. Mayor precisión habría sido peligroso. Lo que se requería de un miembro del Partido era una perspectiva similar a la de los antiguos hebreos que sabían, sin saber mucho más, que todas las naciones excepto la suya propia adoraba a los “falsos dioses”. No necesitaban saber que esos dioses se llamaban Baal, Osiris, Moloch, Ashtaroth y similares. Probablemente cuanto menos supieran sobre ellos mejor sería para su ortodoxia. Conocían a Jehová y los mandamientos de Jehová, sabían, por lo tanto, que todos los dioses con otros nombres u otros atributos eran dioses falsos. De la misma manera, el miembro del Partido sabía lo que constituía la conducta correcta, y en términos vagos y generalizados sabía qué tipos de desviaciones eran posibles. Su vida sexual, por ejemplo, estaba completamente regulada por las dos palabras de la Neolengua sexocrimen (inmoralidad sexual) y buensexo (castidad). El sexocrimen cubría todas las fechorías sexuales, lo que abarcaba la fornicación, el adulterio, la homosexualidad y otras perversiones y, además, las relaciones sexuales normales que se practican por placer. No había necesidad de nombrarlas por separado, ya que todas eran igualmente culpables y, en principio, todas punibles con la muerte. En el vocabulario C, que constaba de palabras científicas y técnicas, existía la necesidad de dar nombres especializados a ciertas aberraciones sexuales, pero el ciudadano común no las necesitaba. Sabía lo que se quería decir con buensexo, es decir, relaciones sexuales normales entre marido y mujer, con el único fin de engendrar hijos, y sin placer físico por parte de la mujer, todo lo demás era sexocrimen. En la Neolengua raras veces era posible seguir un pensamiento herético más allá de la percepción de que estaba herético: más allá de ese punto las palabras necesarias eran inexistentes.

Ninguna palabra del vocabulario B era ideológicamente neutral. Muchas eran eufemismos. Palabras como gozocampo (campo de trabajos forzados) o Minipax (Ministerio de Paz, es decir, Ministerio de la Guerra) significaba casi exactamente lo contrario de lo que parecían indicar. Algunas palabras, en cambio, mostraron una comprensión franca y despectiva de la naturaleza real de la sociedad oceánica. Un ejemplo fue prolealimento, es decir, entretenimiento basura y noticias falsas que el Partido repartía a las masas. Otras palabras, además, eran ambivalentes, y tenían la connotación “bueno” cuando se aplicaban al Partido y “malo” cuando se aplicaban a sus enemigos. Pero además hubo un gran número de palabras que a primera vista parecían meras abreviaturas y que derivaban su color ideológico no de su significado, sino de su estructura.

En la medida de lo posible, todo lo que tuvo o podría tener un significado político de cualquier tipo se encajaba en el vocabulario B. El nombre de cada organización u organismo de pueblo, doctrina, país, institución o edificio público, invariablemente fueron recortados en la forma familiar, es decir, una sola palabra fácilmente pronunciable con el menor número de sílabas que preservarían la derivación original. En el Ministerio de la Verdad, por ejemplo, el Departamento de Registros, en el que trabajaba Winston Smith, se llamaba Regdep, el Departamento de Ficción se denominó Ficdep, el Departamento de Teleprogramas se llamaba Teledep, etc. Esto no se hizo únicamente con el objetivo de ahorrar tiempo. Incluso en las primeras décadas del siglo XX las palabras y frases abreviadas habían sido uno de los rasgos característicos del lenguaje político; y era notorio que la tendencia a utilizar abreviaturas de este tipo fuera más marcada en los países y organizaciones totalitarias. Ejemplos de estas fueron palabras como Nazi, Gestapo, Comintern, Inprecorr, Agitrop. Al principio, la práctica había sido adoptada instintivamente, pero en la Neolengua se utilizó con un propósito consciente. Se percibió que al abreviar así un nombre, uno estrechaba y alteraba sutilmente su significado, eliminando la mayoría de las asociaciones que de otro modo se habría mantenido. Las palabras Internacional Comunista, por ejemplo, evocan una imagen compuesta de hermandad humana universal, banderas rojas, barricadas, Karl Marx y la Comuna de París. La palabra Comintern, por otro lado, sugiere simplemente una organización muy unida y un cuerpo de doctrina bien definido. Se refiere a algo casi tan fácil de reconocer, y con un propósito limitado, como una silla o una mesa. Comintern es una palabra que se puede pronunciar casi sin pensar, mientras que Internacional Comunista es un frase sobre la que uno está obligado a detenerse al menos unos momentos. De la misma manera, las asociaciones invocadas por una palabra como Miniver son menos y más controlables que las sugeridas por el Ministerio de la Verdad. Esto explica no sólo el hábito de abreviar siempre que sea posible, sino también por el cuidado casi exagerado que se tuvo para que cada palabra se pudiera pronunciar fácilmente.

En la Neolengua, la eufonía pesaba más que cualquier otra consideración, salvo que no fuera la exactitud del significado. Siempre se sacrificaba la regularidad gramatical cuando parecía necesario. Y con razón, ya que lo que se requería, sobre todo con fines políticos, eran breves palabras recortadas de significado inconfundible que se podían pronunciar rápidamente y que despertaran el mínimo de sugerencias en la mente del hablante. Las palabras del vocabulario B incluso adquirieron fuerza a partir del hecho de que casi todas eran muy parecidas. Casi invariablemente estas palabras: bienpensar, Minipax, prolealimento, sexocrimen, gozocampo, Ingsoc, corazonsentir, pensarpol y muchas otras, eran palabras de dos o tres sílabas, con el acento distribuido equitativamente entre la primera sílaba y la última. El uso de ellos alentaba un estilo de hablar balbuceante, a la vez entrecortado y monótono. Y esto fue exactamente a lo que se apuntaba. La intención era hacer un lenguaje y, especialmente, un discurso sobre cualquier sujeto que no sea ideológicamente neutral, lo más independiente posible de la conciencia. En la vida cotidiana, sin duda era necesario, o a veces necesario, reflexionar antes de hablar, pero un miembro del Partido llamado a hacer un juicio político o ético debía poder emitir las opiniones correctas tan automáticamente como una ametralladora disparando balas. Su entrenamiento lo capacitaba para hacer esto, el idioma le daba un instrumento casi infalible, y la textura de las palabras, con su sonido áspero y una cierta fealdad deliberada que estaba de acuerdo con el espíritu del Ingsoc, ayudaba en el proceso aún más.

También lo hizo el hecho de tener muy pocas palabras para elegir. En relación con el nuestro, el vocabulario de la Neolengua era minúsculo y constantemente se estaban creando nuevas formas de reducirlo. La Neolengua, de hecho, se diferenciaba de la mayoría de los demás idiomas en que su vocabulario se hacía más pequeño en lugar de agrandarse cada año. Cada reducción era una ganancia, ya que ante la menor área de elección, menor sería la tentación de pensar. En última instancia, se esperaba hacer que el habla articulada surgiera de la laringe sin involucrar a los centros cerebrales. Este objetivo fue admitido con franqueza en la palabra Neolengua patohablar, que significa “graznar como un pato”. Como varias otras palabras del vocabulario B, patohablar era de significado ambivalente. Siempre que las opiniones que fueron graznadas fueran ortodoxas, no implicaba más que elogios, y cuando The Times se refería a uno de los oradores del Partido como un dobleplusbuen patohablar estaba emitiendo un cálido y valioso cumplido.

El vocabulario de C. El vocabulario C era complementario a los demás y consistía enteramente en términos científicos y técnicos. Estos se parecían a los términos científicos en uso hoy en día, y se construyeron a partir de las mismas raíces, pero se tomó el cuidado habitual para definirlos rígidamente y despojarlos de significados indeseables. Siguieron las mismas reglas gramaticales que las palabras de los otros dos vocabularios. Muy pocas de las palabras con C tenían algún uso en las conversaciones cotidianas o en el discurso político. Cualquier trabajador científico o técnico podría encontrar todas las palabras que necesitaba en la lista dedicada a su propia especialidad, pero rara vez tenía más que unas pocas palabras en las otras listas. Sólo muy pocas palabras eran comunes a todas las listas, y no había vocabulario que expresara la función de la ciencia como un hábito mental, o un método de pensamiento, independientemente de sus ramas particulares. De hecho, no había una palabra para “ciencia”, quedando suficientemente cubierto cualquier significado que pudiera tener por la palabra Ingsoc

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Por lo que se ha explicado, se verá que en Neolengua la expresión de opiniones poco ortodoxas, por encima de un nivel muy bajo, era casi imposible. Era por supuesto posible proferir herejías de un tipo muy crudo, una especie de blasfemia. Habría sido posible decir, por ejemplo, Gran Hermano inbueno. Pero esta declaración, que para un oído ortodoxo simplemente transmitía un absurdo evidente por sí mismo, no podría haber sido sostenido por un argumento razonado, porque faltaban las palabras necesarias. Sólo podían decirse ideas contrarias al Ingsoc de una forma vaga y sin palabras, y formularlas en términos muy amplios que agrupaban y condenaban a todo tipo de herejías sin definirlas al hacerlo. De hecho, sólo se podía usar la Neolengua para propósitos poco ortodoxos al traducir ilegítimamente algunas de las palabras a la vieja lengua. Por ejemplo, “Todos los hombres son iguales” era una posible oración en Neolengua, pero sólo en el mismo sentido en el que “Todos los hombres son pelirrojos” es una posible oración en la vieja lengua. No contenía ningún error gramatical, pero expresaba una falsedad palpable, es decir, como que todos los hombres tienen el mismo tamaño, peso o fuerza. El concepto de igualdad política ya no existía, y este significado secundario había sido, en consecuencia, purgado de la palabra igual. En 1984, cuando la vieja lengua seguía siendo el medio normal de comunicación, teóricamente existía el peligro de que al usar palabras de Neolengua uno pudiera recordar los significados originales. En la práctica, no fue difícil para cualquier persona bien versado en el doblepensar evitar que esto sucediera, pero dentro de un par de generaciones se evitaría incluso la posibilidad de que ocurriera. Una persona que crece con la Neolengua como su único idioma ya no sabría que igual había tenido antes la acepción de “igualdad política”, o que libre alguna vez significó “intelectualmente libre”, del mismo modo que, por ejemplo, una persona que nunca ha oído hablar del ajedrez se daría cuenta de los significados secundarios aplicables a la reina y a la torre. Por lo que estaría más allá de su poder cometer muchos crímenes y errores, simplemente porque no tenían nombre y por lo tanto serían inimaginables. Y era de prever que con el paso del tiempo las características distintivas de la Neolengua se volverían cada vez más pronunciadas, habría cada vez menos palabras, sus significados serían cada vez más restringidos, y la oportunidad de darles usos indebidos disminuiría.

Cuando la vieja lengua desapareciera, el último vínculo con el pasado se cortaría. La historia ya había sido reescrita, pero algunos fragmentos de la literatura del pasado sobrevivían aquí y allá, imperfectamente censurados, y mientras se retuviera el conocimiento de la vieja lengua era posible leerlos. En el futuro, tales fragmentos, incluso si tuvieran la oportunidad de sobrevivir, serían ininteligibles e intraducibles. Era imposible traducir cualquier pasaje de la vieja lengua a la Neolengua, a menos que se refiriera a algún proceso técnico o a alguna acción cotidiana muy simple, o bien tuviese una tendencia ortodoxa (bienpensante sería la expresión en Neolengua). En la práctica esto significaba que ningún libro escrito antes de aproximadamente 1960 podía traducirse en su totalidad. La literatura prerrevolucionaria sólo podía someterse a una traducción ideológica, es decir, a una alteración tanto del sentido como de las palabras. Tomemos, por ejemplo, el conocido pasaje de la Declaración de la Independencia:

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres han sido creados iguales; que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; y que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno…

Habría sido imposible convertir este párrafo en Neolengua conservando el sentido del original. La traducción más cercana que podría llegar a hacerse sería tragarse todo el pasaje en una sola palabra crimental. Una traducción completa sólo puede ser una traducción ideológica, por lo que las palabras de Jefferson se convertirían en un panegírico sobre el gobierno absoluto.

De hecho, buena parte de la literatura del pasado ya se había transformado en esto. Consideraciones de prestigio aconsejaban preservar la memoria de ciertos personajes históricos, mientras que al mismo tiempo se alineaban sus logros con la filosofía del Ingsoc. Varios escritores como Shakespeare, Milton, Swift, Byron, Dickens y algunos otros estaban, por tanto, en proceso de traducción, cuando la tarea se completara, sus escritos originales, con todo lo demás que hubiera sobrevivido de la literatura del pasado, sería destruido. Estas traducciones eran un proceso lento y difícil, y no se esperaba que estuvieran terminadas antes de la primera o segunda década del siglo XXI. También había grandes cantidades de literatura meramente utilitaria, manuales técnicos indispensables y similares, que debían ser tratados de la misma manera. Con el fin de dar tiempo para el trabajo preliminar de la traducción se fijó que la adopción definitiva de la Neolengua se haría para una fecha tan tardía como 2050.

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