Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 52

CARACTERÍSTICAS DE LOS FAKIRES

Los fakires adscritos a un templo particular obran siempre por mandato. Ninguno, excepto los que han alcanzado extraordinaria santidad, está libre de la dirección del gurú o maestro que le inició en las ciencias ocultas, a cuya influencia no puede substraerse por completo, como les sucede a los sujetos de hipnotizadores europeos. Después de dos o tres horas de solitaria oración y meditación en el recinto interno del templo, queda el fakir psíquicamente fortalecido y dispuesto a operar maravillas mucho más variadas y sorprendentes, porque el maestro ha puesto las manos en él y se siente fuerte.

La autoridad de los libros sagrados induistas y budistas demuestra que siempre hubo honda diferencia entre los adeptos superiores y los sujetos puramente psíquicos, como por la mayor parte son los fakires, a quienes hasta cierto punto se les puede tener por médiums, pues aunque estén hablando siempre de los pitris, por ser sus divinidades protectoras, conviene dilucidar, según luego veremos, la cuestión de si los pitris son o no son espíritus desencarnados pertenecientes a nuestra actual raza humana.

Decimos que el fakir tiene determinadas características del médium, porque está bajo la directa influencia hipnótica de un adepto encarnado, o sea de su sannyâsi o gurú, y cuando éste muere pierde el fakir todo su poder, a menos que le haya transmitido antes de morir el necesario acopio de energía psíquica. Si los fakires no fuesen sujetos hipnóticos de los adeptos, ¿por qué habría de negárseles el derecho de recibir el segundo y tercer grados de iniciación? En el transcurso de su vida dan prueba muchos fakires de abnegación personal y rectitud de conducta hasta puntos del todo inconcebibles para los europeos, que tiemblan al solo pensamiento de las horribles torturas que por su propia mano se infligen. Pero por muy abroquelado que esté el fakir contra la humillante influencia de las entidades ligadas a la tierra, y por mucha que sea la eficacia del bambú de siete nudos recibido de su gurú, vive en el mundo de la materia y el pecado y es posible que las magnéticas emanaciones del vulgo contaminen su alma, todavía no dueña de sí misma, facilitando con ello la actuación de entidades extrañas. No es posible, por lo tanto, comunicar los pavorosos misterios e inestimables secretos de la iniciación a quien no esté seguro de dominarse a sí mismo en toda circunstancia, pues no sólo arriesgaría la seguridad de lo que a toda costa debe librarse de la profanación, sino que su mediumnímica irresponsabilidad pudiera quitarle la vida por cualquiera indiscreción involuntaria.

La misma ley vigente en los Misterios eleusinos antes de la era cristiana prevalece hoy en la India. Además de dominarse a sí mismo, debe el adepto dominar también a las entidades inferiores, es decir, a los elementales y entidades ligadas a la tierra que pudieran ejercer influencia en el fakir. Algunos arguyen en contra, diciendo que ni los adeptos ni los fakires tienen de por sí poder ninguno, sino que operan por virtud de espíritus desencarnados. Pero cabe redargüir en este caso, apoyados en la autoridad del Código de Manú, el Atharva Veda y otros libros sagrados cuyo texto no desconocen los adeptos ni los fakires, así como tampoco ignoran el significado de la palabra pitris.

Dice el Atharva Veda:

Todo cuanto existe está bajo el poder de los dioses. Los dioses están bajo el poder de los conjuros mágicos. Los conjuros mágicos están bajo el poder de los brahmanes. Así, los dioses están bajo el poder de los brahmanes.

Por paradójico que esto parezca, tal resulta en la realidad de los hechos para explicar a cuantos no posean la clave (137) por qué el fakir queda relegado a la primera e ínfima iniciación, cuya superior categoría corresponde a los sannyâsis, adeptos o hierofantes del antiguo Consejo supremo de los Setenta.

Descargar Newt

Lleva Isis Sin Velo - [Tomo III] contigo