Isis Sin Velo - [Tomo III]

Capítulo 182

TEOGONÍA COMPARADA

Tenemos, por lo tanto, según la doctrina ofita, una Tríada constituida por el Absoluto y sus dos emanaciones: Abrasax (masculina) y Bythos (femenina), análoga a la primordial Tríada caldea y la abstracta Trimurti induísta.

Si comparamos sinópticamente los tres sistemas, tendremos:

SISTEMAS

Conceptos INDUÍSTA CALDEO OFITA

El Absoluto es Brahma Zyaus. En-Soph. Innominado.

La Divinidad manifestada Brahmâ-Nara (m), Eikon-Anu (m), Innominado,

(12) y andrógina, masculino Nari (f). Anata (f). Abrasax (m),

femenina, es Bythos (f).

De la unión de ambas

emanaciones surge el Viradj. Bel. Ophis.

tercer principio (13), que es

La trinidad masculina,

dimanante del primordial Brahmâ-Vishn-Siva Sin-Samas-Bin (15) Sigé – Bythos -

femenino , es (14) Ennoia (16.

El sistema caldeo puede también exponerse con algunas variantes que no alteran la esencia. El Absoluto es Ad-ad (17), de quien por emanación procede Anu (18) y de éste Bel (19) y de éste Hea (20). Sus respectivos principios femeninos o místicas esposas, son: Anata, Belta y Davkina unificadas en Mylitta (21), que con la Tríada masculina constituía el Arba (22) o raíz de toda potencia y perfección.

Este sistema puede resumirse sinópticamente como sigue:

Anu

Tríada Bel Mylitta. Arba o deidad cuaternaria.

Hoa

La equivalencia en el sistema cristiano es:

Padre

Trinidad Hijo María (23). Tetraktys cristina.

Espíritu Santo.

Aquí vemos por qué se llamó Kirjath-Arba o ciudad de los Cuatro, la ciudad de los kabiris (axieros, eros, axiokersos) simbolizados en Axiokersa, Demetrio, Kadmiel Hoa, etc.

La década pitagórica se descompone simbólicamente en la equivalencia de

Anu = 1; Bel = 2; Hoa = 3; en suma, 6

Anu-Bel-Hoa + Mylitta = 4

Tríada Década = 10

Ennoia u Ofis equivale al Hombre primitivo, al Pymander de los egipcios, al Unigénito del Padre, o sea la Potencia de la divina Mente o primera manifestación formal e inteligible del divino Espíritu. Simboliza la primordial aparición de la presencia divina en el mundo objetivo.

El Absoluto (Divinidad inmanifestada o Dios de misterio) fecunda con su voluntad a Bythos (abismo infinito e insondable), símbolo abstracto del Cosmos, incomprensible antes de su manifestación para la inteligencia humana. Pero como el común de las gentes no hubieran entendido el concepto de una Divinidad andrógina que en sí asumiera los principios masculino y femenino, la teología dogmática se vio precisada a idear un Logos o Verbo, es decir, la actualizante manifestación del Absoluto.

EL TERCER PRINCIPIO

Los ofitas, de acuerdo con las tradiciones caldeas, consideraban el tercer principio, Ennoia u Ofis, procedente generativamente del principio masculino (Sigé) y del femenino (Bythos) desdoblados del Absoluto. De la Tríada Sigé-Bythos-Ennoia procede Sophia (24), constituyéndose así la Tetraktys de que, a su vez, emana el Christos latente desde toda eternidad en la esencia del Absoluto, como latente también estuvo el Logos. Así, pues, Christos es uno en esencia con todos los demás principios emanados del Absoluto; pero ontológicamente considerado es una entidad andrógina constituida por los dos elementos Christos y Sophia, que se infundieron en la persona de Jesús.

Ireneo (25) dice que el Padre y el Hijo se enamoraron de la belleza de Sophia (mujer arquetípica), lo cual significa que la Luz, Ennoia, procedente del Padre y del Hijo fecundó a Sophia para emanar otros dos principios: el Christos perfecto y Achamoth (sabiduría inferior o ....). tenemos, por lo tanto, que Christos es el medianero y guía entre el Padre y el hombre espiritual (26), así como Achamoth (o más correctamente Hakhamoth) es la medianera entre el mundo mental y el mundo físico (27).

Por otra parte, Ophis y Sophia son los desdoblados principios de una entidad andrógina, o sean respectivamente la sabiduría masculina y la sabiduría femenina, o de otro modo, la Sophia mayor, Sophia Pneuma (Espíritu Santo inmanifestado o Mente arquetrípica de todas las cosas) y la Sophia menor (Ophis) o Espíritu Santo manifestado en la persona de Jesús, a quien por esta razón representaban los ofitas con el atributo de la serpiente Ophis.

El reverendo Preston, sacerdote católico de Nueva York, en un sermón predicado en las funciones del “Mes de María” expuso con toda claridad, análogamente a los filósofos paganos, el concepto del principio femenino en sus relaciones con la Trinidad. Dijo el predicador:

La obra de la Redención exigía que mediase en ella una madre, y la única mujer valedera para que por su mediación se cumpliera la obra de Dios, era María, cuya virginal pureza dispuso Dios al efecto, porque no era posible que una mujer contaminada fuese madre de Dios. Aun en su niñez fue la Santa Virgen más adorable que los serafines y querubines, y según iba creciendo era más pura. Por su misma santidad reinaba en el corazón de Dios, y llegada la hora, toda la corte celestial quedó en silencio para que la Trinidad escuchara la respuesta de María, sin cuyo consentimiento no hubiera sido posible la redención del mundo... en este mes de Mayo comienza la época de la Pascua, y pues la Naturaleza se engalana con flores y frutos que prometen copiosa cosecha, esperemos también nosotros la recolección del dorado fruto. En este mes despierta la mortecina tierra a nueva vida como símbolo de resurrección; y así, al postrarnos ante la imagen de la bendita e inmaculada virgen María, brotará de nosotros el vástago del buen propósito, la flor de la esperanza y el fruto de la santidad.

Al comentar este pasaje nos permitiremos contradecir en algunos puntos al predicador, advirtiendo en primer lugar que no es privativo del cristianismo, sino de muchos siglos anterior, el concepto del principio femenino materno, unido al trínico principio masculino, con la ventaja de ser más filosófico y muchísimo menos antropomórfico que el concepto cristiano de la madre de Dios.

Por lo demás, parece como si oyéramos decir a Ireneo en su exposición de la llamada herejía gnóstica, que el Padre y el Hijo se enamoraron de la celeste virgen Sophia, o como si recordáramos el símbolo egipcio de Isis, a un tiempo esposa, hermana y madre de Osiris-Horus.

Los gnósticos sólo consideraban dos entidades; pero los cristianos paganizaron el concepto, asimilándolo a la Tríada caldea Anu-Bel-Hoa identificada con Mylitta.

Por lo concerniente al símbolo de la resurrección en la primavera, también lo tuvieron los paganos en la resurrección de Osiris, Adonis, Baco y otros dioses solares muertos a manos de sus enemigos. La primaveral renovación de la naturaleza, cuando germinan las simientes adormecidas en el invierno (que se suponían conservadas en el mundo inferior o Hades), está simbolizada en los tres días que antes de su resurrección pasan en el infierno Cristo, Orfeo, Hércules y otros personajes teogónicos.

EQUIVALENCIAS TEOGÓNICAS

Precisamente lo que los cristianos califican de herejía es la doctrina induísta en toda su pureza. Vishnu, la segunda persona de la Trimurti, equivale al Logos (pues encarna voluntariamente en Krishna), y su a la par esposa, hermana e hija Lakmy o Lakshmy representa el mismo concepto que Isis respecto de Osiris, sephira respecto de En Soph y Ennoia de Bythos. Krishna es el redentor prometido por Brahma a la humanidad, y equivale al Christos de los gnósticos. Lakmy, esposa o aspecto femenino de Vishnu, es el símbolo de la naturaleza física, la madre de todas las formas objetivas, la mediadora (como la Achamoth de los gnósticos) entre el mundo mental y el mundo físico. Krishna, en equivalencia de Christos, es el medianero entre el Absoluto y el hombre espiritual.

Este dogma gnóstico-induísta es más lógico y admisible que el expuesto en las alegorías del Génesis acerca de la caída del primer hombre. El Dios de Moisés no sólo maldice a Adán y Eva, sino a la tierra entera con todo cuanto en ella existe; y aunque les promete un Redentor de la humanidad castigada por el pecado de los primeros padres, nada nos dice el Nuevo Testamento sobre la redención de la tierra y los seres vivientes malditos por Dios sin haber cometido pecado alguno. Por lo tanto, la alegoría gnóstica denota mayor sentido de justicia y razón que la cristiana.

En el sistema ofita, la sabiduría andrógina (Sophia) equivale al principio femenino Nari o Narayana que flota sobre las aguas (28), pero que no puede vivificarlas inmediatamente porque se lo impide su pura naturaleza intelectual; ni tampoco puede Sophia vivificar la materia por intervención del Padre supremo ni de Ennoia, cuya naturaleza es todavía más espiritual, sino que para vivificarlas ha de valerse de Achamoth, su propia emanación, cuya naturaleza, entre espiritual y material, la capacita para relacionarse afinemente con la materia caótica.

El sistema ofita sólo se diferencia del nazareno de San Juan en el cambio de nombres (29). Dice el Codex Nazaroeus (30) que Mano, el supremo rey de Luz, es el “gran primero”, lo cual significa que es la primera emanación de Ferho (el Absoluto, la Divinidad desconocida, la Vida sin forma). Es Mano el príncipe de los eones, y de él emanan cinco refulgentes rayos de la Luz divina (31). Por esto le llamaban los nazarenos Rex Lucis, según se ve en este pasaje:

Unus est Rex Lucis in suo regno, nec ullus qui eo altior, nullus qui ejus similitudinem retulerit, nuilus qui sublatis oculis, viderit Coronam quoe in ejus capite est.

Por otra parte, simboliza Mano la Sabiduría oculta en la Luz manifestada en torno de la principal de las tres cabezas cabalísticas. De Mano proceden por emanación tres principios de vida: Ebel Zivo (Logos), el Apóstol Gabriel (Christos) y el primer Mensajero de Luz. La Fetahil de los nazarenos equivale al aspecto espiritual de la Achamoth ofita y el Spiritus equivale al aspecto material de la misma Achamoth.

Fetahil es, según los nazarenos, el reflejo del señor Abatur, su padre (32), y le llaman también “el hombre novísimo”. Viendo el Spiritus sus vanos intentos para crear un perfecto mundo material, demanda auxilio al desjuicioso e insensato Karabtanos (33), y con él se une para engendrar los siete astros (34) y definir, ayudados de estos, las formas del mundo objetivo, modeladas en la turbulenta materia caótica.

LOS PRIMITIVOS CRISTIANOS

Volviendo al sistema ofita, vemos análogos símbolos. Incapaz Sophía de crear por sí misma el mundo objetivo, emana de su propio ser a Achamoth, quien desciende al caos, y sobrecogida por la densidad de la materia, se desorienta y extravía; pero resuelta, no obstante, a formar un mundo objetivo, se mueve sobre el caos para vencer la inercia de los elementos, hasta que empapada, por decirlo así, de materia (35), y no pudiendo desembarazarse de ella, emana de sí misma el Creador (36) del mundo objetivo, que unas sectas consideraban como progenitor de Jehovah y otras como el mismo Jehovah. Precisamente este punto de la cosmogonía gnóstico-cabalística es el punto inicial del sistema mosaico, que aceptaron después los cristianos primitivos, cuya incultura (pues pertenecían a las ínfimas clases de la sociedad) no les permitía conocer las filosóficas doctrinas de los neoplatónicos ni siquiera los fundamentos metafísicos de la nueva religión que habían abrazado. Tanto los cristianos procedentes del judaísmo, sometidos hasta entonces a la tiranía dogmática de las sinagogas, como los procedentes del paganismo, cuya plebe fue siempre profana a los Misterios, confundieron en sus ineducadas mentes el concepto de Jehovah con el del Padre de Jesús, por lo que muerto éste se suscitaron deplorables contiendas entre los partidarios de Pedro y los de Pablo, pues lo que uno afirmaba, el otro invariablemente lo negaba (37).

En su vano intento de presentar como heréticas las doctrinas de los gnósticos, confunde tan lastimosamente Ireneo los conceptos y tergiversa las ideas de tal manera, sea por ignorancia o por malicia, que no es posible desenmarañar el enredo sin cuidadosa compulsa de la Kábala y del Codex. Así, por ejemplo, no establece Ireneo diferencia alguna entre los setianitas y los ofitas, y dice que llamaban Hominem al Supremo Dios e Hijo del Hombre a la Mente divina (38), cuando ni los setianitas (39) ni los ofitas (40) tuvieron jamás semejantes conceptos de la Divinidad. Pero Ireneo se contradice al exponer en otro pasaje de sus obras las doctrinas de Cerinto, discípulo de Simón el Mago, pues dice que, según Cerinto, el mundo no fue creado por el supremo Dios, sino por un Eón, Virtud o Potestad de tan inferior grado que no concebía a Aquél que está sobre todas las cosas. Este Eón se valió de José para engendrar en las entrañas de su esposa María el cuerpo de Jesús e infundirse en él (41). Por lo tanto, Jesús era, en cuanto hombre, como los demás hombres, y como ellos engendrado y nacido, por lo que se le llamó el Hijo del Hombre.

Tenemos, pues, que si, según los gnósticos, era Jesús físicamente hijo de hombre y espiritualmente era el Christos infundido en su cuerpo, ¿cómo podían llamar Hombre al Padre, e Hijo del Hombre a la Mente divina (Ennoia)?

Ni los cabalistas ni los gnósticos antropomorfizaron jamás la Divinidad suprema e incognoscible, sino que denominaron “Hombre arquetípico” a la segunda emanación del principio femenino desdoblado del Absoluto y conocido también con los diversos nombres propios de Shekinah, Sephira, Depth, etc. Por lo tanto, Adam Kadmon, Ennoia y demás denominaciones del Logos, son Unigénitos pero no Hijos del Hombre, pues este calificativo es peculiar del Christos procedente del Hombre arquetípico y Sophía la Mayor por virtud de la vivificante luz emanada del Padre, foco de toda luz, y por consiguiente de la luz del Christos.

La filosofía gnóstica distingue entre el Logos inmanifestado o Primer Logos, y el Logos manifestado y ungido o Christos. En opinión de Filo Judeo puede llamársele a Ennoia el Segundo Dios, pero en manera alguna el Segundo Hombre, como pretenden Ireneo y Teodoreto, pues siempre fue Ennoia para los gnósticos el “Hombre arquetípico”. Ambos autores cristianos tergiversan la filosofía gnóstica con empeño de identificar de todos modos, por heréticos que sean, a Jesús con el supremo Dios, cuando precisamente nunca se les ocurrió a los gnósticos (42) ecuacionar con el Absoluto, no ya la persona de Jesús, sino ni siquiera la entidad de Cristo.

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