COMENTARIOS AL DISCURSO XVII
Comentarios al discurso XVII: Yoga de la triple clasificación de la fe
COMENTARIOS AL DISCURSO XVII
YOGA DE LA TRIPLE CLASIFICACIÓN DE LA FE
(sraddhā traya vibhāga yoga)
Introducción (1)
Lo que es su fe, eso en verdad es el hombre
(3). Esto lo dice el Señor de la Gītā y hay que escuchar su sentencia pues, de cierto, por la condición de su fe no sólo puede ser conocido un hombre, sino que además puede él conocerse a sí mismo.
Es verdad que
sraddhā
, vocablo que maltraducimos por
fe
, nada tiene que ver con la actitud de ojos vendados que muchos conocen, sino con la voluntad inteligente y despierta de llegar a ser aquello que uno cree ser en verdad. Sraddhā es confianza, tanto más eficaz y transformadora, cuanto más firme nace su raíz. Y lo que quiere decir esto es que nadie escapa de su esclavitud propia mientras se siente esclavo, ni alcanza la libertad en tanto no arroja las cadenas con las que su imaginación le oprime.
La realización no es, ni podría serlo jamás, una vía objetiva por la que el hombre camina, sino un cambio interior que va desde el no confiar en algo que no sea la prakriti y sus condiciones visibles, hasta la confianza mansa del que sabe que lo que en él es, aunque no visible, es no sólo inexplicable, sino también una realidad imperecedera. Entonces, ese hombre dice: Eso es, y si sabe con certeza interior que él es ESO, ese saber le transforma, por sí solo, en ESO. Por eso dice el Señor de la Gītā:
A ti que ya no dudas te revelaré el conocimiento
(IX, 1). Y enseguida añade:
Los hombres desprovistos de fe no Me alcanzan
(IX, 3).
El proceso hacia el ātman viene por una consolidación paulatina de sraddhā, la fe verdadera y despierta. En sus primeras horas de ignorancia, suele contemplar el hombre inteligente sus incursiones en la fe con la desconfianza de quien no quiere teñirse con lo irracional. Pero luego, por la práctica sostenida de la meditación, del yoga, el conocimiento crece; y como todo conocimiento es siempre conocimiento del ātman —porque no hay otro conocimiento—, sraddhā penetra como una espada que afirma a su paso, muy sutil, que el ser, el ātman, es el único Ser.
El conocimiento del ātman es unión con el ātman. Una unión que viene por la fe verdadera y que cuando falta, cuando no existe esa fe, el ātman deja de estar en nuestro corazón.
Sección I. La triple clasificación del hombre según su fe (2-6)
Lo que va a describir el Discurso es la fe de los Encarnados, es decir, la fe de los jīvabhūtas, que viene determinada por la naturaleza de los gunas de prakriti. Por eso dice que esa fe es de tres clases en general y también en cada orden de sacrificios, puesto que son tres las formas de gunas.
Por
devas
(4) hay que entender aquí no sólo los millones de seres brillantes o dioses que pueblan el panteón tradicional hindú, sino la totalidad del universo sutil, o no prakrítico que los sáttvicos pretenden alcanzar y al que ofrecen su sacrificio de adoración dévica.
El sacrificio de adoración de los rajásicos, se dice aquí que es ofrecido a los yakshas, los pequeños gnomos que hacen y guardan sus tesoros en la tierra. Y es verdad que gran parte de esta humanidad con predominio rajásico ofrece su sacrificio a los yakshas, a los que imitan o adoran.
Por último hay los tamásicos, que ponen su fe en los espectros de los antepasados difuntos (pretas) a los que adoran y ofrecen con asiduidad sus sacrificios. También suelen estos adorar llenos de fe las formas (bhūtas) de todo. La
forma
de los seres es lo único que conocen, pues por su condición
asúrica
ignoran el ātman informe.
Sección II. La triple clasificación del hombre según sus alimentos (7-10).
Lo que seguramente quiere decir el Discurso es que el alimento, cuando se entiende bien su sentido, debe ser interpretado como un sacrificio que hay que ofrecer día a día al Señor. En tal caso, el sencillo hecho de tomar alimento es un acto de fe que cada hombre ofrece según la condición del guna que responde a su naturaleza propia.
Así es como la comida con sus tres clases específicas, que el Discurso enumera, entra a formar parte de la triple clasificación del hombre según su fe.
Sección III. La triple clasificación de la fe, según sacrificio, austeridad y dádiva (11-12)
Yoga sin deseo del fruto y con manas concentrado sólo en la ofrenda, ése es el sacrificio (yajña) sáttvico que conduce a la realización (11).
Pero sea cual sea el sacrificio, incluso yoga (dhāranā, dhyāna), si se cumple con miras al fruto, ése es un sacrificio rajásico que a pocos lugares conduce (12).
Por último, cuando el sacrificio está vacío de fe, será siempre un sacrificio tamásico, vano, inexistente, porque sin fe nada existe (13).
La austeridad (tapas) puede ser de manas (16), de palabra (15) y corporal. En todos los casos, si con fe y sin deseo de fruto, es sáttvica (17), si con deseo de fruto, es rajásica (18) y si apartada del ātman, es tamásica (19).
Lo mismo ocurre con la dádiva (dāna): será sáttvica, rajásica o tamásica según sean el deseo del fruto, el buen grado de entrega y tiempo y lugar adecuados. Un comentario antiguo dice: la gran dádiva es el yoga dado en lugar y tiempo adecuados. Quien hace tal dádiva no espera nada a cambio.
Sección IV. OM TAT SAT (23-28).
OM TAT SAT se refiere a los tres lugares de presencia de Brahman. La palabra OM (o AUM), Omkāra, representa los tres Vedas, las tres formas de conocimiento. OM es la forma del
cuerpo
de Brahman, que es y está en todas las formas, en todos los cuerpos, porque nada es que no sea Brahman. El que quiere permanecer en Brahman ha de practicar el yoga en este cuerpo, en Omkāra, y esa práctica es el comienzo del yajña, del sacrificio propio, que así queda instituido.
Hay que alcanzar la conversión en Brahman y el conocimiento de tal conversión es
Veda
, porque
Veda
es conocer. La obra a realizar es la fusión de
la conciencia de ser yo
con Brahman, ser Brahman y no yo, y esa fusión se llama
yajña
, porque sólo es posible si en tal estado esa conciencia es voluntariamente sacrificada hasta su extinción.
Por último, los brāhmanas son los libros que guardan el conocimiento sagrado para guía de los
dvija
, los dos veces nacidos, los renacidos en Brahman. Por todo esto se dice que con Omkāra fueron instituidos por los sabios antiguos los brāhmanas, los Vedas y los yajña (23).
La práctica del gran Yoga con el ātman empieza en este cuerpo de Brahman. Al principio todo es inestable, pero luego, si se ha ofrecido todo a Brahman en un yajña verdadero, el Yoga se automatiza y se establece con firmeza en la Cima, en kūtastha-Brahman, en un lugar muy sutil de la presencia de Brahman. Cuando ha sido alcanzado, el brahmavādin, el conocedor, ya no se aparta más de allí (24).
En la triple designación de Brahman, OM es su divinidad y TAT es su universalidad. Por eso se dice que Aquello (TAT), es todo lo que es, fue y será. Los que andan hacia la libertad (moksha) sin deseo de los frutos, no dejan de practicar el yajña, el sacrificio, de su
conciencia de ser
, y no se consideran poseedores de nada (dāna), ni necesitan otra cosa, dado su ascetismo (tapas), que el conocimiento de Brahman (25).
SAT es la única y siempre presente Realidad en lo Imperecedero. La Realidad que es y de la cual no se puede decir que existe, puesto que es el Ser Uno, no dual, sin nadie que lo contemple. El estado de SAT es por eso un yoga fijo y constante; luego, Brahman y ese estado fijo se unen, por así decirlo, y entonces adviene la calma, la serenidad —real y santa— que ha sido calificada de suprema. Ninguna acción superior a ésta queda por cumplir y lo que hay es Brahman, solamente Brahman (26).
La persistencia de ese estado en kūtastha se llama SAT; el sacrificio en el que todo se ha ofrecido, se llama SAT, y el amor a TAT, a todo lo que es, fue y será, se llama SAT. También kūtastha se llama SAT. Y así es como todo se cumple (27).
Pero es necesario que toda esta obra sea presidida por la fe, pues de lo contrario, todo aparece como Asat (no-ser). El sacrificio, la dádiva y la austeridad son entonces simples actos carentes de sentido (28).