Bhagavad Gita

COMENTARIOS AL DISCURSO XIV

Comentarios al discurso XIV: Yoga de la discriminación de los tres gunas

COMENTARIOS AL DISCURSO XIV

YOGA DE LA DISCRIMINACIÓN LOS TRES GUNAS

(guna traya vibhāga yoga)

Introducción (1-2)

El conocimiento del que habla el Señor en este Discurso XIV se refiere a los gunas, los tres atributos o modalidades generales de prakriti que el sānkhya estudia como sistema.

Los tres gunas están universalmente difundidos en prakriti y son ellos los que en todos los seres creados determinan su condición individual, según la proporción en que están activos en cada ser.

Nada hay, ni un solo ser, ni un solo punto, o átomo, del universo prakrítico, que esté libre de los gunas. En prakriti Indiferenciada, los tres gunas permanecen equilibrados entre sí y las energías de prakriti, neutralizadas por ese equilibrio, reposan inactivas. Pero cuando el equilibrio se rompe se produce una forma, una manifestación de prakriti, sea un ser individual o un universo.

El desequilibrio de los gunas es el tiempo de la creación. En lo individual es la identificación del Encarnado con los gunas y en lo universal, es el tiempo de la manifestación de un universo, un manvantara, en el que todo queda oculto o envuelto por los gunas.

Pero el dharma de los gunas es volver al fin, retornar a su reposo en equilibrio. En lo individual, se dice que el que se ha sobrepuesto a los gunas, el que se ha librado de ellos, el gunātita, es uno con Brahman y no nace en el tiempo de la creación, ni se turba cuando ve llegar el tiempo de la disolución individual (muerte), o del cosmos (pralaya).

Pero ¿qué es sobreponerse a los gunas? ¿qué es librarse de ellos? Porque ese es el conocimiento que explica este Discurso y cuya realización conduce a la perfección más alta. Cuando se ha entendido bien que los gunas son unas formas nacidas en la matriz de prakriti, que los gunas son prakriti, no el Encarnado, es posible romper las cadenas de los gunas, de los ejecutores. Quienes desean la felicidad, sufren la pasión y el apego, o permanecen somnolientos en el engaño, son los gunas siempre. Y cuando el Encarnado lo comprende así se vuelve hacia la semilla de la Vida-Conciencia y dice:

Son los gunas los que actúan

. Y eso, exactamente, es librarse de los gunas.

Sección I. La matriz y la semilla de todo (3-9).

La estrofa tercera hace referencia implícita a Hiranya-garbha, el radiante y áureo huevo o Matriz que en una ocasión apareció como una

Niebla de Fuego

, de materia etérea, de la que se formó el universo. Se dice que este es Brahmá, el creador, nacido del Huevo de oro primordial.

En el antiguo

Libro de Leyes de Manu

, en Manava-dharma-shāstra, se dice: “Aquél que sólo puede ser concebido por el purusha, eterno, el ātman de todos los seres, hizo emanar de su propia sustancia todas las criaturas; produjo primero las aguas y en ellas depositó una semilla, que se convirtió en un huevo, brillante como el oro y radiante como el Sol. En él nació Brahmā, padre de todos los seres” (I, 7-9 ob. cit.).

Un comentario tradicional dice: “Mi

yoni

(matriz), es el

anu

(átomo) de Brahman que llena todo el universo”. Pero el anu de Brahman es Mahat (el Grande), el

primer principio

de Conciencia y Vida universales, instalado en prakriti superior (VII, 5). Este es el nombre que por antonomasia se da a Mahābuddhi, es decir, a buddhi cuando han sido rotos todos los grilletes de la ignorancia ahamkárica y se ha universalizado en el mar de Mahat. Mirado desde este mundo prakrítico, a Mahābuddhi le está reservada la gloria de alcanzar la unión perfecta con ātman. Eso es vijñāna y allí permanece inconmovible porque una corriente ininterrumpida de sabiduría desciende entonces sobre el yogui bienaventurado (3).

Brahman es mahāyoni, la gran matriz, y por eso Brahman existe en todos, es el tattva de todos, pero parecen muchas matrices diferentes, separadas, y es Mahābuddhi la conciencia que comprende no sólo que todas las matrices de las formas son siempre la matriz de Brahman, sino que la semilla y el padre de la semilla son sólo Uno y el mismo en todas las matrices (4).

El Encarnado, el envuelto en corporeidad prakrítica, es siempre Brahman que está fijo en la

Cima

de cada hombre y puede ser contemplado cuando es elevado por buddhi. Entonces, las cadenas de prakriti se destruyen y se recupera la forma propia, pura, iluminada, libre (5).

El estar encadenado es la

mancha

que sufre la conciencia que siente apego por la felicidad sáttvica; sólo el que permanece en el ātman es sin mancha, Inmaculado. Entonces la

Cima

lo ilumina todo y en la prakriti limpia puede ser vista por uno mismo la forma propia superior, como en un espejo. Por esta visualización del ātman que uno es, resulta posible convertirse en Brahman y desde entonces ver Brahman en todo, con independencia de que los ojos estén cerrados o abiertos (6).

Entonces se ve lo erróneo de buscar la felicidad. Si todos los objetos son Brahman, ¿cómo puede haber cambio de un objeto a otro? Y si no hay cambio, ¿por qué mantener el deseo de felicidad? ¿Por qué buscar la felicidad en otros objetos? Hay que abandonar ese deseo y afirmarse en el ātman, sin deseo del ātman, sólo por el ātman (ātmanām ātmanā) (III, 43) (6).

Rajas es el impulso del deseo hacia otros objetos, con apego. Si este deseo es sostenido, prolongado, engendra la sed de poseer ese objeto y produce fuertes ligaduras. Hay que juntar entonces las manos, hacer el añjali y dar las gracias a ese objeto por el que es posible ejercitar la renuncia a un objeto que desea el guna rajas, no uno mismo (7).

Tamas es no morar en el ātman, sino morar en todos los objetos con apego. Sin embargo, para el verdadero yogui cada jīva es siempre Mahāvideha, un

gran incorpóreo

que se suele interpretar como si fuera un Encarnado. Pero hay que saberse mirar fuera de uno mismo, hay que alcanzar aquella condición que es externa, sin cuerpo, y no afectada por el cuerpo. Entonces se disipa el velo que obstruye la luz, porque cada jīva es en verdad Shiva, el eterno (8).

Sección II. Las cualidades de los gunas (10-15)

Cuando se permanece en guna-sattva se abren en el cuerpo muchas puertas por donde penetra la luz del conocimiento que desciende. Entonces, todos los órganos, densos y sutiles, de la óctuple división de prakriti (VII, 4) ayudan para que sea revelado el ātman. Saber esto y practicarlo es la verdadera sabiduría (11).

El deseo por un objeto lleva a contemplar ese objeto con apego, pues la atención es arrastrada hacia ese objeto constantemente. Eso es vivir en guna-rajas. Cuando cualquier dirección parece importante menos aquella que conduce al ātman, eso es vivir en guna-tamas (12-13).

Cuando por la firme estabilidad en el yoga, todo lo que no es ātman ha desaparecido, entonces ya no queda ninguna mancha en prakriti. Ha nacido un Inmaculado (14).

Hay quien todo lo conoce, pero nada realiza; y esa es una forma social de ser sabio: no conocer nada, pero creer que se conoce todo y parecerlo. Estos son llamados

lampaka

(bobo consciente) y

veshya

(cortesano).

Sección III. Las consecuencias de los gunas (16-20)

La acción sin deseo de los frutos es yoga; el fruto de la acción es dolor, sufrimiento, y desear ese fruto, con acción o sin ella, es ignorancia (16).

Si una vez en guna-sattva se permanece en la contemplación del ātman, el conocimiento de Brahman se patentiza poco a poco. Cuando se está en guna-rajas, todo es absorbido por la acción; el deseo del fruto de la acción es el que absorbe hasta la identificación con el objeto. Si hay enamoramiento del objeto, lo que sobreviene es un estado de extravío doloroso con ignorancia total del ātman y de su busca. Ese es el resultado de guna-tamas (17).

Cuando se practica el yoga en sattva, el prāna asciende, con la conciencia, hacia la Cima y se descubre el anu de Brahman. De Día y de Noche, se experimenta entonces la alegría bienaventurada. Cuando se vive en guna-rajas las acciones son hijas de manas con caminos hacia el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. Cuando guna-tamas domina, el prāna vital desciende para que prevalezcan las funciones del sexo. Esa es la hora de la regresión, de la ignorancia, del no saber que no se sabe (18).

Cuando la identificación con los gunas cesa, ahamāra se disipa en el no ser nada y sobreviene una especie de vacío o silencio. Entonces es cuando el que ve, el Encarnado, desembarazado del cuerpo y de los gunas sabe que él es el ātman Imperecedero (19-20).

Sección IV. Los signos del que sobrepasó los tres gunas (21-27)

Una especie de iluminación progresiva se experimenta cuando se han sobrepasado los gunas. Día y Noche ya no existen y toda la atención resulta absorbida por ese proceso iluminativo. Todo deseo desaparece y la morada propia se sabe que está en la

Cima

. Pero el que allí mora no es el que uno fue siempre, sino un segundo nacido, inmortal, el ser verdadero, al que todo ha sido transferido (22).

Los gunas actúan siempre, pero la conciencia, machchitta, se estabiliza al fin, como la llama inmóvil de una lámpara a la que no le afecta el viento de los gunas (23).

En el estado de permanencia inconmovible en la sabiduría, en vijñāna (VI, 8), la obra de prakriti ofrece una perspectiva algo imprecisa, como si fuera mirada por un borracho (24-25).

El yoga de devoción constante es un fuego que se alimenta con el fuego del conocimiento que recibe sin tregua y que consume todo lo que no es Brahman. Entonces, todo se hace Uno con Brahman, o bien, se ve que Brahman es Uno con todo (26).

Cumplir el dharma propio consiste en ver todos los objetos sin apego, practicar el yoga sin deseo de fruto y permanecer en la contemplación de ātman con devoción intensa. En ese estado, la alegría es la compañera inseparable y los resplandores de esa felicidad son percibidos por todos.

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