COMENTARIOS AL DISCURSO XII
Comentarios al discurso XII: Yoga de la devoción
COMENTARIOS AL DISCURSO XII
YOGA DE LA VISIÓN DE LA DEVOCIÓN
(bhakti yoga)
Introducción (1)
La conclusión del Señor en el Discurso XI es que cualquiera que sea el camino seguido por el yogui, el Fin último, si no se alcanza por la Gracia divina,
sólo puede ser conocido, visto y hasta penetrado con una devoción inconmovible
(XI, 54).
Por eso se habla ahora del yoga de devoción para explicar cómo puede lograrse por él el Fin último. Pero la devoción puede ser practicada por tres sendas distintas: la contemplación del ātman, la inmersión en lo Imperecedero y la busca de lo Inmanifestado. Es necesario estudiar todo esto y sobre ello va a versar el Discurso.
Sección I. Las tres sendas de devoción (2-7)
La primera senda de devoción, aquella de la que el Señor dice que es el
mejor yoga
(2), tiene por fundamento una fe firme, total, en que el ātman de uno mismo, el Uttama Purusha, ¡bendito sea!,
es lo único que es
. De ahí viene una consagración natural y gozosa de todos los pensamientos; un darse uno mismo, que es amor a lo divino; un espíritu de servicio inconmovible a lo que es Vida y Luz; un sacrificio del que ningún fruto de participación se espera, pues sólo hay la victoria del Señor de los Sacrificios. Y todo eso, montado a partir del conocimiento, de la evidencia interior de que
Nada soy, nada tengo
(2. 6-7).
La segunda senda de devoción, que también conduce hasta el Fin último (4), es la del que construye su Morada en la
Cima
de sí mismo. Desde el centro entre ambas cejas, la concentración ha propiciado un ascenso del prāna y con él, la conciencia se ha alojado allí, en lo Imperecedero. A donde quiera que este devoto vaya, allí está con él lo Imperecedero, porque, dueño de su contemplación, la
Cima
es siempre Brahman Imperecedero, y todos los seres son siempre la
Cima
.
La tercera senda de devoción no encuentra al Uttama Purusha para adorarle; ¡bendito sea!, ni encuentra la
Cima
para fundar la Morada, sino sólo tiene la certeza sublime de que lo Inmanifestado puede ser encontrado, aunque su busca es el camino del sufrimiento. Dice el Señor que el Fin último que busca este devoto es muy difícil de alcanzar mientras se permanece en cuerpo mortal, como si dijera que el objeto que adora este devoto está más allá de sí mismo (5).
Sección II. Los cuatro vías de la primera senda de devoción (8-11)
Explica el Señor sólo la primera senda de devoción, pues es el
mejor yoga
. Y si ahora habla de las cuatro vías de esa senda no es porque alguna de ellas no sirva para alcanzar el Fin supremo, sino porque cada viandante debe practicar el camino según sus aptitudes propias.
Todos tus pensamientos —dice— serán para adhyātma, concentrados y firmes; y toda tu atención
libará
en su punto de apoyo con devota sumisión, de manera incesante. Estés despierto o dormido, activo o en descanso, descenderá sobre ti un conocimiento nuevo desde el esplendor del ātman. Con tal contemplación, si además sabes renunciar a ti mismo —y esto es de suma importancia— tú dejarás de ser el tú que eres, y un día bienaventurado serás el Señor, el ātman que de verdad eres. De eso no hay duda (8).
Esa es la vía más rápida de todas, mas si no puedes fijar con tanta intensidad tu conciencia, practica con constancia el yoga. En cada pensamiento y también en cada uno de tus actos, deberás sentirte unido al ātman. Que cada instante de tu vida esté consagrado al ātman: la riqueza de lo Imperecedero será al fin conquistada por ti (9).
Si no puedes ofrecer al ātman todas tus acciones porque tu manas se distrae, inténtalo al menos, y con suavidad y con paciencia imperturbable, vuelve una y otra vez de la distracción a la fijeza. Estar atento a la distracción es por sí sólo el camino constante hacia el Fin supremo (10).
La cuarta vía que el Señor explica es la más sencilla, aunque no la menos eficaz: se funda en la devoción y el amor. Refúgiate en el Señor del que has de entender que Él es el cosmos, y libérate de ahamkāra. Ya sabes: tu melodía íntima, interior, debe ser:
Nada soy, nada tengo
. La lluvia del Uttama Purusha, ¡bendito sea!, caerá entonces, cada vez más copiosa, para ti, pues Él es tu guru y te instruirá sin que tú lo pidas (11).
Sección III. Descripción del bhakti-yoga completo (12-20)
He aquí una escala de valores para llegar al Fin supremo: abhyāsa es la práctica constante del yoga, o bien, del sentirse siempre unido al Señor. Superior es el conocimiento, lo cual supone el ejercicio incansable de la discriminación en todo. Mejor aun es dhyāna, la contemplación continuada del ātman, por devoción y amor al ātman. Superior a esto es el cumplimiento del dharma propio, sin ningún deseo por los frutos. Pero lo más excelente es el estado de
Nada soy, nada me pertenece
, que viene cuando el bhakta ha renunciado a sí mismo. Entonces se alcanza la paz bienaventurada de Brahman (12).
En su Discurso enumera ahora el Señor todas las virtudes que un bhakta debe reunir para alcanzar el Fin supremo. En sólo ocho estrofas resume en verdad la quintaesencia de la Gītā; un espejo de peregrinos del dharma con el que el Señor bienaventurado culmina su obra de instrucción. Aún dará más consejos y completará información en muchos importantes puntos, pero el fundamento de la Canción del Señor ha concluido.