Bhagavad Gita

COMENTARIOS AL DISCURSO IV

Comentarios al discurso IV: Yoga del conocimiento divino

COMENTARIOS AL DISCURSO IV

YOGA DEL CONOCIMIENTO DIVINO

(jñāna yoga)

Introducción (1-3)

El título de este Discurso se suele traducir de manera abreviada, tal como figura en nuestro enunciado, pero su sentido completo, según el texto, debería expresarse así: a)

Yoga del conocimiento divino

, b) (que obtiene el)

que renuncia al fruto de la acción

, c)

y no le afecta el karma

. (jñāna karma sanyāsa yoga)

Según este largo título son tres las prácticas yóguicas necesarias para alcanzar la unión y que confluyen en el conocimiento divino propuesto; sanyāsa (renuncia), karma (acción verdadera) y jñāna (conocimiento). En su desarrollo formal, el Discurso se ajusta a las tres prácticas mencionadas, durante tres secciones muy bien delimitadas.

En una autodefinición que precede a las tres secciones, el Señor penetra

un grado más

en el sentido verdadero de los dos juegos alegóricos que como ātman y como paramātman le corresponden al avatār Krishna en la Gītā.

La antigüedad, la naturaleza imperecedera y el secreto que el autor del Discurso le atribuye a este yoga se justifican por sí solos. El Señor bienaventurado, no nacido, imperecedero y sólo accesible para los que en Él se establecen y lo revelan para sí, es el único conocedor real de este yoga de validez eterna, que fue instituido con el primer hombre sobre la tierra que supo concentrarse y contemplar en profunda glorificación al ātman, al Señor.

Sección I. Yoga del conocedor del Señor (4-15)

Lo que importa es que sea bien entendido por todos qué cosa es Aquello que denominamos

el Señor

.

El dharma de cada hombre es conocer al Señor y para llegar a conocer hay que empezar por buscar. Lo que el Señor explica es que Él es el Señor de todos los vivientes, porque Él es el atman no nacido, imperecedero, que en todos y en cada uno de los vivientes mora como su ser propio. El Señor es el Ser de todos los vivientes. Según dice, Él penetra en la prakriti, que es suya (6) y por eso está en cada cuerpo, y en los sentidos, pensamientos y formas de conocer. Aposentado en todos como conocedor de todo en todos, es el Señor de los vivientes.

Si un hombre quiere encontrar al Señor ha de buscarlo en sí mismo y en el sí mismo de los demás, encuentro que es siempre confluente. Por eso dice el Señor que Él conoce todas las vidas pasadas de todos, porque todas son vidas suyas, y eso significa que conocer al Señor es igual a conocerse a sí mismo y conocer el sí mismo de todos.

El Señor se manifiesta en los hombres y entre los hombres. Entre los hombres se manifiesta como avatār, edad tras edad, para ayudar a que el dharma sea restaurado (8); y en los hombres se manifiesta en quienes han restaurado su dharma propio al fin, y una vez purificados por el conocimiento han realizado al Señor en sí mismos (10).

Realizar al Señor es conocer al Señor , una acción a la que por ser pura no hay que pedirle más fruto que el conocimiento, y a la que hay que entregarle, como renuncia, todo lo que uno cree ser. Sin tal renuncia no se manifiesta el Señor, porque lo que uno es, en tal caso, no resulta conocido.

Sólo más allá del pensamiento, en el silencio interior propio del muni, se cumple el yoga del conocedor del Señor.

Sección II. Yoga de la acción con renuncia (16-23)

La acción cumplida con deseo de resultados no es acción verdadera sino inacción, pues de ella no se deriva ningún conocimiento que conduzca a la libertad; y la acción cumplida sin deseo de obtener resultados es yoga, pues la renuncia al fruto es como conservar la inacción en la acción. Por sanyāsa cumple el hombre su karma hasta que lo extingue y se hace un conocedor del yoga sin abandonar su dharma en el mundo (16-18).

Si la acción verdadera es tanto como inacción en la acción es porque la acción con renuncia a los resultados es una acción libre, purificada en el fuego del conocimiento, en el que toda no discriminación es consumida. La acción sin apego a los frutos, con renuncia, es idéntica a la no-acción e inmutabilidad del Señor (19-20).

Con la locución

memoria constante del ātman

menciona el Discurso un hecho interior de rico contenido en el que la conciencia no pensante, exenta de pensamientos, permanece unida con el ātman. Sin deseo y satisfecho con no ser poseedor de nada, con no ser nada, pues tal hombre ha realizado en su conciencia la renuncia completa, tiene memoria del ātman más allá del pensamiento y del deseo, como necesidad interior profunda y constante. Entonces se puede decir que el camino hacia el conocimiento es transitado (21).

Quien permanece con memoria del ātman, siempre y sin deseo, tras su renuncia completa a sí mismo y a sus resultados, va a Brahman en cualquiera de sus acciones. Por el cumplimiento del sanyāsa karma, el karma se extingue porque esa acción es yoga (22-23).

Sección III. Yoga de la acción como sacrificio (24-32)

El Señor nos ha instruido en el Discurso III acerca de la acción como sacrificio que conviene estudiar en sus muchas formas, pues todas engendran cadenas si no se cumplen con fervor y sin apego.

El sacrificio es la acción natural de la Vida, las formas en las que todo lo creado participa. En verdad, todo es realmente Brahman y el que lo sabe contempla a Brahman en todo y descubre que hasta su acción propia es siempre un acto sacrificial por el que vierte sacrificio en el sacrificio, porque uno mismo es el que contempla y lo contemplado (24).

Cualquiera que sea la clase de sacrificio que se ofrece ante la faz de Brahman —y en este mundo hay muchas clases de sacrificio— es siempre una acción que conduce a Brahman; pero sólo engendra libertad el sacrificio que se entrega con renuncia al fruto.

Hay quien renuncia a la totalidad de sí mismo y con eso anula toda distinción entre el fruto y el destinatario del fruto. Esa es la verdadera renuncia desde donde es posible la contemplación de Brahman en la cumbre, en lo más alto (kūtastha), en la identidad inmutable de Brahman.

Sección IV. Yoga del sacrificio del conocimiento (33-42)

Desde el ofrecimiento de uno mismo como oblación (25) hasta el acto de tomar el néctar de los restos del sacrificio (31), todos los sacrificios que en los slokas se nombran son objetos de conocimiento, actos de sacrificio por los que se espera obtener conocimiento. Pero lo que al Señor debe ser ofrecido como sacrificio superior no son objetos de conocimiento sino el conocimiento mismo. Dicho de otra manera: toda acción cumplida, si es verdadera, se transforma en conocimiento que viene como resultado de tal acción, y ese conocimiento es lo que el Señor espera que le sea sacrificado (33). Así lo confirma en su Discurso final como Señor de la Gītā:

Mi convicción… es que seré adorado con el sacrificio del conocimiento

(XVIII, 70).

En los muy importantes slokas que siguen hasta el final del Discurso IV explica el Señor qué cosa es ese conocimiento cuyo sacrificio espera recibir:

Humildad y espíritu de servicio. Humildad es anonadación, saber con certidumbre que el hombre corporal que la conciencia conoce no es nada.

Nada soy, nada me pertenece

es la autoconfesión que a manera de mantra ha de repetir un yogui hasta que el error de ahamkāra es descubierto.

Y si nada soy, ¿qué soy yo?

El Discurso dice:

Eres el ātman

. Si existe entonces espíritu de servicio, lo que acaece es concentración y contemplación del ātman, y como el ātman es la verdad absoluta, empieza a

llover

desde allí la verdad contemplada, dividida en trozos de conocimiento, si hay fe bastante para recibirla.

Esta es la lluvia de conocimiento (buddhi) que cae sobre el conocimiento (buddhi) hasta inundarle, si es que buddhi ofrece su sacrificio con humildad y espíritu de servicio (34).

Los ríos de conocimiento enriquecen de conocimiento del ātman al conocimiento (buddhi), hasta que la contemplación le permite verse a sí mismo en el ātman y a todas las criaturas también en el ātman, en el Señor (paramātman) (35).

Caminar en tal conocimiento es como bogar en una barca que lleva por sí sola a la orilla de lo Imperecedero. Todo el karma se reduce a cenizas (36-37) y entonces la verdad del ātman la realiza el hombre por sí mismo (38).

El Señor dice además algo muy importante que no se debe omitir. El proceso hacia el ātman hay que verlo como una consolidación paulatina de la fe, de sraddhā, la fe inteligente, viva y despierta, cuyo punto de partida es la confianza,- levemente irracional en su origen, pero firme poco a poco, en que

el ser, el ātman, es

. A medida que el conocimiento crece, como es conocimiento del ātman se afirma en la unión con el ātman. Y la fe en el ātman es bienaventuranza tanto como la duda, que es creencia en ahamkāra, es destrucción.

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