COMENTARIOS AL DISCURSO IX
Comentarios al discurso IX: Yoga de la ciencia soberano y el soberano misterio
COMENTARIOS AL DISCURSO IX
YOGA DE LA CIENCIA SOBERANA Y EL SOBERANO MISTERIO
(rājavidyā rājaguhya yoga)
Introducción (1-3)
La ciencia que el Señor se dispone a explicar en este Discurso, para que todos entren en posesión del conocimiento supremo, revela el misterio de que
todo hombre es realmente Brahman
.
Este misterio es el Misterio soberano que todos deben revelar en sí mismos, pues por él entra el hombre en la vía de la realización; pero es preciso para que tal misterio se realice que no exista en el hombre ni sombra de duda cuando dice de sí mismo:
Yo soy realmente Brahman
. Por eso dice el Señor:
A ti, que ya no dudas
.
Si no hay duda, la realización es fácil, porque es cumplimiento del dharma propio, que en todos es siempre eso: descubrir la identidad verdadera de uno mismo, y porque es directa. Ser directa la realización (pratyaksha avagama) significa que la percepción de este conocimiento no necesita intermediarios. Quien proporciona la ciencia es Brahman, el más interesado en su realización, puesto que Brahman es el dharma que debe ser revelado y el sí mismo real de quien emprende la realización.
Como signo de que esa realización es conforme al dharma, es el Señor bienaventurado en cuanto
Señor de todos los sacrificios
(adhiyajña) (24), quien se dispone a revelar el misterio. ¿Y quién podría revelarlo mejor que Él? Adhiyajña es el morador supremo en el sacrificio, el morador del cuerpo, que acepta para sí las acciones de los seres en sus cuerpos como sacrificio de sí mismo, y el que disfruta los sacrificios.
El Señor de todos los sacrificios, ¡bendito sea!, insiste en la necesidad de estar provisto de fe en que éste es el dharma y en que Él es el uno mismo real del que emprende la realización. Esa fe es por sí sola el purificador supremo. Los obstáculos, los enemigos, son por ella destruidos (3) con facilidad y la rueda de morir y renacer es al fin apartada (1-3).
Sección I. Cómo está el Señor en el universo (4-10)
Brahman está en el universo en su forma inmanifestada, lo cual significa que es invisible y sin forma y que toma su forma de aquello en lo que está. Brahman está en todas las cosas como su raíz y desde su origen difundido en ellas como principio de Vida en todas las formas (XII, 5). Por eso se dice que el universo está
penetrado
por Él (4).
Pero no se puede afirmar por eso que Brahman mora en los seres, aunque existe en todos, puesto que Él permanece impasible y asiste como absoluto Imperecedero a los actos que ejecutan los seres impulsados por la fuerza natural de prakriti. Por su parte, los seres no conocen a Brahman. Tienen su atención puesta en los objetos del mundo y no se puede decir que moran en Él, aunque están en Él. Ellos son traídos a la existencia animada o inanimada por el principio de Vida, principio o Vida a los que también llaman Conciencia cuando la miran desde el interior de sí mismos, y son traídos por la cercana presencia del ātman, que como Señor de los sacrificios asume para sí las acciones de todos (5-10).
Cada hombre debe concentrarse en esa forma divina, sin forma propia, inmanifestada; sólo así puede llegar a contemplar su raíz propia, adhiyajña, que como en el árbol asvattha está arriba (XV,1), en la Cima de sí mismo, pues por eso es el Señor de los sacrificios.
Sección II. Cómo puede ser reconocido el Señor (II-15)
Los ignorantes no reconocen a Brahman porque está revestido con las formas del mundo. Carecen de discriminación y se identifican con los gunas rajas y tamas; los primeros, porque su pasión por los objetos de los sentidos les lleva lejos de su propia raíz y los segundos, porque engañados por los sentidos no creen en el ātman y no buscan su raíz.
Pero están los mahātmās, los que han realizado que ātman sólo es Uno. Ellos conocen a Brahman como la fuente inmutable de todo y le ofrecen el sacrificio del conocimiento que ensalza el Señor de la Gītā. La adoración de tales mahātmās es doble, pues le adoran como el Único que está en todos y como el Múltiple que es la raíz de cada uno (11-15).
Sección III. Cómo adoran los hombres al Señor de los sacrificios (16-24)
El Señor es la forma divina, inmanifestada, en todo lo que es, incluso más allá del ser. Por eso está el mundo lleno de adoradores que practican sacrificios, aunque a veces en una forma inadecuada, no directa.
Sólo a los que adoran al Señor de los sacrificios y permanecen siempre unidos a Él con firmeza, les asegura el Señor la realización de ese yoga (yogakshema) que consiste en conseguir al fin lo que buscan y no han alcanzado, y conservar el hecho venturoso de ser realmente Brahman absoluto e Imperecedero, cosa que son desde su origen sin saberlo. En eso consiste el conocimiento supremo: ser lo que uno realmente es.
Sección IV. Cómo hay que adorar al Señor (25-34)
Cada uno va a lo que adora, pero sólo hay un camino que conduce al Fin supremo: la adoración de Brahman. Mas no adores sólo con tus pensamientos, porque eso es cosa superficial. Que tu adoración sea contenida, interior, permanente, con necesidad y concentrada. Que todo tu vivir, tu hacer, tu respirar, esté consagrado a Brahman. Así irás a Brahman (25-27).
Asiéntate con firmeza, devotamente, en la renunciación, porque ese es el yoga que debes practicar. Cuando hayas renunciado a todo, incluso a ti mismo, entonces estarás en Brahman y Brahman estará en ti, porque ambas cosas son una misma (28-29)
No ser nada propio, sino ser Brahman, es la única manera honda y verdadera de adorar a Brahman. Con eso entrarás en purificación completa y lo impuro que había en ti perecerá hasta ser todo conforme al dharma (30-31).
Todos pueden alcanzar el Fin supremo. Sean hombre, mujer, vaishya, shūdra o impuro, todos alcanzan el Fin supremo, todos lo poseen y para todos está destinado. Tú vives en un mundo desdichado y transitorio, pero eso no te exime, sino que te obliga a adorar a Brahman, porque también para ti está reservado el Fin supremo (32-33).
Ofrécete a Brahman en sacrificio absoluto para ser idéntico a Mí, que soy adhiyajña, el Señor del sacrificio. Tómame como lo que en verdad soy, tú mismo, tu propio Fin supremo y entonces vendrás a Mí, a Brahman y a ti mismo, en Uno solo (34).