COMENTARIOS AL DISCURSO V
Comentarios al discurso V: Yoga de la renunciación
COMENTARIOS AL DISCURSO V
YOGA DE LA RENUNCIACIÓN
(karma sanyāsa yoga)
Introducción (1-2)
La acción sin apego, con renuncia a los frutos, es parte del yoga que Krishna acaba de ensalzar y explicar; y Arjuna pregunta ahora sobre los motivos de elección entre dos modos de yoga que en sí mismos, tales como él los enuncia, parecen imcompatibles además de ser incompletos como camino e insuficientes como yoga: el yoga de la acción (karmayoga) y el de la renunciación (sanyāsayoga).
Es cierto que cualquiera que sea la vía seguida conduce al ātman (IV, 11), porque el ātman es siempre el camino y lo que hay que realizar, pero la renunciación (sanyāsa) es difícil de lograr sin ayuda de la acción, que es yoga; y la acción sin renuncia a los frutos no rompe las cadenas, dado que esa acción se compromete por sí misma (IV, 20).
Qué es la renunciación correctamente entendida y en qué sentido necesita la renunciación, para conducir hasta la felicidad suprema, ser yoga, acción verdadera: éstas son las cosas que constituyen el fundamento de este Discurso, cuyo objeto es la renunciación como yoga.
Sección I. Karmayoga y sanyāsayoga (3-6)
Es muy probable que en los tiempos del autor de la Gītā muchos seguidores de la doctrina sānkhya adoptaran la renunciación como forma de realización propia; pero la renunciación de tales sanyāsines parece consistir esencialmente en algo muy exterior, es decir, en abandonar toda acción y toda empresa o propósito. Para ellos advierte el Discurso que, en efecto, quien ya no siente aversión ni deseo por nada está pronto a liberarse de toda esclavitud (3), pero que tal libertad no se funda en la simple abstención de
encender el fuego sagrado y de cumplir los ritos
(VI, 1), sino que es necesario renunciar a uno mismo para estar libre del par de opuestos.
El estado final propuesto por la doctrina sānkhya,
la calma inmóvil
, es el mismo para el sanyāsin que para el yogui y por eso está en lo cierto quien ve que el sānkhya y el yoga no son cosas diferentes (5); pero la renunciación hasta el punto de quedar libre del par de opuestos
es difícil de lograr sin la práctica del yoga
(6).
Como se ha dicho: Sin yoga, el sanyāsa como abstención de cualquier acto es un juego exterior, una aventura sin camina. Si se renuncia a una cosa, otra sobreviene y ocupa su lugar; y así de manera incesante. Por eso, el muni, el sabio que busca la libertad, se purifica por el yoga, y alcanza la calma inmóvil propuesta por la doctrina sānkhya y perseguida por los yoguis.
Sección II. La verdadera renunciación y sus efectos (7-13)
¿Qué es verdadera renunciación y cuáles son sus efectos en el muni purificado por el yoga? El Señor bienaventurado explica esto tan bien que imperdonable sería no seguir sus revelaciones paso tras paso:
a) Hay que acabar con toda identificación con los sentidos, los cuales, como ya se sabe, son cinco más uno, manas, b) Hay que purificar el ātman (la
idea
del ātman, porque el ātman es siempre puro), y para ello hay que valerse del yoga, cuya práctica sucesiva de dhāranā, dhyāna y samādhi se menciona de forma abreviada unos slokas más arriba (21); ye) Hay que realizar el hecho venturoso de que adhyātma, el ātman puro, tal como es, y que es el ser que
yo realmente soy
, es, en verdad, paramātman, el ātman de todos los seres.
Quien esto realiza
, dice el Señor,
aunque actúe no quedará afectado
(7).
Cuando se conoce la verdad del ātman, el hombre, libre ya del error de ahamkāra, dice:
Yo nada hago
, porque ha renunciado a todo apego con los sentidos y está unido a Brahman. Esto es renunciar a todos los actos en Brahman, y a quien efectúa esta renuncia, se dice que no le mancha el mal,
como a la hoja de loto no le moja el agua
(8-10).
Quien realiza esta renuncia que se acaba de mencionar experimenta un fenómeno difícil de explicar. Tal hombre ejecuta sus acciones sólo con el cuerpo, incluidos los sentidos, o además con las funciones de manas y buddhi, que también son cuerpo; pero él no ejecuta ninguna acción. Así es como conserva intacta la contemplación del ātman, y el hombre, lo que él es ahora, pues
nada es y nada le pertenece, permanece inmutable en la paz interior alcanzada
(11-12).
Lo que dice el Señor es que cuando esa
posición
de disciplina, dominio y renuncia se mantiene con fijeza, el hombre, tal hombre (tal purusha), no es entonces el cuerpo sino el morador del cuerpo (13). Esta transformación interior, este ser ahora purusha y no prakriti, esta mutación, es lo que en términos antiguos de sabiduría se califica como ser un
dvija
, un dos veces nacido, pues se ha recibido nacimiento en la otra orilla de la conciencia, en Brahman Imperecedero.
Sección III. Discurso sobre el morador del cuerpo (14-21)
Desde la nueva morada sin tiempo se comprueba que las cosas se manifiestan por su propia naturaleza, por sí mismas, sin agente que actúe y sin relación causal entre la acción y su fruto (14).
Tampoco hay allí mérito o demérito. Sólo es que el conocimiento está velado por el no conocimiento, que se disipa por el conocimiento del ātman. Cuando hay contemplación (dhyāna) larga y concentrada (dhāranā) del ātman, las funciones de manas y buddhi, —pensar y conocer en esta orilla— cesan por sí mismas, enamoradas del ātman (samādhi). El conocimiento verdadero se ilumina y revela el ātman. Como todo lo perecedero es ahora prakriti en verdad, prakriti sólo, la necesidad de retorno de lo Imperecedero concluye. El viaje ha terminado. Todo resplandece como el Sol que se eleva en el interior, en el lugar situado en la cumbre (15-17).
La mirada del muni suele ser entonces como la de un borracho que no hace distinción en lo que ve. Brahman lo penetra todo, y para la mirada agudísima de quien se ha establecido en Brahman sólo hay Brahman. Todo es transparente, y sólo Brahman, lo que es puro más allá de la transparencia, es realmente existente (18-19).
Quien en esta vida se establece en Brahman, conserva en esta orilla, como conexión con el mundo una vez completado su yoga de renunciación, sólo buddhi, el conocimiento puro y libre de los pares de opuestos que recibe del ātman (20).
Dos grados de felicidad pueden aún ser percibidos; uno en conexión con buddhi y otro en sí mismo: la felicidad que viene del ātman cuando el ātman ha sido aislado y la felicidad que consiste en ser la felicidad misma. Se dice que para el yogui que se sumerge en esta felicidad la respiración cesa. Entonces, carente de interior y exterior, se inunda con la alegría imperecedera de Brahman.
Esta es la culminación del yoga, apenas descriptible, que el texto evoca con un vocablo compuesto singular:
brahmayogayuktātma
. Brahman y ātman son idénticos, puesto que Brahman es ātman en lo objetivo y ātman es Brahman en lo subjetivo. La expresión
yoga completo de ātman con Brahman
significa que al fin ha sido realizada la identidad carente de interior y exterior, la más difícil, la última del yoga (21).
Sección IV. Ultima reflexión sobre el sanyāsa yoga (22-29)
El sabio no encuentra satisfacción en los goces del contacto con los objetos de los sentidos y abandona con su cuerpo los impulsos del deseo y de la ira (22-23).
El sabio descubre en sí mismo la felicidad y disipa la dualidad; disciplina su manas y goza con el bienestar de todos los seres (24-25).
Cuando ha renunciado a todo y permanece en la práctica del yoga, en contemplación del ātman, sin más finalidad que la realización del ātman, tal sabio, tal sanyāsin, está ya liberado (26-28).
Ha reconocido al Señor a quien todas las renunciaciones le deben ser ofrecidas como sacrificio y como áscesis, pues Él es el Ser de todos los seres. Él es Mahesvara, Shiva de todos los mundos. Cuando el yogui conoce esto obtiene la condición suprema, el estado en el que puede decir en verdad:
Nada soy. Nada es mío
. Así es como alcanza la Paz (29).