Isis Sin Velo - [Tomo I]

Capítulo 74

LA FUERZA ECTÉNICA

El profesor Thury rechaza a un tiempo la hipótesis de los espíritus desencarnados, la de las influencias diabólicas y la de los teurgos y herméticos sintetizada en la sexta de Crookes (35) y expone otra, a su entender, más prudente, con desconfianza respecto de las demás, si bien admite hasta cierto punto “la acción inconsciente de la voluntad”, de acuerdo con Gasparín. A este propósito dice Thury: “Respecto a los fenómenos de levitación sin contacto y el empuje de la mesa de un sitio a otro por manos invisibles, no cabe demostrar a priori su imposibilidad, y en consecuencia, nadie tiene derecho a calificar de absurdas las pruebas efectuadas”.

Por lo que toca a la hipótesis de Gasparín, la juzga Thury muy severamente, según puede colegirse del siguiente pasaje de De Mirville: “Admite Thury que en los fenómenos de Valleyres estaba la fuerza en el individuo, mientras que nosotros decimos que era a un tiempo intrínseca y extrínseca y que, por regla general, es precisa la acción de la voluntad. Después de todo repite Thury lo que ya había dicho en el prefacio de su obra, conviene a saber: “El barón de Gasparín nos presenta hechos escuetos de cuyas explicaciones no responde, tal vez por ser tan endebles que se desvanecen de un soplo sin que apenas quede nada de ellas. Respecto a los hechos no es posible dudar en delante de su autenticidad”.

Según nos dice Cookes, el profesor Thury “refuta las explicaciones de Gasparín y atribuye los fenómenos psíquicos a una substancia fluídica, a un agente que, como el éter lumínico de los científicos, interpenetra todos los cuerpos materiales orgánicos e inorgánicos. A este agente le llama psícodo, y después de discutir las propiedades de este estado o forma de materia, propone que se denomine fuerza ecténica a la ejercida cuando la mente actúa a distancia por influencia del psícodo” (36). Más adelante observa Crookes que la fuerza ecténica de Thury es idéntica a la fuerza psíquica por él apuntada.

Fácilmente podríamos demostrar que tanto la fuerza ecténica como la fuerza psíquica, además de ser iguales entre sí, lo son a la luz astral o sidérea de los alquimistas (37) y al akâsha o principio de vida, la omnipenetrnte fuerza que desde hace miles de años conocieron los gimnósofos, los magos indos y los adeptos de todos los países, y aun hoy se valen de ella los lamas del Tíbet, los fakires taumaturgos y algunos prestidigitadores indos.

En muchos casos de rapto provocado artificialmente por sugestión hipnótica, es posible y aun probable que el “espíritu” del sujeto actúe influido por la voluntad del hipnotizador; pero cuando el médium permanece consciente mientras se producen fenómenos psíquicofísicos que denoten una dirección inteligente, el agotamiento físico se traducirá en postración nerviosa, a menos que el médium sea mago capaz de proyectar su doble. Por lo tanto, parece concluyente la prueba de que el médium es pasivo instrumento de entidades invisibles que disponen de fuerzas ocultas. Pero no obstante la identidad de la fuerza ecténica de Thury y la psíquica de Crookes, sus respectivos mantenedores discrepan en cuanto a las propiedades que les atribuyen, pues mientras Thury admite que los fenómenos son producidos con frecuencia por voluntades no humanas, corroborando con ello la sexta hipótesis de Crookes, éste se reserva su opinión respecto a la causa de los fenómenos, cuya autenticidad no pone en duda. Así vemos que ni Gasparín y Thury, que investigaron los fenómenos psíquicos en 1854, ni Crookes, que se convenció de su realidad en 1874, les han dado explicación definitiva, a pesar de sus conocimientos en ciencias físico-químicas y de haber dedicado toda su atención a tan arduo problema. el resultado es que en veinte años ningún científico ha dado ni un paso en la solución del enigma que sigue tan inexpugnable como castillo de hadas.

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