Capítulo 104
OPINIONES DE VAN HELMONT
Van Helmont, discípulo de Paracelso, repite en gran parte los conceptos de su maestro, aunque expone más acabadamente las teorías del magnetismo y atribuye el magnale magnum o propiedad de mutuo afecto entre dos personas a la simpatía universal entre todas las cosas de la naturaleza. La causa produce el efecto, el efecto reacciona sobre la causa y ambos se influyen recíprocamente. A este propósito dice: “El magnetismo es una fuerza desconocida, de naturaleza celeste, sumamente semejante a la de los astros, que no está impedida por límite alguno de espacio o tiempo... Toda criatura tiene su peculiar potencia celeste y está íntimamente relacionada con el cielo. Esta mágica potencia del hombre permanece latente en el interior hasta que se actualiza en el exterior. Esta sabiduría y poder mágicos están dormidos, pero la sugestión los pone en actividad y se acrecientan a medida que se reprimen las tenebrosas pasiones de la carne... Esto lo consigue el arte cabalístico, que devuelve al alma aquella mágica y sin embargo natural energía y la despierta del sueño en que se hallaba sumida” (9)
Paracelso y Van Helmont reconocen el gran poder de la voluntad durante los éxtasis y dicen que “el espíritu es el medio del magnetismo y está difundido por todas partes”, por lo que la pura y primieval magia no ha de consistir en prácticas supersticiosas ni ceremonias vanas, sino en la imperiosa voluntad del hombre; pues "el alma y el espíritu que en él se ocultan, como el fuego en el pedernal, y no los espíritus celestes ni infernales, dominan la naturaleza física".
Todos los filósofos medioevales profesaron la teoría de la influencia sidérea en el hombre. A este propósito, dice Cornelio Agrippa: “Las estrellas constan de los mismos elementos que los cuerpos terrestres y por esta razón se atraen recíprocamente las ideas... Las influencias se ejercen tan sólo con auxilio del espíritu difundido por todo el universo en armonía con los espíritus humanos. El que anhele adquirir facultades sobrenaturales debe tener fe, esperanza y amor... En todas las cosas hay un oculto y secreto poder de que dependen las maravillosas facultades mágicas”.
Las modernas teorías del general Pleasanton (10) coinciden con las opiniones de los filósofos del fuego; sobre todo la referente a las electricidades positiva y negativa del hombre y de la mujer y a la atracción y repulsión mutuas de todas las cosas de la naturaleza, que parece tomada de Roberto Fludd, gran maestre de los rosacruces ingleses, quien dice a este propósito: “Cuando dos hombres se acercan uno a otro, su magnetismo es pasivo-negativo o activo-positivo. Si las emanaciones de ambos chocan y se repelen, nace la antipatía; pero cuando se interpenetran sin chocar, el magnetismo es positivo, porque los rayos proceden del centro de la circunferencia, y en este caso, no sólo influyen en las enfermedades, sino también en los sentimientos. Este magnetismo simpático se establece, además de entre los animales, entre estos y las plantas” (11).