Capítulo 85
SÍMBOLOS DE LA FUERZA CIEGA
La voluntad soberana está simbolizada por la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente y por el arcángel que mata bajo sus pies al dragón infernal. Las antiguas teogonías representaron en figura de serpiente con cabeza de toro, carnero o perro, el agente mágico, la doble corriente lumínica, el fuego viviente y astral de la tierra, cuyos símbolos diversos son: la doble serpiente del caduceo; la serpiente del paraíso; la serpiente de bronce de Moisés enroscada en el tau o lingam generador; el macho cabrío de los aquelarres sabatinos; el bafomete de los templarios; el hylé de los agnósticos; la doble cola de serpiente del gallo solar de Abraxas; y finalmente el diablo de los católicos. Pero en su verdadero significado es la fuerza ciega contra la cual ha de prevalecer el alma para libertarse de las ligaduras terrenas, porque si su voluntad no las libra de “esta fatal atracción, quedarán absorbidas en la corriente de fuerza que las produjo y volverán al fuego central y eterno”.
Esta cabalística figura de dicción, no obstante su extraño lenguaje, es la misma que empleaba Jesús, para quien no podía tener significado distinto del que le daban agnósticos y cabalistas; pero los teólogos cristianos lo desvirtuaron para forjar el dogma del infierno. Literalmente significa dicho fuego la luz astral o principio generador y destructor de las formas. A este propósito dice Levi:
“Todas las operaciones mágicas consisten en desprenderse de los anillos de la serpiente y ponerle el pie encima de la cabeza para dominarla a voluntad. En el mito evangélico dice la serpiente: “Te daré todos los reinos de la tierra si postrado me adoras”. A lo que responde el iniciado: “No me postraré, antes bien tú caerás a mis pies. Nada puedes darme y haré de ti lo que me plazca. Porque yo soy tu señor y dueño”. Éste es el verdadero significado de la ambigua respuesta de Jesús al tentador... Así, pues, el diablo no es una entidad, sino una fuerza errática como su nombre indica; una corriente ódica o magnética formada por una cadena de voluntades malignas, productora del espíritu diabólico, llamado legión en el Evangelio, que animaba a la piara de cerdos precipitados en el mar. Este pasaje es una alegoría de cómo las fuerzas ciegas del error y el pecado arrastran precipitadamente a la naturaleza inferior” (32).
El filósofo y naturalista alemán Maximiliano Perty ha dedicado a las modernas formas de la magia un capítulo entero de su extensa obra acerca de las manifestaciones místicas de la naturaleza humana. Dice en el prefacio: “Las manifestaciones de la magia tienen parcial fundamento en un orden de cosas completamente distinto del que conocemos por el tiempo, espacio y causalidad. Estas manifestaciones apenas pueden someterse a experimentación, ni cabe provocarlas arbitrariamente, pero sí es posible observarlas con cuidadosa atención, siempre que ocurran en presencia nuestra, para agruparlas por analogía en determinadas clases e inducir de ellas sus leyes y principios generales.