Capítulo 110
CAPÍTULO VI
Las sagradas escrituras contienen las crónicas de esta
nuestra ciudad de Sais durante un período de 8.000 años.
PLATÓN: Timeo.
Aseguran los egipcios que desde el reinado de Heracles
al de Amasis transcurrieron 17.000 años.
HERODOTO, lib. II, cap. 43.
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¿Dejará el teólogo de vislumbrar la luz que de los jerogíficos
egipcios brota para evidencia la inmortalidad del alma?
¿Echará de ver el historiador que las artes y ciencias florecieron
en Egipto mil años antes de que los pelasgos tachonasen de
templos y fortalezas las islas y cabos del Archipiélago?
GLIDDON.
¿Cómo llegó a Egipto la ciencia? ¿Cuándo despuntó la aurora de aquella civilización cuya maravillosa pujanza nos revela la arqueología? ¡Ay! mudos están los labios de Memnon y ya de ellos no salen oráculos. El silencio de la Esfinge es enigma todavía mayor que el propuesto a Edipo.
No aprendió ciertamente el antiguo Egipto cuanto a los demás pueblos enseñara, por intercambio de ideas y descubrimientos con los vecinos semitas. A este propósito dice el autor de un artículo publicado recientemente:
Cuando mejor conocemos a los egipcios tanto más los admiramos. ¿De quién aprenderían aquellas artes pasmosas que con ellos murieron?... Nada prueba que la civilización y la ciencia naciesen y se desenvolvieran allí de modo semejante a como en los demás pueblos, sino que todo parece derivarse en continuado perfeccionamiento de las más remotas épocas. La historia demuestra que ningún pueblo aventajó al egipcio en sabiduría (1).
No comisionaba el Egipto a la juventud escolar para aprender novedades en las demás naciones, antes al contrario, de todas partes acudían los estudiantes a Egipto ansiosos de conocimientos. La hermosa reina del desierto se recluía arrogantemente en sus encantados dominios y forjaba maravillas como si se prevaliera de mágica varilla.