Capítulo 44
IMAGINACIÓN MATERNAL
Van Helmont refiere (14) algunos casos realmente asombrosos, de entre los cuales entresacamos los siguientes:
1.º En Mechlín, la mujer de un sastre estaba sentada a la puerta de su casa, cuando frente a ella sobrevino una reyerta entre varios soldados, uno de los cuales quedó con la mano amputada. Tan vivamente le impresionó este espectáculo, que dio a luz antes de tiempo un niño manco, de cuyo muñón manaba sangre.
2.º El año 1602, la esposa de un mercader de Amberes, llamado Marco Devogeler, vio cómo le cortaban el brazo a un soldado, y al punto le acometieron dolores de parto, dando a luz una niña con brazo cortado, cuya herida chorreaba sangre como en el caso anterior.
2.º Una mujer presenció la decapitación de treinta rebeldes flamencos por orden del duque de Alba, y de tal manera la sobrecogió el horroroso espectáculo, que en aquel mismo punto parió un niño acéfalo, pero con el cuello sangrante como si acabaran de decapitarlo.
Si en la naturaleza hubiere milagros, de tales pudieran diputarse los casos anteriores; pero los fisiólogos no aciertan a explicar satisfactoriamente estos fenómenos estigmáticos y o bien los atribuyen a lo que llaman “variaciones espontáneas del tipo” y a “curiosas coincidencias” por el estilo de las de Proctor, o bien delatan ingenuamente su ignorancia, como por ejemplo Magendie que confiesa cuán poco se sabe de la vida intra-uterina, a pesar de las investigaciones científicas, y dice sobre este punto:
En cierta ocasión se observó que el cordón umbilical, después de roto, se había cicatrizado de modo que no se comprendía cómo circulaba por él la sangre... Nada sabemos hasta ahora respecto de la función digestiva en el feto, ni tampoco de lo tocante a su nutrición, pues los tratados de fisiología sólo dan vagas conjeturas sobre este punto... Por alguna causa desconocida, los órganos del feto se desarrollan preternaturalmente...; pero no hay motivo alguno para admitir la influencia de la imaginación de la madre en el engendro de estas monstruosidades, pues los mismos fenómenos se observan a diario en animales y plantas (15).
Este extracto nos ofrece acabada muestra de los métodos empleados por los científicos, quienes en cuanto transponen el círculo de sus observaciones desvían el criterio y deducen consecuencias mucho menos lógicas que los argumentadores de segunda mano. La literatura científica nos depara continuas pruebas de cuán torcidamente discurren los materialists al observar fenómenos psicológicos, pues la mente obcecada es tan incapaz de distinguir entre las causas psíquicas y los efectos físicos como el ciego de colores.
Sin embargo, hay científicos sinceros como Elam, que aunque materialista, confiesa que es verdaderamente inexplicable la recíproca actuación de la inteligencia y la materia. Todos reconocen la imposibilidad de penetrar este misterio, que probablemente nadie será capaz de esclarecer en lo sucesivo.
Sobre este mismo punto dice Aitken:
Las patrañas y despropósitos a que hasta ahora se habían atribuido supersticiosamente los vicios de conformación, se van desvaneciendo ante las luminosas explicaciones de embriólogos como Muller, Rathke, Bischoff, St. Hilaire, Burdach, Allen Thompson, Vrolick, Wolff, Meckel, Simpson, Rokitansky y Ammon, cuyos estudios son suficiente promesa de que los esplendores de la ciencia disiparán las tinieblas de la ignorancia y la superstición (16).
Parece inferirse del tono de satisfacción en que se expresa tan eminente autoridad médica, que si no posee la clave del problema está en seguro camino de resolverlo; pero no obstante, manifiesta los mismos recelos y dudas que Magendie treinta años atrás, y en 1872 se expresaba en los siguientes términos:
A pesar de todo, la causa de los vicios de conformación continúa envuelta en un profundo misterio. Para investigarla conviene preguntar: ¿se debe a viciosa conformación original del germen, o por el contrario resulta la deformidad de accidentes sobrevenidos durante el desarrollo del embrión? Respecto al primer extremo se conjetura que la deformidad original del germen puede provenir de la influencia del padre o de la madre, cuyas deformaciones se transmiten en este caso por herencia... Sin embargo, no hay pruebas bastantes para admitir que las deformidades del feto provengan de excitaciones mentales de la madre durante el embarazo, y los lunares, las manchas cutáneas y demás estigmas se atribuyen a estados morbosos de las cubiertas del óvulo... Una de las más notorias deformaciones es el desarrollo cohibido del feto, cuya causa queda oculta las más de las veces... Las formas transitorias del embrión humano son análogas a las formas definitivas de los animales, y esto explica que cuando se suspende o cohibe el desarrollo del feto presente éste el aspecto de alguno de dichos animales.