Capítulo 101
LEVITACIONES DEL MÉDIUM Y DEL ADEPTO
La levitación del médium es, según se ve, un fenómeno puramente mecánico, pues su inerte cuerpo queda impelido en ascenso por el vórtice que engendran las entidades elementales y a veces las elementarias, aunque también puede tener el fenómeno causas morbosas como en el caso de los sonámbulos del doctor Perty.
Por el contrario, la levitación del adepto es un fenómeno electromagnético dimanante del cambio de polaridad de su cuerpo, de modo que sea de signo igual a la de la tierra y contrario a la de la atmósfera, que lo elevará por atracción sin que el adepto pierda la conciencia (91).
Seguramente dirán los científicos que las levitaciones producidas por los torbellinos (92) no tienen punto de comparación con las levitaciones de personas, pues en un aposento no pueden formarse vórtices, sino que si un médium se levanta en el aire es por efecto de las leyes dinámicas de la naturaleza y del espíritu. Cuantos conocen estas leyes afirman que de una reunión de personas cuya excitación mental reaccione sobre el organismo físico se desprenden emanaciones electromagnéticas que, cuando suficientemente intensas, llegan a perturbar el ambiente circundante hasta el punto de producir un vórtice eléctrico de intensidad bastante para que ocurran fenómenos insólitos. Así se comprende que las vueltas de los derviches y las danzas salvajes, estremecimientos, gesticulaciones, músicas y gritería de los devotos tengan por finalidad la producción de fenómenos psíquico-físicos. También explica esta circunstancia la exacerbación del sentimiento religioso.
Pero todavía conviene examinar otro punto. Si el médium es un núcleo magnético al par que un conductor eléctrico, estará sujeto a las mismas leyes que los conductores metálicos y le atraerá el imán de donde deriva la fuerza. Por lo tanto, si las invisibles entidades que presiden las manifestaciones espiritistas concentran por encima del médium un núcleo magnético de potencia conveniente, fácil será que se vea atraído hacia dicho núcleo a pesar de la gravedad terrestre. sabido es que cuando el médium no se da cuenta del proceso fenoménico es preciso admitir la intervención de una entidad directora que actúa según dejamos dicho. Huelgan mayores pruebas de ello que las suministradas, no sólo en nuestras personales investigaciones a que no damos autoridad alguna, sino en las que Crookes y otros científicos desapasionados llevaron a cabo en distintas épocas y países, aunque los escépticos se resistan a reconocer la autenticidad de sus resultados.
No hace muchos años, el de 1836, llegaron a noticia del público ciertos fenómenos tan singulares si no más que las manifestaciones ocurridas en nuestros días. La publicación de la correspondencia entre los famosos hipnotizadores franceses Deleuze y Billot suscitó animadas discusiones en todos los círculos sociales. Billot creía firmemente en la aparición de espíritus porque los había visto, oído y tocado. Deleuze estaba tanto o más convencido de ello que el mismo Billot y aseguraba que no había verdad tan inconcusamente demostrada como la inmortalidad del alma y el retorno de los difuntos, pues en varias ocasiones le trajeron objetos materiales desde largas distancias y recibió comunicaciones sobre asuntos de excepcional importancia. Se extrañaba Deleuze de que los seres espirituales pudieran transportar objetos materiales, y aunque menos intuitivo que Billot, convenía con éste en que la cuestión del espiritismo no es de razones sino de hechos.