Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 18

CAPÍTULO II

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TAY.: Lyd de Mens, 20.

Las más potentes almas perciben intuitivamente la verdad y

son de más ingeniosa índole. Según el oráculo, estas almas

se salvan por su propio esfuerzo.

PROCLO.

Puesto que el alma evoluciona perpetuamente y en

determinado tiempo pasa a través de todas las cosas,

se ve luego precisada a retroceder por el mismo camino

y a proceder por el mismo orden de generación en el

mundo, porque tantas cuantas veces se repiten las

causas, otras tantas han de repetirse los efectos.

FICIN: Oráculos caldeos.

Sin un fin peculiar es el estudio artificiosa

frivolidad de la mente.

YOUNG.

La ciencia escolástica nada ha comprendido de cuanto precede al momento en que se forma el embrión ni de lo que sigue después que el hombre baja a la tumba, pues ignora las relaciones entre espíritu, alma y cuerpo antes y después de la muerte. El mismo principio vital es intrincado enigma en cuya solución agotó infructuosamente el materialismo sus energías mentales. Ante un cadáver enmudece el escéptico si su discípulo le pregunta de dónde vino y adónde fue el morador de aquel cuerpo inerte. Por lo tanto, no tiene el discípulo más remedio que satisfacerse con la explicación de que el hombre procede del protoplasma o abandonar escuela, libros y maestro, para encontrar la explicación del misterio.

En ciertas ocasiones resulta tan interesante como instructivo observar de cerca las frecuentes escaramuzas entre la ciencia y la teología. Pero no todos los hijos de la Iglesia son tan desdichados en defenderla como el abate Moigno de París, quien, a pesar de sus buenas intenciones, fracasó en el empeño de refutar los librepensadores argumentos de Huxley, Tyndall, Du Bois-Raymond y otros tantos, para recibir en recompensa la inclusión de su obra en el índice de libros prohibidos por Roma.

Es muy peligroso aventurarse sin ayuda en una polémica con los científicos sobre cuestiones evidenciadas por la experimentación, porque en los asuntos que conocen (mientras no los mudan por otros), son invulnerables como Aquiles, a menos que su contrincante les hiera en el talón. Sin embargo, ni aun en el talón se creen los científicos vulnerables.

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