Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 15

CAÍDA EN LA GENERACIÓN

Dimanaba esta discrepancia de que los cabalistas cristianos tomaban al pie de la letra el relato de la caída del hombre. Decían a este propósito: “A consecuencia de la caída de Adán quedó el alma contaminada por el mundo de la materia, personificado en Satán, y era preciso que en las tinieblas eliminase toda impureza antes de comparecer en presencia del Eterno con el divino espíritu aprisionado. El espíritu está en la cárcel del alma como una gota de agua presa en una cápsula de gelatina en el seno del Océano; mientras no se rompa la cápsula permanecerá aislada la gota, pero en cuanto la envoltura se quiebre, se confundirá la gota con la masa total de agua perdiendo su existencia individual. Lo mismo sucede con el espíritu. Mientras está encarcelado en el alma, su medianero plástico, existe individualmente; pero si se desintegra la envoltura a consecuencia de las torturas de una conciencia marchita, de crímenes nefandos o enfermedades morales, el espíritu se restituye a su morada primera. La individualidad se separa”.

Por otra parte, los filósofos que interpretaban genésicamente la “caída en la generación” creían que el espíritu era completamente distinto del alma a la que iluminaba con sus rayos. El cuerpo y el alma habían de lograr la inmortalidad ascendiendo hacia la Unidad con la que al fin quedaban identificados y, por decirlo así, absorbidos. La individualización del hombre después de la muerte depende del espíritu y no del alma ni del cuerpo; y aunque en rigor el espíritu no tiene personalidad, es una entidad distinta, inmortal y eterna per se, aun en el caso de los criminales impenitentes de cuyo cuerpo y alma se aparta, dejando que la entidad inferior se desintegre gradualmente en el éter. Entonces el espíritu separado se convierte en ángel; porque los dioses de los paganos o los arcángeles de los cristianos, a pesar de la atrevida afirmación de Swedenborg, son emanaciones directas de la Causa primera y nunca fueron ni serán hombres, por lo menos en nuestro planeta.

Esta cuestión ha sido en todo tiempo piedra de escándalo para los metafísicos. En esta misteriosa enseñanza se basa todo el esoterismo de la filosofía budista, que tan pocos comprenden y que tantos científicos eminentes adulteraron. Aun los mismos metafísicos propenden a confundir el efecto con la causa. Un hombre puede haber alcanzado la inmortalidad y continuar siendo eternamente el mismo yo interno que era en la tierra; pero esto no supone que dicho hombre haya de conservar la personalidad que tuvo en la tierra, so pena de perder su individualidad. Por consiguiente, los cuerpos astral y físico del hombre pueden quedar absorbidos en sus respectivos receptáculos cósmicos de materia y cesar de ser residencia del ego si este ego no merecía ascender más allá; pero el divino espíritu continuará siendo entidad inmutable, aunque las experiencias terrestres se desvanezcan por completo en el instante de separarse de su indigno vehículo.

Si como enseñaron Orígenes, Sinesio y otros filósofos cristianos, es el espíritu individualmente persistente en la eternidad, por fuerza ha de ser eterno. Por lo tanto, nada importa que el hombre sea bueno o malo en la tierra, porque jamás puede perder su individualidad. Esta doctrina parece de tan perniciosas consecuencias como la de la redención por ajenos merecimientos; pero si el mundo desentrañara su verdadero significado, hubiese contribuido a mejorar a la humanidad apartándola del vicio y del crimen, no por temor a la justicia humana ni a un infierno ridículo, sino por el arraigadísimo e interno anhelo de la vida individual en el más allá, que sólo podemos alcanzar “conquistando a viva fuerza el reino de los cielos”, es decir, que ni por humanas oraciones ni por sacrificio ajeno podemos salvarnos del aniquilamiento de nuestra individualidad, sino tan sólo uniéndonos íntimamente durante la vida terrena con nuestro espíritu o sea con nuestro Dios.

Descargar Newt

Lleva Isis Sin Velo - [Tomo II] contigo