Los miserables

Los preparativos

V

Los preparativos

Los periódicos de entonces que dijeron que la barricada de la calle de La Chanvrerie, esa como la llamaban, llegaba al nivel de un primer piso se equivocaron. En realidad, no pasaba de una altura media de seis o siete pies. La construyeron de forma tal que los combatientes podían, a voluntad, o desaparecer detrás de ella, o estar en una zona superior, e incluso trepar a lo más alto por una hilera cuádruple de adoquines superpuestos y colocados por dentro como gradas. Por fuera, la parte frontal de la barricada, compuesta de adoquines apilados y de toneles que unían vigas y tablones que se cruzaban en las ruedas del carretón de Anceau y del ómnibus volcado, tenía un aspecto erizado e impenetrable. Habían previsto entre la pared de las casas y el extremo de la barricada que caía más lejos de la taberna una abertura que bastase para que pudiera pasar un hombre, de forma tal que pudiese llevarse a cabo una salida. La vara del ómnibus se erguía, sujeta con cuerdas, y una bandera roja, atada a ella, flotaba en lo alto de la barricada.

La barricada pequeña de la calle de Mondétour, oculta tras el edificio de la taberna, no se veía. Las dos barricadas juntas formaban un auténtico reducto. A Enjolras y Courfeyrac no les había parecido oportuno cortar el otro tramo de la calle de Mondétour, que tiene, por la calle de Les Prêcheurs, acceso al Mercado Central, pues no querían, seguramente, quedarse sin comunicación con el exterior y, por lo demás, no tenían gran temor de que los atacasen por la peligrosa y dificultosa calle de Les Prêcheurs.

Con la única excepción de esa salida que estaba expedita y formaba lo que Folard, en su sistema estratégico, hubiera llamado un pasadizo, y sin olvidarnos del estrecho paso que daba a la calle de La Chanvrerie, el interior de la barricada, donde la taberna formaba un saliente, consistía en un cuadrilátero irregular cerrado por todas partes. Había alrededor de veinte pasos de intervalo entre la barricada grande y las casas elevadas que estaban al fondo de la calle, de forma tal que podía decirse que la barricada estaba adosada a esas casas, en todas las cuales vivía gente; pero lo tenían todo cerrado de arriba abajo.

Todo aquel trabajo se llevó a cabo sin trabas en menos de una hora y sin que aquel puñado de hombres atrevidos viera asomar ni un colbac ni una bayoneta. Los pocos vecinos que se atrevían aún en ese punto de los disturbios a pasar por la calle de Saint-Denis le echaban una ojeada a la calle de La Chanvrerie, divisaban la barricada y apretaban el paso.

Tras concluir las dos barricadas e izar la bandera, sacaron de la taberna una mesa y Courfeyrac se subió a ella. Enjolras trajo el cofre cuadrado y Courfeyrac lo abrió. El cofre estaba lleno de cartuchos. Cuando salieron a relucir los cartuchos, los más valientes se estremecieron y hubo un momento de silencio.

Courfeyrac, sonriente, los repartió.

Todos recibieron treinta cartuchos. Muchos llevaban pólvora y se pusieron a hacer más con las balas fundidas. En cuanto al barril de pólvora, estaba en una mesa aparte, cerca de la puerta, y lo dejaron en reserva.

El toque de rebato que recorría todo París no cesaba, pero había acabado por convertirse en un ruido monótono en el que nadie se fijaba. Ese ruido ora se alejaba, ora se acercaba, ondulando de forma lúgubre.

Cargaron todos juntos los fusiles y las carabinas, sin apresurarse, con una seriedad solemne. Enjolras fue a colocar tres centinelas fuera de las barricadas, uno en la calle de La Chanvrerie, otro en la calle de Les Prêcheurs y el tercero en la esquina de la calle de La Petite-Truanderie.

Luego, ya construidas las barricadas, fijados los puestos, cargados los fusiles, situados los vigías, solos en esas calles amedrentadoras por las que ya no pasaba nadie, rodeados de esas casas mudas y como muertas donde no latía movimiento alguno, rodeados de las sombras crecientes del crepúsculo que llegaba, en medio de aquella oscuridad y de aquel silencio en los que se notaba cómo se acercaba algo en que había un no sé qué trágico y aterrador, aislados, armados, decididos, tranquilos, esperaron.

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