Capítulo 75
EL FILÓSOFO AMONIO
Sin embargo, el obispo de Hipona tomó esta máxima de las obras de Amonio Saccas, el insigne maestro alejandrino apellidado Theodidaktos (aleccionado por Dios) que floreció unos 140 años antes de San Agustín. Consideraba Amonio Saccas a Jesús como un superhombre amigo de Dios, que jamás se propuso abolir la comunicación con los dioses y los espíritus, sino sencillamente perfeccionar las antiguas religiones, pues los sentimientos religiosos de las multitudes habían ido par a par con las enseñanzas de los filósofos, que los habían corrompido y extraviado con supersticiones, falsedades y conceptos puramente humanos, por lo que convenía devolver a las religiones su original pureza, expurgándolas de escorias y armonizándolas con la verdadera filosofía. Así es que, según Amonio Saccas, sólo se propuso Cristo restaurar íntegramente la sabiduría antigua.
Amonio fue el primero en enseñar que todas las religiones tenían por común fundamento la verdad contenida en los Libros de Toth o Hermes (37), de que Pitágoras y Platón derivaron su filosofía. Puso también Amonio de manifiesto la identidad entre las enseñanzas pitagóricas y las de los primitivos brahmanes recopiladas en los Vedas.
Se sabe positivamente que antes de pronunciar Pitágoras por vez primera en la corte del rey de los filiasianos la palabra “filósofo”, era idéntica la “doctrina secreta” en todos los países. Por lo tanto, hemos de buscar la verdad en los textos cuya antigüedad les salvó de adulteración, y compulsarlos con la Biblia hebrea para que los filósofos decidan con estricta imparcialidad exenta de prejuicios científicos y teológicos, si la sruti (revelación primitiva) está en los Vedas o en el Antiguo Testamento y cuál de ambas Escrituras es la smriti (tradición).
Orígenes (38) dice que los brahmanes fueron siempre famosos por las maravillosas curas que realizaban por medio de palabras mágicas.
Lo mismo atestigua Leonardo de Vair, autor del siglo XVI, al decir: “Hay personas que mediante ciertas frases de encanto, andan con los pies desnudos sobre ascuas y sobre cuchillos de punta, de modo que, sosteniéndose con un solo dedo del pie, levantan en el aire a un hombre o muy pesados objetos. Asimismo doman caballos salvajes y toros furiosos con una sola palabra” (39). Estas opiniones están corroboradas en nuestros días por Orioli (40), miembro correspondiente del Instituto de Francia.
La mágica palabra por cuya virtud se operan tales maravillas está en los mantras (himnos) de los Vedas, según afirman algunos adeptos; pero aunque el testimonio humano demuestre la realidad de dicha palabra, a los eruditos les toca indagarla en los Vedas.