Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 12

ESPÍRITUS ELEMENTARIOS

Los seres invisibles que los cabalistas llaman espíritus elementarios ocupan el ínfimo peldaño en la escala de la creación. Hay tres clases de espíritus elementarios:

1.ª Espíritus terrestres que aventajan a las otras dos clases en sutileza e inteligencia. Son las sombras o larvas de cuantos durante la vida terrena repugnaron toda luz espiritual y vivieron y murieron tan profundamente hundidos en el cieno de la materia, que de sus almas pecadoras se fue separando poco a poco el espíritu inmortal (53).

2.ª Prototipos de hombres que todavía han de nacer. Ninguna forma, por elevada que sea, puede surgir a la existencia objetiva sin que la preceda la idea abstracta de la misma forma o lo que Aristóteles llama su ideación. Antes de pintar un cuadro es preciso que el pintor lo bosqueje en su mente y antes de construir un reloj es indispensable que ya lo haya construido idealmente el relojero. Así sucede con los hombres.

Según Aristóteles, en los cuerpos físicos concurren tres elementos: ideación, materia y forma. Si aplicamos este principio al caso particular del cuerpo humano, tendremos que la ideación del niño por nacer está en la mente del Creador, pues aunque la ideación no es substancia ni forma ni cualidad ni especie, es algo abstracto que ha de existir en forma objetiva y concreta. En consecuencia, tan pronto como la ideación se enfoca en el éter universal queda plasmada etéreamente la forma. Si la ciencia moderna admite que el pensamiento humano puede actuar en la materia de otros sistemas planetarios al par que en la del nuestro, ¿cómo dudar de la actuación del pensamiento divino en el alma del mundo o éter universal? Por lo tanto, hemos de inferir que la energía de la mente divina plasma las ideaciones, pero no crea la materia en que se plasma, porque esta materia es coeterna con el espíritu y a impulsos de la evolución quedó preparada para formar un cuerpo humano. Las formas son transitorias; las ideas que crean las formas y la materia en que se plasman son permanentes. Los prototipos no provistos todavía de espíritu inmortal pueden considerarse como embriones psíquicos que, cuando les llega la hora, mueren en el mundo invisible y nacen al mundo visible en forma de fetos de término que reciben in transitu aquel divino soplo llamado espíritu que completa al hombre. Esta clase de elementales no pueden comunicarse objetivamente con los hombres.

3.ª Espíritus elementales que nunca alcanzan el reino humano, sino que ocupan un peldaño especial en la escala de los seres, es decir, que cada especie de esta clase está confinada a su propio elemento sin jamás incurrir en el de las demás especies. Son los espíritus o agentes de la naturaleza, llamados por Tertuliano “príncipes de las potestades aéreas”. Se cree que estos seres no tienen espíritu inmortal ni cuerpos físicos, sino tan sólo formas astrales en cuya etérea materia predomina la del elemento en que residen. Pueden considerarse estos espíritus elementales como la infusión de una inteligencia rudimentaria en un cuerpo sublimado. Algunos de ellos son inmutables, pero ninguno es capaz de actuar individualmente, sino en colectividad. Otros mudan de forma con arreglo a las leyes cuya explicación dan los cabalistas; y por más que aun los de más denso cuerpo escapan a nuestra ordinaria percepción visual, no se substraen a la clarividencia. Todos ellos viven en el éter y pueden, además, manipularlo para efectos físicos con tanta facilidad como nosotros comprimir el aire y el agua por medio de aparatos neumáticos o hidráulicos. En estas manipulaciones suelen ayudarles los elementales terrestres. Por otra parte pueden plasmar en el éter cuerpos objetivos para cuyas formas toman por modelo los retratos estampados en la memoria de las personas a que se acercan. No es necesario que el circunstante esté pensando en aquel momento en la persona cuyo retrato copia el elemental, pues lo mismo ocurre aunque su recuerdo se le haya borrado de la memoria, ya que la mente, semejante a placa fotográfica, recibe en pocos segundos de exposición la huella de cuanto se pone a su alcance, aun la fisonomía de las personas que sólo vemos una vez en la vida.

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