Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 71

INTUICIÓN Y ORACIÓN

Es la intuición (24) el espontáneo, súbito e infalible conocimiento resultante de la inteligencia omnisciente, y difiere, por lo tanto, de la finita razón cuyas tentativas y esfuerzos ensombrecen la naturaleza espiritual del hombre cuando no la acompaña aquella divina luz (25). La razón se arrastra; la intuición vuela; la razón es potencia en el hombre; la intuición es presciencia en la mujer.

Plotino, discípulo del insigne fundador de la escuela neoplatónica, Amonio Saccas, nos dice que “el conocimiento humano pasa por tres etapas: opinión, ciencia e iluminación. Las opioniones se forman por medio de la percepción sensoria; la ciencia tiene por instrumento la razón; y la iluminación es hija de la intuición o conocimiento absoluto en que el conocedor se identifica con el objeto de conocimiento”.

La oración es poderoso estímulo de la intuición, porque es anhelo y todo anhelo actualiza voluntad. Por otra parte, las emanaciones magnéticas del cuerpo, durante los esfuerzos físicos y mentales, determinan la autosugestión y el éxtasis. Plotino aconseja orar en soledad y apartamiento para mejor conseguir lo que se pide. Platón daba también el mismo consejo, diciendo que “la oración había de ser silenciosa en presencia de los seres divinos, hasta que aparten estos la nube de los ojos del orante y le permitan ver con la luz que de ellos irradia”. Apolonio de Tyana se retiraba en secreto para “conversar” con Dios, y siempre que sentía necesidad de contemplación se arrebujaba en su blanco manto de lana. También Jesucristo les dijo a sus discípulos:

Mas tú, cuando orares, entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre en secreto (26).

Todo hombre viene a este mundo con el latente sentido interno (intuición) que por educación puede convertirse en la segunda vista de los filósofos escoceses. Plotino, Porfirio y Jámblico enseñaron esta misma doctrina cuya verdad conocían por experiencia, pues tuvieron viva intuición. A este propósito, dice Jámblico que “la facultad suprema de la mente humana nos permite unirnos a las inteligencias superiores, transportarnos más allá del escenario de este mundo y compartir la vida y potestad de los seres celestiales”.

Sin la intuición no hubiesen tenido los hebreos su Biblia ni los cristianos su Evangelio. Moisés y Jesús dieron al mundo el fruto de su intuición; pero los teólogos que hasta el día les sucedieron, adulteraron dogmática y muchas veces blasfemamente su verdadera doctrina; porque creer que la Biblia es obra de la revelación divina e interpretar el texto al pie de la letra, es peor que un absurdo, es blasfemar de la divina majestad del “Invisible”. Si hubiéramosde tener de Dios y del espíritu el concepto que les dan los humanos intérpretes de las Escrituras, seguramente que no tardaría la razón cien años en acabar con la creencia en lo espiritual, abatida por la intervención de la filología en el estudio comparado de las religiones; pero la sincera fe del hombre en Dios y en la vida futura se apoya en la intuición manifestadora del YO que noblemente desdeña las aparatosas e idolátricas ceremonias del sacerdote católico y del brahmán induista, tanto como las áridas jeremiadas del pastor luterano que a falta de ídolos fulmina amenazas de condenación eterna. Sin el sentido intuitivo, que jamás se pierde aunque emboten su agudeza las vibraciones materiales, fuera la vida una parodia y la humanidad una farándula. Esta inextinguible intuición de algo existente a la par dentro y fuera de nosotros, es de tal naturaleza que ni los razonamientos de la ciencia ni los dogmas de la religión ni el externo culto de las iglesias son poderosos a extirparla de la intimidad del hombre, por mucho que en ello se empeñen científicos y teólogos. Movido de esta percepción interna de la infinita e impersonal Divinidad, exclamó Gautama el Buddha, el Cristo de la India:

Así como los afluentes del Ganges pierden el nombre en cuanto sus aguas se juntan con las del río sagrado, así también cuantos creen en el Buddha dejan de ser al punto brahmanes, kshatriyas, vaisyas y sudras.

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