Isis Sin Velo - [Tomo II]

Capítulo 157

SUBTERRÁNEOS DEL PERÚ

En Cuzco, capital del Perú, se alzaba el templo del Sol, famoso en todo el país por su magnificencia. Techo, paredes yt cornisas estaban revestidas de planchas de oro, y en el muro occidental habían practicado los arquitectos una abertura dispuesta de tal modo, que enfocaba los rayos solares hacia el interior del edificio, en donde se difundían como dorada cadena alrededor de las paredes e iluminaban los torvos ídolos y descubrían ciertos signos místicos (57), de ordinario invisibles, en que se cifraba el secreto de las entradas a la galería subterránea. Una de estas entradas se abre en las inmediaciones del Cuzco (actualmente es imposible de descubrir), y da acceso a un larguísimo subterráneo que conduce a Lima, y de esta ciudad tuerce hacia el Sur hasta Bolivia. En cierto punto del túnel hay un sepulcro regio a cuya cámara dan acceso dos puertas ingeniosamente dispuestas, o mejor dicho, dos enormes losas, que al girar sobre sus goznes cierran con tan perfecto ajuste, que sólo por medio de ciertas señales secretas pueden descubrir la juntura los fieles guardianes.

Una de estas losas intercepta la galería por la parte de Lima, y la otra por la de Bolivia. Esta última rama se dirige hacia el Sur y pasa por Trapaca y Cobijo, porque Arica no está muy lejos del riachuelo Payquina (58) que separa Perú de Bolivia.

No lejos de allí se yerguen tres picachos andinos, distanciados en forma de triángulo. Según tradición, en uno de estos picos se abre la única entrada expedita de la galería que va al Norte; pero sin conocer los puntos de referencia que a la entrada encaminan, fuera en vano que un ejército de titanes apartara las rocas con intento de descubrirla. Y aun suponiendo que alguien diese con ella y llegara por la galería hasta la losa que cierra la cámara sepulcral, resuelto a derribarla, nada conseguiría, porque las rocas de la bóveda están asentadas de modo que, en tal caso, cegarían la tumba con todos sus tesoros (59). La cámara de Arica no tiene otra entrada que la abierta en la montaña inmediata al río Payquina. A lo largo de la galería que desde el Cuzco pasa por Lima hasta llegar a Bolivia, hay pequeños escondrijos, donde durnte muchas generaciones acumularon los incas incalculables riquezas en oro y piedras preciosas (60).

Los tesoros descubiertos en las excavaciones de Micenas por Schliemann despertaron la codicia de los aventureros, que desde entonces ponen la mira en las ruinas donde sospechan ha de haber criptas o cuevas subterráneas con escondidos tesoros. No hay paraje alguno, ni siquiera el Perú, del que se refieran tantas tradiciones como del desierto de Gobi, en la Tartaria independiente. Esta desolada extensión de movediza arena fue, si la voz popular no miente, uno de los más poderosos imperios del mundo. Se dice que el subsuelo esconde oro, joyas, estatuas, armas, utensilios y cuanto supone civilización, lujo y arte en cantidad y calidad superior a lo que pueda hoy hallarse en cualquier capital de la cristiandad. Las arenas del desierto de Gobi se mueven regularmente de Este a Oeste, impelidas por el huracanado viento que de continuo sopla. De cuando en cuando, dejan las arenas al descubierto parte de los tesoros ocultos, pero ningún indígena se atreve a echarles mano porque le herirían de muerte los bahti, espantosos gnomos a cuya fidelidad está confiada la custodia de aquellas riquezas, en espera de que la sucesión de los períodos cíclicos permita revelar la existencia de aquel pueblo prehistórico para enseñanza de la humanidad.

Según tradicional local, en las cercanías del lago Tabasun Nor está todavía la tumba del khan Ghengiz, donde el Alejandro mogol duerme para despertar dentro de tres siglos y conducir a su pueblo a nuevas victorias y más verdes laureles (61).

El desierto de Gobi, así como toda la Tartaria independiente y el Tíbet, están celosamente guardados contra la intrusión de los extranjeros. Quienes obtienen licencia para atravesar dichos territorios, quedan sujetos a la vigilancia de los agentes de la suprema autoridad del país, con la restricción de no divulgar nada de lo referente a lugares y personas (62).

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